En los primeros meses de este año, el Mando para África de EE. UU. (AFRICOM) lanzó más ataques aéreos en Somalia que durante los ocho años de Barack Obama en el cargo.
La escalada masiva de la guerra no declarada de Estados Unidos en Somalia se produce cuando el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, ha pedido en repetidas ocasiones un alto el fuego mundial a causa de la pandemia de la Covid-19. “Solo debería haber una lucha en nuestro mundo hoy, nuestra compartida batalla contra la Covid-19”, reiteró el 3 de abril. “Tenemos que movilizar cada gramo de energía en vencerla”.
Ese mismo día, AFRICOM realizó un “ataque aéreo contra terroristas de al-Shabab en las cercanías de Bush Madina, Somalia”, según un comunicado de prensa del Mando. Estados Unidos afirmó que cinco miembros de al-Shabab habían muerto en el ataque.
Desde principios de año, AFRICOM ha anunciado 39 ataques aéreos en Somalia. El Mando anunció, con Obama en el poder, un total de 36 de esos ataques entre 2009 y 2017, alcanzando su punto máximo en 2016 con 19 ataques aéreos declarados. El año pasado, bajo el presidente Donald Trump, Estados Unidos realizó 63 ataques aéreos en Somalia, la mayor cantidad en un único año.
“Es responsabilidad de nuestro Mando apoyar a nuestros socios para que este grupo terrorista no pueda expandirse y atacar la patria de Estados Unidos como desean sus líderes”, dijo el general del Cuerpo de Marines de Estados Unidos Bradford J. Gering, subdirector de operaciones del AFRICOM, después del ataque del 3 de abril contra objetivos de al-Shabab, que fue seguido por nuevos bombardeos durante los días 5, 6, 9 y 10 de abril. AFRICOM no respondió a una solicitud de información adicional acerca de este repunte de los ataques a tiempo para incluirla en esta publicación.
“El ritmo intenso de las operaciones aéreas y terrestres de Estados Unidos en Somalia parece centrarse en apoyar los esfuerzos de las fuerzas del gobierno somalí y sus aliados [de la Misión de la Unión Africana en Somalia] para desalojar al grupo terrorista de sus bastiones”, dijo Chris Woods, director de Airwars, un grupo de vigilancia de los ataques aéreos con sede en el Reino Unido. “Hay también un número significativo de ataques dirigidos al liderazgo dentro del grupo terrorista».
El aumento de los ataques aéreos de EE. UU. se produce cuando el número de casos de la Covid-19 en Somalia crece de manera similar. El 8 de abril había 21 casos confirmados del nuevo coronavirus en Somalia. El pasado miércoles había 286.
La mayoría de los infectados no tienen antecedentes de viajes al extranjero, lo que indica la transmisión local de la enfermedad y las preocupantes perspectivas para el futuro, especialmente entre las muchas personas desplazadas internamente que han perdido sus hogares a causa del conflicto en curso entre al-Shabab y el Gobierno federal de Somalia, que cuenta con el respaldo de Estados Unidos.
“Hay un mayor riesgo de que los casos pasen desapercibidos o no se diagnostiquen si la transmisión comunitaria comienza y se generaliza”, se lee en un informe del 20 de abril de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU. “El impacto en los 2,6 millones de desplazados internos que viven en más de 2.000 asentamientos atestados con acceso limitado a servicios de salud, agua, saneamiento e higiene sería catastrófico”.
Si bien han circulado informaciones sobre posibles retiradas militares de EE. UU. e incluso de cierre de bases en África, el número de puestos de avanzada de EE. UU. en Somalia es significativo y está a punto de ampliarse. Hay cinco bases estadounidenses en Somalia -la segunda por tamaño en el continente después de la de Níger-, según los documentos de planificación AFRICOM 2019 anteriormente secretos revelados por The Intercept a principios de este año.
El pasado septiembre, al-Shabab atacó una de esas bases, un puesto avanzado estadounidense en Baledogle. Y, en enero, el grupo terrorista asaltó la base estadounidense en Manda Bay, Kenia, matando a un soldado y a dos contratistas estadounidenses.
Chris Woods, de Airwars, llamó la atención sobre el hecho de que la huella ampliamente dispersa de los puestos de avanzada del AFRICOM dejó a sitios más pequeños como Manda Bay en situación de vulnerabilidad. “Si bien podemos apreciar reducciones en algunas naciones africanas, en otras es probable que veamos bases consolidadas y reforzadas», dijo a The Intercept.
De hecho, el número del personal estadounidense en Somalia sigue siendo alto, a pesar de la pandemia mundial y de las conversaciones sobre reducciones.
El mes pasado, el New York Times informó de que había aproximadamente 500 soldados estadounidenses en el país. Pero el número total de personal del Departamento de Defensa “con tareas en misiones de entrenamiento, operaciones y otras actividades de asistencia de la fuerza de seguridad”, fluctúa entre 650 y 800, según el portavoz de AFRICOM, John Manley.
A pesar del apoyo a un armisticio universal por parte de docenas de países, incluidos aliados de Estados Unidos como el Reino Unido, Francia y Alemania, así como los grupos de derechos humanos, la administración Trump se ha negado a vincularse al llamamiento a poner fin a la lucha.
Un funcionario de la Casa Blanca remitió a The Intercept un comentario del Departamento de Estado a la revista Foreign Policy: “Estados Unidos apoya el llamamiento del secretario general de la ONU a favor de un alto el fuego global, aunque señala que continuaremos adelante con nuestra legítima misión de luchar contra el terrorismo”.
Según señaló Woods, aunque ha habido una reducción significativa en los enfrentamientos de algunos conflictos, incluida una pausa en los ataques aéreos rusos en el norte de Siria desde principios de marzo, otras zonas de guerra están sufriendo un marcado repunte de la violencia.
“En Somalia, no hemos visto tregua alguna en las acciones de Estados Unidos contra al- Shabab, al contrario, se están intensificando como nunca antes”, dijo a The Intercept. “Es profundamente preocupante que cada vez más partes beligerantes hagan oídos sordos al llamamiento de la ONU para declarar un alto el fuego durante esta crisis de salud global”.
Nick Turse es un escritor que colabora con The Intercept e informa sobre seguridad nacional y política exterior. Es autor de “Tomorrow’s Battlefield: U.S. Proxy Wars and Secret Ops in Africa” y “Kill Anything That Moves: The Real American War in Vietnam”; su obra más reciente es «Next Time They’ll Come to Count the Dead: War and Survival in South Sudan”. Ha escrito para el New York Times, Los Angeles Times, San Francisco Chronicle, The Nation y Village Voice, entre otras publicaciones. Ha recibido un Premio Ridenhour por su periodismo de investigación, un Premio James Aronson de Periodismo por la Justicia Social y una Beca Guggenheim. Turse es miembro de The Nation Institute y editor jefe de TomDispatch.com.
https://rebelion.org/ee-uu-intensifica-sus-bombardeos-sobre-somalia-mientras-el-coronavirus-se-propaga-por-ese-pais/