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Nicaragua: Mentira y desinformación


Un elemento fundamental que en nuestra sociedad fue masacrado desde el fracasado golpe de estado fue la verdad que es la coincidencia entre una afirmación y los hechos. La verdad es un valor fundamental en cualquier sociedad porque está íntimamente asociada a la sinceridad y la honestidad de las personas y es estrictamente un reflejo de la realidad, algo que es idéntico a los hechos, que no puede ser manipulable porque su brillo es poderoso y hagamos lo que hagamos por tratar de tapar el sol con un dedo no hay manera de ocultar su luz.

Se considera que algo es verdadero cuando es fiel y representativo de lo que se expone. Yo no puedo venir a decir que esto es negro cuando es blanco; no puedo afirmar que soy todo un amor cuando lo que expreso es odio; no puedo decir que soy flaco cuando soy gordo; no puedo aspirar a que me vean con como una persona honorable si me comporto con un vulgar ordinario.

El concepto de la verdad visto desde la mentira ha querido ser desvirtuado con aquello de que la verdad no es absoluta y aunque este pregón pueda sonar aceptable o posible, porque dicen que la verdad tiene tras caras, la suya, la mía y la de los terceros, la verdad al final siempre, de estos tres ángulos primarios que incluso pudieran ser más, siempre será la verdad.

Pero poniendo el tema específico de la verdad en Nicaragua tengo que decir que esta fue víctima de un atentado mayúsculo por parte de la mentira y la desinformación panfletaria generada desde el disfraz periodístico para finalmente envolverla en la mortaja de la mentira y tirarla como cualquier cosa y en cualquier lugar para tapar el crimen que cometieron contra un país que como el nuestro nunca ha merecido tanto odio.

Cuando uno busca un argumento hasta en el último rincón de la razón que pueda justificar todo lo que hicieron, los muertos que generaron, la economía que destruyeron, el desempleo que dispararon y el daño moral que nos causaron para dividir desde la mentira que dispararon contra la familia nicaragüense, solo se encuentra un diseño perverso y malévolo que tiene su principal base en la desinformación.

Mientras que la mentira es una expresión que resulta contraria a lo que se sabe, a lo que se ve incluso a lo que se percibe cuando su naturaleza es burda, la desinformación es la ausencia de información verdadera, de información veraz y en consecuencia la mentira y la desinformación es chisme, es cuento, es rumor, es novela y al final un veneno mortal en la mente humana.

Una persona desinformada es un tóxico ambulante con una lengua dislocada que se mueve repitiendo mentiras, desfigurando realidades y sirviendo de agente, intencional o no, a quienes inventan las mentiras para causar daños que por su propia maldad no son capaces de calcular y así son capaces de decir cualquier cosa porque la mentira y la desinformación son hijas de la ignorancia y de la brutalidad porque están dentro de eso que se llama karma y que siempre vuelve y con una contundencia desproporcionada contra aquella persona o aquel grupo que la profirió poniendo a la maldad por delante.

La mentira y la desinformación pueden producirse sin intención cuando la naturaleza de alguien es atrevida y afirma cosas que no son solo porque lo escuchó en otros, igualmente perdidos sobre cualquier tema, pero cuando esta se genera desde un medio de comunicación, donde se supone que debe haber un periodista responsable y además de mentir a cada cosa le da una dimensión apocalíptica, ahí las cosas cambian porque claramente hay una intención dolosa y hasta sediciosa en el caso de lo que pasó en Nicaragua después del 18 de abril y de lo que sigue pasando ahora con ese miedo que todos los días tratan de inocular en todos los nicaragüenses, ahora aprovechándose de un contexto tan delicado como la pandemia que enfrentamos como parte de un planeta que está enfermo y del que somos parte y tengo que decirlo porque aquí hay miserias humanas que no se dan cuenta de ello.

La mentira y la desinformación son intimas de la propaganda panfletaria y tienen por hermano a un sujeto llamado manipulación y juntos son capaces de crear situaciones que han llevado a derramamientos de sangre de niveles oceánicos en otros países.

La mentira y la desinformación, como la conocemos aquí, tiene la intención de desacreditar al gobierno, es claro, pues procede de individuos que suspiran el poder por el poder mismo, que claramente falsifican la realidad y lo grave es que no mienten sobre la propaganda de una marca comercial, sino que aquí lo hacen desde la plataforma que les representa la desinformación, pero alrededor de la vida o muerte de las personas, sobre quienes torturaron, sobre quienes secuestraron o hicieron cualquier barbaridad

Aquella forma de mentir y desinformar, vencida por todo un pueblo cuando decidió conjurar el fallido golpe de estado, ahora continua, pero de otra forma y no sé si sea correcto afirmar que aquello fue peor que lo de ahora, pero lo cierto es que estas miserias humanas, chocho no creo que alguien pueda ser más perversas que ellas, pero es increíble cómo quieren aterrorizar al nicaragüense para que no vaya a los hospitales a atenderse de su salud, porque están acuñando que aquí todo está infectado de coronavirus, que no hay medicinas, que no hay camas, que los hospitales están sobrepasados y saben qué todo esa es una monumental mentira.

Hay mucha gente cándida que ha caído en ese telón de mentiras e indigna realmente que esas perturbadoras mentiras vengan a desanimar tanto a la gente, que, no importa estén quebrantadas por cualquier cosa que no sea el Coronavirus, pero por poner un ejemplo, como un irresponsable, disfrazado de médico gritó que en el Hospital Monte España, se mueren tres personas diarias de COVID-19, entonces pacientes que normalmente van a ese centro privado de atención prefieren quedarse en su casa ante el supuesto de llegarse a contagiar.

Hay un tal Doctor Jorge Miranda neumólogo del Hospital Monte España que asegura que en ese centro de salud, donde trabaja, él ha visto mortandadas de gente por COVID-19 vy si eso es así hay que investigarlo, porque si en el sistema de salud público no sucede eso, porque naturalmente está bien equipados y preparado, entonces significa que en el Hospital Monte España hay dos cosas que atender, la primera es ver si ahí hay negligencia médica porque si es cierto lo que dice este gabachudo, metido de pie a cabeza en la politiquería, es algo que hay que investigar por parte de quienes están al frente de ese centro de salud privado en aras de la tranquilidad de sus clientes porque si yo me atendiera ahí y escucho una afirmación de esa naturaleza yo busco simplemente otro lugar, pero si el resultado de una investigación reflejara que lo de los muertos es mentira entonces este médico, quien dio declaraciones a la Nación de Costa Rica en la línea de lo que estamos hablando, debería ser llamado para deslindar o asumir la responsabilidad de lo expresado y si es mentira todo lo que dijo entonces, como elementalmente puede sucedería en otro país este sería merecedor de la suspensión de su licencia profesional porque con el miedo y terror que siembra lo que causa es el distanciamiento del paciente de su centro de atención y todo por lo que puede ser una monumental mentira.

Es tal el daño que causa la mentira en los medios de comunicación que se comienza a pensar, sobre todo en Europa, en legislar sobre esta peste. 

Los que viven de la desinformación y reciben importantes presupuestos para lo que hacen no escucharan agradable que se comience a legislar sobre la desinformación porque no es necesario ser sabio para estar claro que lo primero que gritaran es “violación a la libertad de expresión”.

Óigase alto y claro nada tiene que ver la libertad de expresión con la desinformación. Aquí en este país, donde se goza de un gigantesco libertinaje todo el mundo dice cualquier cosa, como este Jorge Miranda, neomólogo del Hospital Monte España y no debería de pasar nada por eso, si quien dice lo que quiere, sabe también probar lo que afirma y en este caso para la reputación empresarial del centro de salud privado donde trabaja, de la tranquilidad de los clientes o pacientes que ahí se atienden o de la sanidad misma de la imagen del país al que cualquier hijo de vecino solo porque sí se le ocurre cargarla a pedradas.

Hoy los medios de comunicación, algunos periodistas y las redes sociales han construido un mundo peligroso a su alrededor y desde ahí se cometen delitos y quienes los hacen o los estimulan se creen intocables. 

Menos mal esos criterios descerebrados ya las tienen claras ante la preocupación compartida de muchísimos gobiernos que están en la línea de la regulación del internet y todo lo que represente.

Hay que legislar sobre la desinformación o aplicar la ley que exista sobre el tema porque esta nos puede matar, nos puede enfermar y puede convertir en asesinos a los que por tener una mente dúctil caigan en esas redes tenebrosas. 

La mentira y la desinformación es el mal de los nuevos tiempos porque quienes lo hacen con más recurrencia son politiqueros o “periodistas” que no entiendo, menos que comprenda, cómo puedan ser capaces de llamar a baños de sangre cuando este apostolado siempre ha ido en el sentido contrario de la muerte.

QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.

Por: Moisés Absalón Pastora.

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