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Rusia y Siria despliegan en Idlib la táctica de la pinza contra Turquía y la OTAN


Desde hace más de una semana las fuerzas turcas golpean a las unidades del ejército sirio con artillería y obuses para impedir su avance hacia el centro de la provincia de Idlib en un movimiento de pinza.

Los obuses turcos han causado muchas bajas en el ejército sirio, que tomó represalias con artillería de campaña antes de entrar en la ciudad de Sarakeb bajo el fuego de la aviación rusa.

El ejército sirio lanzó un misil balístico táctico OTR-21 Tochka en Idlib contra un centro de mando yihadista. 

El uso del Tochka no es nuevo, pero demuestra la determinación de Damasco y sus aliados para responder a las amenazas de una intervención militar a gran escala por parte de Ankara.

Las unidades de choque sirias avanzan puntualmente cuando el de las unidades de reconocimiento se hace imposible.

Rusia desempeña un papel destacado en la elaboración de los planes militares, sumamente complejos, para recuperar el terreno perdido por las fuerzas regulares, neutralizando al mismo tiempo una reacción adversa violenta sin medios militares.

Erdogan sigue amenazando con una intervención a gran escala para “salvar la provincia de Idlib”, la última que el gobierno sirio y sus aliados intentan recuperar. 

El Presidente turco ha insistido en que nunca dejará que Idlib caiga “en manos de Assad y sus seguidores” porque la considera un protectorado “donde florece la democracia”; no como en el resto de Siria.

Las unidades turcas siguen entrando en Idlib desde Iskenderun. Esta madrugada más de 90 vehículos blindados entraron a través de Kafr Lusin. Al convoy le sigue otro compuesto por más de 18 carros de combate y múltiples lanzadores de cohetes.

Para el gobierno de Damasco estos movimientos son una invasión de la OTAN y ha ordenado a las tropas regulares y a las milicias que luchen contra la agresión.

Por su parte, Erdogan ha dado una especie de ultimátum a los sirios que se puede traducir así: “O retiran sus fuerzas de la retaguardia de las líneas turcas o les golpearemos”.

El ultimátum muestra que la estrategia adoptada por Damasco y Moscú en Idlib es extremadamente elaborada, una especie de tenaza. Una de las pinzas permitió al ejército regular posicionarse detrás de las líneas defensivas turcas en Idlib y amenazar con interrumpir sus líneas de suministro con Turquía.

La táctica de Rusia en Siria toma en cuenta que Turquía pertenece a la OTAN, por más que la alianza imperialista haya dejado claro que nunca saldrá al rescate del ejército turco en Idilib.

Lo mismo que la desplegada en el este de Ucrania contra el mismo oponente, la táctica rusa es sutil. En ambos casos, se trata de maniobrar para impedir que el oponente pueda recurrir a sus valedores.

Al mismo tiempo, empuja a Ankara y la OTAN a cometer más y más errores de percepción. Los improperios de Erdogan son la mejor demostración de ello.

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