En un artículo titulado "If the El Paso shooter had been Muslim" [Si el hombre que disparó en El Paso hubiera sido musulmán] Moustafa Bayoumi afirmaba algo obvio. "Si el hombre que disparó en El Paso hubiera sido musulmán", escribió Bayoumi en el diario británico The Guardian el 6 de agosto [de 2019] el presidente estadounidense Donald Trump "estaría forzando acusaciones contra las personas musulmanas del tipo ‘el Islam nos odia’ y no dando lecciones a la opinión pública acerca de vídeojuegos".
Bayoumi se refería al doble rasero que caracteriza a gran parte de los discursos oficiales y mediáticos referentes a la violencia.
Cuando la persona que supuestamente comete un acto de violencia es musulmana entonces el caso se convierte en una cuestión de seguridad nacional y se aborda categóricamente como un acto de terrorismo. Sin embargo, cuando el autor es un varón blanco la historia es completamente diferente.
El 3 de agosto [de 2019] Patrick Crusius, de 21 años de edad, llevó a cabo un tiroteo indiscriminado en una tienda Walmart en El Paso, Texas, y mató a 22 personas inocentes.
Ni las autoridades ni los medios de comunicación estadounidenses utilizaron el término "terrorismo" a la hora de describir este acto atroz. En cambio, CNN informó de que el Departamento de Justicia está "estudiando seriamente" presentar una acusación federal de crimen de odio contra el asesino.
Por otra parte, Trump razonaba que "la enfermedad mental y el odio apretaron el gatillo, no [fue] el arma" en otro intento de justificar crímenes violentos cometidos por individuos blancos. La explicación de la "enfermedad mental" en particular ha servido de explicación adecuada de toda la violencia similar.
Por ejemplo, cuando Ilan Long, de 28 años, disparó contra sus compañeros estudiantes en Thousand Oaks, California, en noviembre de 2018 y mató a 12 personas, Trump aplicó esta lógica. "Era una persona con una enfermedad mental muy, muy grave", afirmó refiriéndose a Long.
"Está muy enfermo — bueno, tiene un problema mental. Es un cachorro muy enfermo. Era un tipo muy, muy enfermo".
El argumento de la enfermedad mental se difundió reiteradamente, también el pasado mes de marzo cuando Brenton Tarrant disparó contra las personas musulmanas que rezaban en Christchurch, Nueva Zelanda, y mató a 51 de ellas.
"Creo que es un grupo pequeño de personas que tienen unos problemas muy, muy graves", dijo Trump sobre el ataque terrorista de Tarrant contra personas musulmanas.
Comparen estas palabras con la respuesta de Trump al asesinato de 14 personas en San Bernardino, California, del que se acusó a dos musulmanes.
Inmediatamente Trump calificó este acto violento de "terrorismo" mientras pedía "paralizar total y completamente" la entrada de personas musulmanas a Estados Unidos "hasta que los representantes de nuestro país puedan averiguar que diablos está ocurriendo".
Pero, de hecho, sabemos "qué está ocurriendo", una verdad que va más allá del típico doble rasero occidental. Crusius, Tarrant y muchos terroristas blancos similares están unidos por un profundo vínculo que va más allá de la supuesta afirmación de enfermedad mental y se convierte en algo verdaderamente siniestro.
Estos individuos forman parte de un fenómeno más amplio, una amalgama de varios gobiernos, movimientos políticos y grupos ultranacionalistas de todo el mundo a los que une su odio a las personas inmigrantes, refugiadas y musulmanas.
Crusius y Tarrant no eran "terroristas lobos solitarios", como algunas personas querrían que creyéramos. Aunque fueran los únicos responsables de los asesinatos masivos de estas personas inocentes, son miembros de una amplia red ideológica y militante que se dedica a difundir el odio y el racismo, una red que considera "invasoras" a las personas inmigrantes, especialmente las musulmanas.
En su "manifiesto", un documento de 74 páginas que publicó on line poco antes de llevar a cabo su acto atroz, Tarrant hace referencia tanto a las ideologías de extrema derecha y racistas que le inspiraron como a otros compañeros "etnosoldados", asesinos de ideas similares que cometieron actos igual de horribles contra personas civiles.
No es casual que Tarrant pusiera por título a su documento "The Great Replacement" [La gran sustitución] puesto que lo formuló basándose en otra teoría de la conspiración de nombre similar que popularizó un firme defensor de Israel, Renaud Camus, un tristemente célebre escritor francés cuya obra "Le Grand Remplacement" [La gran sustitución], una interpretación aún más extrema del Choque de Civilizaciones de Francis Fukuyama, prevé un conflicto global que considera a las personas musulmanas el nuevo enemigo.
The Great Replacement, junto con otras obras de este tipo muy populares entre la extrema derecha, representa el fundamento ideológico de los hasta hace poco desorganizados y desconectados intentos de varios movimientos ultranacionalistas de todo el mundo a los que une su deseo de hacer frente a la "invasión musulmana".
El rasgo común de los varones blanco violentos que cometen asesinatos masivos es obvio: un profundo adoctrinamiento en el sentimiento racista y contra las personas inmigrantes, y el odio a las personas musulmanas.
Crusius también dejó su propio manifiesto, como Tarrant, un manifiesto que, según CNN, está "lleno del odio nacionalista y racista blanco hacia las personas inmigrantes e hispanas, y que culpa a las personas inmigrantes y a la primera generación de estadounidenses de quitar empleo y de la mezcla de culturas en Estados Unidos".
Por otra parte, ambos parecían suscribir el mismo discurso intelectual ya que ambos habían publicado el enlace de un documento de 16.000 palabras en Twitter y 8chan que estaba "lleno de opiniones en contra de las personas inmigrantes y musulmanas". CNN también informó que "el autor del documento relacionado con el sospechoso de El Paso expresaba su apoyo a los tiroteos en las dos mezquitas de Christchurch".
Los activistas blancos sienten un pánico infundado a ser "sustituidos". Los defensores de la "gran sustitución" afirman que el Islam y la civilización islámica están "sustituyendo étnicamente" a otras razas y que hay que detener este supuesto fenómeno, por medios violentos si fuera necesario.
No es de extrañar que consideren a Israel un país modelo que está teniendo éxito en su lucha contra la "amenaza musulmana".
Lo que hace aún más peligrosos a los supremacistas blancos es que tiene amigos muy bien situados. No es casual que Trump se niegue a abordar seriamente el problema del activismo nacionalista blanco. Pero el presidente estadounidense no está solo.
Por ejemplo, la estrella ascendente de la política italiana, Matteo Salvini, muestra mucha simpatía por estos movimientos.
Después de la masacre de Christchurch el ministro de Defensa italiano se negó a condenar el extremismo blanco y, en cambio, afirmó: "El único extremismo que se debería abordar cuidadosamente es el islámico".
La lista de ideólogos de extrema derecha y de quienes los protegen es larga y aumenta constantemente.
Pero su discurso del odio y sus inquietantes "teorías", junto con su fascinación por la violencia y el racismo israelíes, habrían quedado relegados a la papelera de la historia si no fuera por el alto precio de violencia que ahora va unido a este movimiento.
Deberíamos entender la violencia nacionalista blanca más allá del argumento del doble rasero y llegar a un análisis más honesto de los vínculos ideológicos que unen a estos individuos y grupos.
En última instancia no se debería justificar o tolerar ninguna forma de violencia contra personas inocentes, independientemente del color de la piel, la religión o la identidad de los autores.
Ramzy Baroud es un periodista, escritor y director de The Palestine Chronicle. Su último libro es The Last Earth: A Palestinian Story (Pluto Press, London) y próximamente publicará el libro These Chains Will Be Broken: Palestinian Stories of Struggle and Defiance in Israeli Prisons (Clarity Press, Atlanta). Baroud tiene un doctorado en Estudios Palestinos por la Universidad de Exeter. Su página web es http://www.ramzybaroud.net/
https://www.rebelion.org/noticia.php?id=259651