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Estuve este sábado durante seis horas en la Feria Internacional Gastronómica que con el concurso de 27 países desbordó el Centro de Convenciones Olof Palme que para este tipo de eventos ya se hizo extremadamente chiquito.

Fue una tarde espectacular que junto a mi familia disfrute al lado de la esposa e hijos de mi amigo y hermano Leonardo Torrez y sin duda ambos coincidimos que propuestas de esa naturaleza, que ponen en alto relieve a nuestro país, son las que desea vivir el nicaragüense como parte de la paz efectiva que debemos ir hilando la mayoría de una nación que se enorgullece de ir venciendo el odio.

La feria gastronómica fue para todos los gustos, de altísima calidad, a precios al alcance de todos y realizada en un ambiente propicio para un gran espectáculo que permitió conocer un pedacito de la cultura de alguno de los países representados donde Nicaragua tuvo un cierre simplemente espectacular que nos hizo cargar una vez más las baterías de nuestro nacionalismo.

Me sirvió igualmente esta feria internacional y lo digo contento, pero con la humildad que requiere tener los pies bien puestos sobre la tierra, el reconocimiento de tanta gente que me hizo saber su sintonía todos los días, con esta hora, con “Detalles del Momento” y lo agradezco porque de esa fidelidad al programa lo que extraigo, es que cuando hablo de paz, de poner en predominio el interés nacional, de reconocer el cómo se hacen tantas obras que el nicaragüense requiere, ser una voz contra los agresores externos e internos, ser una muralla de defensa por los valores humanos que requerimos y ser un guerrero más contra los cienes de miles y miles que luchamos contra el odio, lo que hace es obligarme a un compromiso mayor porque en los hogares y en la oficina se está viendo el programa y el mensaje que de él se desprende es indudablemente el que el nicaragüense quiere oír.

Y eso me lleva a establecer una separata entre el nicaragüense que sirve a su país, que somos los más y entre el nicaragüense vándalo que es el menos y al que no puedo calificar de otra forma que no sea la escoria y la vergüenza de la nación.

Todos los que fuimos víctimas del golpe somos los constructores del antes del 18 de abril, pero también ahora somos los reconstructores del después del 18 de abril y de la misma forma los puchos y las miserias humanas fueron la hipocresía y la mentira antes y el odio y la perversidad después de esos mismos eventos.

Nosotros, los más, somos quienes levantábamos hospitales, escuelas, carreteras, viviendas, comunicaciones, electrificación, parques y otras tantas cosas antes del 18 de abril y ellos, los menos en maldecirlas porque el progreso y el desarrollo que logramos los hundía en la fosa del olvido y después del 18 de abril, los más, no nos rendimos, no nos vencimos, no nos dejamos atraer por las tentaciones y en vez de mal gastar el tiempo decidimos sepultar con honor y dignidad a nuestros muertos, reconstruir lo que nos quemaron, curar nuestras heridas, volver a empezar, llenarnos de orgullo porque no respondimos al mal con mal y a pesar de las limitaciones que nos impuso el odio, dispusimos seguir construyendo, decidimos no detenernos e ir hacia adelante pidiendo a Dios la sabiduría necesaria para vencer a la oscuridad.

De esas cosas la inmensa mayoría del pueblo nicaragüense se siente orgullosa pero también nos sentimos apenados, con vergüenza ajena porque también como sucede internamente en el exterior, particularmente en el imperio y en nuestra vecina del sur hay compatriotas que siendo justos y honorables pagan por pecadores, por delincuentes y escorias que ensucian el nombre de la patria.

La comunidad nicaragüense radicada en Estados Unidos siempre fue notable por su buen comportamiento y su capacidad de trabajo y aunque numéricamente solo era superada por la cubana, sí estaba en primer lugar como gente honesta hasta que una oleada de prófugos de la justicia de nuestro país llegó evadiendo los crímenes de odio que aquí cometieron contra sandinistas que por no pensar como ellos fueron asesinados, torturados o secuestrados.

Todos esos terroristas que llegaron a manchar la honestidad de la comunidad nica en Miami cascarudamente tramitaron asilos políticos, pero más rápido que veloz pronto se dieron a conocer como lo que eran y son vulgares y ordinarios delincuentes.

Hay muchos de esos que aprovechándose de la ingenuidad de los que creen toda la mentira que les cuentan llegaron a hacer negocio y en consecuencia a estafar a incautos que tienen a un delincuente en frente y a los les terminan abriendo sus casas tal y como ocurrió con el terrorista Francisco Castillo, tranquero y vago profesional que se aprovechó de un par de ancianitos que le brindaron techo, trabajo y pan y a los que robó más de cien mil dólares en joyas y quien ahora está preso con la esperanza de que Marcos Carmona, Álvaro Leiva, la Vilma Nuñez, la CIDH mueva un dedo por él aduciendo que es un “perseguido político” y así como éste hay muchísimos que incluso ya fueron deportados a nuestro país por indocumentados y peligrosos.

Calaña de este calibre también está afectando a la comunidad nicaragüense en Costa Rica, país con el que siempre tuvimos migraciones históricas de diversas características, incluidas las políticas. 

En Costa Rica la cifra de compatriotas podría gravitar quizás en 400 mil nicas, que antes del junio del año pasado eran una fuerza dinámica laboral y productiva que estaban muy bien enchufada con los círculos más íntimos de la sociedad costarricense pero que ahora es sospechosa porque igual que sucedió a Miami hoy le pasa a San José que se está viendo invadida por delincuentes que hasta asesoran y organizan la crisis política en nuestra vecina del sur y los tiquillos lo saben y por eso ahora cualquier crimen que pasa se lo endosan indiscriminadamente a la comunidad nicaragüense radicada allá.

No hay duda que estas miserias humanas son perniciosas porque son como las moscas que por donde se posan van contaminan y lo peor es que ellos se creen héroes libertadores y lo más triste que es lo peor es que hay gentes que se los creen sin saber que frente a lo que están es a criminales comunes y corrientes que independientemente de estar amnistiados por razones que no pueden volverse a repetir son criminales y no van a dejar de ser criminales.

Por ejemplo, anda del timbo al tambo, proyectándose como suspirante a la presidencia la Irlanda Jerez, un cuerpo sin alma, está amnistiada sí, pero que antes del 18 de abril tenía acusaciones serias por estafa a varias personas que le tienen un historial delictivo amplio desde el Oriental.

Andan exaltando a Medardo Mairena como líder de los terroristas y en el PLC se enorgullecen de ello, siendo en realidad otro amnistiado que tiene en su haber una masacre como la de Morrito donde asesinó a policías, a un profesor y a un joven y hoy anda en Costa Rica organizando pírricas marchas con el financiamiento que le otorga el imperio.

Ese tipo de gente solo podrá ser héroe de la oscuridad, pero aquí en Nicaragua nuestros héroes son otros. 

Lo es el obrero, el campesino, el estudiante, el joven, el médico, la mujer, el emprendedor, el pequeño y mediano empresario y toda fuerza humana y fundamental que se inspira en los valores nacionalistas que nos fueron inyectados por el ideal de cada compatriota que ofreció por el país lo más valioso de sus posesiones; la sangre que derramó para que fuésemos libres, soberanos e independientes y además guerreros de todo tiempo contra la esclavitud que nos quieren imponer, con el apoyo del imperio aquellos que quieren el poder para ellos y nunca para los demás.

Moisés Absalón Pastora

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