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Comunistas chilenos en la Revolución Nicaragüense 1979-1989


Introducción

El Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) desde su fundación en los primeros años de la década del 60, nace con una política de enfrentamiento armado contra la dinastía de los Somoza que desde la década de los años treinta dominaban Nicaragua.
Es una de las tantas organizaciones que surgen estimuladas por el impacto del triunfo de la Revolución Cubana, no obstante, su adhesión al empleo de la violencia en política es consustancial a la propia historia del país. 

Es la manera en que Augusto Cesar Sandino, liberal nacionalista, en una guerra de liberación nacional, con su Ejercito Defensor de la Soberanía Nacional, fuerza antimperialista, es el factor gravitante de la derrota y expulsión del territorio nacional de las tropas norteamericanas en la segunda intervención de los EEUU a Nicaragua. (1926 a 1934)

El FSLN, en cerca de 20 años de lucha, plagados de múltiples experiencias políticas y militares, éxitos y fracasos por muerte en combate o prisión de dirigentes principales, profundas divisiones internas, logra finalmente construir una compleja política de alianzas con otros sectores, incluida la burguesía antidictatorial, donde las masas populares en el campo y la ciudad juegan un papel principal en el combate contra la dictadura. 

En este dilatado proceso, nunca la organización negoció sus bases principales de la lucha, ni su concepción de guerra popular revolucionaria.

Por su parte el Partido Comunista de Chile, (PCCh) forjado en y desde las raíces de la clase obrera minera del norte del país; es el clásico partido proletario que desde su origen adopta principalmente formas de lucha no armadas, donde destaca la lucha política, entendida esta como sinónimo de la participación en los procesos electorales.

A mediados de la década de los años treinta, en un acto fundacional, el partido adopta decididamente una línea de participación dentro de la institucionalidad burguesa de largo aliento.

 Estas periódicas y dilatadas contiendas electorales, unidas a las huelgas y otras formas de luchas sindicales de masas, van forjando un modo de combatir, un estilo que termina por conformar una sólida tradición.

El golpe del 73 fue el sumun del empleo de la violencia contra un pueblo desarmado y partidos políticos del gobierno popular carentes de planes o medios para defenderse. No podían tenerlos, no concebían su necesidad.

El PCCh fue el abanderado de la fórmula no armada de transitar por una revolución pacífica, si pudiera existir, con el socialismo puesto en el horizonte. Siete años después del golpe, tardíamente en 1980, el partido lanza su singular proyecto de Rebelión Popular, donde aparece una imprecisa aceptación de todas las formas de lucha, incluso “la violencia aguda”.

¿Cómo el PCCh y el FSLN, dos organizaciones sin vínculos políticos ni orgánicos logran unirse en 1979 mediante la participación de más de 50 oficiales comunistas, −también hubo del P. Socialista y combatientes del MIR−, en la guerra popular del pueblo nicaragüense contra la dictadura somocista?

Y esto sería sólo el inicio. Durante diez años, numerosos grupos de nuevos oficiales y combatientes comunistas, se incorporaron a la defensa de la revolución triunfante hasta 1989.

Fidel

La solidaridad de Cuba con los movimientos políticos y revolucionarios es uno de los principios de la política exterior de la Revolución cubana, expresado de las más diversas formas y modos a lo largo de su historia. Un tema ampliamente reconocido, tanto por los amigos y simpatizantes como por los enemigos.

Fidel en su libro La Paz en Colombia publicado en el año 2008, revela por primera vez, los principales antecedentes de la prolongada formación de oficiales chilenos en Cuba, y su posterior participación internacionalista en la lucha de liberación de Nicaragua.

Junto a ello desclasifica el papel jugado por Cuba en la consolidación del propio FSLN, su Dirección Nacional (DN) nace en La Habana el siete de marzo de 1979. 

Casi al unísono la nueva DN, ante la crisis general que vive el país, decide una Ofensiva Final y Cuba, en correspondencia con ello, determina colaborar con cuantiosos recursos técnicos, armamento y municiones; elemento que jugaría un significativo papel en el apoyo al pueblo insurrecto, conducido por el FSLN, que finalmente derrota a la Guardia Nacional del dictador.

¿Cómo Fidel logra en 1979 hacer esta unión de sandinistas con comunistas chilenos? ¿Cómo se gesta y se realiza esta extraordinaria muestra de solidaridad e internacionalismo entre estas dos organizaciones con fórmulas de lucha, matrices ideológicas, políticas e históricas claramente distantes y diferentes?
Veamos:

En marzo de 1974, a menos de un año del golpe de estado en Chile, cuando el PCCh sólo está dedicado a resistir y sobrevivir, Fidel le propone a su dirección política asentada en Moscú, preparar oficiales en sus academias bajo una concepción de largo plazo. Desde entonces Fidel ya concebía que la lucha contra la dictadura chilena no sería breve.

No es el caso especular el por qué la dirección del PCCh aceptó la propuesta de Fidel. El dato relevante es que fue su iniciativa, era una formación profesional a largo plazo, no guerrilleros en seis meses, y sería en las academias cubanas. 

En abril de 1975 con 52 jóvenes comunistas nace en La Habana los que sería la Tarea Militar del PCCh. En los años venideros. con interrupciones ocasionales, seguirían ingresando nuevos grupos hasta 1988. Un año después de los comunistas, militantes del Partido Socialista, en notable menor cuantía, vivirían una experiencia similar.

En este mismo período el FSLN aún vive la etapa de formación y consolidación en zonas rurales y en las principales ciudades. 

Ha recibido duros golpes por muerte o prisión de destacados jefes. Recién a fines de ese año, diciembre de 1974, mediante una espectacular operación urbana se da a conocer al mundo y logra rescatar a sus presos políticos. Cuba, que por esos años concentra su solidaridad internacional en Angola, recibe, protege y prepararía a estos combatientes y dirigentes del FSLN.

Visto desde ahora, en pocos años el sandinismo logra protagonismo y es reconocido por su pueblo como la vanguardia en la lucha contra la dictadura. 

Desde octubre de 1977, con numerosas acciones combativas sumado a espontáneos levantamientos populares y a una profundización de la crisis política en el país, se van creando las condiciones para el llamado a una ofensiva general en septiembre de 1978. 

Otra acción espectacular (toma de Palacio en agosto 78) termina por sacar de las cárceles a la mayoría de los sandinistas, cuyos dirigentes principales llegarían a Cuba.

Los sorprendente es que todo lo acaecido se producía con una organización dividida en tres tendencias desde 1976. Así arriban a Cuba, posterior a una aleccionadora experiencia de las masas insurrectas en las principales ciudades del país durante la ofensiva de septiembre de 1978.

La Revolución Nicaragüense llamó la atención de Fidel desde sus inicios por su carácter antiimperialista, popular y de liberación nacional, además de su significación continental y su proyección hacia la unidad de las fuerzas revolucionarias latinoamericanas.

Fidel, trabaja por la unidad del FSLN. Se reúne con cada una de estas tendencias y con paciencia y perseverancia logra concertar voluntades, dirimir contradicciones y forjar la unidad entre todas.

 Sin ello era imposible colaborar con esa lucha y era muy poco probable que hubiesen logrado el triunfo.Constan las actas y fotos de los momentos históricos en que esta se logró (Fidel 2008) en marzo de 1979. Para fines de mayo de ese año, ante la situación reinante en Nicaragua, la reluciente Dirección Nacional, llama a la Ofensiva Final.

En la otra parte de este acontecimiento, en 1979, a cuatro años de estudios y prácticas profesionales de los oficiales comunistas, más de la mitad de sus graduados, ante la inexistencia de políticas específicas para ellos, habían abandonado la llamada Tarea Militar del PCCh. 

Hasta ese minuto el partido carecía de políticas para sus oficiales, más allá de una indefinida calificación de cuadros estratégicos. Los oficiales socialistas vivían idéntica experiencia.

De manera coincidente, en la última semana de mayo de 1979 llega a La Habana Carlos Altamirano, dirigente principal de los oficiales socialistas. Estos, en una suerte de ultimátum revolucionario le plantean: De inmediato ingresar a Chile a combatir a la dictadura, y si esto por ahora fuera imposible, cumplir una misión internacionalista de carácter combativo. 

En ese entonces miles de cubanos luchaban en Angola. Altamirano les promete tratar el tema con Fidel. Eran oficiales de las Fuerzas Armadas Cubanas y estaban en Cuba.

Al cotejar hechos y fechas, se puede colegir, que es a partir de este acontecimiento del reclamo de los militares socialistas, se sucederían los acontecimientos por venir, que concatenados entre sí explican la realización práctica de la misión internacionalista de los chilenos en Nicaragua.

En los últimos días de mayo, −los protagonistas no recuerdan con precisión−, Fidel, después de ver al dirigente socialista, se reúne con los oficiales de este partido. Sólo en ese momento estos militares sabrían el resultado de su demanda ante Altamirano. 

El Comandante fue directo a la esencia: les explicó con detalles la situación de la guerra en Nicaragua, se paseó por el entorno internacional regional que favorecía a los sandinistas, y finalmente cayó en los pormenores tácticos de cómo se desarrollaban los combates en la frontera sur de Nicaragua, donde el apoyo de Costa Rica era vital. 

La ofensiva había comenzado el reciente 27 de mayo en la frontera contiguo al litoral del Pacífico. 

Los sandinistas a pocos km al interior del país, con menos recursos combativos, resistían la embestida de la Guardia Nacional. Fidel había sido enfático, era imprescindible mantener el Frente Sur, empantanar a lo más selecto de la Guardia Nacional en ese territorio, en beneficio de los frentes internos carentes o escasos de armamento y municiones.

Fidel estaba en el centro mismo de los acontecimientos en Nicaragua.

El 9 de junio cuatro artilleros socialistas, vía Panamá, junto a combatientes “sirvientes” de las piezas de artillería de nacionalidades centroamericanas, llegan a la frontera norte de Costa Rica. Justo el día en que las columnas del FSLN, sin poder resistir, abandonan Nicaragua. 

Al llegar a los campamentos en territorio tico, los oficiales encontraron el armamento consistente en morteros, cañones, ametralladoras y fusiles, todos con las municiones necesarias. Por cada tonelada de armamento para el FSLN, Cuba debió dejar una en Costa Rica. (Fidel 2008)

En el mismo instante en que los oficiales socialistas arriban a la zona de combate, Fidel convoca y se reúne con 53 oficiales comunistas que ejercían sus funciones profesionales en diversas unidades militares y escuelas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba (FAR). Fidel, con el empleo de un mapa, fue explicándoles la guerra en general y los nuevos detalles en el Frente Sur. 

Ahora había que reiniciar los combates por Peñas Blancas, puesto fronterizo y poblado sobre la estratégica carretera panamericana. Atacar con todos los medios y fuerzas y avanzar al norte hasta donde fuera posible, siempre atentos, señaló, a cuidar el flanco izquierdo. 

En el derecho estaba el gran lago Nicaragua. Había lograr y controlar un territorio liberado. Parecía estar planteándoles la misión. Los primeros en viajar, precisó, serían los artilleros.

Fidel no estaba distante ni andaba únicamente en las alturas de las decisiones más generales. Sin melindres les comunica la idea de formar una brigada, decenas de combatientes centroamericanos se preparaban en las mismas instalaciones del Ministerio del Interior donde los chilenos practicarían con las piezas de artillería que les aguardaban en Nicaragua. 

Los hondureños, guatemaltecos y nicaragüenses, serían decisivos en el manejo de cada pieza de las baterías de artillería conducidas por los especialistas chilenos.

Antes de partir les comunica un dato determinante que manifiesta el papel gestor de Fidel en esta empresa internacionalista. Los comunistas chilenos no viajarían sin la autorización de la dirección de su partido. Era indispensable, aseguró. Y luego explicó todas las gestiones que estaban realizando en ese sentido.

Antes de despedirse lanzó otra de sus acostumbradas premoniciones políticas: Deben apurarse –dijo-, hace falta que participen en la guerra y ganar el prestigio suficiente que les permitirá ser parte en la construcción de un nuevo ejército. Si no es textual la transcripción, es exactamente lo que ocurriría después del triunfo de la revolución.

La cancha ya estaba rayada. Los jóvenes comunistas esperaban únicamente un sí. Tal cual ocurrió, porque no podía ser de otra manera.

Lo que sucedió a continuación es el desarrollo de los combates en la misma dirección explicada por Fidel. El 15 de junio después de una preparación artillera conducida por los oficiales socialistas y ejecutada por combatientes centroamericanos, las columnas del FSLN, después de intensos combates, entran a Nicaragua por el puesto de Peñas Blancas.

Tres días más tarde comienzan a llegar el grueso de los miembros de la Brigada. Junto a ellos ingresa el actual General ® Alejandro Ronda al mando de los internacionalistas. En ese tiempo Tte. Coronel del Ministerio del Interior, quien mantendría durante toda la guerra, un vínculo directo y permanente con Fidel. Según su testimonio: 

En total fueron enviados 208 internacionalistas entre oficiales y combatientes. Once oficiales de tropas especiales fuimos enviados como asesores y para el apoyo de diversas especialidades. Según Fidel (2008) fueron 51 oficiales del Partido Comunista de Chile, 20 del Partido Socialista y ocho del Partido Comunista Uruguayo, también formados durante años en academias cubanas. Diez médicas y dos médicos chilenos, militares todos, formados igualmente en Cuba.

Para el 20 de junio se logra consolidar un área liberada de aproximadamente siete km de profundidad. La guerra cambia su carácter guerrillero en permanente movimiento y se pasa a una guerra de posiciones. En diversas ocasiones se dieron fuertes contraofensivas enemigas. 

Emplean artillería de largo y corto alcance, mientras la aviación ametralla y bombardea la región ocupada. Las bajan fueron numerosas, dos oficiales comunistas caen en combate en esos precisos enfrentamientos. La Guardia Nacional se empleó a fondo para derrotar y expulsar a los sandinistas. Se cumplió la misión, se mantuvo y consolidó el área liberada. 

Lo más selecto de la Guardia Nacional quedaba empantanada mientras ciudades enteras se insurreccionaban en toda Nicaragua. El 17 de julio de 1979 el dictador abandona el país. Dos días más tarde triunfa la Revolución.

Consideraciones Finales:

Corresponde a Fidel, con su mirada latinoamericanista e integradora de enfrentamiento contra el imperialismo norteamericano y con un agudo sentido de posibilidades en un preciso momento histórico, el mérito de unir en los primeros meses de 1979, a estas dos organizaciones a partir de la coincidencia de objetivos estratégicos comunes, en un acto creativo y audaz de internacionalismo revolucionario.

El valor de los principios de solidaridad, internacionalismo y antimperialismo, es parte consustancial de la tradición política, histórica y cultural de la Revolución, arraigada en el pensamiento martiano de que Patria es Humanidad y radica en la voluntad patriótica formada en más de un siglo de lucha, primero contra el colonialismo español y, posteriormente contra el imperialismo norteamericano.

Con razón Fidel expresó que: ser internacionalistas es saldar nuestra propia deuda con la humanidad.

No existe en Fidel acentos, imposiciones o distingos a la hora de expresar e implementar la solidaridad con las organizaciones revolucionarias en América Latina. Esta es independiente a las formas de lucha y los diseños de cada proceso revolucionario. 

Es coherente con la máxima: la revolución no se exporta, cada pueblo transita por sus propios caminos. De esta manera se explica el apoyo incondicional de Cuba a los revolucionarios chilenos y nicaragüenses, distantes entre sí, pero coincidentes en la lucha contra sus dictaduras nacionales y el imperialismo norteamericano.

El antiimperialismo de Fidel en dupla inseparable con una concepción latinoamericanista e internacionalista, es resultado y respuesta de una historia de agresiones de los EEUU contra la Revolución y contra cualquier intento de liberación de los países de la región. Es una actitud integradora hacia una Latinoamérica nuestra, por tal razón, a Fidel le pareció natural en esta precisa coyuntura, unir a guerrilleros centroamericanos de la década de los 60, con militares de academia de un tradicional partido comunista del sur del continente, reacio en toda su historia al empleo de la lucha armada.



Frente Sur. Nicaragua.

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