El domingo primero de marzo asumió el nuevo gobierno, el de la Coalición Multicolor. El presidente electo, Lacalle Pou, realizó el discurso de asunción de mando bajo la atenta mirada de sus invitados: Luis Almagro, Iván Duque, Mario Abdo, Jair Bolsonaro, Sebastián Piñera y Felipe VI. Todo el polo de derecha continental e ibérico se reunió en el palco, salvo la dictadora boliviana Jeanine Añez que faltó a la cita.
El discurso que duró aproximadamente treinta minutos dejó varias cuestiones a analizar.
Empezó diciendo que los gobernantes eran empleados de los ciudadanos, en una concepción empresarial del Estado. Lejos muy lejos del gobernar obedeciendo de los zapatistas, por ejemplo.
Lacalle Pou hizo pocos anuncios ante la Asamblea General y redundó en las mismas formas retóricas que usó durante su campaña electoral.
Lo nuevo es el fin de quince años de gobierno del centroizquierdista Frente Amplio (FA) y el inicio de su presidencia gracias a la coalición multicolor (más conocida como todos contra el FA), tres décadas después de la asunción de su padre Luis Alberto Lacalle Herrera.
Cinco partidos forman la coalición: el Nacional, el Colorado (los dos tradicionales), el Independiente, el de la Gente y el ultraderechista Cabildo Abierto, a partir del “Compromiso con el país” firmado antes del balotaje de noviembre último que nadie sabe hasta cuándo durará la sociedad. Lacalle solo necesita los votos de los colorados y los de Cabildo Abierto para lograr la mayoría parlamentaria.
Enseguida planteó tres ejes fundamentales de su gobierno.
El primero, la preocupación por el déficit fiscal y a raíz de ello la creación de una regla fiscal.
Mayor apertura al libre mercado y austeridad.
Una palabra que hemos escuchado repetir por distintos gobiernos en la antesala de políticas de ajuste severo.
Como buen gobierno neoliberal de manual, se plantea por un lado austeridad y control de los gastos pero por otro lado se crea una agencia de evaluación y monitoreo de las políticas públicas, es decir burocracia y más burocracia.
En materia de seguridad, al novel presidente, lo desvelan tres cuestiones: el narcotráfico, la delincuencia y el abigeato.
Ni una sola mención a los femicidios y a la violencia de género en toda su complejidad. Como si de inseguridad no se tratara.
Otro de los puntos a destacar es el anuncio de una reforma en la seguridad social según "la expectativa de vida moderna". Es decir, extender la edad de retiro en clara sintonía con el Fondo Monetario Internacional, propuesta en la que también habían estado a favor el expresidente José "Pepe" Mujica y el exministro de Economía Danilo Astori, dos de los dirigentes del centroizquierdista Frente Amplio.
También planteó Lacalle la necesidad de un "cambio en la gobernanza de la educación" pero nada dijo de los artículos en la Ley de Urgente Consideración que plantea la mercantilización de ésta. No sorprende que el nuevo elenco del gobierno no esté conformado por completo, obligando a las viejas autoridades a permanecer en sus puestos.
Como anhelo, Lacalle Pou, pidió que evaluaran a la libertad durante su gobierno luego de los cinco años de gestión, y paso siguiente enumeró varias libertades que corresponden al plano individual e incluso del deseo.
En materia del rol que va a tener el Estado, quiso ejemplificar con situaciones que lo mantenían en una equidistancia entre las partes, que claramente niega las desigualdades sociales y cómo se estructura el capitalismo en sí.
Por ejemplo, cuando dijo que iba a mediar "entre los trabajadores y los que generan trabajo". Ni lerdo ni perezoso corrió el eje de la discusión. El punto es quién genera riqueza y no puestos de trabajo.
Finalizando el discurso se centró en dirigirse a los jefes de Estado presentes, afirmando la necesidad de fortalecer el Mercosur pero también dejar un margen para flexibilizarlo y que cada país negocie bilateralmente a placer (con lo que no cincicden varios de sus socios), así como también hizo énfasis en cerrar de una vez el tratado de libre comercio con la Unión Europea.
Más allá de lo dicho, también es necesario señalar lo no-dicho. Las ausencias son tan importantes como las presencias. Los colectivos LGBTI apenas fueron nombrados y ni una mención a los afrodescendienmtes. Los suicidios siguen siendo tabú y en ningún partido político siquiera se nombra el tema.
La deuda pública fue una de las grandes ausentes en el discurso y el tema de la salud brilló por su ausencia.
La Memoria, Verdad y Justicia sobre las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura civil-militar fueron relegadas al olvido. Por supuesto que la clase trabajadora fue un sujeto ajeno al ideario neoliberal.
El peón rural no fue centro de preocupación por parte del presidente. Sabemos que el Partido Nacional, del cual Lacalle es el líder, tiene como pilar a la población rural, pero sólo a los dueños de la tierra.
Cerró Lacalle su olvidable discurso con un "Viva la Patria" y abrió oficialmente el ciclo donde gobiernan familias patricias, militares nostálgicos de la dictadura y millonarios oportunistas del poder.
Nicolás Centurión
Licenciado en Psicología, Universidad de la República, Uruguay. Miembro de la Red Internacional de Cátedras, Instituciones y Personalidades sobre el estudio de la Deuda Pública (RICDP). Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)
http://estrategia.la/2020/03/02/asumio-lacalle-un-discurso-sin-mayores-anuncios-pero-que-mete-miedo/
https://www.alainet.org/es/articulo/205019