Nicaragua: “Oenegé” de Javier Meléndez Quiñónez facturó C$88 millones anuales

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Nicaragua: "Clase media" y Revolución

El argentino Rafael Ton era un autor desconocido. Era, porque Rafael Correa puso “de moda” su ahora famoso y original “Síndrome de doña Florinda”, donde la vecindad recreada por el genial cómico mexicano Roberto Gómez Bolaños (chespirito), en su longevo programa humorístico “El chavo del ocho”, es convertida por el argentino en una alegoría social, la representación hiperbólica pero certera de la Sociedad latinoamericana, consumista y reproductora de los peores valores del Capitalismo.

El personaje central de esta apología fatal y perversa es doña Florinda, una viuda que habita en una de tantas colonias (barrios) pobres de América Latina que desprecia por pobres y “chusma” a sus vecinos y “educa” a su vástago unigénito en la exclusión y elitismo propios de las clases más altas de la pirámide social a las que obviamente ellos no pertenecen, pero aspiran ascender. 

Es la “clase media”, que alcanzó por condiciones objetivas un tenue y vulnerable peldaño sobre los más pobres e ilusamente se considera, ya en ese momento, parte de las clases más altas.

Esta parodia social, este “síndrome de doña Florinda” también lo viven y sufren (aunque no se den por enterados), los “medio-pelo” nicaragüenses, que en un cerrar y abrir de ojos pueden volver a fiar a la pulpería, pero que en la mayoría de los casos necesitarían un par de vidas para ascender al podio burgués urbano o campesino terrateniente o agroindustrial. 

Dice Alex Guardiola Romero, en un especie de retrato sociológico, que “La gente vota por quien se parece a lo que él mismo quiere llegar a ser, por el candidato o la candidata que representa sus aspiraciones sociales, por la figura que sintetiza su sueño no de sociedad o de país, sino de figuración social; votar se convirtió en un acto de arribismo. 

El ciudadano que estudió en colegio público construido por los gobiernos de izquierda, que entró a la universidad pública sostenida por las luchas de la izquierda y que ahora trabaja en una empresa con un sueldo que invierte en su totalidad en pagar la cuota del carro y de la tarjeta de crédito, piensa que ya no se necesita de esos guerrilleros disfrazados de políticos que promueven la inclusión y la educación, sino a gente de su mismo nivel social. 

La clase media tiende a derechizarse. Le mueve el odio hacia lo diferente”.

El pueblo nicaragüense tiene muy presente que los grandes animadores de las marchas antigubernamentales y pro golpistas del año pasado y los llamados “piquetes- expres” del corriente, fueron y siguen siendo empleados encorbatados de los bancos comerciales privados y otras empresas de servicios, algunos medianos comerciantes, pequeños empresarios y medianos productores, gremios profesionales, estudiantes de las Universidades y colegios privados, operarios políticos de los partidos y ONG derechistas, lumpen proletariado tarifado e inclusive (por descabellado que parezca) por algunos empleados de las instituciones públicas. 

¿A QUE SE DEBE ESTE FENOMENO? 

Dice el aforismo que lo más práctico es una buena teoría. Así que para entender este asunto echemos mano de las enseñanzas de los clásicos del Marxismo. 

Decía Marx que “La moderna sociedad burguesa que se alza sobre las ruinas de la sociedad feudal no ha abolido los antagonismos de clase…Sin embargo, nuestra época, la época de la burguesía, se caracteriza por haber simplificado estos antagonismos de clase”, pero esta certera afirmación en nuestros días (y sobre todo en el llamado “Tercer Mundo”) tiene sus bemoles, por lo cual la potente teórica marxista y luchadora social latinoamericana, Marta Harnecker, nos explica con palabras sencillas y profunda reflexión que hay clases sociales y grupos sociales al lado y dentro de estas: 

LAS CLASES NO-PROLETARIAS URBANAS Y RURALES, se dividen más o menos de la siguiente manera:

-La burguesía urbana (subdividida en capitalistas monopólicos y capitalistas medianos y pequeños) y 
-La pequeña burguesía (a su vez subdividida -por lo menos- en tres grupos sobresalientes), que analizaremos más abajo por ser el tema principal de esta publicación.

-La gran burguesía rural, 
-La mediana burguesía rural y 
-La pequeña burguesía rural (estas últimas dos llamadas en Nicaragua, “campesinado”).

Ahora bien, junto a las clases sociales urbanas cohabitan LOS GRUPOS SOCIALES URBANOS, donde se encuentran los empleados públicos (altos funcionarios y funcionarios de nivel medio, donde se acomodan las FF AA), la pequeña burguesía intelectual (donde también cabe el estudiantado), los supervisores y administradores de empresas.

El marxismo-leninismo y sus teóricos contemporáneos profundizaron en la caracterización, origen y rol de la pequeña burguesía en la sociedad, más no en el término de “clase media”, que empieza a escucharse por primera vez en los albores de la primera Revolución industrial y ya entrado el siglo XIX, es “fundamentado” por Max Weber, en clara confrontación contra las teorías económicas marxistas y en apoyo al Capitalismo ascendente.

El neoliberalismo da un lugar preponderante a la teoría capitalista de la “clase media”, que en realidad es un grupo muy difuso e indeterminado, socioeconómica y políticamente hablando. El concepto ha evolucionado de siglo en siglo y de Continente en Continente. 

A principios del siglo XX (aunque en América Latina es todavía recurrente esta calificación), trataron de hacer creernos el cuento que esta “clase social intermedia” es el actor principal en el desarrollo de las naciones y portador del progreso. 

Luego se le ha asociado a niveles de ingreso, consumo, incluso de origen social y racial (“los pobres y los indios son haraganes por eso son parte de la clase trabajadora inferior”), o como dice en tono de parodia el investigador chileno Vicente Espinoza, “la clase media es por definición lo que los extremos no son: Ni ricos ni pobres; ni populares ni dominantes; ni explotadores ni explotados”.

¿EXISTE REALMENTE LA “CLASE MEDIA”?

Como dice Harnecker, la pequeña burguesía urbana “Está formada por los dueños o arrendatarios de pequeñas industrias artesanales, almacenes y negocios. 

Trabajan ellos mismos con sus propios medios de producción vendiendo sus productos en el mercado. 

Como se trata de un grupo en continua descomposición, debemos diferenciar en él por lo menos tres subgrupos.

Al primer subgrupo pertenecen aquellos que logran obtener un cierto excedente de su pequeña industria artesanal y que, por lo tanto, pueden contratar a un número muy limitado de asalariados además de su familia. 

Este subgrupo comprende una parte importante de las industrias artesanales del país. 

También pertenecen a él los pequeños comerciantes: por ejemplo, los dueños de almacenes de un cierto tamaño que contratan a algunas personas para que les ayuden a vender. 

Al segundo subgrupo pertenecen aquellos que sólo trabajan para su subsistencia, no logrando producir ningún tipo de excedente, por lo que tampoco pueden contratar mano de obra asalariada. 

Al tercer subgrupo pertenecen todos aquellos que no logran cubrir sus necesidades de subsistencia con su trabajo individual, por lo que se convierten en masas semiproletarias. Se trata de un grupo que representa una desocupación disfrazada.”

 Pero la teoría y la propaganda neoliberal le agrega a estos componentes de la pequeña burguesía, elementos de OTROS grupos sociales e incluso, de OTRAS clases sociales.

La voracidad empresarial y agropecuaria de la dictadura somocista castró el desarrollo de una burguesía nicaragüense, que a diferencia de sus pares centroamericanos, creció como un enano desnutrido y deforme. 

El boom algodonero de los años cincuenta y el fallido intento de una economía sustitutiva impulsada por el proyecto gringo del Mercado Común Centroamericano, en la década de los sesentas, coadyuvó a que la burguesía nacional empezara a proyectarse hacia la bonanza económica, recogiendo las migajas a las que la acostumbró el somocismo.

Los dieciséis años neoliberales que arrancaron en 1990 (ya sin la tutela y freno de la dictadura somocista y festinando la propiedad pública, mediante una rapaz privatización al amparo de la corrupción gubernamental), han sido los años dorados de la burguesía empresarial y financiera y también de los grandes productores agropecuarios del país. 

Y como rémora, este “sector intermedio” llamado por la academia económica burguesa, “clase media” de la economía y la sociedad, ha “agarrado su tuco”, como se dice popularmente.

Sin embargo, fue con el arribo del gobierno sandinista del comandante Daniel Ortega que diferentes grupos sociales lograron protagonismo político a perfilarse, incluso como “clase” dirigente del proceso revolucionario. 

Los Programas sociales tendientes a impactar –inmediatamente- en los alarmantes niveles de pobreza de la población heredados tras quinientos años de colonialismo y exclusión y los Programas Nacionales de Desarrollo a mediano y largo plazo, fueron la plataforma de despegue.

Infraestructura vial, generación y transmisión de energía eléctrica, sanitaria, programas de electrificación domiciliar y rural y agua potable, alcantarillado y tratamiento, construcción de robustos sistemas de salud pública y educación gratuitos, subvención, ampliación y modernización del trasporte público, modernización del andamiaje jurídico, incentivos fiscales y la seguridad pública que propiciaron un excelente clima de inversión extranjera, aprovechado oportunamente por el capital inversor foráneo (mil millones de dólares en año 2012 y cerca de 2000 millones en el 2017) y nacional, dieron como resultado la reducción de los índices de pobreza extrema y pobreza general y consecuentemente, una migración paulatina de la pobreza al umbral de la no-pobreza, fortaleciéndose esa clase media de la que ya hemos hablado.

En América Latina (¡Oh paradoja!) los gobiernos de corte popular y socialista son los que han sacado más personas de la pobreza (según la CEPAL, 94 millones en la última década, que se incorporaron a la “clase media”) y la Nicaragua sandinista no ha sido la excepción.

 Según el Banco Central y el INIDE entre el año 2005 y el 2016 la pobreza general se redujo en Nicaragua del 48.3 % al 24.9 en el 2016 y la pobreza extrema, del 17.2 al 6.9 en el mismo periodo.

Es decir que más de un millón y medio de personas salidas de la pobreza general (de una población total de cerca de 6,500 000 habitantes), pasaron a engrosar esa “capa” socio-económica difusa llamada “clase media”, en tan solo una década.

 Hay datos muy reveladores (servidos por los medios y economistas de derecha) del paso sostenido hacia el progreso que llevaba esta “clase media”, antes de abril del 2018, como los 19, 625 automóviles sedan y camionetas de lujo vendidos por las casas comerciales concesionarias, más 65, 000 motocicletas vendidas en 2016 por las diferentes casas comerciales, las 4,500 viviendas colocadas en 2017 por un monto de 120 millones de dólares por las urbanizadoras afiliadas a CADUR. 

La pobreza objetiva (la de verdad, calculada a partir de cuantas calorías son necesarias en un día para garantizar la vida de un ser humano, su comida, vestuario, techo, salud, etc.), nuestros economistas la miden con metodologías que incluyen el agregado de consumo de alimentos y no alimentos que determinan la línea de pobreza extrema (2,288 calorías promedia diario por persona) y la línea de pobreza general que agrega montos por bienes y servicios necesarios. 

Ambas líneas de pobreza son expresadas en niveles de consumo, fácilmente valoradas en montos específicos monetarios.

Ahora bien, la pobreza subjetiva es invalorable en cifras, porque ella está en las aspiraciones individuales (“quisiera ser tan rico como mi vecino” o “quisiera viajar en un crucero y visitar la ciudad de Las Vegas o comprar una camioneta de lujo, como la que tienen mi jefe”, etc.), que ningún Programa gubernamental de ningún país jamás podría satisfacer.

¿COMO SE FORMA LA “CLASE MEDIA” EN LA NICARAGUA SANDINISTA?

El Estado construye una carretera moderna hacia Siuna, construye plantas de distribución de energía eléctrica, construye redes domiciliares y pozos de agua potable en las comunidades adyacentes a dicha vía, entonces los empresarios privados construyen torres de telefonía celular y transmisión de datos, los transportistas aumentan la calidad y frecuencia de sus rutas transporte, los comerciantes de alimentos, bienes y servicios se adentran con sus productos y mercancías sobre las poblaciones de la ruta y de allá traen productos autóctonos para vender en las ciudades del pacifico, los bancos e instituciones de crédito instalan sucursales en esas poblaciones, los habitantes reciben esos servicios e instalan los propios para alimentar, divertir a los visitantes y exportan hacia nuevos mercados sus productos, les va bien y amplían su producción, las personas quieren vivir mejor y construyen nuevas viviendas…

Es decir fluye el dinero y los que entran en ese intercambio, mejoran su condición de vida y migran de una clase (o un grupo) social hacia otra más alta, aunque la mayoría de las veces (por las propias “Leyes” del Mercado, del desarrollo capitalista, la concentración de capital e incluso por factores de carácter políticos) no lo logran, volviendo al punto de partida.

Así el Estado sandinista mejora la vida de los pobres y ayuda a crecer a las otras clases sociales. 

Esto es posible porque los pobres votaron por el FSLN. 

Sin embargo, estos pobres que saltaron a la “clase media”, ahora quieren ser burgueses ( se “sienten” burgueses”), desprecian a las capas pobres de donde proceden y votan o se enfilan ideológica y políticamente con los partidos y organizaciones de la burguesía (que nunca los aceptara como propios por su procedencia de clase), en contra del FSLN. ¿Nos estamos entendiendo?

Al cerrarse el ciclo perverso de la “clase media”, una gran parte arrepentida (cuando ya es tarde) busca la sobrevivencia y apoyo nuevamente en los partidos populares, casi siempre de izquierda que para ese momento perdieron las Elecciones o sufrieron un golpe de Estado con el apoyo a la derecha de esa misma " clase media". 

En este punto se visualiza, nítidamente, el “síndrome de doña Florinda”.

Yo pienso (y eso no está en el libro de Rafael Ton) que lo trágico no es que doña Florinda asuma, frente a los pobres de su vecindad posiciones de la clase a la que realmente no pertenece (como los empleados de los bancos encorbatados de los que empezamos a hablar más arriba), sino que malcríe a su hijo Kiko (que si se lo cree) no sólo como un miembro de la “clase media”, sino como un burgués, Induciéndolo a pensar y actuar como un desclasado, que es el segmento social donde se desarrollan los mayores enemigos de la clase obrera.

Acá interviene un factor ideológico, nacido de una contradicción de clase, originada a su vez en la relación de los individuos o grupos con los medios de producción. 

La dicotomia entre Conciencia de clase y Posición de clase.

El “enclasamiento” o “desclasamiento” individual es muy fácil graficarlo en dos ejemplos característicos y extendidos (porque hay muchísimos casos) de la realidad nicaragüense que tienen que ver directamente con el Frente Sandinista:

Un par de comandantes de la Revolución, apenas meses después de que el Frente sandinista perdió en las urnas electorales el Poder político en 1990, en rumbaron a prestigiosas y elitistas Universidad gringas y nunca más volvieron al seno de la Organización que los “hizo” revolucionarios.

Ellos son el “señor barriga”, rico y compasivo de que habla el compañero Rafael Correa, comentando el “Síndrome de doña Florinda” y sus implicaciones. Creen que con perdonar un mes de renta, esperar su cancelación tardía o interactuar temporalmente con el vecindario pobre, les garantiza un lugar misericordioso en el Paraíso.

El otro ejemplo (desde el lado contrario de la Sociedad) se refiere a la hija de un coronel en retiro, antiguo jefe de la Marina de guerra de las FF AA y de extracción proletaria, antes de convertirse en guerrillero. Ya empoderado, envío a educarse a su hija “para que fuera alguien” en centros de estudio privados extranjeros. 

Y tiempo después, esta muchacha terminó en la mesa de los golpistas, "exigiendo" la rendición del presidente Ortega, en representación de una Cámara empresarial de la burguesía pro yanqui.

Algunos piensan que tales ejemplos son inevitables que sucedan, porque las teorías económicas capitalistas lo enuncian. En realidad se llama Lucha de Clases.

¿DEBEMOS DE LUCHAR CONTRA LA LLAMADA “CLASE MEDIA” NICARAGUENSE?

Como hemos visto en este somero análisis, la “clase media” no es una clase social en sí, sino una amalgama de individuos y grupos procedentes de otras clases y grupos sociales.

 Por ello es inestable y trata de situarse en el medio de las dos grandes clases sociales verdaderas en lucha a muerte (burguesía y proletariado), asumiendo la mayoría de las veces posiciones reaccionarias e ideológicamente cercanas a la burguesía y las oligarquías nacionales (mas hoy con, en esta “sociedad del conocimiento”, donde es tan fácil manipular e influenciar mediáticamente a las masas) sin embargo, por esa misma condición fluctuante, con certeras posibilidades de no alcanzar su objetivos de reenclasamiento “hacia arriba”, también han sido y son acompañantes en gran parte del camino hacia una nueva Sociedad ( sin perder de vista que solo la clase obrera llegara hasta el final), pues en condiciones adecuadas, asumen posiciones de la clase trabajadora explotada. 

El FSLN mismo, es una Organización revolucionaria originada y nutrida mayoritariamente por la pequeña burguesía nicaragüense (estudiantes, intelectuales de izquierda, profesionales y pequeños y medianos empresarios patrióticos, empleados del sector público, pequeños y medianos campesinos, etc.) y a la vez con nítidos exponentes de la clase obrera urbana y el proletariado rural que son su anclaje ideológico y conciencia de clase.

No debemos de luchar per se contra las personas que se creen parte de una mítica “clase media”, pero si debemos de luchar contra sus acciones, sus posiciones ideológicas y políticas extremas que se afilian a la ideología, praxis política y actividad práctica de la burguesía y la oligarquía vendepatria, pero debemos de luchar (como siempre lo ha hecho y lo sigue haciendo nuestra Organización, el FSLN, por integrarlos a nuestra lucha y nos acompañen hasta donde sea posible, porque como decía el comandante Carlos Fonseca, “El Socialismo es la única perspectiva que tienen los pueblos para lograr un cambio profundo en sus condiciones de vida”.

No olvidemos que la pequeña burguesía agrícola y gran parte del proletariado agrícola, acompaño a la burguesía urbana y rural, a los remanentes de la GN y a nuestros enemigos externos en la agresión a la RPS en los años ochenta, integrados a la “contra” o siendo parte de su retaguardia. 

Tal alineamiento antisandinista, tal amalgamiento fue producto de las posiciones de clase de la mayoría de sus integrantes, pero también por errores ( por acción u omisión) de nuestro gobierno y dirigencia sandinistas de entonces.

Debemos de tratar de integrar a doña Florinda con don Ramón en la lucha contra los señores Barrigas, pero sobre todo, debemos rescatar a Kiko, a la Juventud para que marchen sobre la ruta del proyecto de todos, con posiciones de clase definidas al lado de los trabajadores nicaragüenses.

Es la tarea histórica, tarea de unidad para avanzar a una sociedad Socialista de verdad.

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