“Las naciones son como los hombres. Como ellos pagan sus culpas: como ellos experimentan los dolores de sus propios y libres extravíos.”(1)
Francisco De Goenaga
LOS ANTECEDENTES DE LA GUERRA HISPANOAMERICANA EN PUERTO RICO
Desde que Cristóbal Colon llega a Puerto Rico en 19 de noviembre de 1493, esa hermana Antilla fue convertida en colonia española y mantuvo esa condición hasta 1898 cuando le fue impuesta la tutela norteamericana, lo que significa que Puerto Rico no ha gozado de un solo día de independencia durante más de 500 años.
La guerra Hispanoamericana de 1898 permitió el cambio del tutelaje colonial de los boricuas.
La historia del dominio colonial hispánico es harto conocida. Varios movimientos protoindependentistas de manifestaron a partir de 1838, pero fue con el grito de Lares en 23 de septiembre de 1868 -inspirado en la lucha restauradora dominicana-, cuando los puertorriqueños intentaron proclamar la República Boricua.
Fracasado este intento pendularon entre el colonialismo o asimilismo, el autonomismo y la lucha por la independencia.
Analicemos brevemente estas tendencias:
La utopía de Baldorioty de Castro y el autonomismo puertorriqueño versus el "asimilismo".
Don Román Baldorioty de Castro, un distinguido intelectual y político puertorriqueño del siglo XIX, refiriéndose a la autonomía escribía en 1869 -el año siguiente al Grito de Lares-, que: "La autonomía que consagra la libertad política y administrativa de la colonia es, a nuestro juicio, el sistema definitivo del porvenir. Contiene el máximo de libertad para las colonias, y es superior a todos los demás sistemas. A él deben su progreso Australia y Canadá".(2)
En el momento en que se escribieron esas líneas, en la Isla se deseaba establecer una autonomía similar a la implantada por los ingleses en el Canadá. Ya para entonces los ojos de la intelectualidad puertorriqueña estaban fijos en los movimientos autonomistas de Irlanda: la Liga para el Gobierno Propio (Home Rule League), y en el movimiento de los fueros o leyes especiales de las provincias vascongadas.
Otro destacado intelectual, don Manuel Fernández Juncos se manifestó opuesto a la fórmula canadiense, y desde el periódico "El Agente" se declaraba asimilista. Partidario de la autonomía administrativa se había manifestado desde 1861 don Félix Bona.
Otros argumentaban que sólo la relación colonia-metrópoli garantizaría la causa de la civilización, y en su oposición a las ideas, alegaron: "Hablar de autonomía en las Antillas es querer para ellas la suerte de Santo Domingo, perdida para la causa de la civilización",(3) refiriéndose al hecho cierto de que en países como la República Dominicana, que por segunda vez alcanzó su independencia de España en 1865, sus habitantes se encontraban viviendo momentos de anarquía y desorden político como fruto de las luchas caudillistas y de la grave crisis socioeconómica.
En sentido general, tanto en España como en las demás Antillas españolas (Cuba y Puerto Rico) las clases políticas vinculadas al status quo se encargaban de sostener una de estas dos banderas: asimilación, propia de los mas conservadores y autonomismo, enarbolado por el sector mas liberal, pero, con un propósito en común: frenar y detener la lucha por la independencia. De acuerdo con el historiador Cruz Monclova:
“La formula de Baldorioty, señalaba como desiderátum para Puerto Rico la autonomía
(descentralización) en el orden político, y la autonomía (descentralización) en el orden económico-administrativo, es decir, control local para regular los derechos individuales (autonomía política), y control local para regular el orden económico administrativo (autonomía económico-administrativa) hasta el mayor grado compatible con la unidad nacional española. Y asimismo representaba la superación de las formulas autonomistas consagradas en el proyecto Quiñones Varela, de 1823, y el
proyecto Ruiz Belvis--Quiñones-Acosta Calbo, de 1867.”(4)
El periodista borinqueño Baldorioty de Castro, preocupado por los problemas económicos de la Isla, propuso la creación de un banco de emisión y descuento en 1871. Aunque Puerto Rico era colonia de España, desde bien temprano se define su dependencia económica con relación a los Estados Unidos, y a los mercados exteriores no españoles, en tanto su producción agrícola se hallaba orientada hacía la exportación con fines de comercialización ultramarina.
Por ejemplo, en 1872 el comercio de exportación e importación de la Isla de Puerto Rico fue por un valor de $13, 870,925; en 1895, su valor alcanzó la cifra de $3, 340,056, y el 30 de junio de 1897 el valor global del comercio de Puerto Rico fue de $4, 169,912. Según Alden March,
“Las entradas anuales de azúcar durante 1893 y 1897 superaron las 79.941.404 libras. Valorado en $1,980,460. Que melaza 2,445,897 galones valorados en $558,042.
Las importaciones excedentes anuales de café durante los últimos cinco años ascendieron a solo 164.769 libras, con un valor de $32.671".
En cuanto a las exportaciones, los Estados Unidos han enviado principalmente a Puerto Rico panes y productos cárnicos, representando su valor combinado casi el 95 por ciento del volumen total de las exportaciones agrícolas".
La harina de trigo es el principal producto de pan exportado durante los cinco años, de 1893 a 1897. El exceso de bagels enviados por año fue de 148.487, valorados en $570.619.
En el mismo período nuestras exportaciones de maderas y manufacturas alcanzaron un valor anual de $292.336.
“Nuestras exportaciones de manufacturas de hierro y acero durante el año 1897 fueron más grandes que nunca y ascendieron a $180,486.”(5)
El año de 1873 fue un momento importante para las masas explotadas en Puerto Rico, porque fue cuando se produjo la abolición de la esclavitud, poniéndose también fin al odioso régimen de la libreta, anteriormente caracterizado en una de las entregas hechas a esta NOTIHISTORIADOMINICANA, sin embargo, en el terreno político se produce un verdadero retroceso, porque a partir de 1876 la Isla vuelve a los gobiernos de los Capitanes Generales, es decir, gobiernos de esencia militar y mano férrea, abiertamente represivos y que mantienen un orden público sumamente rígido.
Este orden represivo imperante decide que Baldorioty de Castro y Lola Rodríguez de Tió salgan al exilio, e igualmente, fruto de la represión política de las autoridades coloniales españolas el Partido Liberal cae en la inacción total.
Aún así, los lideres políticos insulares se hallaban hastiados y cansados del abandono en que el gabinete de Madrid, por sus veleidades, mantenía la Isla, y por lo tanto, de 1876 a 1898 se produce en Puerto Rico la redefinición del liberalismo político que más tarde deviene en autonomismo.
Para esta misma época se define como tal el movimiento independentista. Antes de la promulgación de la Constitución española de 1876, los miembros del Partido Liberal Puertorriqueño, cuyo líder indiscutible era Baldorioty de Castro, habían defendido en las Cortes la descentralización en la Isla, contando con el apoyo del diputado cubano, y representante cunero(6) de Puerto Rico, Rafael María de Labra.
Según la autorizada opinión de Burgos Malavé: "El resultado de esas gestiones se dio en las cortes de 1872-73 con el otorgamiento de la aplicación en la Isla de las leyes provincial y municipal de la península de 1870, de carácter descentralizador, la ley de abolición inmediata de la esclavitud y la extensión del título I de la Constitución de 1869, que llevó a la isla el sufragio universal y el disfrute de una amplísima gama de libertades".(7)
Marginadas y embrutecidas por el hambre y la explotación que mantenía el gobierno español, en Puerto Rico, a partir de 1878, la actividad política es ejercicio de una élite que se cubría en la sombra de la burocracia colonial. Las Leyes Electoral y Municipal se aplicaban en la Isla de manera restringida, por lo cual, se impuso "un gobierno provincial de excepción"(8) , e, inclusive la vida en los municipios se hallaba supeditada a las decisiones de las autoridades gubernamentales provinciales, locales e insulares.
En 1880 el precio del azúcar puertorriqueño en el mercado de New York es de 29 centavos de dólar, y a partir de ese año, en la Isla se definen las corrientes y tendencias políticas en torno a la dominación española: los denominados asimilistas, o sea, liberales no autonomistas, quienes tienen como sus principales representantes a los señores José Julián Acosta, Julián Blanco Sosa, Manuel Corchado Juarbe, Manuel Fernández Juncos y a José Celis Aguilera, y los liberales autonomistas.
Partidarios del autonomismo, fueron desde el primer momento, los siguientes propietarios y directores de periódicos: Luís E. Velásquez, director de La Civilización de Ponce, Bonocio Tió Segarra, de La Patria de Mayagüez, y Hemeterio Colon Warrens, de La Abeja de Humacao, lo cual le sirvió de mucho a los partidarios de esta doctrina para vender sus ideas y para realizar una activa propaganda política, y ganar adeptos y simpatizantes. Partidarios liberales de Ponce y de Mayagüez eran los señores: Salvador Carbonell Toro, Bartolomé Esteva, Pedro Ruiz, José Rivera Rodríguez, Emilio Castro y Moaule Pagan. En Cabo Rojo y en otros pueblos los grupos más representativos de la sociedad civil se proclamaron partidarios de la autonomía, y proclamaron a Baldorioty como su líder.
Todavía para ese entonces en Puerto Rico se planteaba el dilema: asimilación o autonomía. Los intelectuales con ideas reformistas, los productores de azúcar, los comerciantes criollos, los dueños de las imprentas, los dueños de periódicos y los periodistas, en fin, las fuerzas vivas de la Isla eran partidarios de la autonomía. En cuanto a la asimilación, don José Pablo Miranda, un destacado partidario de ésta fórmula, la concebía en estos términos: "A dos puntos pueden reducirse las cuestiones que en estos momentos agitan el espíritu de los partidarios de la libertad en esta provincia: autonomía o asimilación".(9) Al igual que éste, los liberales del pueblo de Utuado: Osvaldo Alfonso Fuertes, Jaime Iglesias, Simplicio Serrano, Francisco Torres, José Tudela y Guillermo Soler, eran partidarios de la asimilación y del programa de 1870.
Fuera de la Isla, en Madrid, España, fue fundada la Sociedad Nacional Democrática por los señores Rafael de Labra y Julio Vizcarrondo Coronado en marzo de 1880, con el propósito de luchar desde Madrid por la autonomía, tanto en Cuba como en Puerto Rico.
En aquel aquel momento, desde El Boletín, don José Pérez Moris se dirigía a Baldorioty, sustentándose en los “teoricistas” políticos ingleses como Donald y de Maistre, declarando: "La democracia no se apoya en el derecho. sino en la fuerza; no en el derecho, sino en la mitad más uno de los votos" -concluyendo su discurso así: "La democracia es la fuerza del número sustituyendo a la justicia ¿no fue Jesucristo condenado por aclamación democrática?", declarándose igualmente opuesto a la democracia, y diciendo de Baldorioty que: "Bien se conoce que no ha gobernado, que no ha tocado como Castelar las realidades de la política factible y práctica",(10) agregando a lo anterior que "su programa, escrito sin duda, con sinceridad y acierto, es el de un ideólogo que vive en las regiones de la fantasía; no el de un hombre que se entrega a lo que realmente sucede en la accidentada historia de los pueblos modernos".(11)
Para entonces, en El Boletín, a don Román Baldorioty de Castro se le acusa de violar la ley de imprenta.
El 11 de noviembre de 1883, el Partido Liberal Reformista de Puerto Rico, dirigido por José Celis Aguilera, Presidente, Manuel Corchado Juarbe, Vicepresidente, y los señores Julián Blanco Sosa, José Gómez Brioso, secretarios, y José Julián Acosta, y Manuel Fernández Juncos, etc..., en su programa político, sustentado a partir de ese año, se declaró públicamente partidario de la asimilación, con el fin de que: "los moradores de esta provincia" alcanzaran "la ciudadanía española", y se expresó partidario de "la descentralización Administrativa", propugnando por la igualdad de derechos políticos entre los insulares y los peninsulares.(12)
En 1883, en lo esencial, los principios programáticos de los liberales insulares de 1870 mantenían su vigencia, siendo convocadas para el 2 de diciembre de 1883 la elección de la diputación provincial para los días comprendidos entre el 25 al 28 del mismo mes y año.
Fue una costumbre del Ministerio de Ultramar convocar elecciones con cierta frecuencia para la escogencia de diputados provinciales, cargo sumamente apetecido por los políticos de la Isla, tanto Insulares como Peninsulares residentes en Puerto Rico, motivo por el cual, a tales fines, Labra había delineado doctrinariamente un amplio programa reivindicativo, en el cual establecía que "ningún peninsular, por el mero hecho de ir a las Antillas, pierda ninguno de los derechos que en la Península tenía, y ningún residente en las Antillas, por trasladarse a la Península, gane ningún derecho".(13)
Por lo visto, se pretendía inútilmente alcanzar la igualación de derechos de insulares y peninsulares, y hasta se reafirmaba la búsqueda de la autonomía económica y política, aunque el mismo Labra, el cunero de Puerto Rico, el 14 de junio de 1883 decía: "Descartemos la unión de los pueblos por dominación, y quedan la confederación y la unión".(14)
Evidentemente, su unionismo confederativo, inspirado en el modelo de Los Estados Unidos, no era visto con buenos ojos por los peninsulares, y para hacerlo más atractivo fue que le dio ribetes de empresa unionista, en la cual prevaleciera la idea de nación como una categoría abstracta, defensora del interés general (la Península) y de las comarcas locales (las colonias), dejando bien claro que el control de las fuerzas militares (ejército y marina), la justicia, la diplomacia y el Poder Central se debía hallar en manos de funcionarios con carácter nacional,
peninsulares, porque en su concepción la nación lo era todo, península y colonias, aunque los trabajadores y muchos habitantes de la colonia no tuvieran derechos de ciudadanía nacional por ser habitantes de la periferia colonial, sin tal derecho, e inclusive, los ciudadanos de la ínsula (colonia) eran considerados inferiores a los de la Península, estableciéndose una verdadera diferenciación entre ambos elementos.
El cubano don Rafael de Labra fue un verdadero oportunista político, que asumió la representación de Puerto Rico, y de los intereses de aquellos que en la isla no fueron capaces de remedar sus oprobios parlamentarios. Por ello, éste cunero de Puerto Rico, Labra, defiende ante Cánovas la tesis autonomista para las islas de Cuba y Puerto Rico en 1884.
Un poco después, don Julio Montero, cubano como Labra, en nombre de la minoría autonomista de Cuba y Puerto Rico presentó una enmienda al proyecto de contestación al discurso de la Corona, solicitando los derechos de los habitantes de las Antillas en 1886.
Como justamente sostiene Cruz Monclova, los liberales autonomistas de Puerto Rico se apoyaban en el segundo lustro de los años '80 en una amplia gama de ideas políticas, y principios doctrinarios con el fin de robustecer sus aspiraciones y su lucha. Entre estas ideas y principios se destacaban las siguientes:
"Los discursos autonomistas de los diputados cubanos [a las Cortes-Congreso] (...). Otro discurso del Marques de Valdeterrazo, patrocinando para las colonias la descentralización administrativa.
Otro de don German Gamazo Calvo en que, a pesar de manifestar que no podía aceptar la autonomia, se declaraba a renglón seguido partidario de la descentralización y el selfgovernment.
Otro de don Segismundo Moret Prendergast en el que, apartándose de su criterio de 1869, se declaraba en favor de las leyes especiales para Ultramar en el sentido de la mayor descentralización posible dentro de la unidad nacional.
Las declaraciones en defensa de la autonomía y de la tesis de que el fin de las colonias es convertirse en Estados independientes, formuladas por el catedrático de la Universidad Central de Madrid don Manuel Piernas Hurtado.
Las declaraciones de don Gumersindo Ascárate, en el sentido de que todos los pueblos tienen el inconcuso derecho de gobernarse por si mismos, de regir su propia vida y ser dueños de sus destinos.
El pronunciamiento de la coalición de los Partidos Republicanos de la Península en favor de la autonomia colonial.. Las campañas autonomistas de La Tribuna, periódico que redactaba en Madrid don Rafael Maria de Labra y que circulaba en todo Puerto Rico.
Las sentencias del Tribunal Supremo de España declarando legal la propaganda autonomista. Las informaciones sobre los progresos de Canadá bajo el régimen autonómico del acta Británica del 29 de marzo de 1867.
El proyecto de Gobierno Propio (Home Rule) para irlanda presentado el 13 de abril de 1886 en la Cámara de los Comunes de Inglaterra por por el Primer ministro William Eward Gladstone.
Y las noticias acerca de los trabajos que venían realizándose en España en favor de la autonomía de las Provincias Vascongadas".
Es por ello que a partir de 1886 el autonomismo puertorriqueño crece y se agita cuantitativa y cualitativamente.
Activan sus medios de propaganda, fundan la Revista de Puerto Rico, y organizan el 23 de agosto de 1886 una manifestación capitaneada por Fernández Juncos con motivo del paso por el puerto capitalino (San Juan) de una comitiva de diputados cubanos que retornaba a Cuba.
El auge del autonomismo era realidad palpitante en el corazón insular. Inclusive el 19 de enero de 1887 se realizó en el centro de Recreo de la ciudad de Coamo, próxima a Ponce, el primer gran mitin liberal con la participación de Román Baldorioty de Castro, proclamado presidente honorario del Comité Liberal.
Como movimiento político representativo del interés de los grupos sociales y económicos en Puerto Rico, en sus orígenes el fenómeno del autonomismo estuvo vinculado al grupo oligárquico criollo de los grandes productores se azúcar, y en 1887 el binomio azúcar-autonomismo se hallan íntimamente vinculado en la sureña ciudad de Ponce.
José de Jesús Domínguez, según cita del padre Picó, quien fuera uno de los más destacados representantes y exponentes del autonomismo, proponía en 1887, como una de las ventajas del gobierno propio deseado la facultad de hacer un Tratado comercial con los Estados Unidos, y sostenía este punto de vista:
“Nuestro principal mercado son los Estados Unidos, ¡Cuántas ventajas no nos proporcionaría el libre cambio con semejante emporio!...viniendo a nuestras manos la administración económica de la Provincia...nada fuera tan posible como entablar el libre cambio con los Estados Unidos.”
“Ahora bien: el libre cambio con los Estados Unidos es la elevación del precio de nuestros azúcares, el desarrollo de nuestro crédito y la baratura de todos los artículos americanos. Es decir: la conjugación de la crisis y la prosperidad de la Isla.”(15)
Las sociedades secretas y sus fines.
El periodo comprendido entre 1885 a 1887 se caracteriza porque en términos generales se mantiene en la isla un fuerte monopolio del comercio insular promovido desde el gobierno colonial, el cual, con sus odiosas medidas afecta sensiblemente la libertad de comercio.
Esta situación dio lugar a la conformación de sociedades secretas en el Suroeste de la Isla conocidas como La Boicotizadora, La Torre del Viejo (conocida popularmente con el nombre Los Secos y los Mojados),(16) de las cuales, sus miembros se comunicaban mediante el uso de contraseñas.
De una de estas sociedades, de la llamada La Torre del Viejo, dice Barbosa que: "Fue producto de la época y de las circunstancias. Nació al calor del odio y el apasionamiento producidos por la arbitrariedad y el despotismo.
Era una defensa del pueblo, tal vez demasiado apasionada, de procedimientos radicales y de tendencia un tanto exclusiva y absorbente".
Las motivaciones de sus miembros y las circunstancias en que surgieron eran estas: a todo lo largo del siglo XIX, explica el mismo Barbosa, "los hijos ajenos" eran "los dueños y señores de la situación política y económica del país", ellos, "los exóticos", tenían el control del comercio, de la industria, y de la agricultura, en una palabra de toda la economía insular.
Mantenían las injusticias con sus instituciones judiciales y sus tribunales parciales que sólo sabían aplicar a los criollos la "ley del embudo", y esos "hijos ajenos", como reiteradamente denomina a los peninsulares, eran los favoritos y los únicos que podían ocupar los puestos y cargos públicos, por lo cual, éstas sociedades secretas fueron fundadas por sectores político económicos criollos del Sur de la Isla con el propósito e interés de competir en el plano comercial con los favorecidos comerciantes peninsulares.
A tales fines, los socios de estas entidades fueron especializando fondos y recursos aportados por los más pudientes para colaborar con otros asociados, quienes con ayuda económica fundaban casas de comercio, establecían ventorrillos, instalaban pequeñas tiendas rurales o se dedicaban a la labor agrícola y a la crianza de ganado, con la única obligación de prestarse ayuda mutuamente. Esta era la reacción del pueblo criollo ante el estamento peninsular dominante.
El plan de Ponce.
En 1887 se reúnen en el Teatro La Perla de la sureña ciudad de Ponce unos 300 delegados del Partido Liberal Reformista con la intención de reorganizar en la Isla esa fuerza política, la cual se había mantenido inactiva durante cierto tiempo, debido a esos momentos de reflujo que cada cierto tiempo agobian a los militantes políticos, a sus líderes, y a sus organizaciones.
Superada la inacción se convocó un congreso liberal en Ponce, y allí se trazó el llamado Plan de Ponce, mediante el cual se exigiría a la metrópoli española "la autonomía provincial y municipal con la mayor suma de poder político y administrativo, pero siempre dentro de la unidad nacional".(17)
En esta asamblea insular surgieron serias divergencias de opiniones entre los delegados del Partido Liberal Reformista, motivo por el cual, del encuentro de Ponce surgió una división: por un lado, don Ramón Baldorioty de Castro, identificado plenamente con el autonomismo radical, se opuso a las posiciones sustentadas por un grupo de líderes jóvenes y emergentes, entre los cuales se encontraban el poeta José de Diego, el periodista Luís Muñoz Rivera,(18) el médico José Celso Barbosa,(19) y Rosendo Matienzo Cintrón, entre otros, quienes se manifestaron partidarios de una Autonomía limitada, tal y como la entendía el representante de Puerto Rico en las Cortes, el "cunero" cubano Rafael María de Labra, líder ausente y vocero de los liberales puertorriqueños en las Cortes.(20)
Preocupado por la situación política de la Isla el Gobernador Romualdo Palacio pide informes secretos a los alcaldes de la Isla sobre la actividad de los grupos autonomistas en 1887, y en respuesta a esta solicitud, el alcalde del municipio de Arroyo, don Marcelino Romaní responde lo siguiente: "El Partido Autonomista, Excmo. Sr., en su totalidad lo componen negros de la clase artesana y jornaleros, hombres en fin, que no tienen instrucción y nada favorable se puede esperar...[en] las elecciones [municipales] verificadas últimamente, obtuvieron votos tres negros para concejales, y lo más extraño es que esto hayan contribuido algunos de los autonomistas blancos".(21)
Los Compontes.
También, el 1887 fue un año de represión política en toda la isla: fue el año de Los Compontes, facinerosos pagados por el gobierno colonial español encabezado por el bestial Romualdo Palacios que persiguen y reprimen indiscriminadamente a los opositores al régimen colonial existente en la isla.
En las ciudades de Ponce y Juana Díaz, la temida Guardia Civil hizo arrestos de personas opuestas al régimen colonial, algunos de los cuales fueron vilmente ejecutados, justificando estos asesinatos políticos en la aplicación de la ley de fuga.
También se produjeron extraños suicidios. Los lideres Baldorioty, Cepeda y Marín, fueron detenidos en Ponce, encarcelados y luego trasladados a la cárcel del Morro de San Juan, en donde por algún tiempo permanecieron recluidos.
También, en 1891 y en 1895, activistas de las sociedades secretas fueron detenidos en los pueblos de Utuado y Arroyo, respectivamente.
Definitivamente, después de los sucesos del 1887 el partido autonomista quedó virtualmente desarticulado.
Luego se produciría una sórdida lucha de personalidades, y en esta se enfrentan Francisco Cepeda (quién en Madrid celebró con Labra las conferencias de Abuli) y Baldorioty, viéndose éste aislado y solo durante cierto tiempo.
Las ambiciones personales y el deseo de sobresalir de los Cepeda provocaron una división partidaria en el autonomismo.
Virtualmente el único que enfrentaría públicamente a Cepeda sería Muñoz Rivera usando las columnas del periódico de don Salvador Brau El Clamor del País.
El 17 de febrero de 1891 Muñoz propuso la fórmula pactista, consistente en establecer un pacto con uno de los partidos españoles que diera cabida a la concepción autonomista.
Para entonces, en medio de la intolerancia de la sociedad colonial española, Muñoz percibía con visión de futuro cuatro opciones, y así lo expresó en su periódico:
“1. La anexión a los Estados Unidos, rechazada por todos los puertorriqueños que se sienten orgullosos de su sangre latina.
2. La rebelión separatista que ni uno solo entre nosotros defiende y que, dadas las condiciones de este pueblo, es una utopía irrealizable.
3. La autonomía neta, que no encaja en el sistema colonial español, y que jamás nos concederán los gobiernos de Madrid.
4. La descentralización a que aspiramos hoy.”(22)
Un poco después, el 21 de marzo de 1891, defendiendo su doctrina pactista Muñoz diría:
"Avanzando nosotros hasta los partidos extremos, quedan los incondicionales (los conservadores de Puerto Rico) en posición brillantísima; tienen a Cánovas, a Sagasta y a Castelar.
Entrando nosotros en el fusionismo, no les queda otro refugio que Cánovas".(23)
La sociedad puertorriqueña se fue gradualmente convirtiendo en una sociedad mercantil, es decir, capitalista, a la par que se desarrolla el liberalismo político, y Pablo Usarri y Asociados son autorizados para fundar un Banco en Ponce, Puerto Rico en 1888.
La crisis del tabaco de inicia en 1890, el 27 de abril de 1890 el periódico La Correspondencia de Mayagüez publica un articulo del propietario de un taller tabacalero, el señor José Rodríguez Fuentes, quien intenta por escrito justificar ante la sociedad el cierre de su taller y el despido de 100 trabajadores.
Por su parte, los republicanos españoles apoyan la identidad de derechos de los antillanos desde 1891, quienes desarrollan una campaña de propaganda a éste fin en varios periódicos españoles: El Voto, El Nacional, La Unión, El Liberal, La Justicia, y El Nuevo Régimen.
También en 1891, el liderato político independentista de Puerto Rico en Nueva York lo componen el poeta Francisco Gonzalo (Pachín) Marín, Eugenio María de Hostos y los periodistas Sotero Figueroa y Antonio Vélez Alvarado. Los partidarios de la separación de España para la anexión a Estados Unidos eran los señores: el Doctor José Julio Henna, Gerardo Forrest, Juan de Mata Torreforte, Gumersindo Rivas, Roberto H. Tood y Manuel Bebosa.
El periodista Sotero Figueroa fundó en New York el Club Borinquen en 1892. Gracias a éste periodista se publicó el periódico Patria del PRC. En apoyo a la independencia de Puerto Rico se fundaron (según Paúl Estrade) más de 80 clubes revolucionarios femeninos de apoyo a la lucha por la independencia de Cuba y Puerto Rico, integrados por unas 1,000 a 1,500 mujeres.
Asimismo, el doctor Ramón Emeterio Betances se convierte en Paris, Francia, en el principal representante y publicista de los revolucionarios cubanos y antillanos.
El Ministro español de Ultramar presentó a las Cortes un proyecto de reformas para Cuba y Puerto Rico en junio de 1893. Este mismo ministro, en un proyecto presentado para fines de la reforma electoral del 27 de diciembre de 1892 consideró a los habitantes de Puerto Rico como ciudadanos españoles de "tercera clase".(24) Maura trataba de organizar las islas "sobre la base de ayuntamientos, órganos de la vida local, y luego sobre una diputación única, expresión de la vida regional".(25)
Para entonces, la propia constitución de España sólo reconocía dos organismos populares: los ayuntamientos y las diputaciones provinciales.
El independentismo puertorriqueño en Nueva York y la bandera de la estrella solitaria.
El separatismo vinculado al independentismo logró organizar en la ciudad de de New York el 22 de diciembre de 1895, con la presencia de 59 asistentes la Sección de Puerto Rico del Partido Revolucionario Cubano (SPRPRC) y el doctor José Julio Henna fue elegido presidente de su directorio, Betances fue escogido como Delegado General, el señor Juan de Mata Torreforte ocupó la Vicepresidencia, Manuel Bebosa y Sotero Figueroa fueron elegidos como vocales, Gumersindo Rivas Secretario de Actas, y Gerardo Forrest Secretario de Correspondencia.
En la misma acta en que se hacen constar las designaciones al interior de la SPR del PRC, se describe la bandera de Puerto Rico así: "...de la misma forma de la cubana, con la diferencia de haber invertidos los colores; franjas blancas y rojas y triángulo azul en vez de rojo, con la misma estrella blanca solitaria en el centro".(26)
Según el testimonio de Roberto H. Tood, fundado en el acta de fundación de la SPRPRC marcada con el número 3, de fecha 22 de diciembre de 1895, fue don Juan de Mata Torreforte, sobreviviente del Grito de Lares, quien mostró la bandera a la asamblea de puertorriqueños reunida en Chimney Corner Hall, en la ciudad de Nueva York, y él le atribuye su diseño a Manuel Bebosa, aunque como indica Ricardo Alegría, en el debate sobre quién tuvo la idea de diseñar esta bandera con la mismas formas geométricas que la cubana se han mencionado los nombres de Juan de Mata Torreforte, Fidel Vélez Alvarado, Francisco (Pachín) Marín y Manuel Bebosa.(27)
De todas formas, la bandera de las cinco franjas, tres rojas y dos blancas, alternadas de un triángulo azul y estrella blanca de cinco puntas en el centro de dicho paralelogramo azul, se halla dibujada en la carta de Henna a Betances del 28 de febrero de 1896.
En su misiva, de Nueva York a París, el Doctor Henna dice que el motivo que se tuvo para escoger dicho diseño fue: "el objeto de demostrar mas sentimiento fraternal hacia Cuba y sacar más partido. La de Lares nadie aceptó y hubo que escoger la que la Asamblea aclamó y juró públicamente".(28)
El señor Antonio Vélez Alvarado en un artículo titulado La Bandera Puertorriqueña publicado en el periódico La Correspondencia de Puerto Rico en fecha 5 de septiembre de 1927, hace saber que el 11 de junio de 1890 ó 1891 el era "Vicepresidente del Club Revolucionario de Nueva York que luchaba denodadamente por la independencia de Puerto Rico y Cuba.
Por esos días lanzamos al mundo un manifiesto suscrito por Sotero Figueroa, Francisco G. Marín y yo, exponiendo los derechos de Puerto Rico a constituirse en una entidad libre y soberana -agregando que estando en su oficina escribiendo en un momento de descanso, al fijar su vista sobre la bandera cubana- por un raro daltonismo, los colores, ante mi vista, aparecieron invertidos",(29) señalando que de inmediato se lo comunicó al farmacéutico puertorriqueño Domingo Peroza, y este hizo el primer dibujo de la nueva bandera, y diciendo además que Doña Micalea Dalmau de Carreras le escribió a Betances informándole al respecto, y que éste le respondió afirmando que "lo primordial era conseguir la independencia, que después cualquier trapo serviría de bandera".(30)
Si la bandera de la cruz latina y de los cuatro cuartos azules y rojos con una estrella blanca en el rectángulo superior izquierdo, se usó por primera vez a raíz del grito de Lares, en 1868; la bandera de la estrella solitaria, similar a la cubana de Narcizo López, se enarboló por primera vez en el curso de un levantamiento armado con la participación de más de 50 hombres que se produjo en Yauco en 1897, un importante evento en contra de la dominación española.
El Pacto con Sagasta.
Desde fines de 1896 hasta principios de 1897, una comisión de autonomistas, integrada por los señores José Gómez Brioso, Rosendo Matienzo Cintrón, Federico Degetau González, y Luís Muñoz Rivera, viajó a España para establecer contactos con el liderazgo del gobierno y de las Cortes de España.
En Madrid se entrevistaron con Labra, quien los condujo ante Sagasta, líder del Partido Liberal Fusionista español, prometiendo éste a los liberales autonomistas de Puerto Rico, que colaboraría con las reformas en la Isla, firmándose el denominado Pacto Sagatista.
La firma de este pacto dio lugar a una nueva división del Partido Liberal Autonomista, surgiendo de la misma dos grupos: los pactistas o partidarios del pacto con Sagasta, bajo el liderato de Luís Muños Rivera, quienes constituyen el Partido Liberal Fusionista, y los denominados antipactistas, liderados por el médico bayamonés Celso Barbosa, y por Manuel Fernández Juncos, quienes se agrupan en el Partido Autonomista Ortodoxo (partidarios de la estadidad), que deviene luego en Partido Republicano Puertorriqueño.
La reforma de 1897.
En marzo de 1897, motivado por la crisis cubana, Cánovas del Castillo dio un decreto de reformas con el cual hacía una ampliación de la Ley de Bases de 1895; esta ley creó los consejos de administración de las regiones, aunque no dio autonomía. En agosto de 1897 se produce la muerte de Cánovas del Castillo, sucediéndole Práxedes Mateo Sagasta, quién, en ejercicio de sus funciones de gobierno, nombró a Segismundo Moret Pendergast como nuevo Ministro de Ultramar, encomendándole la preparación de un amplio proyecto de reformas políticas para las islas de Cuba y Puerto Rico.
En el preámbulo de la Carta Autonómica, la autonomía se definía de esta manera: "La constitución autonómica que el gobierno propone para las islas de Cuba y Puerto Rico..., se caracteriza por un rasgo que ningún régimen colonial ha ofrecido hasta ahora; el de que las Antillas puedan ser completamente autónomas, en el sentido más amplio de la palabra, y al propio tiempo tener representación y formar parte del parlamento nacional".(31)
Lograda la reforma autonómica mediante los Reales Decretos (32) del 25 de noviembre de 1897 sobre el gobierno y la administración de las islas de Cuba y Puerto Rico, mejor conocidos como la Carta Autonómica de 1897, el 9 de febrero de 1898, por un Decreto dado por el General Macías desde el Palacio de Santa Catalina en San Juan se estableció en Puerto Rico el régimen autonómico.
Fueron nombrados Francisco Mariano Quiñones, Presidente del Gobierno Autonómico, y como secretarios de las distintas ramas, los señores: Luís Muñoz Rivera, Secretario de Gracia, Justicia y Gobernación; Manuel Fernández Juncos, Secretario de Hacienda; Manuel F. Rossy, Secretario de Instrucción Pública; Juan Hernández López, Secretario de Obras Públicas y Comunicaciones; José Severo Quiñones, Secretario de Agricultura, Industria y Comercio, y como Secretario del Gobierno General, el señor Benito Francia.
El gobierno autonomista trató de inmediato de implementar algunas medidas reformistas en toda la Isla, y sobre todo, tomando en cuenta los excesivos impuestos que mantenía el gobierno insular, tanto provinciales como municipales, se dispuso una medida tendente a favorecer a los pequeños productores agrícolas expresada en la exención al pago de impuestos de todos los productores con menos de 10 hectáreas, equivalentes a un poco más de 25 cuerdas puertorriqueñas, asimismo, las deudas originadas por los impuestos dejados de pagar por los molineros de arroz y de maíz fueron condonadas, y se eliminaron los aranceles a las maquinarias agrícolas destinadas al uso de la producción de alimentos. Con estas medidas se procuraba estimular la producción agrícola de alimentos de los pequeños propietarios.
De manera general a fines del siglo XIX las haciendas de la Isla de Puerto Rico eran de 100 a 300 cuerdas, y el 75 por 100 de la tierra cultivable se dividía en parcelas de un promedio general de 12 acres.
Para entonces, en términos socio-económicos, la sociedad puertorriqueña era una sociedad de capitalismo atrasado con grandes remanentes precapitalistas, y desde el punto de vista social la principal contradicción existente se manifestaba entre los hacendados criollos dedicados a la producción agrícola y azucarera versus la burocracia colonial, el clero, los militares, y los grandes comerciantes peninsulares (intermediarios y prestamistas), quienes disponían de elevados capitales.
La esperada reforma autonómica hizo posible la puesta en vigencia de una nueva ley electoral en la Isla, la cual reconocía como electores a todos los varones mayores de 25 años, y en el mes de marzo de 1898 se realiza un torneo electoral en el cual, el Partido Liberal, liderado por Muñoz Rivera, logró un triunfo arrollador con unos 82,207 votos a su favor; Barbosa y los miembros del Partido Autonomista Ortodoxo apenas obtuvieron 16,068 votos, y los denominados Incondicionales unos 2,000 votos.
El gobernador español en la Isla, el General Macías dio un decreto el 25 de abril de 1898, prohibiendo la exportación de ganado vacuno, lo cual generó airadas protestas de los productores de ganado de las regiones Sur y Suroeste, motivo por el cual esta medida fue dejada sin efecto por otro decreto de fecha 11 de junio de 1898, dado por el mismo Macías, que permitía la exportación de ganado sobre la base del pago de un impuesto de tres pesos por cabeza.
También el gobierno autonomista de Puerto Rico, rompió relaciones diplomáticas con el cubano debido a que dicho gobierno vecino había dispuesto, en fecha 15 de enero de 1898, la prohibición de importación de tabaco procedente de Puerto Rico, y elaboró planes para realizar la exportación de café.
Los cambios económicos.
En 1898 la sociedad puertorriqueña experimenta cambios sumamente importantes en el ámbito económico: se amplía el latifundio cañero en las zonas costeras, se inicia la mecanización agrícola en el cultivo de la caña de azúcar, se incrementa la recolección y siembra del café, y en cuanto al tabaco, se produce un considerable aumento de la producción de cigarros y cigarrillos, con la correspondiente ampliación de los talleres de tabaco.
La situación financiera del país, en sentido general era bastante difícil, por lo cual, los agricultores no tenían acceso a préstamos bancarios regulados por el estado colonial; quien necesitaba dinero tenía que obtenerlo de los prestamistas usurarios o refactores que actuaban bajo la sombra del mediano comercio rural, quienes eran verdaderos esquiladores del campesinado puertorriqueño.
El único Banco existente, el Banco Español de Puerto Rico, mantenía una política crediticia fundada en la exigencia de que se ofrecieran en garantía los derechos reales (tierras y edificios), y ciertos bienes mobiliarios, y en otros casos realizaba compras de frutos a la flor.
Frente a esta situación de desamparo de los agricultores por parte del la burocracia colonial, los municipios trataron de crear sus propios mecanismos de financiamiento, y en este sentido, tenemos que: "En San Germán, el Alcalde y los vecinos acordaron levantar un empréstito entre ellos por medio de acciones de diez pesos por cada una, reembolsables en el término de cuatro años con intereses del 6% anual y con la garantía del municipio".(33)
Como se puede notar, éste municipio creó un fondo cooperativo entre los munícipes de su ayuntamiento, con la finalidad de disponer de los recursos necesarios para realizar préstamos a los agricultores y personas necesitadas, y así evitar que éstos cayeran en manos de los usureros, los cuales constituían una clase inescrupulosa y parasitaria.
También en el municipio de Guayama los recursos municipales se volcaron para socorrer a los agricultores necesitados, a los cuales les fueron distribuidas simientes de forma gratuita; en San Juan y en Mayagüez los alcaldes de éstas ciudades crearon cocinas económicas para "almacenar y conservar los alimentos y distribuirlos a su debido tiempo entre los jornaleros",(34) en Ponce, se implementó una reforma contributiva en apoyo a la pequeña industria local.
Los anexionistas puertorriqueños.
La ocupación militar de Estados Unidos a Puerto Rico en julio de 1898 no fue un hecho casual ni aislado.
Tanto en Estados Unidos como en Puerto Rico se hallaban establecidos pequeños grupos de puertorriqueños que se hallaban interesados en la separación de la Isla del decadente colonialismo español para anexar el país a los Estados Unidos, distinguiéndose entre éstos algunos profesionales de la ingeniería y de la medicina que habían realizado sus carreras universitarias en universidades norteamericanas, entre los cuales se destacaban, en Puerto Rico, los señores: Lugo Viña, Fajardo, Palmer, el poeta Don Francisco Amy, Manuel Bebosa y otros profesionales definitivamente anexionistas, y en territorio de Estados Unidos, quien más se distinguió fue el Doctor Julio J. Henna, médico puertorriqueño que se hallaba muy vinculado a los núcleos de boricuas residentes en Nueva York y otras ciudades de Estados Unidos, y quien incluso llegó a ser Cónsul de Estados Unidos en Puerto Rico poco antes de la contienda del '98.
El día 10 de marzo de 1898 el Doctor Henna cursó una visita al Senador Lodge, de Massachussets, distinguido por su abierta postura monroista y expansionista, a quién Henna le habló de llevar la guerra a Puerto Rico si estallaba el conflicto Hispanoamericano, como todo inducía a creerlo.
Lodge óyele con interés, y le aconsejó visitase a Teodoro Roosevelt, en aquella fecha Subsecretario de Marina. Roosevelt, carácter impetuoso y aventurero, recibió afablemente al Doctor; leyó la carta en la que el senador Lodge se lo presentaba y escuchó las sugestiones y probabilidades de una favorable campaña en la isla.(35)
Ángel Rivero Méndez, en su interesante obra histórica titulada Crónicas de la Guerra Hispanoamericana en Puerto Rico (1922) culpa a Henna de haber convencido a Roosevelt para llevar la guerra a Puerto Rico, alegando que fue éste galeno puertorriqueño el responsable de persuadir a Roosevelt a fin de que se planificara la ocupación militar a Puerto Rico. Rivero argumenta que Henna le dio mucha información a Roosevelt: "Sobre las fuerzas españolas en Puerto Rico, su armamento, parques, caminos, puentes y ferrocarriles; añadiendo que, en caso de una invasión, si a ella cooperaban él y sus amigos, el país en masa iría alzándose contra el gobierno de España, a la vanguardia de las fuerzas americanas".(36)
Y ciertamente, Roosevelt hizo llamar de inmediato a los Jefes de la Marina de Estados Unidos, almirantes Clover y Driggs, y a una taquígrafa, para que Henna repitiera la información que ofrecía, por lo cual se conoce hoy el papel desempeñado por éste a favor de la ocupación de Estados Unidos en la Isla.(37) Luego Henna visitó de nuevo Roosevelt, y más tarde se entrevisto con el presidente McKinley, visitándolo en compañía de Roberto H. Tood, presidente del Club Separatista Rius Rivera de Nueva York.
El 12 de julio de 1898, Roberto Tood, actuando a nombre de la Asamblea de Puertorriqueños en Nueva York, solicitó a Russel A. Alger, quien fue el Secretario de Defensa o Secretario de Guerra de Estados Unidos entre 1897 a 1899, que se produjese la intervención a la Isla.
Frente a estas gestiones anexionistas de Henna y Tood, quiénes a fin de cuentas fueron utilizados y en cierta medida engañados por los norteamericanos, se levantó Eugenio María de Hostos, quién se opuso abiertamente a la anexión de Puerto Rico a Estados Unidos, al igual que lo hizo Betances desde París, ciudad desde la cual le escribió a Henna diciéndole:
“¿Qué hacen los puertorriqueños? ¿Cómo no aprovechan la oportunidad del bloqueo para levantarse en masa? urge que de llegar a tierra las vanguardias del ejército americano sean recibidas por fuerzas puertorriqueñas, enarbolando la bandera de la independencia, y que sean éstas quienes le den la bienvenida. Cooperen los norteamericanos en buena hora, a nuestra libertad; pero no ayude el país a la anexión. Si Puerto Rico no actúa rápidamente, será para toda la vida una colonia americana.”(38)
La advertencia de Betances no se tomó en cuenta, y las gestione! en pro de la anexión de Puerto Rico siguieron su inevitable curso.
Mucho tiempo después de la invasión, un ex-gobernador de la Isla, Luís Muñoz Marín, nos permitiría comprender mucho mejor la conducta política de Henna y de Tood, y la de él mismo, al escribir lo siguiente:
“Siempre han tenido existencia en Puerto Rico ideales políticos no expresados en los programas de los partidos. En tiempos de España se sabe que hubo un sentimiento continuo independentista.
La revolución de Lares y las vidas de Betances y De Hostos, la muerte de Pachín Marín y la de Ramón Marín Castilla en la manigua cubana, la presencia del General Rius Rivera y de numerosos otros puertorriqueños en las huestes de Maceo y Máximo Gómez en Cuba, las palabras de Muñoz Rivera al primer ministro español Sagasta, al decir que si no se resolvía la carta autonómica de Puerto Rico regresaría a la Isla por la vía de Nueva York (donde estaba la Junta Revolucionaria puertorriqueña y cubana), constituyen suficiente prueba.
La independencia, sin embargo, en ningún momento se expresó en programa de partido político alguno de aquellos tiempos.
Después, bajo el régimen americano, ha habido momentos en que la independencia se ha expresado y momentos en que la independencia no se ha expresado en programa de partido político alguno. Ha habido momentos en que la autonomía se ha expresado y momentos en que no se ha expresado en programa político alguno.
El ideal de que continué el "status" colonial jamás se ha expresado en programa político. Sin embargo, sabemos que en todo momento ha habido partidarios de la independencia y de la autonomía. Y sospechamos la desgracia de que en todo momento ha habido partidarios mudos del colonialismo.”(39)
Espionaje español y contraespionaje americano.
Al interior de la isla predominaba desde principios de año una fuerte tensión, determinada porque las autoridades españolas estaban conscientes de la inminencia del conflicto hispanoamericano en Puerto Rico, debido a que: "...a poco tiempo de proclamarse el estado de guerra, el servicio secreto que el gobierno español mantenía y pagaba en Washington, Montreal (Canadá), y otros lugares, pudo, a través de ciertas indiscreciones, traslucir en su casi totalidad el plan de invasión a Puerto Rico, y así se lo comunicó al General Macías".(40)
Sin embargo, el espionaje militar norteamericano también hacía su trabajo. El norteamericano Mister William Freeman Holstead, "corresponsal" del periódico New York Herald fue hecho prisionero en San Juan en 14 de marzo de 1898 por dedicarse a tomar fotografías de las defensas de la plaza militar de San Juan, siendo sometido a la Justicia por la Capitanía General, y, recibió una sentencia de nueve años de reclusión carcelaria en 3 de mayo de 1898, ingresando a la cárcel el día 16 de mayo.
(41) Esta situación determinó que el Cónsul General de Estados Unidos en Puerto Rico se trasladase a la vecina isla de Saint Thomas el 9 de mayo de 1898, y desde allí informó al Departamento de Estado en Washington que “..En la isla había sólo unos 4,000 soldados regulares: 2 mil en San Juan, mil en Ponce, mil en Mayagüez, y unos 600 repartidos por el resto de los municipios. Había también unos 7 mil voluntarios”, y Mister Hanna aconsejaba:
"Todavía soy de opinión que Puerto Rico debe ser tomado y mantenido como un almacén de carbón para suplir nuestra armada y aislar a España. Para lograr esto debemos desembarcar en Puerto Rico por lo menos diez mil hombres.
Que desembarquen en Ponce o en Fajardo o en algún otro puerto y marchen a través de la isla para encontrarse con la flota americana en San Juan. Que la flota derribe las fortificaciones allí, que son las únicas en la isla, y nuestros 10 mil hombres pueden tener la isla para siempre...De Ponce a San Juan hay la mejor carretera en todas las indias occidentales y un ejército podría marchar hacía San Juan sin tener que transitar por malos caminos.”(42)
También, cuando se produjo el bombardeo de San Juan, el 12 de mayo de 1898, al lado del crucero Indiana, y protegido por éste, navegaba el yate Anita, el cual transportaba a los periodistas de Estados Unidos. En este yate iba el espía del Bureau de información del ejército de Estados Unidos H. H. Whitney, quién fue desembarcado en Saint Thomas, desde donde se trasladado a Ponce usando el vapor de carga inglés Andarose, desembarcando en éste puerto del Sur de Puerto Rico en 15 de mayo de 1898. Whitney le pagó al capitán del vapor Andarose la suma de $60.00 dólares para que le permitiera desembarcar en los puertos que se visitaran en la Isla, y de esta manera, trasladándose en mulos y caballos, y haciéndose pasar por ciudadano inglés y vendedor de petróleo, pudo hacer un reconocimiento exploratorio en Ponce, Guánica, Arroyo, y otras poblaciones, llegando inclusive a visitar en el municipio de Arroyo al Cónsul inglés, Mr. Armstrong, con la finalidad de guardar las apariencias.
Whitney acumuló información sobre el estado de los puertos, su calado, sus defensas, su correcta ubicación, e inclusive hizo en las costas sondeos exploratorios para determinar si en sus aguas se habían colocado minas submarinas. Su información fue valiosa, y llegó a Estados Unidos el 9 de junio del año 1898, cuando informó que: "Las tropas regulares eran unos 8 mil, mayormente dispuestas para la defensa de San Juan; que había unos 12 mil tropas auxiliares, pero que en todas partes de la isla se dudaba grandemente que llegado el caso los voluntarios criollos apoyaran en combate a los españoles".(43)
Asimismo, el 6 de junio, Henna pidió por telefonema al Secretario de Estado, John Sherman, que fuesen enviadas a Puerto Rico por los menos 25,000 soldados.
De acuerdo con Rivero: "entre los mismos hombres que abastecían de carbón a los buques en San Vicente, había muchos que, entendiendo español, oían las conversaciones de oficiales y marineros españoles, conversaciones que una hora más tarde llegaban a conocimiento de Mr. Long, Secretario de Marina de Estados Unidos".(44)
Los preparativos en la Isla antes de la invasión.
Por esta razón, el Gobernador y Capitán General de la Isla, general Macías, decretó en San Juan, el 21 de abril de 1898, la suspensión de todas las garantías constitucionales y la imposición de la Ley de Orden Público de fecha 23 de abril de 1870. Además, el día siguiente, el General Macías hizo publicar una ordenanza que textualmente reproduzco:
“GOBIERNO GENERAL DE LA ISLA DE PUERTO RICO
Don Manuel Macías y Casado, teniente general del ejército y capitán general del distrito de Puerto Rico, etc., etc.
Hago saber:
Que suspendidas las garantías constitucionales por el Decreto de ayer, y en previsión de acontecimientos que pudieran poner en peligro la seguridad del territorio, o de que, lo que no es de esperar, intentara alguien alterar el orden público en estos momentos, por mas que abrigo el conocimiento de que si tal caso ocurriera, los leales habitantes de esta isla sabrían como impedirlo, demostrando así que son dignos descendientes de los que en otro tiempo supieron luchar y derramar su sangre en defensa de la integridad nacional,Ordeno y Mando:
Artículo 1.º Se declara en estado de guerra este distrito militar, asumiendo las facultades extraordinarias que las disposiciones vigentes me conceden.
Artículo 2.º Los reos de los delitos de traición, espionaje contra el derecho de gentes, devastación, saqueo, rebelión, sedición y sus conexos; los de robo en cuadrilla, incendio en despoblado, los que tiendan a interceptar, por cualquier medio, las vías de comunicación y los que afecten directa o indirectamente el orden público o a la seguridad del territorio, serán juzgados por los tribunales militares y castigados con todo el rigor que las leyes establecen, procediéndose en juicio sumarísimo en los casos que corresponda.
Artículo 3.º Se intima a los que de cualquier manera intentaren alterar el orden público, a que inmediatamente depongan su actitud, en la inteligencia de que se hará uso de las armas para disolver cualquier grupo que pudiera formarse.
Artículo 4.º Se prohíbe la publicación de todo folleto, hoja suelta, cartel y periódico, sin el competente permiso de la autoridad militar o de la judicial o local en los puntos donde aquellas existan, a cuyo efecto los directores de las expresadas publicaciones remitirán, con la anticipación necesaria, tres ejemplares de las mismas, uno de los cuales se les devolverá con la aprobación, si lo merecen.
Articulo 5.º Queda asimismo prohibido, en absoluto, la publicación de noticias relativas a la organización de las fuerzas marítimas y terrestres de la Nación y a sus obras de defensa, así como las que se refieran a operaciones de campaña y movimientos de tropas y el propalar, de cualquier manera, especies que puedan infundir disgustos o tibieza entre el elemento armado, o que tienda directa o indirectamente a favorecer a los enemigos de la patria.
Artículo 6.º El Consejo de secretarios, las autoridades que de él dependan y los Tribunales ordinarios seguirán en el ejercicio de sus funciones en cuanto no se oponga a lo establecido en este bando.
Puerto Rico, 22 de abril de 1898.- Macías.”(45)
El Consejo de Secretarios del Gobierno Autonómico de Puerto Rico a que se refiere el artículo 6.º de la ordenanza precitada se hallaba integrado por los señores: Francisco Mariano Quiñones, Luís Muñoz Rivera, Manuel Fernández Juncos, Juan Hernández López, Manuel F. Roosy y José S. Quiñones, quienes en respuesta a la ordenanza anterior publicaron el mismo día, 22 de abril, una proclama de apoyo al Gobernador Macías y al régimen colonial español, cuya redacción se le atribuye al abogado Don Juan Hernández López, en la cual sus miembros reafirmaban su apoyo irrestricto a la metrópoli, y en uno de los párrafos afirmaban que: “Si defendimos altivamente la metrópoli en los tiempos obscuros del sistema colonial, la defenderemos bravamente en los tiempos felices del sistema autonómico. Entonces nos impulsó el afecto; ahora nos impulsan el afecto y la gratitud. Abiertos a la esperanza todos los horizontes, cumplidos en la ley todos los ideales, la generosidad castellana aquilata la lealtad puertorriqueña. Y si antes nos pareció un oprobio la tacha de traidores, hoy nos parece un oprobio y una mengua la tacha de traidores y de ingratos.”(46)
Este apoyo político, como se puede evidenciar de la lectura de la parte In fine del párrafo anterior, cuestionaba la autoridad, y el apoyo que se ofrecía contenía una crítica implícita a la actitud de la administración colonial en lo referente a la desconfianza que expresaba el gobernador hacía los habitantes de la isla. En medio de tales circunstancias, ¿Cómo podía lograr Macías el apoyo del pueblo puertorriqueño, del cual desconfiaba y acusaba de ser ingrato y traidor?.
La población de Puerto Rico era de 813,937 habitantes en 1887, y en 1898 de aproximadamente 953,000 habitantes, de los cuales, en San Juan se alojaban 32,048, (al momento de la ocupación norteamericana, según otra fuente, San Juan tenía una población de 40,000 habitantes),(47) Ponce tenía 27,952, y Mayagüez de 12,000 a 15,187, que eran las principales ciudades, y lo siguen siendo hoy, y el resto de los habitantes se distribuía en las demás poblaciones de la Isla, aunque se sabe que el 85 por 100 de la población vivía en las áreas rurales. Los principales puertos de la isla eran los de San Juan, y Arecibo, en el Norte; Aguadilla en el Noroeste; el de Mayagüez, en el Oeste; Ponce y Arroyo en el Suroeste; Fajardo y Humacao en el Este. Además había una carretera de Ponce a San Juan denominada Camino Militar.
También existía un ferrocarril de circunvalación que iba de San Juan a Isabela, de Aguadilla a Mayagüez, pasaba por Yauco y llegaba hasta Ponce, en el Sur.
Las fuerzas militares españolas en Puerto Rico.
En cuanto a las fuerzas militares organizadas y disponibles por España en la Isla, tenemos que existían siete distritos militares: Ponce, Mayagüez, Arecibo, Aguadilla, Humacao, Guayama y Bayamón. Las defensas de la ciudad de San Juan consistían en varias baterías con 43 piezas de mediano calibre, todas de hierro, distribuidas en varias fortificaciones militares construidas en los siglos XVII y XVIII.
Las fuerzas militares de tierra se hallaban integradas por seis batallones, de los cuales dos eran permanentes y cuatro provisionales, cada uno con unos 800 hombres. Frente a la amenaza de guerra latente se organizó un batallón denominado Principado de Asturias con 600 peninsulares. En sentido general, las fuerzas regulares ascendían a 8,000 hombres, distribuidos así:
Tipo de Arma Cantidad de efectivos
INFANTERÍA 5,000
ARTILLERÍA 700
OTRAS ARMAS Y CUERPOS 2,300
Total 8,000
Además, existían fuerzas irregulares compuestas por unos 6,000 hombres armados de fusiles Rémington, seis guerrillas mixtas de 100 hombres cada una, es decir, con un total de 600 hombres, y otras guerrillas de macheteros, pero, sin embargo, según Cervera, "con ellas no se contó nunca para la defensa del territorio",(48) ello se justificaba en la creencia de los soldados españoles sobre los antillanos, explicada así por Cervera ante un juez español:
“Señor, la política que hemos desarrollado constantemente en las Antillas frente a los grandes atractivos de reducción de la libre democracia americana se condensa en pocas palabras. Al poner el pie en tierra nos hemos considerado rodeados por todas partes de enemigos, dentro y fuera, en el interior como en las costas más inmediatas. Nos hemos sentido allí solos como los muertos. El país, la gente criolla, apartada de las visitas palatinas, privada de la confianza del gobierno, ha vivido alejada de nosotros. Confiar en ellos hubiera sido un peligro.”(49)
Aparte de éstos, cada batallón regular montó 35 hombres como guerrilla móvil. En total, España contaba en la isla con unos 18,000 hombres, de los cuales 8,000 eran veteranos de guerra.
La aptitud de ofensiva de las fuerzas terrestres era relativamente efectiva, porque disponían de una buena capacidad de tiro, existiendo en los almacenes de artillería unos 9,000 fúsiles Máuser y Rémington, y gran cantidad de municiones, sin embargo, la moral de las tropas era relativamente baja.
En la guerra, en definitiva, es preferible tener soldados bien motivados que soldados bien armados y sin motivaciones para el combate. También la Marina de Guerra en la Isla disponía de un total de seis barcos, éstos eran: El Isabel II, el General Concha, el Ponce de León, los barcos Criollo, Terror, y Alfonso XIII.
Sobre las fortificaciones y el artillado, el propio Almirante Cervera explicó luego: "Solamente en la capital había algunas obras de fortificación permanente, insuficiente por su sistema y por su artillado para considerar a San Juan de Puerto Rico una plaza marítima medianamente defendida contra un ataque serio por mar",(50) a lo cual agregaba que "en el resto de la Isla no había una sola batería, ni un mal cañón. Ponce y Mayagüez, ciudades importantes estaban abiertas, sin defensa, sin artillado, sin murallas".(51)
La guerra en el Morro de Puerto Rico.
En el periódico La Bruja de Mayagüez salió a la luz pública una crónica impactante el día 17 de abril de 1898, que describía amargamente la situación de los habitantes de la Isla transcurridas las previas elecciones de marzo. El cronista Vegabajeño -dícese de nativo de Vega Baja- escribió:
"Pasado el periodo electoral, nuestro pueblo ha vuelto a la vida monótona, porque esto está completamente muerto.
La agricultura paralizada.
Miles de brazos sin trabajo.
El comercio atrincherado, y por las nubes los artículos de primera necesidad.
Dios salve al país".(52)
A este retrato escrito de la crisis de la sociedad puertorriqueña, se une el inicio de las actividades bélicas de la guerra Hispanoamericana en Puerto Rico, que se manifiestan desde bien temprano. El bloqueo naval se había iniciado el 29 de abril de 1898, y toda la prensa de la Isla se manifiesta pletórica de expresiones de valentía, sin embargo, a los pocos días, la fuerza de los hechos desmintió las palabras expresadas.
El 10 de mayo de 1898 desde El Yale se inicia el bombardeo de la ciudad de San Juan. Durante el primer bombardeo, en las primeras tres horas se dispararon más de 2,000 tiros, los cuales causaron daños importantes a las edificaciones de la ciudad. Inclusive, a Martín de Cepeda, auxiliar de artillería en el Morro, uno de los proyectiles le cortó de raíz el brazo derecho.
El Mayor General Chaffee es quien inicialmente dirige las operaciones militares de San Juan, Puerto Rico. El bombardeo a San Juan continuó el 12 de mayo, por parte del buque Indiana de la armada de Estados Unidos, y otras embarcaciones, y, desde las fortificaciones del Castillo de San Cristóbal y desde El Morro se producen disparos de la artillería española contra los barcos invasores, los cuales constituían una escuadra naval de 11 barcos bajo el mando del Almirante William Sampson.
En ese momento sumaban 101 años que los cañones de éstos recintos fortificados no sonaban, porque había sido en 1797 cuando habían sido oídos con anterioridad a esa ocasión, a raíz de que fue repelido el ataque del corsario inglés Abercromby, por lo cual, de esta manera quedaba interrumpido algo más de un siglo de paz en la Isla.
El bloqueo naval a San Juan se incrementa el 22 de junio con el crucero auxiliar Saint Paul, "que bloqueando la plaza, y, navegando muy lentamente fue a situarse frente a San Cristóbal (...), millares de personas ocupaban las murallas y azoteas del recinto Norte de la ciudad. [El fuerte de] San Cristóbal se llenó de jefes y oficiales de la guarnición".(53)
Este bloqueo naval provocó que posteriormente se produjese una escaramuza entre el Saint Paul con las embarcaciones españolas Isabel II y el Terror, a resultas de la cual el buque el Terror salió averiado y varios de sus tripulantes muertos o heridos, teniendo que ser remolcado hasta el muelle por el Isabel II. Este bloqueo naval tenía como propósito impedir el ingreso a la Isla de recursos de guerra y alimentos, para luego consumar la invasión.
Un mes más tarde, el 21 de julio de 1898 salió de la bahía de Guantánamo -donde habían llegado el día 11-, la expedición norteamericana con destino a Puerto Rico bajo el mando del Mayor general Nelson Apleton Miles,(54) de 59 años, sobrino político del Secretario de Estado John Sherman, quien venía acompañado del Ministro de Guerra, Mister Russel A. Alger.
Los expedicionarios, que embarcaron en el puerto de Charlestón, en Estados Unidos, sumaban unos 3,415 hombres -aunque Miles aspiraba traer de 15,000 a 30,000 soldados- divididos en dos regimientos de voluntarios de infantería procedentes de Illinois y Massachussets, los cuales fueron trasladados con sus equipos en los siguientes barcos: el Yale, que traía a los generales Miles y Garritson con sus Estado mayor, 1,300 hombres de infantería, 52,000 raciones de campaña, 25,000 tomates, etc.; el Columbia, que trasladaba 300 hombres y 1,330 raciones de comida; el Lampasas con 10 oficiales, 139 soldados con raciones para 45 días, 22 carros de municiones, 136 mulas y caballos, etc...; el “City Of Macon” con 275 reclutas y 1,000 raciones; el Comanche, que trasladó al general Henry en compañía de su Estado Mayor, 1,100 raciones y 442 artilleros con sus cañones; el barco Nueces fue el transporte de 12 oficiales, 199 artilleros, 163 caballos y 22 carros de municiones; el buque Unionist trasladó los caballos, el agua y el forraje de éstos; el Stillwater fue transporte de seis oficiales y de 60 hombres de tropa, de las tiendas de campaña y de otros recursos de guerra; el Rita, un barco español apresado por el Yale en 9 de mayo de 1898, transportó 672 hombres y sus raciones, y el “Specialist”, fue cargado con forraje y los caballos de la artillería. Casi todos los soldados que vinieron a Puerto Rico constituían tropas bisoñas, voluntarios que habían sido reclutados sin ninguna experiencia en combates previos.
Los planes de ocupación.
Los norteamericanos, antes del desembarco en la Isla de Puerto Rico, tenían tres planes diferentes de invasión:
1) el plan inicial del Capitán Whitney, de la inteligencia militar, que aconsejó el desembarco por Fajardo en el Nordeste;
2) el Plan de Miles, con el apoyo de Sampson, para desembarcar por Guánica en el Sur-central de la Isla, el cual finalmente se impuso; y,
3) el de Davis, quién sostenía un plan de desembarco por San Juan con la intención de dar un verdadero "Golpe de mano", para luego tomar el control del resto de la isla.
En carta del Mayor General Nelson A Miles, de fecha 22 de julio de 1898, escrita a bordo del Yale, y dirigida al Secretario Alger, éste dice:
“Señor: Nuestro objetivo ha sido el Puerto de Fajardo o el cabo de San Juan; pero ha transcurrido tanto tiempo desde que esto se acordó y tal publicidad se ha dado a la Empresa que indudablemente, debe haber llegado a conocimiento del enemigo.
Aunque juzgo conveniente hacer una demostración frente a los puertos de San Juan Y Fajardo o punta Figueroa, no estoy resuelto a desembarcar en ninguno de ellos, porque pudiéramos encontrarlos ocupados de numerosas fuerzas españolas.”(55)
Y ese mismo día, el 22 de julio de 1898, el General Miles le ordena al Capitán Higginson, de la Marina (Navy), que haga un simulacro de desembarque por el Nordeste, y que tome el control de la punta de Fajardo o cabo de San Juan, y él decide desembarcar por Guánica, en el Suroeste, en donde nadie lo esperaba.(56)
La ocupación, la invasión de Puerto Rico la ejecuta Miles el 25 de julio de 1898, a las 5:20 horas A.M., y una avanzada de 30 hombres del cuerpo de infantería de marina de Estados Unidos desembarca por Guánica, unas 15 millas al Oeste de Ponce, lo cual trastornó todos los planes defensivos de la isla previstos por Macías.
Antes del desembarco, el yate Gloucester comandado por el teniente R. Wainwright lanzó algunos cañonazos(57) y ametralló indiscriminadamente la población de Guánica.
Ese mismo día el Mayor General Miles, acompañado de su Estado Mayor: el General Gilmore y los Coroneles Maus, Gaskill y Black, y el Capitán Whitney, izaron la bandera de Estados Unidos en Puerto Rico, y es el 26 de julio cuando se produce el desembarco de las unidades invasoras del 6º Regimiento de Illinois y el 6º Regimiento de Massachussets.
Las fuerzas avanzadas se hallaban bajo el comando conjunto de los generales James H. Wilson, Brooke, Theodore Schwan, y Henry.
El general Guy B. Henry dirigió la operación de desembarco en Guánica y Ponce; en esta, última población, controlada desde el 27 de julio cuando después de ser atacada su gobernador Fernando Toro hizo la rendición, desde el 28 de julio hasta el 6 de agosto el General Wilson Brooke permanece inactivo; y luego de establecer el control en las costas, las tropas marchan al interior de la Isla, a las zonas montañosas; tomando posteriormente el control de Yauco.
Sobre la toma de Yauco se sabe que "Una de las justificaciones que dio Miles para desembarcar por Guánica en vez de Fajardo era que la cercanía de Yauco al punto de la invasión favorecería el reclutamiento de partidas auxiliares de puertorriqueños. Para la coordinación de éstas contaba con el auxilio de Antonio Mattei Lluveras y de Mateo Fajardo".(59)
Y ciertamente, en la tarde del 27 de julio llegó hasta Yauco el comandante Hayes, y acompañado del anexionista Eduardo Lugo Viña, se puso en relación con el Alcalde del pueblo, Francisco Mejía.
Al siguiente día, el 28 de julio, el General Guy V. Henry envío al comandante Webb C. Hayes con una tropa de 50 hombres a realizar la exploración del sitio llamado El Peñón de Tallaboa, en donde se tenían informaciones no confirmadas de que las tropas españolas habían ocultado una gran cantidad de fúsiles Máuser, y explosivos para luego hacer estallar la vía férrea.(60) En Yauco se reclutaron algunos voluntarios y posiblemente entre éstos se encontrase José Maldonado (Águila Blanca), quien luego sobresale como jefe prominente de una partida sediciosa, y sobre quién se tienen opiniones encontradas.(61)
La proclama de ocupación del general Nelson A. Miles se publica en 29 de julio de 1898 y su texto es el siguiente:
"A los habitantes de Puerto Rico(62)
En la persecución de la guerra contra el Reino de España, el pueblo de los Estados Unidos, por la causa de la libertad, la justicia y la humanidad, sus fuerzas militares han llegado a ocupar la Isla de Puerto Rico.
Vienen oyendo el canal de la libertad, inspirados por el noble propósito de buscar a los enemigos de nuestro país y del suyo, y destruir o capturar a los que están en resistencia armada. Ellos les traen el brazo protector de la nación de la gente libre, cuyo gran poder está en la justicia y la humanidad para todos los que viven dentro de su redil. Por lo tanto, el primer efecto de esta ocupación será la liberación inmediata de sus relaciones políticas anteriores y, y se espera, una aceptación alegre del Gobierno de los Estados Unidos.
El objetivo principal de las fuerzas militares estadounidenses será derrocar la autoridad armada de España y dar a la gente de su hermosa isla la mayor medida de libertades consistentes con esta ocupación militar.
No hemos venido a hacer la guerra contra un pueblo de un país que durante siglos ha sido oprimido, sino, por el contrario , para brindarles protección, no solo a ustedes mismos sino a sus propiedades, para promover su prosperidad , y otorgarles las inmunidades y bendiciones de las instituciones liberales de nuestro gobierno.
No es nuestro propósito interferir con las leyes y costumbres existentes que son sanas y beneficiosas para su pueblo, siempre y cuando se ajusten a las reglas de la administración militar, del orden y la justicia. Esta no es una guerra de devastación, sino una para dar a todos, dentro del control de sus fuerzas militares y navales, las ventajas y bendiciones de la civilización iluminada.
Nelson A Miles"
Pablo Roig quien fue editor del periódico satírico y mordaz La Bruja de Mayagüez y de las revistas Las Antillas, Blanca y del Diario del Oeste, escribió el libro Historia de Puerto Rico en Verso (1923), en donde comenta la entrega que hizo Ortega a Brooke en estos versos:
“El general R. Ortega, \ un caballeroso hombre \ que le entregó a Mr. Brooke \ la Isla de mis amores \ el año de mil ochocientos \ noventa y ocho, y el pobre ciudadano borinqueño \ que era español por su nombre, \ por el derecho y la sangre \ y el sol de las tradiciones, \ pasó a ser americano, americano del Norte, \ sin consultarle siquiera, \ si era o no era conforme; \ como se vende una res \ o una legión de lechones.”(63)
El puerto del municipio de Arroyo fue capturado el domingo 1ro. de agosto; los días 2 y 3 de agosto, respectivamente, fueron ocupados por el general Roy Stone las poblaciones de Adjuntas y de Utuado; la población de Guayama fue ocupada el 4 de agosto por el general Haines, quién recibió las instrucciones de Sheridan, Jefe de Estado Mayor de Miles; el 5 de agosto cayó Fajardo, y el domingo 7 de agosto se inicia el avance de la Primera Brigada al mando del General Oswalt Herbert Ernst, quién con tropas de infantería, artillería y caballería, acompañadas de las fuerzas especiales de señales y comunicaciones toman el control de las poblaciones de Juana Díaz y Coamo,(64) ambas ubicadas al Este de Ponce, para luego avanzar hacía las poblaciones de la cordillera Central, y la ciudad de Mayagüez fue militarmente ocupado el 11 de agosto de 1898.(65)
La guerra en Puerto Rico apenas dura unos 19 días, desde el 25 de julio hasta el 13 de agosto de 1898. En opinión de Rivero Méndez, oficial español de artillería: "Esta breve campaña de 1898 de diecinueve días es un modelo de guerra culta, moderna y humanitaria",(66) "una guerra culta, nada intensa, y durante la cual evitó lo posible, toda innecesaria efusión de sangre, obedeciendo a su criterio firme de que no hubo justa causa para que los Estados Unidos declarasen la guerra a España",y es el mismo Rivero quién le atribuye a Miles haber hecho "un paseo triunfal" y "una guerra sabia y humanitaria", opinando sobre el ejército de ocupación de Estados Unidos que era "un ejército que batía marcha de honor ante las damas, besaba y repartía "candies" a los niños",(67) y, que aplicaba la política de guerra conocida como: "The man behin the gum" (el hombre detrás del cañón).
En 1899, mucho antes que Rivero pensara en escribir su historia del 1898 en Puerto Rico, otro autor español, Francisco R. De Goenada (1899), diría de España y de sus soldados en la Isla, que:
“En la fiebre de la gran locura colonial de los soldados españoles erigidos en estadistas el sicario del poder nacional llamó a media noche a las puertas de la morada del Doctor D. Agustín Stahl, una de las más grandes afecciones del país, le hizo salir de su lecho, dejar familia y reposo, e inmediatamente, sin un maletín de mano por equipaje, llévale al barco surto en el puerto para expatriarle. Estos secuestros sin formación de causa, acusación, descargo, jueces, ni sentencias han sido prerrogativas de la soberanía de los gobernadores españoles en tiempos de paz como en tiempos de guerra.”(68)
De Goenaga cita además los casos de Luís Berrios, Antonio Salgado, Rafael Gutiérrez del Arroyo, quienes fueron presos por la intriga del soldado apodado Mililla. Y agrega:
“No queremos recordar las victimas innumerables de este morbismo pasional enardecido al calor de los trópicos. No. No quiero recordar la vergonzosa trama de la sublevación de Lares urdida en las habitaciones del palacio de Santa Catalina, Lejos de mí tan amargos recuerdos. Narre en feliz ocasión pluma mejor cortada que la mía las escenas españolas de sus cobardes autores. Porque no debo enconar en el odio, sino calmar la satisfacción de la justicia histórica, los agravios de aquella bárbara edad.
La sufrida y brillante generación por donde desfilaron antes que nosotros los Goico, los Acosta, los Célis, los Betances, los Leira, los Baldorioty de Castro, los Quiñones, los Blanco, padeció más que ninguna otra los crueles enconos del recelo típico de la hidalguía"(69) , porque "es averiguado que no hay mejor manera de agraviar a un pueblo, por pacífico que fuere su temperamento, que herirle en el rostro ultrajado y queriendo degradar a los hombres de más amada reputación.”(70)
De Goenaga establece diferencias en cuanto al comportamiento de los militares españoles y estadounidenses frente a la población civil, al decir que las "honradas y limpias casas de familias la guardia española las convertía en sucios cuarteles" y que "los muebles al servicio de la soldadesca. El hogar en desorden, repleto de gentes tiradas por los suelos.
El uso de aquella mansión se pagaba con altaneras groserías", y el norteamericano en cambio pagaba por el uso y "no molestaba al vecindario, no le exige tributo. No le impone exacciones. Le pide sólo reposo y neutralidad. Paga a peso de oro los útiles y comestibles que innecesariamente compra".(71)
En definitiva, con la ocupación de Puerto Rico, "Hay que entender que el cambio de soberanía no era sólo la aplicación de una parte del Tratado de París. Era, además, un choque de realidades que comenzó a partir del momento del desembarco norteamericano en la bahía de Guánica con los primeros encuentros entre nativos e invasores".(72)
La resistencia a la ocupación.
La resistencia a la ocupación de Estados Unidos por parte del pueblo puertorriqueño adquiere dos formas importantes:
a) la resistencia cívica, que se manifestó en las declaraciones de oposición a la ocupación norteamericana, expresadas por los hacendados criollos, maestros, alcaldes, profesionales, periodistas, y muchos políticos de la Isla; y,
b) la resistencia armada, la cual se manifiesta fundamentalmente en la actividad aislada de algunos oficiales y soldados españoles, los cuales rápidamente fueron eliminados o capturados, y en la actividad desarrollada por cuadrillas independientes, cuya motivación y actividad se perfila como nacionalista y revolucionaria.
En este último sentido se debe destacar el trabajo de investigación de Delgado Colón (1982), quien a pesar de las limitaciones de fuentes y argumentos, destaca la tradición y vocación revolucionaria y nacionalista de Ciales y de sus habitantes, y hace saber que Ciales fue considerado, mucho antes de la ocupación de Estados Unidos, como: "El punto neurálgico para el ejército español.
Era la frontera entre el Oriente conservador del país -no sus costas, que quede bien claro- y el occidente central antiespañol, más militantemente separatista".(73)
Por esa tradición de lucha, entiende Delgado, fue que el 13 de agosto de 1898 cuando se produjo el denominado Grito de Ciales y se proclamó, a las 9:00 A.M., la independencia de Puerto Rico, con el apoyo de las comunidades de Cialitos y Toro Negro. Sobre este aspecto la historiografía puertorriqueña ha guardado un silencio general y casi absoluto.
Existe una carta, escrita por el Alcalde de Ciales, señor Rodolfo Figueroa, de fecha 15 de agosto de 1898, firmada en Ponce y dirigida al Mayor general Miles, en donde éste le hace saber al destinatario que cuando los voluntarios españoles que acompañaban a las tropas de Estados Unidos ingresaron al pueblo, lograron que inmediatamente toda la población de Ciales se pronunciara en favor de la ocupación, razón por la cual, los voluntarios puertorriqueños y los soldados norteamericanos se retiraron del poblado, pero que ese mismo día -sábado 13-, en horas de la tarde, dichos voluntarios -los de Ciales-, unidos a los de Manatí retornaron y atacaron el pueblo parapetados detrás del cementerio, señalando Figueroa que "Antes habían arriado la bandera americana que desgarraron y pisotearon".(74) En esta misma carta, Figueroa relata haber tenido, ese mismo día en horas de la tarde, un enfrentamiento con 50 hombres que portaban la bandera española, a los que causó, según él, cuatro muertos y algunos heridos.
Pablo Pietri, Alcalde de Sabana Grande, el 20 de agosto de 1898 se comunican con el general Schwan, a quien hace saber que:
"Habiendo llegado a esta población rumores de que por las inmediaciones de la misma existen fuerzas de guerrilleros y guardia civil y que quizá intenten hacer un caso igual al de Ciales: estos vecinos proveyendo un golpe de mano que puede tener fatales consecuencias, se han acercado hasta mí explicándome le pida una fuerza de cien hombres, pues este pueblo se encuentra completamente indefenso y a merced de cualquiera que quiera sembrar el llanto y el luto en sus calles, plazas y campos."(75)
La colaboración de los puertorriqueños con los ocupantes.
Sin embargo, en honor a la verdad, la mayoría de los puertorriqueños aceptó con beneplácito la ocupación extranjera, e inclusive, fueron muchos los puertorriqueños que "colaboraron con la campaña invasora, sirviéndole de auxiliares, guías e informantes" o formaron "partidas cuadrillas" que en algunos casos sustituyeron la labor militar de los soldados norteamericanos.(76)
Muchos puertorriqueños, e inclusive militares españoles peninsulares,(77) pasaron a formar parte de las fuerzas voluntarias que los norteamericanos organizaron en la Isla, permitiéndoles a éstas, como un botín o estímulo de guerra, apoderarse de algunos bienes en las poblaciones por ellos asaltadas.
Muy claramente lo expone Picó, posiblemente sin comprender cabalmente la magnitud de este importante aspecto de la ocupación de Estados Unidos a Puerto Rico, cuando explica que el 6 de agosto de 1898, el señor Andrés Delgado del Barrio Ángeles de Lares demandó por estafa a los miembros de una partida que le comió un buey, y otros bienes fungibles, y se llevó dos caballos prestados sin luego devolverlos o pagarlos(78) ; como este caso, sin lugar a dudas, deben existir otros en los archivos judiciales de la Isla.
En definitiva, las autoridades militares de Estados Unidos, que utilizaron a su conveniencia estas partidas de sediciosos, y como bien lo enfoca el padre Picó: "Autorizadas o no por los norteamericanos, bandas de jinetes armados estuvieron acosando las fuerzas españolas y auxiliando las tropas de Miles hasta el armisticio del 12 de agosto".(79)
A pesar de esa colaboración entusiasta y voluntaria de algunos puertorriqueños con las tropas de ocupación, se entendía que:
“No existe un solo puente en común entre nosotros y los puertorriqueños.
El lenguaje, las costumbres, la moral y los negocios difieren tanto a los nuestros que se nos hace imposible entendernos como consecuencia, lo que hacemos por esta gente es por piedad, y por un sentido de responsabilidad y ellos no lo reciben como un acto de caridad, sino como un derecho.
Hemos aceptado a esta gente como una carga que el fuerte toma por el débil: los mantendremos vivos, los llevaremos poco a poco hacía la luz y finalmente, como en cincuenta años captarán el primer destello que les mostrara cuáles son nuestros estándares y que deseamos que ellos sean.”(80)
Durante la ocupación, el espíritu oportunista de la burocracia colonial de los municipios se puso de manifiesto en la persona del alcalde de Yauco, Francisco Mejía, quien publicó el 25 de julio de 1898 una proclama de lisonja a la ocupación, la cual terminaba diciendo: "¡Ciudadanos! ¡Viva el gobierno de los Estados Unidos de América! ¡Vivan sus valientes tropas! ¡Viva Puerto Rico Americano!", y terminaba así: "Yauco (PR.), Estados Unidos de América".(81)
A los pocos días de la ocupación, el día 12 de agosto de 1898 los norteamericanos firman un Protocolo de Paz con los españoles; un Real Decreto del 20 de agosto de 1898 nombró las comisiones para la desocupación de Cuba y Puerto Rico, y el 30 de agosto, Estados Unidos ya tenía el control efectivo de 23 poblaciones de Puerto Rico, en las cuales estableció desde bien temprano la autonomía municipal.
El 14 de septiembre de 1898 se produce la repatriación de las tropas españolas, y el 16 de septiembre salió el General Macías, que había sido el último gobernador español de Puerto Rico.
El ingreso de las tropas norteamericanas a San Juan se produce a partir del el 18 de octubre, y ese día se izó la bandera de Estados Unidos en toda la isla.
La guerra en Puerto Rico apenas duró dos semanas, y durante la misma, las bajas norteamericanas en seis combates fueron 44, de los cuales hubo solamente cuatro muertos y 40 heridos.
El general Brooke estableció su cuartel general en Río Piedras. La ocupación militar de San Juan se mantiene, asumiendo el General John R. Brooke el Comando Militar, hasta el 6 de diciembre del mismo año, fecha en la cual el General Guy V. Henry asume el mando militar en sustitución del anterior incumbente, y de inmediato inicia un proceso de reorganización de la administración pública.
Con la ocupación se produce una centralización de las funciones de los municipios(82) y es por ello que el Municipio de Ponce pide una prolongación de su autonomía municipal, la cual había sido respetada y mantenida por el general James H. Wilson. Según los artículos 52 y 55 de la Carta Autonómica de 1897 el municipio proveería para sus ingresos presupuestarios, y reglamentaría todo lo concerniente a la instrucción, los caminos, sanidad y personal.
Sin embargo, con la ocupación de Estados Unidos los municipios van a ser detectados y vistos como focos de poder local de los hacendados criollos, produciéndose, en algunos casos, una verdadera contradicción entre éstas instituciones edilicias y las tropas de intervención del imperio en expansión.
Bajo el control de Estados Unidos los municipios no tendrían facultad para designar los cargos vacantes, ya sea en la administración municipal o ya fuesen puestos políticos en los consejos o asambleas municipales, sino que esta era una prerrogativa del gobernador militar.
Asimismo, por órdenes expresas de McKinley, todas las concesiones públicas serían sustraídas de la decisión municipal, y sería el gobernador en común acuerdo con los secretarios de guerra el encargado de otorgar estas importantes concesiones de obras públicas, o de otro tipo.
Los municipios van a ser sometidos a una seria supervisión y fiscalización de carácter militar, y además, van a ser usados para reclutar voluntarios con los cuales los norteamericanos organizaron una "guardia nacional" conformada por nativos de la isla que se hallaban bajo las órdenes de oficiales de Estados Unidos.
En 1899 en la isla de Puerto Rico existían 66 municipios de los cuales fueron eliminados 20, reduciéndose a 46 los que quedaron funcionando. En fecha 5 de abril de 1902 en el periódico The Puerto Rico Herald apareció un artículo que trataba el problema de la reorganización municipal, en el cual se enfocaba el asunto en estos términos:
“Los puertorriqueños se aferran tenazmente a los usos, costumbres y leyes locales con los cuales están familiarizados... Muchos de ellos no pueden entender las medidas que se proponen en sustitución de dichas costumbres. Prefieren mantener las antiguas instituciones y leyes, aun que puedan resultar defectuosas, antes que aceptar una administración nueva con sus procedimientos y códigos que no les resulten familiares.”(83)
Partidas sediciosas o los tiznados.
En palabras del sacerdote-historiador Fernando Picó, investigador acucioso y una persona que ha sido pionero en el estudio de la temática abordada, las llamadas partidas sediciosas constituyen, a partir de 1898, una clara expresión del sentimiento popular como una: "Reacción al resultado de la guerra Hispanoamericana en Puerto Rico. Pero lejos de ser un movimiento de resistencia a la invasión, las partidas fueron un repudio al régimen económico y social previo, y un ajuste de cuentas con los representantes más visibles del orden repudiado".(84)
El fenómeno de las Partidas se presenta en dos etapas: Primero, de agosto a octubre de 1898, cuando se dedican a atacar y asaltar las propiedades de los peninsulares; y segundo, de octubre a noviembre, cuando también se dedican a atacar a hacendados y comerciantes criollos.
Durante los meses inmediatamente posteriores a la ocupación norteamericana muchos comerciantes españoles instalados en las áreas rurales de la Isla resultaron ser el blanco de los ataques de los Tiznados, nombre con el cual se bautizó la actividad de los grupos armados que constituyeron cuadrillas o partidas que se dedicaron a asaltar las tiendas, casas y haciendas de los comerciantes y prestamistas españoles.
Estos grupos o bandas armadas, constituidas por un número variable de hombres (de 8 a 200 hombres), se denominan tiznados porque sus miembros tenían la cara tiznada con carbón o empleaban pañuelos o un antifaz para cubrirse el rostro y así no poder ser identificados por sus victimas.
Los tiznados, por lo regular, quemaban los libros de contabilidad de los prestamistas para "saldar deudas" contraídas por jornaleros, pequeños agricultores y campesinos pobres endeudados hasta el cuello. Tenían preferencia por asaltar las tiendas de raya(85) instaladas en las zonas rurales, porque allí, como lo explica Picó(86) podían encontrar artículos de primera necesidad, licor y los libros contabilidad de la tienda.
Los tiznados robaban una amplia gama de bienes: alimentos, ropas, cigarrillos, bebidas alcohólicas, dinero en efectivo, animales de carga, ropa interior, prendas metálicas, relojes, leontinas, sillas de montar a caballo, muebles del hogar, sal, azúcar, sacos vacíos, canastas para recolectar café, el mismo café uva contenido en tanques, café semi-procesado, hojas de tabaco, y muchos otros bienes que son mencionados en las denuncias a las autoridades de entonces que realizaban las victimas de éstas cuadrillas o partidas.
Hubo casos en que las partidas atacaron el ganado, y esto ocurrió en casi toda la isla, en Bayamón, en Ciales, Dorado, Guánica, Isabela, Manatí, Mayagüez, Moca, San Sebastián, y Toa Alta, entendiéndose, como apunta Picó, que "el robo y la matanza de reses se consideraba un índice de la miseria que padecían las masas",(87) o en todo caso, existía la necesidad de que los miembros de las partidas se alimentaran adecuadamente, aun fuese haciendo práctica del abigeato.
En otros casos hubo denuncias de que las partidas o individuos aislados atacaron los campos cultivados de caña de azúcar de algunas haciendas de las zonas costeras, incendiándolos con la intención de afectar a sus propietarios. Resulta probable que en algunos casos se hicieran ataques por motivos personales: extorsión, chantaje, enemistad, rencillas inconclusas, deudas atrasadas, etc..., y se culparan a las cuadrillas de éstas acciones.
Estas partidas estaban movidas por el espíritu de revancha, y se sabe que "Para septiembre y octubre del '98 el blanco favorito de estas partidas fue la hacienda cafetalera de algún peninsular en un barrio aislado de la cordillera. La partida se presentaba después del anochecer, parte a caballo, parte a pie. Robaban los alimentos de la tienda de raya o del almacén, y el licor, la ropa, las sillas de montar y algún mueble de la casa. Amenazaban al mayordomo, al administrador o al hacendado presente, y en ciertas ocasiones quemaban los edificios de la hacienda.”(88)
El estudio de la manifestación de este importante fenómeno social en la isla de Puerto Rico durante el periodo comprendido entre los años de 1898 a 1899, pone de manifiesto que fue un movimiento social de tipo reivindicativo dirigido a atacar el poder económico remanente de la época colonial española que se hallaba coagulado y representado en los hacendados y comerciantes peninsulares, aunque posteriormente, el movimiento inicial se desnaturaliza y degenera.
La historiografía tradicional en Puerto Rico no ha valorado y ponderado estos movimientos sociales de fines del siglo pasado, ni ha vinculado el fenómeno a otras manifestaciones e instancias sociales, políticas, económicas e ideológicas.
Es debido a la actividad de estas partidas que con sus acciones modificaron en el escenario rural en la Isla la relación de fuerzas sociales y políticas, y les demostró que:
“Las elites que creyeron poder prescindir del estado español se encontraron recurriendo a los militares norteamericanos para asentar de nuevo su hegemonía. Pero por razones propias al marco de referencia de su intervención en Puerto Rico el gobierno de Estados Unidos institucionalizará el sufragio universal masculino y obligaría así a las elites municipales a hacer concesiones a las masas.”(89)
La ocupación de Puerto Rico y la situación económica.
Sobre la situación financiera de la isla, De Goenaga dice que "desde el veinte de julio al diez y ocho de octubre del pasado año [1898, los jefes militares españoles] agotaron la última peseta de nuestras arcas llevándose la última gota de su sangre [del pueblo de Puerto Rico] tantas veces ofrecida en holocausto". (90) Veamos con atención lo que sigue:
“En veinte y dos de julio del próximo pasado año don Manuel Fernández Juncos, Secretario de Hacienda del General Macías, práctica arqueo en las cajas generales de la Isla, y comprueba una existencia á favor del país en la forma siguiente:
En metálico $350, 881.41 centavos
Giros por cable, pendientes de aceptación, cuyo importe hallábase depositado en el Banco Español: $190, 865,00 ídem.
Lo que daba una suma de: $541, 746,41centavos
Pero desde aquella fecha hasta el diez y ocho de octubre último en que espiró (SIC.) la soberanía española, giraron los liquidadores á nombre de esta tesorería contra las Cajas del Ministerio de Ultramar, alimentada por nuestras propias fuerzas económicas: $847, 882,07 centavos E ingresaron a la tesorería de las aduanas no ocupadas por los invasores hasta esa fecha: $233, 846,96 centavos
Teníamos, pues, en caja por esos tres conceptos: $1, 623, 475,44 centavos
¿De qué manera se invirtió esa enorme suma recaudada desde el 22 de julio al 18 de octubre, en menos de tres meses?
Las Secciones de Fomento, Hacienda, Gracia y Justicia, y Gastos Generales gastaron $ 406, 511,23 centavos.
Pero las Secciones tercera y quinta de guerra y marina solamente, consumieron $1, 216,964, 21 centavos, dejando generosamente en caja, por un mal entendido sentimiento de pudor, la inapreciable cantidad de tres pesos ochenta centavos en una moneda de oro venezolana...con el busto de Bolívar que no quisieron".(91)
La información citada es más que elocuente. El mismo Goenaga más adelante dice, sobre el uso de los fondos públicos insulares que:
“Aparte de aquellas sumas existían en las cajas de la isla multitud de fianzas en metálico y valores cotizables pertenecientes á nuestros empleados o funcionarios naturales de la isla que continuaron en sus destinos, y además un deposito de $34,000 descontados peso a peso y mes por mes a todos los sueldos de las maestras y profesores para alivios de orfandad y remedio de desgracias.
El 18 de octubre cuando los representantes de la Comisión americana fueron a hacerse cargo de las cajas, encontraron aquella solitaria moneda de tres pesos ochenta centavos.
El pequeño patrimonio de economías de los maestros se rezumó por los poros de los gobernantes españoles en los últimos días.
También esa acción merece honores y distintivos, y no dudamos que el gobierno de Madrid lo habrá tomado en consideración premiándolo de oficio en pomposas reales órdenes.”(92)
En cuanto a la situación económica, al instalarse el gobierno de ocupación militar y los norteamericanos tomar el control de la Isla, el Banco Español de Puerto Rico tenía en sus arcas $7,000,000.00 de pesos españoles, y el cambio de moneda que se establece es de $2.00 pesos por un dólar.(93)
Por su parte, Harding-Davis afirma que este Banco se instaló en Puerto Rico en 1888 con un capital inicial de $ 1, 500,000.00 de pesos, el cual podía incrementar hasta $ 2, 000,000.00 de pesos, y podía hacer préstamos al 8 por 100 de interés.
Durante la dominación de España, en 1895 se habían emitido $5, 000,000.00 de pesos en monedas de plata, y en 1896 $ 2, 000,000.00 de pesos en monedas de las denominaciones de 5, 10, 20 y 40 centavos.(94)
La Deuda Flotante de la Isla era de 40 a 75 millones, probablemente de 50 millones, aunque White no indica quienes eran los acreedores.
Por lo tanto, a partir de 1898 se establece un Banco de Estados Unidos, el cual cambia las monedas circulantes por dólares norteamericanos, y el promedio de la tasa de cambio es $1.70 pesos por un dólar de Estados Unidos.(95)
El 7 de octubre de 1898, el periódico La Correspondencia de Puerto Rico publicó un artículo titulado Patrón Oro por el cual se solicitaba a las recién instaladas autoridades norteamericanas la instalación del patrón oro en la isla, como la mejor vía para lograr establecer "una moneda seria", capaz de crear un equilibrio monetario en la economía insular, para que ésta estuviese en capacidad de mantener intercambios con el mercado mundial mediante cambios a la par.
Para ser más especifico, el 26 de octubre de 1898 el General Miles estableció el cambio monetario en las aduanas a razón de dos pesos por un dólar, y para el pago de impuestos y contribuciones fiscales funcionaba una tasa de cambio de US $ 0.60 por un peso español.
Fue el 12 de abril de 1900 cuando el Congreso de Estados Unidos autorizó el retiro formal de la moneda española de circulación. Esta medida trajo sus consecuencias en desmedro de los usureros y financistas de origen español que tenían sus fondos colocados en préstamos que se habían concedido antes y después de la ocupación norteamericana.
En 1899, los préstamos en áreas rurales ascendían a un valor de $26,108,286.15 pesos, con un total de 4,564 deudores, y los préstamos concedidos en las zonas urbanas, es decir, en pueblos y comunidades urbanas de la Isla, eran unos 1,267, y alcanzaban un valor global de $4,938,524.14 pesos.
El 12 de octubre de 1899 el general Henry suspendió la Ley de Hipotecas con el propósito, según él, de salvar la producción e industria agrícolas de la Isla, sin embargo, esta medida tuvo un inmediato efecto negativo en todo el sector que intentaba proteger, porque provocó una parálisis del crédito agrícola en manos privadas españolas, y en una carta dirigida a un grupo de propietarios el General Davis tuvo que reconocer esta situación, cuando dijo: "En la actualidad todas las instituciones de crédito resuelven no hacer ninguna operación hipotecaria mientras se tema que pueda prorrogarse la suspensión de la ley hipotecaria".(96)
En cuanto a los intercambios económicos entre Puerto Rico y Estados Unidos, durante el periodo comprendido entre 1893 a 1897 el promedio anual del valor de estos intercambios, en el concerniente al café y al azúcar fue así: un valor promedio de $2, 538,502.00 correspondió al azúcar, y $32,671.00 al café.
La producción azucarera de la Isla fue de 72,000 toneladas métricas en 1897, y en 1899 el 15 por 100 de las tierras de cultivo estaban dedicadas a la caña, produciéndose en el primer año de la ocupación 120 millones por concepto de la producción del dulce.
La población de Puerto Rico en 1899 era de aproximadamente 953,243 habitantes, representando la población urbana un 21.4 por 100 del total, distribuida en unos 57 pueblos.
Los extranjeros representaban el 1.5 por 100 de la población, constituyendo un total de 13,872 habitantes, de los cuales el 55 por 100 eran españoles, y 1,069 ciudadanos de Estados Unidos.
Los agricultores constituían la mayoría de la población con un total de 198,741 habitantes rurales, muchos de ellos jornaleros, equivalentes a un 62.8 por 100; sólo 26,515 personas se hallaban dedicadas a la industria y al comercio, es decir, el 8.4 por 100 de la población, y ejerciendo profesiones había unas 2,194 personas, es decir, el 0.7 por 100 de la población de la Isla.
En 1899 había una total de 1, 994,993 cuerdas(97) en producción, de las cuales la crianza de ganado ocupaba 1, 148,309 cuerdas; además, de las tierras bajo cultivo agrícola, el tabaco disponía 14,058 cuerdas correspondientes a 14 fincas, y cultivadas de caña de azúcar hacia 362 fincas con una extensión de 76,746 cuerdas.
De café había 875 fincas con una extensión total de 181,824 cuerdas. Sostiene Rodríguez Cancel que:
"En 1899 el área total de la Isla se dividía en 39,021 fincas, con un área de 1,757,774 cuerdas, de las cuales se cultivaban tan solo 477, 987 cuerdas.
Este estimado representaba menos de un octavo de la tierra cultivable en 1896, reduciéndose hasta una décima parte en 1898.
Estos datos, bastante amplios, nos indican hacia dos características elementales de las condiciones existentes: primero, el predominio cafetalero, y segundo, el subdesarrollo agrícola."(98)
En cuanto a la producción de café, uno de los productos agrícolas de mayor tradición en la economía puertorriqueña de aquel entonces, se debe destacar que en el año de 1896 la exportación fue de 26,662,194 kilogramos, valorados en $13, 864,340.88 pesos. En años anteriores fue como sigue: en 1897 se produjeron unos 57, 648,851 kilogramos, en 1887: 80, 792,387 kilogramos, y en 1879, la producción fue de 154, 839,562 kilogramos.
Como se puede notar, el cultivo del café, desde antes de la ocupación norteamericana se había reducido considerablemente, aunque, en términos generales, con la ocupación militar de Estados Unidos en 1898, se inicia un proceso de criollización de la producción de café. Los peninsulares, mallorquines y canarios abandonan la Isla, y el elemento nativo pasa a sustituir al español.
A partir de 1905 este proceso de acentúa debido a el repunte del café en el mercado mundial. Entrada la segunda década del siglo XX, la producción del tabaco, en términos económicos, se opone a la del café, y muy especialmente debido a que le sustrae fuerza laboral y tierras de cultivo.
Las ganancias del tabaco se relacionan con su ciclo productivo, mucho más corto que el del café, y en su esencia, el tabaco es un cultivo que se puede hacer de manera rentable en una pequeña propiedad, y produce una hoja que debe ser recolectada, seleccionada, secada, y comercializada, para luego generar procesos productivos extrarurales en el momento de su transformación en tabaco “hilao” o andullos, cigarros, y cigarrillos, generando gran cantidad de empleos en los talleres y fabricas que se establecen en la isla.
En lo que concierne a los jornales de la población trabajadora, bajo el gobierno militar, mantuvieron bajos niveles, casi de subsistencia. Los trabajadores técnicos devengaban, según su ocupación de US $1.25 a US $1.75 por día, los trabajadores sin especialidad alguna ganaban por día US $1.00, lo mismo las mujeres jornaleras: US $1.00, y los aprendices eran contratados, y a algunos se les pagaba en naturaleza con alimentos y ropa. De acuerdo con Carroll, "Los jefes de familia trabajaban durante el año por un jornal muchas veces nominal, que a fines del siglo XIX era de 35 a 50 centavos de peso provincial".(99)
En Puerto Rico en 12 de junio de 1899 se crea una crisis general con la suspensión de los trabajos de obras públicas, los cuales habían ayudado a paliar el desempleo y atenuaban la pobreza general existente en la Isla. Esto decidió que los norteamericanos se viesen en la necesidad, para evitar una poblada de los habitantes de Puerto Rico a disponer la asistencia económica gratuita y sin contrapartida de trabajo de unas 20,000 personas.(100)
Otro documento de la época, una carta de la “United Brother Hood Of America”, del mes de febrero de 1900, señala que de un millón de habitantes de la Isla, 600,000 viven en la miseria absoluta.(101) La producción de azúcar también decayó considerablemente, y se estima que en 1897 fue tres veces menor, produciéndose azúcar por un valor de sólo 4, 007,792.08 pesos.
Según Davis, en Puerto Rico había una verdadera crisis de exportación de azúcar y café, en tanto el valor exportable de ambos productos se redujo considerablemente, el café bajó a un monto de $5, 480,409 pesos y el azúcar a un valor de $303,936 pesos.
En términos productivos en 1899 el 65 por 100 de la riqueza insular todavía se encontraba bajo dominio español. En este mismo año se hizo una Asamblea de agricultores de la Isla para presentar al gobierno de intervención una serie de peticiones en torno a problemas económicos que confrontaban los agricultores puertorriqueños, siendo escogido como portavoz de los mismos el destacado político puertorriqueño don Luís Muñoz Rivera, y en la ocasión se destacó que los principales rubros agrícolas habían reducido su precio o perdido su mercado: el precio del café se redujo en 12 pesos, el azúcar perdió su mercado español, y los productores de tabaco se quedaron en lo inmediato sin mercado y sin compradores.
Para entonces el periodista y líder político Muñoz Rivera argumentó a las autoridades que se había perdido el 40 por 100 de la producción agrícola. Posteriormente, entre julio de 1898 y septiembre de 1899, todas las exportaciones tenían como su nuevo mercado el de Estados Unidos, hacía donde se exportaron durante ese intervalo 43,691,205 kilos de azúcar, 1,237,305 barriles de melaza, 24,487,329 kilos de café y 1,462,615 kilos de tabaco, a pesar de que el 8 de agosto de 1899 los habitantes de la Isla de Puerto Rico habían tenido que soportar ráfagas huracanadas de vientos de más de 100 millas por hora, y unas 28 horas de precipitaciones atmosféricas arrastradas por el huracán San Ciriaco, que provocó 3,400 muertes, ahogándose sólo en Ponce y en sus poblados unas 500 personas.
En sentido general la población de la isla sintió en carne propia los efectos inmediatos de este fenómeno atmosférico, el cual afectó muy sensiblemente la producción agrícola, y de manera particular porque hizo un daño considerable a los cultivos de café en la cordillera central y en las zonas serranas del Sur de la Isla.
Según Henry K. Carroll, enviado especial del presidente MacKinley, informaba sobre el estado de vida de la población, diciendo que por lo regular el puertorriqueño hacía una sola comida en el día de arroz con bacalao, y que pocos, dentro de la clase trabajadora "son robustos", y que los jornaleros,por lo regular "son muy pequeños y decididamente anémicos", y en otra parte de su informe describe:
“En los barrios pobres de las ciudades las casas se construyen a menudo de cajas viejas o tablas cortas que han servido otro propósito. Las casas de éste tipo en Arecibo son alineadas en filas o grupos alrededor de calles y callejones angostos. En una de ellas, el esposo y la esposa estaban sentados en el piso comiendo su almuerzo de un [sólo] plato, mientras un niño desnudo lloraba en un cuarto posterior. No había ni silla ni mesa, sólo un pequeño banquillo de madera.”(102)
En cuanto a los servicios y vías de comunicación e infraestructura de transportes la situación se caracterizaba por la existencia de apenas 140 millas de vías férreas; 285 millas de carreteras; 470 millas de hilos telegráficos instalados, y también existían 100 estaciones de teléfonos.
La prensa y el gobierno de ocupación.
En el mes de enero de 1899 el Gobernador Henry ordenó al Secretario de Justicia que procediera al "sobreseimiento de las causas criminales incoadas por delitos de imprenta durante el régimen anterior".(103) Según una Orden General del 31 de julio de 1899(104) se considera acto sedicioso todo intento de subvertir el orden de cosas creado, y de manera especial se considera sedicioso el "estorbo a la democracia" en la ejecución de alguna ley de Estados Unidos.
Esta misma disposición prohibía el uso de armas, y establecía la censura a la prensa, estableciendo en tal sentido que aquellas publicaciones que afectasen la visión oficial del gobierno serian suspendidas. Textualmente decía: "Si una publicación tiende por su índole a desviar el efecto del pueblo, haciéndolo que menosprecie el gobierno...el autor y el editor incurren en falta punible, sin importar cual fuese o no la intención de éstos".
Los medios de prensa perseguidos durante la ocupación fueron: el periódico Estrella Solitaria, editado por Luís Cavalier, que fue clausurado el 19 de agosto de 1898 por una orden que el general Gilmore, asistente de Miles, impartió al Capitán French. El 22 de agosto fue levantada la restricción que existía contra éste periódico.
En octubre de 1898 el periódico La Bomba de Ponce, editado por Evaristo Izcoa Díaz fue suprimido; el 21 de noviembre del '98 fue clausurado y fueron perseguidos los editores de La Bandera Americana de Mayagüez por haber lanzado criticas a los secretarios del gobierno autonómico por haberse mantenido en sus cargos; y el 9 de diciembre
La Información de Mayagüez, el 24 de febrero de 1900, La Metralla de Ponce por criticar al ministro de Justicia; fue también objeto de censura el periodista Evaristo Izcoa Díaz, quién después del cierre de La Bomba, logró salir con el periódico El Combate, por referirse al caso filipino y al cubano; también en febrero
de 1900 fueron perseguidos los periódicos La Democracia , y El Imparcial de Mayagüez. Asimismo el periódico Porvenir Social fue sancionado por supuestamente atacar el catolicismo.
Otras medidas de contrainsurgencia que se implementan en Puerto Rico son las siguientes: La reorganización de la justicia, lo cual incluyó de manera especial la creación de Tribunales Federales sobre la base del sistema de jurados, y se procedió a la organización de Tribunales locales con sede en los municipios, mejor conocidos como tribunales municipales.
Fue en 4 de enero de 1904 cuando la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos establece que el puertorriqueño no es extranjero.
Las migraciones.
Desde 1899, estando Puerto Rico bajo dominio absoluto de Estados Unidos, el gobierno militar de ocupación estimula y fomenta la emigración de puertorriqueños con experiencia en el cultivo del café, de la caña de azúcar, y otros cultivos, como fuerza laboral exportada hacia sus posesiones de Cuba y Hawai, y así paliar la tensión social que provocaba el desempleo en la Isla que era de un 50 por 100
del total de la población boricua.
Aparte de las emigraciones, se produjeron algunas inmigraciones desde la cordillera y zonas mediterráneas con destino a las poblaciones costeras: Ponce, Mayagüez, San Juan, y otras.
Desde Puerto Rico salieron a partir del 30 de enero de 1901 unos 1,600 inmigrantes nativos con destino a Hawai, ubicada a 6,600 millas de Puerto Rico, en el Océano Pacífico. Durante el gobierno del general Allen se estableció en Puerto Rico el señor Robert McFie, amigo de éste, quien estableció varias oficinas en la Isla: San Juan, Ponce, Aguadilla, desde las cuales se reclutaban trabajadores emigrantes que estuviesen interesados en ir a Hawai. Estas oficinas eran de una compañía denominada “Hawaian Sugar Planter Assoc.”, la cual representaba a los plantadores de Honolulu. La investigadora Milagros Hernández fija en 5,000 el número de los emigrantes con destino a Hawai.(105)
La Ley Foraker.
Desde 1898 el presidente de los Estados Unidos William McKinley entendió que había que regular con ciertas medidas legales el control de los territorios adquiridos como resultado de la guerra con España.
En el caso concreto de Puerto Rico los partidarios de la anexión de esa Isla a Estados Unidos, los señores José Celso Barbosa, Manuel F. Rossy, Rosendo Matienzo Cintrón, y otros destacados miembros del Partido Autonomista Ortodoxo manifestaron en una carta dirigida al presidente de Estados Unidos que: "Aspiramos a constituirnos en] un Estado más de la Unión para afirmar la personalidad del pueblo puertorriqueño, aceptando, entre tanto, las transformaciones que el Congreso estime necesarias, de acuerdo con el grado de cultura y civismo del país".(106)
Igualmente, los anexionistas Genaro Julio Henna y Manuel Zeno Gandia escribieron desde San Juan al presidente William McKinley en Washington, en 19 de abril de 1899 (107), y quienes se dicen a sí mismos ser los "comisionados del pueblo", y expresan que la isla de Puerto Rico con 3,500 millas cuadradas y cerca de un millón de habitantes "ha sido añadida al dominio nacional de los Estados Unidos. Esta adición se ha verificado, como si fuere un mero traspaso de bienes raíces, sin consultar en nada los deseos del pueblo de la Isla y, contrario a todos los precedentes, sin proveer tampoco al estado político de dichos habitantes cuyo estado queda a la buena voluntad de Congreso de Estados Unidos de América".
Estos autodenominados representantes del pueblo, además se refieren a la ley del 20 de abril de 1898 que le dio a Cuba la libertad, y piden para Puerto Rico:
a) el cese del gobierno militar;
b) la creación de departamentos para diversos asuntos relacionados con la administración pública;
c) la reducción del número de tropas en la Isla;
d) que los naturales de Puerto Rico sean considerados ciudadanos de Estados Unidos; y
e) solicitan la creación de un sistema de gobierno colegiado integrado por tres comisionados (tipo el Distrito de Columbia) o en su defecto la designación de un gobernador civil; f) la creación de una legislatura integrada por un Consejo de 15 miembros, dos por cada uno de los siete departamentos de la Isla.
En este sentido sugieren la creación de un Consejo electoral con un miembro de cada uno de los ayuntamientos existentes en la Isla; g) finalmente solicitan que sea ordenado un Censo de población y que se defina el estatus de la isla, sea como estado, sea como territorio, o de otra forma. Firman Genaro Julio Henna y Manuel Zeno Gandia.
Posiblemente tratando de satisfacer estas demandas de los insulares, el presidente McKinley en su discurso-informe a la nación del 5 de diciembre de 1899 opinó que era necesario suplantar el gobierno militar por uno de carácter civil, e inclusive es bien conocido que el gobernador militar George W. Davis recomendó la creación de un gobierno civil para Puerto Rico, aunque entendía que el autogobierno debía ser dado gradualmente.
Los norteamericanos creían en aquel momento que a los puertorriqueños primero había que enseñarlos a gobernarse, y que la mejor forma de hacerlo era permitiéndoles ejercer el gobierno en los ayuntamientos, es decir, en los gobiernos municipales de la Isla.
Esta idea sobre la ineptitud de los puertorriqueños para ejercer un autogobierno, el mismo Eugenio María de Hostos llegó a afirmar que: "La realidad ha sido que Puerto Rico no tenía, no ha podido tener y no tiene una clase gobernante, ni un pueblo gobernante, simple, necesaria y materialmente, porque no le permitieron jamás el ejercicio normal de los derechos que forman al pueblo, ni la disputa racional del poder que forma a las clases gobernantes".
Un interesante informe preparado por el reverendo Henry C. Carroll,(107) quién visita Puerto Rico en 15 de octubre de 1899 para estudiar la situación de la Isla y determinar la capacidad de autogobierno de los puertorriqueños, recomienda su habilitación.
Otros comisionados para investigar la situación insular y recomendar las medidas oportunas fueron los señores: general Robert Kennedy, Mayor Charles W. Watkins, y el juez Henry G, Curtis, quienes, contrario a Carroll que sostuvo la viabilidad del autogobierno, entendieron que debido al analfabetismo, a las malas prácticas administrativas, y a otros problemas existentes en la Isla, heredados del Colonialismo español, previo a permitir el autogobierno de los boricuas había que desarrollar en la Isla un proceso de americanización mediante la implementación de nuevas leyes, de una nueva forma de educación y por medio del fortalecimiento de las instituciones existentes en la Isla.
En sentido general los norteamericanos creían que en Puerto Rico, los principales problemas estaban dados en el sistema educativo, en las deficiencias en el cobro de rentas internas y patentes, en el sistema judicial, en la emigración, y en el orden monetario vigente, aunque se creyó que el Código Civil español vigente en la Isla era bueno, y que debía ser reformado gradualmente según las necesidades del porvenir. Se creyó un imperativo implementar el libre comercio entre Puerto Rico y Estados Unidos.
Un periodista puertorriqueño, Pablo Roig, satirizó con estos versos los que se denomina la Ley Foraker:
“La ley Foraker decía \ con el mayor despotismo,\ que todos los extranjeros \ que hubieran aquí vivido, \ tenían derecho a pedir \ que les fuera concedido \ el favor de "bautizarles" \ ciudadanos, cual nacidos \ en el estado de Kansas \ o de Missouri o de Ohio, \ y los que de esta Borinquen \ eramos hijos legítimos, \ teníamos que seguir siendo \ Citizens de Puerto Rico. \ Esa era ley del embudo \ como mi abuelo me dijo".(108)
Surge la interrogante ¿Qué fue realmente la Ley Foraker? Entre los meses de enero a febrero de 1900 fueron presentados en el congreso de Estados Unidos sendos proyectos sobre el caso de Puerto Rico. Uno de estos proyectos era del senador republicano por Ohio Joseph B. Foraker, miembro del comité de asuntos insulares, y otro de Sereno Payne, republicano por Nueva York, y miembro del comité de medios y arbitrios de la Cámara de Representantes, siendo ambos fusionados en un nuevo proyecto denominado Foraker-Payne, que terminó finalmente conociéndose con el nombre de proyecto Foraker, que realmente fueron dos: uno que se sometió a la ponderación legislativa en 9 de enero de 1900, y que constaba de 38 secciones, de las cuales resaltaban tres aspectos básicos:
a) el relacionado al establecimiento en Puerto Rico de un gobierno civil que sustituyera el gobierno militar;
b) la determinación de los derechos políticos y civiles de los puertorriqueños; y c) la regulación de las relaciones económicas y fiscales entre Puerto Rico y los Estados Unidos. La ley Foraker se estableció en Puerto Rico desde el 12 de abril de 1900 hasta el 2 de marzo de 1917.
Sobre el primer aspecto, el gobierno civil, se ponderó crear el cargo del gobernador para la Isla, designado por el presidente de Estados Unidos por un periodo de cuatro años con un gabinete de seis miembros: un secretario, un tesorero, un procurador general, un contador, y dos comisionados: uno de educación y otro de interior.
Se propuso crear una legislatura insular de tipo bicameral, cuyos miembros debían ser electos por las personas cualificadas, y se acordó dar la ciudadanía de Estados Unidos a los boricuas.
Sin embargo, en 24 de enero de 1900 el senador Orville H. Platt (Rep.-Conn.), introdujo una enmienda de tipo proteccionista la sección 6 del proyecto Foraker, lo que dio lugar a la modificación del mismo, y finalmente en 12 de abril de 1900 se aprobó la Ley de gobierno civil o Ley Foraker, la cual imponía una nueva tarifa comercial al intercambio económico con los Estados Unidos, y negaba tajantemente a los puertorriqueños el derecho a ampararse en la constitución de Estados Unidos, les negaba la ciudadanía de la Unión americana y les impedía enviar un delegado al congreso.
Notas y referencias:
1. Francisco De Goenaga: Los sepultureros de España en Puerto Rico. O sea Macías, su ayudante Cervera, Camó y su tiempo. San Juan, Imprenta de Boada, 1899, P. 32.
2. En Asuntos de Puerto Rico, Madrid, 1869, P. 66, citado por Lidio Cruz Monclova: Historia del año 1887, P. 19.
3. Citado por Lidio Cruz Monclova: Historia del año 1887, P. 35.
4. Lidio Cruz Monclova: Historia del año 1887, PP. 18-19.
5. Alden March: A New History Of The Spanish American War, Including: The Post History and Future Destiny of Our New Possessions. Philadelphia, P. A., American Book & Bible House, 1899, PP. 456-457.
6. El cunerismo era la práctica del Ministerio de Ultramar español de "elegir" y nombrar en las Cortes a peninsulares, como representantes de Puerto Rico, quienes casi siempre desconocían la isla, su pueblo y sus problemas, y aún así representaban distritos insulares como Humacao,Bayamón, Yauco, Mayagüez, etc...(Nota del Francisco Berroa).
7. Burgos Malavé, Eda: La carta autonómica de 1897 en Puerto Rico. Revista Caribe, Año IV-V, números 5-6, (1983-84). Publicación de los estudiantes del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe (CEA). Edición de la Revista Histórico del Caribe, Inc., P. 106.
8. Scarano A., Francisco: Puerto Rico, Cinco Siglos de Historia. Bogotá, editorial McGraw Hill, 1993, P. 516.
9. Lidio Cruz Monclova: Historia del año 1887, P. 12.
10. José Pérez Moris citado por Lidio Cruz Monclova: Historia del año 1887, PP.14 y 15.
11. José Pérez Moris citado por Lidio Cruz Monclova: Historia del año 1887, P.16.
12. El programa de 1883 se halla reproducido en: Lidio Cruz Monclova: Historia del año 1887, PP. 65-66.
13. En: Diario de la sesiones de las Cortes-Congreso de los Diputados, Legislatura de 1881-82, tomo XI, PP. 4919-4914, parcialmente reproducido en: Lidio Cruz Monclova: Historia del año 1887, PP. 90-91-92.
14. Ver: En: Diario de la sesiones de las Cortes-Congreso de los Diputados, Legislatura de 1882-83, tomo VIII, PP. 3055-3060; parcialmente reproducido en: Lidio Cruz Monclova: Historia del año 1887, PP. 93-100.
15. En: Fernando Picó: Opus cit., 1993, PP. 196-7.
16. Ver: Celso Barbosa: En charla con el pueblo puertorriqueño, periódico El Tiempo, 24 de abril, 10 y 16 de mayo de 1918. Antonio S. Pedreira: Opus cit., 1965, PP.68-84, reproduce fragmentos de estos artículos
17. Scarano A., Francisco: Opus cit., 1993: P. 520.
18. Luís Muñoz Rivera (1859-1916), nació en Barranquitas el 6 de noviembre de 1859, fue periodista y un hábil e intuitivo político, en 1887 fundó el Partido Autonomista. Viajó a España desde fines de 1896 hasta febrero de 1897, en donde firmó el Pacto Sagasta, en enero de ese año. Fue Secretario del Gobierno Autonómico en 1898, y se opuso a la ocupación de Estados Unidos. Criticó duramente la Ley Foraker de 1900, y desde 1901 vivió en New York en donde editó el periódico "The Puerto Rico Herald". En 1906 fue delegado unionista en la Cámara, y en 1910 fue
electo Comisionado residente en Washington, falleció en 1916 (Nota del Francisco Berroa).
19. José Celso Barbosa Alcalá (1857-1921), médico y político nacido en Bayamón, Puerto Rico, el 27 de junio de 1857, hijo del albañil Hermogenes Barbosa Tirado y de Carmela Alcalá, de ascendencia venezolana. Realizó estudios de medicina en Ann Arbor, Michigan, Estados Unidos, y se graduó en 1880. En 1882 ingresó al Partido Liberal Reformista, siendo delegado a la Asamblea de éste Partido celebrada en Ponce en 1886, fue miembro fundador del Partido Autonomista de Puerto Rico, y en 1893 ingresó, por elección, a su Directorio General. En 1898 ocupa el cargo de
Subsecretario de Instrucción Pública del gobierno autonómico que se establece a partir del mes de febrero. A partir de la ocupación militar de Estados Unidos Barbosa se convierte en un cooperador incondicional de los norteamericanos, y el 4 de julio de 1899 fundó el Partido Republicano con el fin de lograr la anexión de la isla. Murió en San Juan, el 21 de septiembre de 1921 (Nota del Francisco Berroa).
20. Rafael María de Labra nació en La Habana, Cuba, y se distinguió por su postura abolicionista. En 1869 fue miembro de la Junta Central Revolucionaria de Madrid en contra de la esclavitud en las Antillas, además era un sagaz y talentoso político liberal, partidario de la instalación en Cuba y en Puerto Rico de la autonomía administrativa. Labra favoreció la elección de diputados antillanos a las cortes, y fue diputado de Cuba en varias legislaturas y senador por Cuba en 1881,
1886 y 1896. Este cubano fue "cunero" de Puerto Rico, durante mucho tiempo, en las Cortes españolas en calidad de diputado (Nota del Francisco Berroa).
21. En: Cruz Monclova: Baldorioty de Castro, PP. 188-189.
22. Los remedios del mal, en La Democracia, Ponce, Puerto Rico, 12 de marzo de 1891. Reproducido por: Antonio S. Pedreira: Un hombre del pueblo José Celso Barbosa. San Juan, Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1965. P. 111.
23. En: Antonio S. Pedreira: Opus cit., 1965. P. 111.
24. En: Burgos Malavé, Eda: Revista Caribe, Año IV-V, núm. 5-6 (1983-84), P. 108, y Rafael María Labra, Cuestiones palpitantes de política, Madrid, 1897, P. 225.
25. Burgos Malavé, Eda: Revista Caribe, Año IV-V, núm. 5-6 (1983-84), P. 108.
26. Roberto H. Tood: Génesis de la bandera puertorriqueña. Betances, Henna, Arrillaga. Madrid, ediciones Iberoamericanas, 1967. 2a. Edición. P. 18. Ver Scarano: 1993: P. 533, quién reproduce esta cita trasmano de forma incorrecta.
27. Ricardo Alegría: En el centenario de nuestra Bandera Nacional. Revista Programa de las Fiestas de la calle San Sebastián, 19 al 21 de enero de 1996. San Juan, Impreso por Nelkan, 1996. Ver P. 4 y contraportada.
28. Carta de Henna a Betances, New York, 28 de febrero de 1896, en: Ricardo Alegría: Opus cit., Ver P. 4 y contraportada.
29. Roberto H. Tood: Opus cit., PP. 21-22.
30. En: Roberto H. Tood: Opus cit., P..22.
31. En: Burgos Malavé, Eda: Revista Caribe, Año IV-V, núm. 5-6 (1983-84), P.110.
32. Ambos publicados en la Gaceta de Madrid el 26 y 27 de noviembre de 1897.
33. Burgos Malavé, Eda: Revista Caribe, Año IV-V, núm. 5-6 (1983-84), P. 125.
34. Ibídem.
35. Rivero Méndez: Opus cit., P. 18.
36. Rivero Méndez: Opus cit., P. 18.
37. La información la ofrece Rivero (1922), y Roberto H. Tood (1967) así lo confirma, alegando que Henna era una persona ingenua y que creía en la buena voluntad y el desinterés de la ayuda de Estados Unidos, aspecto sobre el cual Betances le había hecho una advertencia preventiva (Nota del Francisco Berroa).
38. Citado por: Rivero Méndez: Opus cit., P. 19. Rivero no indica la fecha de la carta, pero fue escrita en fecha.
39. Luís Muñoz Marín: Opus cit., 1984, P. 67. Subrayado del Autor.
40. Rivero Méndez: Opus cit., P.462.
41. Todo lo relativo al caso Holstead se halla en: Rivero: Opus cit., PP. 24-35.
42. Verse: Fernando Picó: 1987, P. 48, y NARA, RG 108, entry 122, Hedquaterrs of the Army in the field. Letters and telegrams received, Vol. 188.
43. Fernando Pico: Opus cit., 1987, PP. 48-49.
44. Rivero: Opus cit., PP. 140-141.
45. En: Ibídem, P. 38.
46. En: Ibídem, P.39.
47. Según White, Opus cit., 1898: P. 331.
48. Francisco De Goenaga: Opus cit., 1899, PP. 25-26.
49. En: Ibídem, PP. 26-27.
50. Almirante Cervera citado por Francisco De Goenaga: Los sepultureros de España en Puerto Rico, P. 30.
51. Ibídem, P. 31.
52. La Bruja, 17 de abril de 1898. "Ecos de Vega Baja" P. 4. En: Picó: Opus cit., 1987, P. 44.
53. Rivero Méndez: Opus cit., 1922, P. 145.
54. Miles, nació en Massachussets en 1839,-y, a raíz del inicio de la guerra de Secesión, en 1861 ingreso al ejército; en 1865 era coronel. Combatió a los indios Sioux, Cheyennes, Kiwas y Comanches, en 1877 capturó al jefe indio José y a sus partidarios, y en 1878 enfrentó y capturó al guerrero indígena Elk Horn. Luego, en 1886 rindió a los guerreros indígenas Jerónimo y Natches, y su férrea voluntad logró someter todas las tribus Apaches de Arizona y Nuevo México. En 1894 enfrentó la huelga de obreros del ferrocarril de Chicago. Tras la guerra en Cuba y Puerto Rico alcanzó el rango de Teniente-General (Nota del Francisco Berroa).
55. En: Ibídem, P. 182.
56. Chandwick: The relations of United States and Spain. The Spanish War. II vol. New York, Charles Scribner's Sons, 1911, II, P. 285.
57. Carta de Miles de fecha 25 de julio de 1898. En: Rivero: Opus cit., P. 195.
58. El espíritu oportunista de la burocracia colonial de los municipios se puso de manifiesto en la persona del alcalde de Yauco, Francisco Mejía, quien publicó el 25 de julio de 1898 una proclama de lisonja a la ocupación, la cual terminaba diciendo: "¡Ciudadanos! ¡Viva el gobierno de los Estados Unidos de América! ¡Vivan sus valientes tropas! ¡Viva Puerto Rico Americano!", y terminaba así: "Yauco (PR.), Estados Unidos de América". En: Ibídem, P. 218.
59. Picó: Opus cit., 1987, P. 88. Picó refiere como fuente de información al New York Times, Jul. 27, 1898, P. 1.
60. Ver: Rivero Méndez: Opus cit., P. 216.
61. Para Picó (1987), José Maldonado (Águila Blanca), es un individuo, barbero de profesión, con amplios antecedentes penales, y que había recibido una condena por robo. Dice que su nombre se menciona varias veces en la correspondencia de los oficiales de Estados, quienes lo tenían como un colaborador voluntario. El área de acción de su banda estaba comprendida entre Juana Díaz y Ponce. En enero de 1899 obtuvo un indulto de las autoridades de Estados Unidos vía el periodista dominicano Eugenio Deschamps, quién para ese entonces dirigía un periódico en Mayagüez. El mismo Maldonado declara en una carta que envió a Deschamps que el había combatido a los españoles y colaborado con los norteamericanos. Se sabe que luego del indulto
perdió un ojo en una balacera, enfrentando la policía de Ponce. Ver F. Picó: 1987, PP. 155 y siguientes. En un trabajo de tesis, Delgado Colón (1982), lo considera un patriota que apoyó desde Toro Negro, con 500 ó 600 hombres, el denominado Grito de Ciales, 13 de agosto de 1898, en donde presuntamente se proclamó la independencia de Puerto Rico, aunque éste no presenta evidencias documentales, ni testimonios (Nota del Francisco Berroa).
62. From U.S. War Department, Military Government of Puerto Rico from October 18, 1898 to April 30, 1900. Government Printing Office, Washington, 1902.
63. Pablo Roig, Historia de Puerto Rico en verso, Mayagüez, edición de mayagüez Printing Co., 1923, PP.46-7.
64. De acuerdo con el periodista Harding (1898), el fue el primer norteamericano en entrar al pueblo de Coamo.
65. Para un mejor conocimiento de los aspectos relativos a la escaramuzas militares de esta recomiendo leer a Fernando Picó: 1987, PP. 57-64, y a Rivero Méndez: 1922, PP. 65-378.
66. Rivero Méndez: Opus cit., P. 7.
67. Ibídem.
68. Francisco De Goenaga: Opus cit., PP. 23-24.
69. Ibídem, PP. 24-25.
70. Ibídem, PP. 23.
71. Ibídem, P.20.
72. Irene Fernández Aponte: El Cambio de soberanía en Puerto Rico. Otro '98. Madrid, MAPFRE, 1992, P. 19.
73. Delgado Colón: Opus cit., P. 12.
74. Carta del Alcalde de Ciales, Rodolfo Figueroa, al Mayor-General Miles, redactada en Ponce el 15 de agosto de 1898. En: Fernando Picó: Opus cit., 1987, P. 92.
75. Carta de Pablo Pietri, Alcalde de Ciales, al general Schwan, de fecha 20 de agosto de 1898, en Ibídem, PP. 92-93.
76. Scarano S., Francisco: Opus cit., P. 556. Ver: Negrón Portillo, Mariano: Cuadrillas anexionistas y revueltas campesinas en Puerto Rico, 1898-1899. Río Piedras, editorial Universidad de Puerto Rico, 1897.
77. El Alcalde de Ciales, Rodolfo Figueroa, dice en una carta a Miles de fecha 15 de agosto de 1898 que: "Por aquellos campos hay un peninsular que anda con una partida de malhechores y en sus correrías se apropia de mi nombre". En Fernando Picó: 1987, P. 92.
78. Ibídem, P. 90.
79. Ibídem, P. 89.
80. Military Government of Puerto Rico From October 18, 1898 to April 30, 1900. Appendices to the report of the military governor, Gov. printing Office, Washington, 1901, PP. 311-312.
81. En: Rivero Méndez: 1922: P. 218.
82. Ver: A. H. P. R.: Archivo Central de la Fortaleza, Cajas 15, 16 y 20.
83. G. W. Davis: Report on civil affairs of Puerto Rico, 1899. Imprenta gubernamental, Washington, D.C., 1900. P. 14. En: Irene Fernández Aponte: El Cambio de soberanía en Puerto Rico. Otro '98, Madrid, MAPFRE, 1992, P. 142.
84. Fernando Picó: Opus cit, 1987, P. 201.
85. "Las partidas hicieron particular mella en el comercio rural. Para éstos, las tiendas de raya constituían un blanco natural. En primer lugar, tenían una reserva de alimentos y de artículos de primera necesidad que resultaban tentadores para los asaltantes. Luego, también estaban los libros de la tienda en que se consignaban las deudas del vecindario, pagaderas en trabajo o en cosechas
Finalmente, más que ninguna otra edificación rural, la tienda representaba el dominio económico de los grandes y del pueblo sobre los pequeños agricultores y los trabajadores rurales". Ver: Fernando Picó: Opus cit, 1987, PP. 122-123.
86. Ver: Ibídem, PP. 97 y siguientes.
87. Ibídem, P. 125.
88. Ibídem, P. 98.
89. Fernando Pico: Opus cit., 1993, P. 45.
90. Francisco De Goenaga: Opus cit., PP. 65.
91. Ibídem, PP. 65-66.
92. Ibídem, PP. 66-67.
93. En: White: Opus cit, 1898: P. 427.
94. En: White: Opus cit, 1898: P. 427.
95. En: Ibídem, P. 428.
96. En: Ibídem, P. 428.
97. Una Cuerda es una medida de superficie usada en Puerto Rico equivalente a 4,000 Mts. cuadrados (Nota del Francisco Berroa).
98. Rodríguez Cancel: Opus cit., P. 142.
99. Carroll: Report on the Island or Porto Rico: Its populations, civil government, commerce, industries, productions, roads, tariff and currency with recommendations. Government printing office, Washington, 1899.
100. Ver: Archivo Central de la Fortaleza, Caja 24, Carta del General Davis al Secretario del Interior del 12 de junio de 1899.
101. Ver: Archivo Central de la Fortaleza, Caja 39, Núm. 7634.
102. Henry C. Carroll: Report on the Island or Porto Rico: Its populations, civil government, commerce, industries, productions, roads, tariff and currency with recommendations. Government printing office, Washington, 1899, PP. 36-49, y en Scarano: 1993, P. 569. La traducción que reproduzco es la de Scarano, con la sintaxis levemente modificada.
103. En: Fernando Picó: Opus cit., 1987, P. 189.
104. Es la Orden General, de esa fecha, Núm. 109, en General Orders, and Circulars, Military Departament of Puerto Rico (Washington, Government Printing Office, 1900).
105. Milagros Hernández: Conversando con nuestra gente en Hawai. Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña, año XXV, No. 94, octubre-diciembre 1986. PP. 1-6.
106. En: Luís Díaz Soler:Rosendo Matienzo Cintrón: orientador y guardián de una cultura, 2 vols., Río Piedras, Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1960, Vol. I, PP. 163-164.
107. Carroll: Report on the Island or Porto Rico: Its populations, civil government, commerce, industries, productions, roads, tariff and currency with recommendations. Government printing office, Washington, 1899, P. 57-58.
108. Pablo Roig, Historia de Puerto Rico en verso, PP.63-63.
Por: FRANCISCO M. BERROA UBIERA
HISTORIADOR
Dedicatoria: Para don Ricardo Alegría, por su patriotismo y por su bonhomía, a él debo todo lo que aprendí sobre el pueblo borincano que vive y palpita en su obra educativa y cultural.
http://notihistoriadominicana.blogspot.com/2009/07/la-guerra-hispanoamericana-en-puerto.html