Nicaragua: “Oenegé” de Javier Meléndez Quiñónez facturó C$88 millones anuales

El bloqueo de Cuba: crimen y fracaso

La riqueza de pocos depende de la miseria de muchos


Para nadie es un secreto, que en gran parte de las mentalidades de la sociedad actual, la meta es estudiar para profesionalizarse en algún campo laboral. Trabajar para así conseguir ese «éxito» anhelado. Ese supuesto éxito, es aquel que nos infunden en nuestro círculo social y laboral, e incluso desde el ámbito educativo y desde el seno familiar.
El de tener una vida prospera; salir de un estatus económico menos favorecido, a otro más acomodado y privilegiado.


Para alcanzar este objetivo, se requiere trabajar exhaustivamente desde un principio, e ir ganando posiciones más adecuadas siempre y cuando se manifieste ante los superiores, estar de acuerdo con sus políticas y condiciones, llegando incluso al punto, de dejarse domar por ellos, hasta lograr las condiciones materiales para poder emprender tú propio negocio.

La educación es víctima de esto, ya que está basada en el sistema actual en que vivimos, y nos preparan para sobrevivir en el sistema, exponiéndonos a una competencia permanente, moldeándonos una meta donde el principal objetivo es alcanzarla superando al otro, y muchas veces a costa de su fracaso, de su miseria, de su sufrimiento. 

Es injusto que en muchos casos no se pueda estudiar lo que nos apasiona por su escasa oferta en el mundo laboral. ¿Y esto a que se debe? 

A que este sistema busca explotar en el empleado sólo lo que les interesa a las clases dominantes, lo que les sea productivo, sólo con un fin lucrativo, repercutiendo de manera nefasta, en nuestras decisiones sobre qué estudiar para poder alcanzar un “mejor futuro”.

El sistema capitalista, para dejar más en claro a cuál sistema nos referimos, nos ha acostumbrado a seguir este patrón de vida y hasta preconizarlo. 

Nos hace creer que con nuestro incontable esfuerzo (pintándonos una falsa libertad), seremos capaces de llegar a ser como esos grandes magnates multimillonarios, que salen en magazines de negocios como Forbes y en la TV, sin tomar en cuenta las diferentes oportunidades que tiene cada persona, determinadas a su vez por la división de clases que existe en la sociedad. Nos venden una inexistente y manipuladora imagen de lo bueno que es tener muchísimo dinero, pero jamás nos revelarán que ellos son usufructuarios de tales riquezas a expensas del trabajo de otros.

Federico Engels, quien junto a Marx desarrolló ése cuerpo de ideas para la transformación revolucionaria de la sociedad, que es el Socialismo Científico, lo dejo bien claro: «Desde el momento mismo en que nació la burguesía lleva en sus entrañas a su propia antítesis, pues los capitalistas no pueden existir sin obreros asalariados». 

La explotación en el capitalismo no es ningún invento. De hecho, la explotación del hombre por el hombre se ha visto desde mucho antes del nacimiento de los mercados, con características diferentes, pero con la misma intención y filosofía: «La riqueza de pocos depende de la miseria de muchos»

Este adiestramiento lo tornan en realismo, tomemos como ejemplo, las famosas multinacionales de marcas que todos reconocen, pero que a su vez, su funcionamiento desconocen. 

Están presentes en todos los continentes con países oprimidos, coloniales y semi coloniales, donde se aprovechan de la fuerza de trabajo de personas con situaciones económicas deprimentes, que se ven obligadas a venderse como mercancía, a dejar su vida en el trabajo, dependiendo de las decisiones de sus jefes, e incluso llegando a morir por causa de accidentes o enfermedades laborales, situación que podemos en todo el mundo, sobre todo en los mal llamados países “tercermundistas” o “subdesarrollados”, donde estas transnacionales son reinas, y hacen enormes fortunas a costa del sudor, el sufrimiento y la sangre de millones de seres humanos que se ven obligados a vivir peor que animales.

“El proletariado es la clase social que consigue sus medios de subsistencia exclusivamente de la venta de su trabajo, y no del rédito (renta) de algún capital; es la clase, cuyas dicha y pena, vida y muerte y toda la existencia dependen de la demanda de trabajo, es decir, de los períodos de crisis y de prosperidad de los negocios, de las fluctuaciones de una competencia desenfrenada». Así describió Engels a la clase trabajadora.

Estas personas, que por cierto son la mayoría de los que habitan este planeta, están dispuestas a convertirse en esclavos de los magnates de las industrias (que desdeñan y están desinteresados del modo de vivir de estas personas). En numerosísimos casos ni siquiera se les respetan las horas legales de trabajo, y deben enfrentar condiciones laborales realmente precarias, así como otras barbaridades, y a pesar de ello, no tienen a donde correr, no hay escapatoria a la barbarie en el marco del propio sistema capitalista.

 Como todo trabajador del mundo, dependiendo de su situación económica se verá forzado y coaccionado por esa situación de necesidad, a vender su fuerza de trabajo para sobrevivir, terminando en la mayoría de los casos adaptándose al mismo, aunque ello no niega que pueda despertar de tal letargo. La lucha de clases y la revolución socialista, son la única alternativa real a esta existencia de miseria y sufrimiento.

Como hemos podido observar, este modelo económico, además de acarrear el modo brutal de explotación con salarios de miseria y hambre, que les suele ser más barato de pagar, a fin de poder compensar los intereses personales de esta minoría adinerada en la venta de sus productos, busca la dominación total del mercado por medio de los monopolios empresariales, en medio de una total anarquía de la producción, que trae consigo consecuencias como las crisis cíclicas, hecho que se deriva de la sobreproducción de mercancías, ya que las industrias funcionan individualmente sin regulación de algún tipo, buscando acaparar todo el mercado. 

Pero esto se permitirá siempre y cuando exista un Estado servil sometido a los mandatos de la burguesía, por eso los trabajadores y trabajadoras debemos desmantelar el aparato de estado burgués, y construir un estado de la clase obrera, para la clase obrera y por la clase obrera.

Es gracias al trabajador que se producen las riquezas en la sociedad, mientras el patrón tan sólo busca utilizar a las personas siempre y cuando le convenga para su propio bien, sin mover un dedo, ya que, EL CAPITAL QUE GANA LO PRODUCE EL TRABAJADOR, además, el descaro de estos señores es que se llevan el mayor porcentaje. Es un tema que se ve a nivel mundial todos los días, a todas horas, en todos los rincones. 

Quienes por simple razonamiento lógico se han dado cuenta que este sistema no es el apropiado, debido a sus injusticias, claramente obvias, deben influenciar a los demás para erradicarlo, ya que el sistema capitalista como tal no se le reforma, se le elimina y se le cambia por otro sistema.

Mientras traten de ocultar estas injusticias con reformas, en respuesta ante protestas y huelgas por parte de los oprimidos, ante la influencia de asambleas y organizaciones de trabajadores, sindicatos pro socialistas enormemente formados, se mantendrán las mismas contradicciones dentro del capitalismo que igualmente producen y continuarán produciendo mayores crisis.

 Mientras se sigan aprovechando de la fuerza y del intelecto de la clase trabajadora para llenar sus bolsillos. Mientras la riqueza de algunos dependa del Proletariado.

 Mientras que nos pinten esa falsa libertad capitalista. No descansaremos en esta lucha, la lucha de clases.

Related Posts

Subscribe Our Newsletter