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Parece mentira y hasta surrealista que la derecha mezquina haga bloqueos “pacíficos” en un país como Bolivia, una de las economías más estables de nuestra América Latina y con uno de los niveles de vida más altos comparado con otros países de la región. La embestida del capitalismo y los Estados Unidos contra el país no tiene nombre ni escrúpulos ni moral alguna, es cobarde y canalla y se viene advirtiendo desde tiempo atrás.

En las pasadas elecciones que con el voto rural le dieron nuevamente el triunfo al presidente Evo Morales, la derecha conservadora a través de delincuentes infiltrados y profesionales del esquirolaje pretenden desestabilizar el ya polarizado clima político con la venia lamentablemente de una parte de la población, sobre todo jóvenes universitarios, que durante años ha sido bombardeada con la premisa de que el socialismo es totalitario y malo porque es socialismo y punto.

Todo el operativo iniciado previo a las elecciones está hecho con el manual neoliberal: mismas rutas políticas e ideológicas; mismas acciones callejeras; mismos discursos mediáticos; mismos discursos coléricos y beligerantes; mismo modus operandi de esquiroles y grupos de choque contra las instituciones del Estado y la ciudadanía y mismos títeres manejados por los intereses de la oligarquía y el departamento de Estado de Estados Unidos. 

Todas acciones que parecen un déjà vu permanente de cómo han operado los regímenes golpistas desde el nacimiento de la Operación Cóndor en la década de 1970 y que derrocara gobiernos legítimos y populares en Brasil, Uruguay, Paraguay, Chile, Argentina, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela y Bolivia.

Así, actualmente podemos observar escenarios similares con banderas distintas, mismos patrones y la misma sombra del colonialismo agazapada al acecho contra la voluntad y soberanía de los pueblos.

Lejos de tomar un posicionamiento ideológico sobre la realidad boliviana que es un tema para debatir intensamente y en el que el gobierno del presidente Evo Morales tienen errores (como todo proceso transformador) pero también muchos aciertos, se debe de entender que primero está la soberanía de Bolivia y su inalienable derecho de autodeterminación que están siendo violentados por intereses políticos y económicos externos escondidos también en organismos internacionales como la Organización de Estados Americanos (OEA), que con la mano de los Estados Unidos se ha vuelto el policía a conveniencia de la región y utilizando a una parte de la población que pronto olvidó los crueles años de las dictaduras en Bolivia y que ahora enfrenta a sus propios compatriotas, muchas veces legítimamente con el poder de la razón y el debate crítico, pero mayoritariamente con la fuerza de la mentira, un racismo feroz y un clasismo exacerbado.

En regiones como Santa Cruz y Tarija las huestes neoliberales encuentran cualquier argumento para hablar de respeto a la “democracia” y abajo la “dictadura”, argumentando la reelección de Evo Morales como un fraude electoral sin pruebas contundentes salvo la casual aparición de paquetes electorales que sin ser utilizados favorecían al partido oficial Movimiento al Socialismo (MAS). 

Exigiendo el escrutinio del voto por voto la oposición logra esa apertura con la venia y ofrecimiento también de parte del gobierno para que una comisión especial de la OEA y la Unión Europea revisen el proceso electoral, sin embargo, y pese a la intervención de los organismos internacionales, la oposición ahora exige la anulación de la elección para levantar los bloqueos que están ya desquiciando la movilidad en Bolivia.

 Es decir, la imposición a toda costa de su verdad como única y pese a no tener pruebas sólidas y con todas las disposiciones legales a su disposición para realizar nuevamente el conteo de actas y votos.

Algo salió mal con el operativo, la reacción del gobierno no fue la esperada y quieren sostener un discurso que ya carece de fuerza salvo el de la coacción en discursos que se tornan cada vez más violentos y en donde ya hay enfrentamientos entre la oposición y sectores de trabajadores, campesinos y ciudadanos comunes que exigen el levantamiento de estos bloqueos. 

Mismos que se hacen en los ratos libres de una clase media burguesa que obstruye caóticamente las vías de comunicación con autos del año y hasta cordeles sin custodia o banderas bolivianas y locales, manifestando un regionalismo y un patrioterismo exacerbado y afectando el paso de la clase trabajadora que vive al día y que comienza a enconar también el rencor contra sus compatriotas. Fuera manos de Bolivia y de América Latina.


https://www.rebelion.org/noticia.php?id=262127

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