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Un New Deal verde para Europa o la seudoecología al servicio de los grandes monopolios


Al tomar posesión de su cargo en el mes de julio, la nueva presidenta de la Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen, atacó la Ruta de la Seda, poniendo como alternativa “el camino europeo”. ¿En qué consiste ese camino? Lo aclaró ella misma: “¡Quiero que Europa se convierta en el primer continente neutral en cuanto a las emisiones de CO2 del mundo para el año 2050! Propondré un New Deal verde para Europa dentro de los primeros 100 días de mi mandato” (1).

Es importante que los amantes de la ciencia lean la nota a pie de página de la que procede el discurso, porque no es la reseña de un periódico generalista sino del oráculo mismo de la ciencia moderna, Nature, ya que en estos temas siempre estamos medio camino entre la ciencia y la política económica.

Hace 75 años el New Deal fue la política económica que los monopolios estadounidenses pusieron en práctica para frenar la gran crisis y ahora el nuevo New Deal es exactamente lo mismo, cualquiera que sea su color. Por si caben dudas, hay que añadir que si el antiguo fracasó, el actual fracasará igualmente.

Desde su aparición en la Guerra Fría, las ideologías climáticas contemporáneas han ido cambiando su marca sutilmente, empezando por el “calentamiento”, para seguir por el “cambio climático”, para acabar en la “crisis climática”, que es la consigna recién cocinada en Estados Unidos que empieza a utilizarse ahora. Como cualquier otra ideología, dicha crisis climática oculta la crisis del capital monopolista. 

Obviamente la crisis actual no es climática sino económica.

La política económica implementada para salir de la crisis está centrada, además de las reformas financieras, en el sector energetico porque es el corazón de la producción capitalista y otorga un carácter hegemónico, es decir, es un intento de las grandes potencias imperialistas para mantener la dominación monopolista sobre los mercados mundiales con la creación de nuevas técnicas “limpias” que, además, son más eficientes, consumen menos combustible y proporcionan más beneficios.

Como cabe esperar, el Estadomoderno es un componente esencial de esa reestructuración, de donde procede la contraposición tópica frente a los mercados, como si fuera una alternativa a ellos, lo mismo que a los países emergentes que basan su despegue económico en energías “contaminantes”, que son un modelo de “atraso”. 

De aquí proceden también los demagógicos ataques al “neoliberalismo” como origen de la crisis y “lo público” como algo diferente de los estrechos intereses privados del capital, personificados aquí en la charlatanería sobre la entelequia del Ibex 35.

Lo mismo que hace 75 años, para frenar la crisis hay que movilizar gigantescos recursos, tan grandes que sólo el Estado monopolista puede llevarlo a cabo. 

Naturalmente que la crisis actual es gigantesca en comparación con la de 1929, requerirá de la la centralización de muchos más recursos y deberá tener una escala mundial. Por eso los planteamientos seudoecologistas no se refieren a unos u otros países sino a todo el planeta. Por eso recurren a la ONU y otros organismos internacionales y por eso sus campañas demagógicas tienen esa misma dimensión internacional.

Uno de los seudoecologistas más conspicuos es el Príncipe Carlos, heredero de la Corona británica, que recientemente se reunió con los dirigentes de 18 países de la Commonwealth para consolidar las nuevas medidas frente a la “crisis climática”, que han sido aprobadas rápidamente por los parlamentos británico y canadiense. 

Al final de la reunión, el Príncipe Carlos advirtió: tenemos “18 meses para salvar al mundo del cambio climático”, por lo que debemos “aumentar la financiación del sector privado para apoyar el desarrollo sostenible en toda la Commonwealth”.

En las grandes metrópolis el capital financiero reorienta los fondos de inversión hacia proyectos ecológicos, que no son diferentes de las mercancías verdes que vemos en cualquier supermercado. La seudoeología es una marca comercial y publicitaria que vende por sí misma. 

Todos compramos mercancías respetuosas con el medio ambiente, aunque cuesten un poco más. Del mismo modo, los especuladores compran “bonos verdes”, aunque rindan un poco menos porque se trata de eso: todos debemos arrimar el hombro para salvar al planeta de la extinción.

Tenemos que empezar a olvidarnos de la jerga bursátil tradicional: Ibex 35, Dow Jones, Nasdaq, S&P, Dax, Cac 40, Euro Stoxx... Del CO2 ya no hablan sólo los químicos sino también los economistas. Es un mercado por sí mismo, creado de la nada.

 Más de la mitad de los bancos alemanes ya han implementado el Índice Ecológico, Social y de Gobernabilidad (ESGI). Los banqueros que apoyan al ESGI, como Mark Carney, Presidente del Banco de Inglaterra, han dicho quieren movilizar más de 6,5 billones de euros con este nuevo Indice, que actualmente tiene un valor aproximado de 160.000 millones de dólares.

En 2015 Carney, que fue un antiguo cabecilla de Goldman Sachs, creó un grupo de trabajo sobre el clima dentro del Consejo de Estabilidad Financiera que al año siguiente inauguró la Iniciativa de Financiación Verde, una herramienta para orientar las corrientes internacionales de capital hacia tecnologías verdes.

En julio de este año el grupo de trabajo ha publicado para el gobierno británico un Libro Blanco con el sugerente título de “Estrategia financiera verde: transformar las finanzas para un futuro verde”. 

El Libro Blanco propone “consolidar la posición del Reino Unido como centro mundial de financiación ecológica y situar al Reino Unido a la vanguardia de la innovación y de los datos y análisis financieros ecológicos... respaldados por instituciones que representan 118 billones de dólares en activos en todo el mundo”.

Llega la era del sueño dorado: un capitalismo sostenible y una especulación sostenible. Goldman Sachs también ha creado un Índice Verde para especular en la bolsa con la conciencia del mismo color. Incluye dos nuevos índices, denominados CDP Environment EW y CDP Eurozone EW (2), con el mismo fin: orientar los capitales hacia infraestructuras verdes. El acrónimo CDP proviene del Climate Disclosure Project (Proyecto de Divulgación sobre el Clima), un centro de estudios con sede en Londres que desarrolló el programa de Goldman Sachs. 

El 10 de julio Marine Abiad, de Goldman Sachs, sostuvo que “las finanzas sostenibles permiten a los mercados financieros desempeñar un papel virtuoso en la economía”.

(1) https://www.nature.com/articles/d41586-019-02216-0
(2) https://www.cdp.net/en/articles/investor/cdp-announces-first-global-index-of-top-ranking-environmental-stocks-with-goldman-sachs

https://movimientopoliticoderesistencia.blogspot.com/2019/08/un-new-deal-verde-para-europa-o-la.html?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3A+MovimientoPolticoDeResistencia+%28Movimiento+Político+de+Resistencia%29

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