En la madrugada del 22 de Junio de 1941 las tropas fascistas hitlerianas, rompiendo el tratado de no agresión, invadieron en un amplio frente de 3500 kilómetros el territorio de La URSS.
Daba inicio La Gran Guerra Patria.
El país de los Soviet de obreros y campesinos desde la Revolución de Octubre, 24 años antes, había enfrentado toda clase de peligros, entre ellos la destrucción de la Primera Guerra Mundial, la Guerra civil y la invasión a su territorio de 14 Estados enemigos, las conjuras internas instigadas por las agencias de inteligencia extranjeras, los errores del propio liderazgo de entonces, las guerras de acoso a sus fronteras por parte de países vecinos ( Japón,. China, Finlandia), los inmensos retos de la electrificación, la industrialización, la transformación agroindustrial del campo, la conectividad del inmenso país y el acoso y bloqueo constante del Imperialismo yanqui y las principales potencias económicas del mundo capitalista.
Un país en construcción, con una economía socialista aún débil, con unas Fuerzas Armadas con equipamiento, tácticas, armamento, comunicaciones y estructuras obsoletos y golpeado en sus mandos por las purgas que justas o no, privaron entonces a la defensa del país de jefes experimentados. Pero estas dificultades, lejos de sumir en la desesperanza al gobierno y pueblo soviéticos, fueron un acicate para enfrentarlas.
Un Estado surgido del atraso medieval del zarismo y que la Revolución transformó en dos décadas en un país industrializado, ahora se enfrentaba casi en solitario a la mayor fuerza militar que la historia había visto: El militarismo fascista alemán y sus aliados (activos y pasivos) y que en menos de dos años había conquistado a casi toda Europa.
Sin embargo, nadie contó con la voluntad de los pueblos soviéticos de luchar por su libertad y la de todo el mundo civilizado, no contaron con la fuerza de cohesión organización e inspiración del Partido Comunista de la URSS, de la capacidad de aprendizaje sobre la marcha de los oficiales y el heroísmo sin límites de los soldados del Ejército Rojo, de la fortaleza y capacidad de improvisación industrial de la Economía socialista.
La exitosa defensa y temprana victoria en los alrededores de Moscú sobre las divisiones élites acorazadas nazis selló la primera derrota de la Alemania nazi y sus aliados en la II GM y al año siguiente , en 1942 los mandos políticos y militares, con la ayuda de su incansable y comprometida retaguardia industrial, empezaron a regresar los golpes al enemigo, aprendieron a vencerlos con armas, tanques, aviones, barcos, artillería y tecnologia que marcarían un paradigma en la industria militar hasta hoy en día, pero sobre todo con la inteligencia de los jefes, el arrojo y compromiso de sus comisarios políticos y el heroísmo de todo un pueblo.
Durante cuatro años de horror, dolor, destrucción y muerte y a la vez de heroísmo sin límites, valentía, amor a la patria y gloria, el mundo sería testigo de las grandes y épicas batallas del Ejército Rojo, que al final destruiría a la Alemania hitleriana, al fascismo y al militarismo como política de Estado, preservarían a los pueblos soviéticos y liberaría a toda Europa, ganando indiscutiblemente la Guerra.
La Unión Soviética, en un mundo de postguerra, en el mundo de la Guerra Fría impuesta por el Imperialismo yanqui, sucesor del fascismo alemán por sus ambiciones expansionistas, se erigió como la Potencia baluarte de las ideas progresistas y el gran aliado de los movimientos de liberación nacional y aquellos pueblos que decidieron sacudirse el yugo colonial y neocolonialista en el mundo, sobre todo en Asia, África y América Latina.
La victoria soviética en la Gran Guerra Patria ayudaría a cambiar la geografía política del mundo, donde nuevos Estados independientes y soberanos surgirían al margen del viejo sistema de explotación capitalista y enrumbarían por un camino propio y soberano y otros -que todavía siguen luchando- encontrarían inspiración en aquellas batallas de tantos pueblos unidos contra las hordas hitlerianas, las hordas del fascismo amamantadas por el sistema capitalista.
La URSS ya no existe como Estado, pero sus grandes victorias en todos los campos posibilitaron hasta hoy la paz mundial y el equilibrio de poderes, el surgimiento de otros sujetos de las Relaciones Internacionales que de alguna manera han levantado la estafeta del Estados euroasiático de los trabajadores fundado por Vladimir Ilich Lenin y sostenido hasta el final por la unidad y el sacrificio de los pueblos soviéticos.
Hoy, como hace setenta y nueve años atrás, aún resuena en el mundo la sencilla proclama con que la jefatura soviética se dirigió a su pueblo, informando de la invasión nazi a su tierra y al mismo tiempo, reiterando la confianza en la fuerza interior y la convicción política en el Socialismo, el amor de los pueblos de la URSS hacia el suelo sagrado de su patria y la defensa de la Paz mundial:
“¡NOS ASISTE LA RAZÓN, EL ENEMIGO SERÁ DESTRUIDO. LA VICTORIA SERÁ NUESTRA!"
¡Gloria eterna al sacrificio y a la victoria de aquellos hombres y mujeres humildes, a sus jefes, científicos, intelectuales, obreros y campesinos, combatientes de la Paz!
Edelberto Matus.