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Venezuela: Nuevamente la ingenuidad nos liquidará


En Claves para entender lo que pasa en Venezuela [ii] (2019), hice el recorrido histórico necesario para poder entender el por qué, llegamos a este punto de confusión e incomprensión en la lucha de clases.
Allí expliqué el proceso de conformación de tres sectores burgueses en Venezuela, la oposición de derechas y un polo popular rebelde, este último, en buena medida confiado en la salvación que traerán en el presente, dos grandes súper potencias capitalistas del siglo XXI (Rusia y China). Los hechos son más contundentes que las ilusiones sin fundamento. En este artículo trataremos de explicar los más recientes sucesos.Guaidó el golpista armado

Guaidó es un personaje construido por la inteligencia norteamericana desde el 2005, cuando fue entrenado en Belgrado, Serbia [iii] , como parte de un contingente de dirigentes estudiantiles, quienes asumirían liderazgo en las revoluciones árabes y otras conspiraciones asociadas a la trasnacionalización del capital. Al inicio se presentó como una figura pública de bajo perfil, pero luego fue teniendo más visibilidad en los eventos del 2007 con las protestas por el cierre de RCTV, luego con el movimiento de las manitas blancas y finalmente con la estructuración del partido de ultra derecha Voluntad Popular (VP). Es diputado de la Asamblea Nacional (AN), declarada en desacato; fue designado presidente de este órgano en enero de 2019 y solo unos días después se auto proclamó presidente (Interino) de Venezuela. Pero no nos adelantemos, veamos primero las razones por las cuales se le selecciona.

Ante el deterioro de la influencia y liderazgo de Capriles Radonski en las bases opositoras, se exploraron varias alternativas (María Corina, Henri Falcón, entre otras), sin que alguna de ellas alcanzara mayores resultados. El problema de todos los liderazgos “alternativos” que impulsaba la oposición venezolana, era que cada uno de ellos ya habían cometido errores públicos y notorios, que le restaban impacto y capacidad de ilusionar a su gente.

Por otro lado, en el escenario internacional muchos de los escogidos como potenciales líderes de recambio en la oposición venezolana, habían estado comprometidos con el golpe de Estado de 2002 o con otras escaramuzas violentas; se necesitaba una figura que no apareciera claramente en los archivos visuales de la opinión pública mundial, identificado como un violento.

Finalmente, todas las figuras que habían emergido como aspirantes a liderar la oposición eran representantes de la burguesía nacional que se había constituido y crecido bajo el amparo y proteccionismo del Estado; el capital trasnacional requería una representación que le fuera total y absolutamente afín.

En consecuencia, se selecciona a Guaidó porque:

1. Representa a la fracción capitalista burguesa que impulsa la internacionalización del capital en Venezuela, el ensamblaje de los ricos venezolanos con el capital trasnacional, lo cual se ha intentado infructuosamente desde la década de los ochenta en el país. Por fin, la burguesía trasnacional conseguía una figura que liderara la organización de una representación política fuerte, que proyectaban sería Voluntad Popular (VP). VP parecía ser capaz de impulsar un gobierno que rompiera con el proteccionismo del Estado, sobre el cual se han conformado las otras dos facciones burguesas (Cuarto republicana y de la quinta república);

2. Su matriz ideológica construida en su formación con los servicios de inteligencia imperialista le dota de la disciplina necesaria para seguir las ordenes de una de las naciones más poderosa del planeta, los Estados Unidos, pero también del gran capital global. Ello lo habilita para ser factor de cohesión de eventuales acuerdos inter imperialistas en Venezuela;

3. Si colocamos la foto de Guaidó en transparencia, sobre una de Chávez a los inicios de su carrera militar, nos sorprenderá la similitud de sus rasgos físicos. Este hecho no es un azar, por el contrario, forma parte de la estrategia de conectar el liderazgo del opositor venezolano con el imaginario de las bases chavistas;

4. Es una figura con pies de barros a la cual se le pueda hacer desaparecer fácilmente de la palestra pública, ante el necesario recambio de representación política que requerirá el capital trasnacional una vez que se consolide en Venezuela;

5. Es una imagen “fresca” en el plano nacional e internacional, que puede presentarse con una dosis conveniente de ingenuidad política, facilitando su victimización a nivel nacional e internacional;

6. Es posible construirle la épica de líder capaz de arriesgar su vida por la “liberación” de Venezuela. Ello, porque no se le ha (había) visto nunca al lado de fuerzas paramilitares violentas. En ese sentido, es la representación del ciudadano opositor común;

7. Tiene un tono de voz, un énfasis en el lenguaje que a pesar de ser citadino y de una población muy cercana a Caracas, lo hace aparecer como un provinciano. Los caraqueños lo ven como uno de ellos, pero la gente del interior del país también lo puede reconocer como suyo. Esto no es un hecho menor, por el contrario de orden sustantivo, debido a que tanto Capriles como Maduro habían hecho de la política un tema de referencias culturales de la capital nacional. La oratoria de Capriles y Maduro tiene un alto nivel de desconexión con las expresiones culturales básicas de la población del interior de Venezuela. Guaidó con su cara de “tribilin” [iv] aburguesado y su tono de voz que expresa una mezcla entre habitante llanero y andino, contribuía a llenar un flanco de la política venezolana de los últimos cinco años;

8. Guaidó lidera la definitiva eclosión del pensamiento neo colonialista en la derecha política venezolana. Guaidó habla ya sin complejos ni cortapisas de una solución a la crisis venezolana mediante la invasión de tropas norteamericanas al suelo venezolano. Guaidó borra los vestigios de nacionalismo que había mantenido Acción Democrática y COPEI en la cuarta República, quienes siempre se negaron a colocar bases militares en Venezuela, a pesar de su entreguismo total a los intereses del norte. Pero AD y COPEI mantenían la ficción en la derecha, asociada al nacionalismo burgués de sus inicios, que también tenía que ver con la génesis proteccionista de la burguesía venezolana; algo que tendría como tarea liquidar, el señor Guaidó;

9. Su capacidad de articulación política es mínima, lo que posibilita que otros negocien a sus espaldas y que el termine siendo el último en enterarse

A la par que EEUU va construyendo e instala la figura política de Guaidó, como representación política de la derecha venezolana, la presión de la Administración de Obama y Trump procura lograr que el capital trasnacional haga su “viernes de ofertas” en Venezuela, logrando concesiones mineras, de petróleo y en los servicios, a precio de “gallina flaca”, a través de empresas con banderas de otras nacionalidades pero asociadas con capital yanqui; es decir, que sin ser norteamericanas, cuentan entre su capital constitutivo con socios gringos. Esta es la verdadera transición, de orden económica, que tiene Guaidó la tarea de liderar.

El año 2019 aparece para la administración norteamericana, como el del inicio del ciclo de disolución del proceso chavista y del recambio político hacia la derecha asociada al capital trasnacional. Los informes que enviaba la derecha al Pentágono así lo indicaban y presagiaban.

Sin embargo, algo salió mal en el cálculo. La oposición venezolana había desinformado a la administración Trump respecto a las posibilidades reales de una fractura militar, algo inconcebible en un imperio como el norteamericano. Desde el 23 de enero de 2019 la larga espera de rompimiento de la unidad militar no se daba, lo cual generó la aventura golpista del 29 y 30 de abril de 2019.

El rol de Guaidó, López y Voluntad Popular (VP) como representación política de la burguesía trasnacional en eclosión, los distancia del resto de la derecha venezolana, lo cual se evidenció en el silencio que sostuvo el resto de la oposición en los sucesos de finales de abril de 2019. Esta “prudencia no explicitada” fue rota por la presencia “desubicada” del diputado adeco [v] Zambrano y el líder de ese partido Henry Ramos Allup, quienes al fracasar la intentona quedaron con las “nalgas al descubierto”. El capital trasnacional se beneficia de este error del otrora poderoso partido socialdemócrata (AD), representante de la burguesía construida bajo el amparo del Estado en el periodo 1958-1998. No derrocan a Maduro, pero siguen en la ruta de destruir “lo viejo” para construir “lo nuevo”, que no es otra cosa que la búsqueda de hegemonía para alcanzar el control del capital trasnacional en la política venezolana.

El 4 de mayo de 2019, la Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) de Venezuela mediante sentencia publicada, decidió comprometer la responsabilidad en los hechos del 29 de abril [vi] , a los diputados Luis Germán Florido (independiente vinculado a VP), José Simón Calzadilla Peraza (del Movimiento Progresista asociado a Henry Falcón), Américo de Grazia, Andrés Enrique Delgado Velásquez y Marianela Magallanes López (Causa R [vii] ) [viii] , Henry Ramos Allup y Zambrano (AD). El golpe, aún sin quererlo, sigue limpiando el panorama para el desembarco de una representación política de ultra derecha asociada al capital trasnacional. Extrañamente, a pesar de ser Voluntad Popular (VP) el partido más involucrado en la intentona golpista, es la dirigencia menos afectada por los enjuiciamientos.

De pronto, Guaidó deja a un lado su guion y aparece al lado de un prófugo de la justicia (Leopoldo López), junto a hombres uniformados pertenecientes a las bases de las FANB [ix] , con armas de guerra haciendo un llamado al levantamiento militar. Esto rompe la línea de conexión con la épica que se le quería construir al auto nombrado Presidente Interino.

Guaidó deja de ser el intento por recorrer a la inversa, el camino de conexión de Chávez con el pueblo derrotado de siempre, que se expresó en el “Por Ahora” del 4 de febrero de 1992, para pasar a ser el primero, una copia mejorada del líder ideológico a su derecha en el intento de golpe de Estado, Leopoldo López.

Guaidó se desconectó del guion requerido para producir la “primavera venezolana”. No se sabe si con la autorización de la administración Trump o por su cuenta, pero evidentemente en una operación absolutamente aventurera y foquista, como ha sido característico de la actuación política de Voluntad Popular.

Ya Guaidó no es más el hombre de la solución política para las bases de la oposición. La aventura golpista rompió la magia que se venía construyendo. Ahora Guaidó es el golpista armado derrotado y sin respaldo popular en las calles. Esto coloca el escenario de la “solución” del caso Venezuela en otro terreno, el de la negociación interna e internacional acelerada por parte de las grandes potencias, especialmente los Estados Unidos. Guaidó pasa a un segundo plano, incluso es una figura desechable; muchos consideran que en estos momentos que la forma más útil de éste para el imperialismo es: muerto.

Nicolás Maduro

Maduro no es la representación política de la burguesía surgida baja la protección del Estado entre los años 2002 y 2018. Maduro no es la representación de la vieja burguesía cuarto republicana. Maduro y la familia Flores-Maduro pueden tener negocios e intereses, pero carecen de la habilidad política para ser la representación de las burguesías nacionales y el capital trasnacional.

Maduro es un excelente y rápido aprendiz de equilibrista entre los intereses de facciones burguesas cada vez más enfrentadas, en razón de la disminución de dólares de la renta petrolera y, un pueblo rebelde que sigue apostando por la construcción socialista.

Pero contrario a lo que muchos pensaban, Maduro desarrollo su propia garrapara sobrevivir, entre un “nido de alacranes” como diría el fallecido General Müller Rojas o, en medio de “una botella de vidrio llena de escorpiones”, como señalarían recientemente voceros del gobierno norteamericano.

Maduro ha mostrado con hechos, que era el mejor calificado para intentar reordenar los equilibrios rotos con la muerte de Hugo Chávez. Maduro logró lo que resultaba insólito hace cinco años, mantener unida a las FANB y no diluir la radicalidad popular.

Maduro no es un teórico de la izquierda, su mayor influencia política de origen es la lógica del Maoismo de los setenta del siglo XX, cuando a) ya hacía muchos años que esta corriente de izquierdas había perdido el espíritu revolucionario desarrollado por el partido de Zedong contra el Kuomitang; b) el gigante Asiático había roto con los soviéticos (entre otras cosas, por su crítica al culto de la personalidad Stalinista, algo que Mao cultivaba de manera profusa sobre su propia figura); c) Mao promovía y participaba directamente en la reunión con Kissinger, que sirvió de punto de partida para la línea de “un país, dos sistemas”, lo cual se expresó en la narrativa política utilizada por las organizaciones nacionales que se autonombraban maoístas, para justificar las alianzas que hacían con las burguesías nacionales.

Maduro vivió “en carne propia” el ocaso temprano del Maoismo venezolano, expresado en la disolución de la Liga Socialista (LS) y la Organización de Revolucionarios (OR), esta última liquidada después de oscuros debates sobre su actuación. Desaparecida la LS-OR, la falta de una dirección política clara llevó a muchos de sus abnegados militantes al terreno del pragmatismo absoluto, como camino para sobrevivir políticamente en los noventa. Entender buena parte del performance que asume hoy Maduro, es posible si hacemos ejercicios de analogía respecto a como se ha expresado a través del tiempo, la deriva y la claudicación de clases del Maoismo.

Maduro es un sindicalista cognitivamente hablando. Su lógica de actuación es la del sindicalista clásico y eso le ha dado hasta ahora buen resultado para sobrevivir en medio de la turbulencia más dramática en la historia republicana de Venezuela. Sin embargo, la lógica del conflicto laboral que demanda mucha cohesión interna, así como verbo y capacidad de acción contundente contra la patronal, en la cual el propósito es lograr el mejor resultado posible sin afectar el estatus del sindicato, del gremio, lo limita para actuar en medio de una situación de alta complejidad donde ideales y discursos de distintas clases sociales interactúan; por ello, los problemas para enamorar y mantener a la clase media.

Su discurso contra aquellos que estudian, contra el mundo del conocimiento es parte de ello. Maduro se ve a sí mismo como el dirigente del grupo político de la organización que ganó el sindicato, la federación de trabajadores, en este caso la conducción del país.

Pero ello no debe llevar a despreciarlo y considerarlo inepto para el cargo. Cada presidente “cojea de una pata”. Por el contrario, Nicolás Maduro aprende rápidamente el arte de gobernar. Lamentablemente aún no termina de aprender, que al estar cerca de las estrellas refulgentes (cualquier potencia imperialista), no importa cuál sea, si ello se hace sin la debida claridad de análisis político ideológico, puede un líder terminar quemándose.

En el mundo y la economía globalizada del siglo XXI la ingenuidad es un pecado que se castiga de manera brutal. Por ello, cuando un personaje, grupo político o país se adentra al tablero de las disputas del capital trasnacional, debe tener plena conciencia que él mismo se comienza a auto definir como ficha de un juego cuyos hilos son manejados por terceros.

La incomprensión de esta realidad hizo que personajes como Gadaffi, Sadam Hussein, Lula o Correa, activaran ellos mismos la cuenta regresiva que los llevó más temprano que tarde, a ser desechados, como alguien que fue tolerable o útil en un momento dado con el capital trasnacional, pero no lo sería de manera permanente. El capitalismo solo es leal con el dinero.

En descargo y a su favor debo decir que Maduro ha logrado ganarse el respeto de la mayoría del chavismo de base y mantener a raya al liderazgo militar, fundamentalmente por su narrativa anti imperialista, pero esta conexión que mantiene con el pueblo Chavista es paradójicamente su “plomo en el ala” al aproximarse a la Rusia y China capitalistas. Si algo asusta a las burguesías y al capital trasnacional es la capacidad de conexión de un líder con el pueblo más humilde.

Aún, en el momento de mayor riesgo para su presidencia, se equivocan quienes subestiman a Maduro por su origen social y político, por su falta de performance académico. Maduro posee una singular habilidad para sostenerse en el poder, que lo puede hacer reaccionar de manera eficiente para derrotar las conspiraciones en marcha del presente. Así que sigue siendo un factor, cada vez más claro de poder en la política venezolana. No estoy cerrando con ello, la posibilidad de salida a la fuerza o negociada, del poder que hoy ostenta Nicolás Maduro, sino visibilizando variantes y determinantes de un proceso de esta magnitud.

¿Quien representa a la nueva burguesía surgida entre 2002 y 2018?

En “Claves para entender lo que pasa en Venezuela [x] ” (2019), explicamos que AD, COPEI y una serie de micro partidos como “Proyecto Venezuela” (PV), Primero Justicia (PJ), entre otros, representaban la burguesía de la cuarta república que se había gestado y reconfigurado, en varias oportunidades, desde el gobierno de Juan Vicente Gómez. Señalamos también, que Voluntad Popular (VP) y “Vente Venezuela” (VV) aspiraban a ser la representación de la burguesía aperturista al capital trasnacional, por ello el apoyo que le habían dado más de cincuenta países y las naciones imperialistas de occidente. También indicamos que entre 2002 y 2018 había emergido una nueva burocracia adinerada que se perfilaba como burguesía, surgida también bajo el proteccionismo y amparo del Estado. El problema es determinar quién es la representación política de esta neo burguesía.

Si Nicolás Maduro no representa a la nueva burguesía, ¿quien lo hace? Ese es uno de los actuales problemas en Venezuela. Los intereses de la vieja burguesía ya no son monopolio de los partidos hegemónicos de la derecha en el periodo 1958-1998. Ninguna fracción de la burguesía puede permanecer alejada del centro de poder político por dos décadas. La rabia de la burguesía tradicional es que le ha tocado merodear los negocios que se constituyen alrededor de un Estado importador y rentista, para acceder a las migajas que deja la nueva casta que acumula dinero con las importaciones, las contrataciones públicas y la corrupción.

Este acercamiento ha producido paradojas como las que conocimos cuando el propietario de uno de los más importantes Bancos del país, Banesco, que había visto crecer de manera exponencial sus ganancias en el país, llegará a señalar que era un burgués socialista. Luego otras circunstancias propias de las disputas inter burguesas llevarían a intervenir la entidad financiera.

Una parte de la élite neo burguesa ha tenido que hacer alianzas de coyuntura con la vieja burguesía. Estas alianzas han tejido vínculos, aunque no integraciones empresariales abiertas, entre los intereses de los nuevos y viejos burgueses. La inestabilidad y volatilidad de los acuerdos, ha confundido muchas veces a la vieja burguesía acostumbrada a negociar pactos de largo aliento a través de las viejas representaciones políticas.

Al no existir un partido que representara a la nueva casta burguesa, las representaciones de las nuevas burguesías la hacen, los clanes políticos, los grupos de interés al interior de las organizaciones políticas. Algunos de estos clanes están representados por miembros de la dirección política del partido de gobierno. El tema novedoso es que no pueden aparecer impunemente cumpliendo este rol, por lo cual son más bien intermediarios para soluciones negociadas. Y no pueden aparecer abiertamente, porque el partido en el cual militan (el PSUV) es un partido policlasista de nuevo tipo, cuyas bases en buena medida se han apropiado y hecho suyo el discurso socialista anticapitalista. Por ello, la representación política de la nueva burguesía venezolana la ejercen directamente personajes como Diosdado Cabello, Tarek El Aisami, Elias Jaua, José Ameliach, entre otros. Esta caracterización es muy importante para entender los posibles escenarios futuros.

Aclaremos ¿Qué son entonces el PSUV y el Polo Patriótico?

El PSUV no es un partido político en los términos clásicos. Es una maquinaria electoral cuyo Buró Político está en Miraflores. EL PSUV cumple los rituales de debate en la base, pero en la dirección política nacional, el eco de estas deliberaciones nunca llega. El método dialéctico de análisis se asume formalmente, pero está proscrito en los hechos. Cuando se dan algunas discusiones en su cúpula son respecto a la instrumentalización de la política. Su dirección ha sido electa a dedo por el presidente de la República, tanto por Chávez como por Maduro. El PSUV es una estructura política con una dirección propia de un Sultanato.

A pesar que en su dirección política tiene a nuevos burgueses, estos no pueden actuar como tales en la representación política que ejercen, sino esconderse detrás de frases y afirmaciones radicales. Esto se debe a que el PSUV sigue siendo el espacio que, en sus bases, por debajo, agrupa al Chavismo, especialmente al chavismo popular rebelde.

De ahí, que más allá del rol burocrático de su dirección y del carácter burgués de algunos de sus líderes, una revuelta interna o diáspora rebelde desde abajo es posible y esperable, la cuál (hipotéticamente hablando) de presentarse, podría ser un factor determinante en el futuro político del país. Las bases del PSUV son las que sostienen los órganos del poder popular que aún sobreviven y son la garantía del control territorial del chavismo, por ello no son algo adjetivo en el análisis político.

El PSUV es un partido esquizofrénico solo posible de existir en medio de una crisis popular revolucionaria y unos intentos sostenidos de coaptación de la misma por parte de la neo burguesía y el capital trasnacional. Esta esquizofrenia política se expresa en una dirección política entreguista, vacilante, proclive a la claudicación de clase y claudicante ante el capital trasnacional a diferencia de una militancia cada vez más ganada para la lucha anti imperialista. Esta unidad en convulsión sostenida no podrá sostenerse por mucho tiempo: o se fractura o se diluye.

Los restantes partidos del Polo Patriótico son una caricatura de organizaciones, incapaces de liderar una radicalización del proceso. Lamentable por el PCV y lo que representa como tradición política en Venezuela, pero las restantes organizaciones son solo franquicias para acceder a las sobras del reparto del rentismo petrolero. Algunas derivaron en los llamados colectivos que no son otra cosa que una lumpenización de la política.

El PSUV sigue siendo muy importante como maquinaria electoral y espacio de encuentro para el chavismo radical de base. Pero más allá de eso, es imposible valorarlo como una organización capaz de liderar una transformación socialista del país. Es más nombre que hecho, mas “bulla que cabuya”. Pero no puede ser desestimado en la correlación de fuerzas actual.

El PSUV no puede convertirse en el presente en un partido burgués ni en un partido policlasista de conciliación de clases, por la presión radical de las bases; seguramente ello llevará en algún momento, a la creación de un nuevo partido sin “estos problemas” o al vaciamiento de la radicalidad de ese partido para reconfigurarlo. Ello no impide que en esta etapa asuma como propia la política de conciliación de clases encubierta con una narrativa de radicalidad y socialismo, que es elaborada por parte de la dirección liquidacionista del proceso revolucionario.

¿Existe espacio social para una tercera opción no polarizada?

Una referencia política que se constituya hoy como tercera fuerza política requería una presencia y recorrido anterior con vínculos con los distintos centros rebeldes. Eso no existe hoy. Lo más cercano a ello, fue al principio del 2012 REDES, la organización de Juan Barreto quienes llegaron a nuclear la izquierda que se encontraba dispersa dentro del chavismo y, en paralelo aprovechando la página web de Aporrea.org, Marea Socialista (MS) quien tuvo una proyección extraordinaria hasta el año 2014, antes de caer en la desviación socialdemócrata bajo la conducción de Nicmer Evans, el mal cálculo electoral del 2015, el eclecticismo de los frentes con civiles y militares de distinta índole político-ideológica en el 2016/2017, la participación en la inter sindical ligada al carro de Guaidó y la reunión junto a unos exministros con el Interino Guaidó hace solo unas semanas, los redujo a un pequeño grupo de propaganda radical.

Pero no todo está perdido. Están surgiendo intentonas de rebelión por el movimiento campesino, que intentan ser sofocadas mediante un dispositivo de coaptación implementado por el madurismo, en este caso bajo el liderazgo de Elias Jaua; así como en la organización autónoma de los profesores universitarios alrededor de demandas salariales, y la creación de dos alianzas sindicales combativas, una, alrededor del Sindicato de Trabajadores de la UCV y la otra, referenciada en el no sometimiento a las políticas de control salarial y de cercenamientos a algunos derechos contractuales que lidera el presidente de la Federaciones Eléctrica (Fetraelec) dentro de la Central Bolivariana, Socialista de Trabajadores (CBST) y en menor medida tal vez, por lo diezmado que tienen sus fuerzas, también resisten dentro de esa central, sectores como los automotrices, transportistas, metalúrgicos, cementos y otros.

Pero todas ellas son solo exploraciones que aún no terminan de tomar cuerpo definitivo. Son síntomas de intentos de una reorganización autónoma de las fuerzas revolucionarias, generada por las condiciones objetivas de la precarización laboral y la caída estrepitosa del poder adquisitivo del salario de la clase trabajadora. Algo que comienza a preocupar al capital trasnacional por lo cual aceleran la solución negociada nacional y global.

Construir organizaciones revolucionarias autónomas y claramente anticapitalistas sigue siendo una tarea no realizada por los y las revolucionarios (as) venezolanos (as). En ese sentido y dirección entiendo nuestro papel actual.

Algo se mueve en el plano militar

Los hechos del 29 y 30 de abril de 2019 parecieran no estar cerrados, sino ser “acontecimientos en pleno desarrollo”. Cuando salieron las primeras imágenes de Guaidó y Leopoldo todos indicaban que lo hacían desde la Comandancia General de la Aviación, ubicada en la base aérea de “La Carlota”, en Caracas. Minutos después, no solo se supo que en realidad los hechos estaban ocurriendo cerca de esta base aérea y no desde adentro, sino que, además, comenzaron a circular rumores que indicaban que algunos mandos militares estaban involucrados en la intentona.

Incluso personajes como Ornela, uno de los generales de mayor prestigio en la logia militar Chavista, así como el director del Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN) y el propio Ministro de la Defensa, eran señalados por los rumores como involucrados en el intento de alzamiento.

Las cámaras de televisión reseñaron el momento en el cual algunos soldados, guardias nacionales y sub oficiales se rendían, aduciendo que habían sido traídos engañados por algunos Generales, Mayores y Coroneles al lugar donde estaba Guaidó. Llama la atención que los soldados mencionaron con nombres y apellidos a los oficiales que los habían traído, según ellos mediante engaño, sin que aún a la fecha sepamos algo de la suerte de estos altos mandos militares.

En horas de la tarde del 30 de abril de 2019, circulo una carta firmada por General Manuel Ricardo Cristopher Figuera [xi] , director del Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN), en la cual éste ratificaba su lealtad con el gobierno del presidente Maduro, pero ratificaba –según él- un conjunto de denuncias sobre corrupción, métodos de trabajo y traición en el entorno presidencial.

Al final del día se anunciaba la destitución de Cristopher y su remplazo por el General Gustavo González López [xii] . El diputado de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) Gerardo Márquez informaba que, "el general de división Manuel Christopher Figuera es el que prácticamente dirige la operación (golpista). Está huyendo y seguramente en las próximas horas será capturado igual que todo aquel que haya intentado violentar el Estado de derecho y la Constitución".

Cada vez salen más informes que indican que efectivamente la fracción de la oposición liderada por Guaidó&López junto al gobierno norteamericano había estado intentando romper la unidad de las FANB y propiciar un derrocamiento armado al presidente Maduro.

El dato significativo del intento del golpe fue el desconocimiento que hicieron las bases de la oposición al llamado de Guaidó y López, a acompañar su levantamiento. La convocatoria de las primeras horas de la mañana del 30 de abril, fue al distribuido Altamira, una arteria vial ubicada al frente de la base aérea de La Carlota. Esta convocatoria tenía evidentemente el propósito de producir una “poblada” que derribara la cerca perimetral que circunda la base militar para: 1) producir una “invasión” civil al sitio de asentamiento militar, para intentar que estos soldados abandonaran al gobierno y, 2) confrontar para producir muertos entre la población civil, que reactivaran la agenda intervencionista militar extranjera. Pero ello no fue posible porque solo un reducido número de simpatizantes de la oposición se hizo presente. Guaidó mostró que no tiene militares y está perdiendo su inicial apoyo por parte de las bases de la oposición.

¿Que significa que intenten comprarte y no lo informes?

El presidente Maduro le salió al paso a los rumores y el 1 de mayo, en la concentración de simpatizantes del gobierno, desmintió que los Estados Unidos y la derecha venezolana hubiesen sembrado el germen de la traición en las FANB.

Eso generó una respuesta de Elliott Abrams, enviado de EEUU para Venezuela, quien le replicó señalando el 2 de mayo de 2019 que “los que estaban negociando la salida de Maduro «apagaron su celular»,[y]explicó que Vladímir Padrino; el presidente del TSJ chavista, Maikel Moreno, y el comandante de la Guardia de Honor, Iván Rafael Hernández Dala participaron en unas negociaciones con la oposición, en las que asegura que EE.UU, no participó” [xiii] . A lo cual John Bolton, asesor de Seguridad Nacional de los EEUU agregó ese mismo 1 de mayo, “que Maduro y Padrino están como escorpiones en una botella”, agregando que, “cree que se ha debilitado el vínculo entre el asediado presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y el ministro de Defensa, Vladimir Padrino” [xiv]

Los voceros norteamericanos dejaron deslizar ese mismo día, sobre unos supuestos contactos de la oposición con el ministro de la defensa; además, circuló un video en el cual familiares de Padrino López le pedían participar en la acción golpista [xv] .

El 2 de mayo, Nicolás Maduro junto a Vladimir Padrino, concentraron a buena parte de la oficialidad con responsabilidades de comando, en los alrededores del Comando Estratégico Operacional (CEO) y la Comandancia General del Ejército, ubicadas en las instalaciones militares de Fuerte Tiuna. Allí, las intervenciones giraban alrededor de la ratificación de lealtad con el gobierno que preside el primero. En esta oportunidad, al tomar la palabra el ministro Padrino López admitió, por primera vez en público, que habían intentado comprarlo. La cara de sorpresa del presidente Maduro fue “todo un poema”. No sé si era porque por primera vez lo escuchaba o por adelantarse el responsable de la cartera de Defensa a informar la primicia, de algo que a todas luces debió informarlo el primer mandatario nacional.

La interpretación hecha por el público que veía por televisión la cadena presidencial, fue que el presidente no estaba enterado de estos incidentes. Esto complica el panorama. Pero aún, suponiendo que el presidente lo supiera en tiempo real en el cual ocurría los intentos de comprar al ministro de la Defensa y mando militares, el que esto ocurra evidencia una fragilidad de la inteligencia y contra inteligencia del gobierno venezolano. Algo que no ha sido desaprovechado por el inquilino de la casa Blanca para señalar un supuesto fraccionamiento del componente militar de la revolución Bolivariana. Pero, lo correcto habría sido enterarse por vía del gobierno Bolivariano y no por las declaraciones de la administración Trump.




El riesgo de la disolución de alianza cívico militar

En Venezuela, la alianza cívico-militar moderna comienza a construirse en el año 1954. Cuando el Buró Político del PCV discute y aprueba iniciar una línea de trabajo con los militares venezolanos. La idea de esta unidad era garantizar contar con la fuerza miliciana necesaria para emprender un proyecto socialista en Venezuela. Esta iniciativa posibilitó las insurrecciones militares del Porteñazo y el Carupanazo en la década de los sesenta del siglo XX. A pesar de ser derrotados, oficiales leales a esa mirada de unidad cívico militar siguieron estando presente en el componente activo de la Fuerza Armada Nacional (FAN) por décadas Chávez se vinculó y fue expresión de este proceso político e insurgente que se denominó alianza cívico-militar.

Cuando la derecha venezolana comenzó a hablar abiertamente de solicitar la invasión militar por parte de las naciones imperialistas a Venezuela, las bases civiles revolucionarias se sintieron confiadas por formar parte de la alianza cívico-militar. En los últimos años el proceso Bolivariano hizo un importante esfuerzo e inversión para garantizar el entrenamiento y apresto profesional de las FANB, como garantía de la soberanía nacional, por ello los civiles Bolivarianos sintieron que llegaba la hora de que las FANB mostraran que había sido importante esta inversión y, en consecuencia, con su arrojo y valentía garantizaran la soberanía en el plano militar. Chávez insistía en el hecho que las FANB serían quienes impedirían cualquier locura guerrerista de los EEUU y sus aliados. Por ello la confianza era total en los civiles de izquierdas que apoyan al proceso Bolivariano.

Sin embargo, una vez que se asume el inminente riesgo de una invasión, mandos políticos y militares comienzan a “guabinear [xvi] ”, señalando que un enfrentamiento con las tropas imperialistas se podría ganar, pero también se podría perder, y en este último caso, estaríamos hablando de una derrota histórica, de la cual no se podría recuperar en el corto plazo la institución castrense.

Bajo este argumento tan “realengo”, se le abre las puertas al tutelaje de otras potencias imperialistas, para que resguarden el territorio patrio y sirvan de hermanos mayores a las tropas locales. Se trataría ya no solo de comprar equipos con transferencia tecnológica y requerir asesorías, sino de poner en marcha una nueva fase de la alianza con Rusia y China, que eventualmente podría contener el ingreso, permanencia y establecimiento permanente de tropas y hasta bases militares de esas naciones en el país.

Este inusual giro discursivo, golpea la noción de alianza cívico militar construida desde 1954 y abre las puertas a nuevas formas de colonialismo por otras potencias capitalistas del siglo XXI. Por ello señalamos, que esta orientación marca un proceso disolutivo de la concepción revolucionaria de la alianza cívico militar, amenazando en convertirla en una subordinación del pueblo revolucionario a otras potencias asociadas al capital trasnacional.

No es lo mismo contar con una columna simbólica de solidaridad, como lo fue la legión inglesa en la guerra de independencia, que llegar a depositar la confianza y dejar descansar la soberanía e integridad territorial de la nación sobre los hombros de fuerzas militares extranjeras. De concretarse esta iniciativa, sería una inflexión respecto a la concepción inicial de la alianza cívico-militar.

Cuando los chicos juegan en la cancha de los mundialistas

En la Agenda Alternativa Bolivariana (AAB) de 1996, el proceso constituyente y la Constitución de 1999, así como en el I Plan Socialista y los Planes de la Patria se ha insistido en la necesidad de construir un mundo despolarizado. Esta estrategia busca romper con la hegemonía norteamericana en el mundo, aunque en realidad está mucho más inscrita en la lógica narrativa previa al desembarco de la globalización neoliberal, lo que sí está claro es que Venezuela aspiraba a ser parte esencial de esta despolarización.

De hecho, Chávez siempre planteo como un objetivo estratégico del proceso Bolivariano la construcción de un mundo multi céntrico y multipolar. Este enunciado que parecía correcto, al parecer nunca fue analizado suficientemente respecto a sus implicaciones en una deriva imperialista o la claudicación de la soberanía ante potencias imperiales aparentemente “despolarizadas”.

Desde los ochenta del siglo pasado se viene dando un proceso de integración del capital trasnacional que devora a buena parte de los capitales nacionales. Esta fusión inexorablemente involucra a todos los países que tengan industrias, produzcan mercancías y/o materias primas y que hagan sus transacciones en los mercados haciendo uso de los mecanismos bursátiles y financieros internacionales. Ello ha disuelto las viejas barreras heredadas de la guerra fría. Hoy los capitales norteamericanos juegan ajedrez con los capitales chinos, rusos, canadienses, turcos.

Las izquierdas no pueden seguir con el arquetipo de Lenín, correcto en su momento histórico un siglo atrás, derivado del libro “Imperialismo fase superior del Capitalismo”. Hoy la lógica de acumulación y concentración del capital ha variado, dentro del mismo modo de producción capitalista. Entonces, ¿tiene sentido sublimar como contradicciones inter capitalistas las fricciones propias de las contradicciones del mercado, entre socios? Evidentemente no.

El riesgo de esta inconsistencia política, es que nos coloca en un escenario para el cual no tenemos la tradición como nación, ante naciones que llevan siglos usando la negociación como arma de colonización. Desde mi punto de vista la diplomacia y la clase política venezolana, incluso la izquierda venezolana no está calificada ni capacitada debidamente para convivir con naciones imperialistas que se nos presentan como protectoras ante el hegemón gringo, sin que ello los lleve a perder el rumbo.

La dirección política del madurismo, se asemeja a una banda de chicos inexpertos jugando una partida junto a cancerberos del dinero trasnacional, creyendo que la fortuna y el azar les dará la oportunidad de salir ilesos contra la inexorable razón del capital.

Cerrar filas contra la invasión abierta y el bloqueo económico a Venezuela

Claro está que debemos cerrar filas contra la invasión imperialista norteamericana y el bloqueo a la economía venezolana que han impulsado las administraciones de Obama y Trump. Ser de izquierdas pasa por una clara posición anti imperialista. Pero es un reduccionismo darle forma a este antiimperialismo, oponiéndonos solo al control de la economía nacional, por parte de los intereses gringos.

La burguesía trasnacional rusa, china, turca, es tan depredadora y explotadora como la norteamericana. Peor aún, el proceso de globalización ha hecho que muchos capitales financieros e industriales “nacionales”, pertenecientes a una u otra de estas nuevas potencias imperialistas, hayan tenido que integrarse a sus pares, pertenecientes a la centenaria nación imperial norteamericana. Hoy no existe un campo de la economía en el cual no se crucen e hibriden los capitales rusos y chinos con los norteamericanos. Un ejemplo de ello, es la sociedad empresarial de las familias Trump y Putin, para la explotación y comercialización del petróleo a escala planetaria. Al final la hibridación de intereses económicos prevalece.

Todo ello, sin dejar de un lado en el análisis, que la presión norteamericana sobre Venezuela, como ya lo señalamos, ha provocado que estemos prácticamente regalando concesiones y venta a futuro de materias primas a los capitales “asiáticos” o “euro asiáticos”, cuando al final de cuentas, cuando se cierra la bolsa al atardecer, podemos darnos cuenta que tienen intereses compartidos con sus homólogos en el país del norte.

Pero ¿Cuál es la estructura funcional del bloqueo?

El Bloqueo económico de EEUU contra Venezuela es criminal y afecta fundamentalmente a los sectores más pobres, a los trabajadores, a la clase media profesional.

Pero, ¿por qué el bloqueo le resulta más eficiente al capital trasnacional que una invasión militar?

Porque al cerrar fuentes de ingreso de divisas a la nación, siendo Venezuela un país rentista que vive de la venta de sus recursos minerales (especialmente petróleo, oro, hierro, aluminio y ahora coltran) se genera un cuello de botella indisoluble. Para poder importar lo que requiere el país debe apelar a las divisas que genera la venta de sus minerales. Es decir, para casi todo lo que consume, las divisas (dólar y euro especialmente) que ingresan por venta de minerales y materias primas, son fundamentales para sostener sus dinámicas de funcionamiento en el comercio internacional, especialmente para las importaciones.

La dependencia neocolonial que se instauró a finales del siglo XIX, durante todo el XX y lo que va del XXI, hizo que esa relación de venta de materias provenientes del extractivismo y la recepción de divisas que por esta razón ingresaban al país, fuera en su mayoría de las empresas socias de la clase dirigente norteamericana. Al ordenar el bloqueo los EEUU sobre las cuentas y pagos de las empresas que aceptan la autoridad de su imperio, Venezuela se queda sin divisas para comprar lo que requiere, especialmente alimentos, medicinas, así como insumos, materiales y equipos para el funcionamiento de los servicios públicos.

Al escasear las divisas y prohibirse la venta de muchos productos a Venezuela por parte de EEUU a sus acostumbrados proveedores, el país debe buscar fuentes alternativas, tanto para resolver el problema de liquidez de divisas, como para poder acceder a proveedores que permitan suplir los requerimientos del mercado nacional. En la medida que el bloqueo arrecia, las condiciones de la población se deterioran aceleradamente y se crean las condiciones materiales para la inestabilidad política. Para poder mantener el orden y la gobernabilidad, el gobierno se ve obligado a negociar en condiciones cada vez menos favorables con empresas trasnacionales vinculadas al comercio de materias primas.

Entonces aparecen Rusia, China, Turquía y otras naciones como “tablas de salvación”. Pero, la globalización neoliberal que se inicia en los ochenta ha venido produciendo un acelerado acercamiento e integración de sectores del capital norteamericano, chino, ruso, canadiense e inglés y, en menor medida con la Unión Europea, Turquía y los Brics.

Sin embargo, este proceso de integración genera naturales fricciones entre dinámicas de comercio y flujo de mercancías, que se nos quieren presentar como contradicciones inter capitalistas de carácter antagónico permanente. Las normas para el control de comercio internacional y evitar enfrentamientos entre capitales trasnacionales se encubren con las llamadas políticas arancelarias a las importaciones y los protocolos para establecer sanciones a empresas que las incumplan. No son contradicciones irreconciliables, por el contrario, se constituyen en hojas de ruta que persiguen facilitar la fusión e integración del capital trasnacional, haciendo lo más controlable posible la turbulencia que este acople genera. Cada día es más notoria la alianza, integración y fusión de capitales más allá de las fronteras nacionales, los cuales antes eran vistos como propios de una de las naciones imperialistas.

Si a ello le añadimos todo el imaginario construido por el discurso añejo, no actualizado, de la izquierda de inicios del siglo XX, que en su momento correctamente caracterizó las contradicciones inter capitalistas, pero no podía ni tenía la tarea de anticipar la lógica integracionista del capital actual, el problema se agudiza. Una parte de la élite política y la mayoría de la base del proceso Bolivariano actual, es prisionera de la ilusión que indica, que, si negociamos con los chinos y los rusos, estamos escapando de la influencia norteamericana.

Por el contrario, como en el sombrero del mago, somos incapaces de ver el doble fondo que tiene la chistera, las conexiones aparentemente invisibles de una misma dinámica. Los capitales norteamericanos, chinos y rusos tienden a la integración y la alianza de intereses, no al conflicto. Esto no niega la posibilidad de enfrentamiento, pero no es la tendencia real actual, más allá de la imagen que nos dan los medios de comunicación asociados al complejo industrial cultural. En esa orientación, EEUU bloquea e incrementa de manera permanente y sistemática la asfixia a la economía venezolana, no como una acción suicida que les prive de ingresos o el acceso a materias primas por un solo día, porque ellos han construido los canales y mecanismos para que aún en situaciones forzadas como esta, los intereses del capital trasnacional no se vean afectados.

Cuando EEUU incrementa el volumen del bloqueo y las sanciones lanza al país a los brazos de empresas chinas y rusas que se presentan como alternativas, cuando en realidad una buena parte de su capital es “mixto” y sus ganancias terminan alimentando la economía gringa.

En la medida que se incrementan las sanciones y los efectos del bloqueo a Venezuela, el país se ve forzado a entregar más y más de sus reservas estratégicas de minerales, vendiéndolas a futuro a precios soñados hace solo una década por el capital trasnacional. Es decir, el bloqueo le resulta funcional al capital trasnacional, incluido el norteamericano al que representa el Sr. Trump. Por ello, se aleja momentáneamente el fantasma de la invasión, porque esta echaría a perder la compra acelerada de un país a precio de barajitas, que le permite al capital trasnacional apropiarse de las materias primas que mueven la economía global. El bloqueo es una estrategia del capital trasnacional, mientras la izquierda y la dirección política bolivariana piensa en tiempos de contradicciones inter imperialistas a la usanza de comienzos del siglo XX. Un pequeño problema de desubicación temporal de casi un siglo.

Por otra parte, el proceso de deterioro de la situación económica y política del país, posibilita la construcción de representaciones políticas que le sean fieles al capital trasnacional y rompan con la dependencia y el proteccionismo del Estado que caracterizó al surgimiento de las viejas y nuevas burguesías venezolanas. El bloqueo es la operación del capital trasnacional para producir la neocolonización del nuevo imperio trasnacional sobre el territorio venezolano.

Las reuniones de las potencias imperialistas

Apenas fracasa el Golpe de Guidó&López, es decir de la fracción política del capital trasnacional, todas las instancias del capital multinacional se mueven. Se reúne de emergencia el grupo de contacto de la Unión Europea, Putin y Trump conversan largamente y en privado, el Primer Ministro Canadiense habla por teléfono con el presidente cubano Miguel Díaz Canel y el canciller ruso Larov convoca al canciller venezolano a una reunión de emergencia en Moscú. Queda en evidencia la preocupación del capital trasnacional respecto a lo que ocurre en Venezuela.

Al final de la cita en Moscú, se produce una rueda de prensa que mantiene toda la verborrea anti invasión, mientras se anuncia un incremento de la presencia rusa en Venezuela, no solo en el plano militar (que ya es pérdida de soberanía) sino en otras áreas estratégicas que no se precisan a que se refieren, las cuales seguramente serán de los servicios y la extracción de materias primas.

El capital trasnacional sigue usando cada vuelta de tuerca de la crisis venezolana, para afianzar su desangre, repito a precios y en condiciones de negociación imposibles alcanzarla de otra forma.

Venezuela asiste a estas reuniones con una ingenuidad propia de quien es asesorado por analistas de una izquierda que no ha salido del marco económico global que antecedió a las dos guerras mundiales del siglo XX. La prestigiosa diplomacia cubana sabe que ese es el juego, pero no lo devela porque es funcional al goteo de recursos del capital trasnacional que comienza a llegar a la isla como parte del intento de replicar allí, “un país, dos sistemas”. El canciller venezolano Jorge Arreaza asiste a las reuniones de Moscú precedido de una campaña que hace ver este encuentro como propio de una reedición de la guerra fría, lo cual cuando menos da risa con tristeza.

EEUU responde rápidamente, manteniendo la tensión y forzando de hecho, el definitivo desembarco del capital trasnacional en Venezuela, en formato ruso, chino y turco, algo que había resultado imposible desde la crisis abierta en 1983. Las representaciones de las burguesías venezolanas y esta misma, no tuvieron la disposición ni la capacidad para transformarse e ingresar a la disputa económica mundial permitiendo el desembarco del capital trasnacional. Algo que ahora está logrando esta crisis del bloqueo económico a Venezuela. Los EEUU y el capital trasnacional ganan con el bloqueo y la dirigencia venezolana no termina de entender lo que pasa.

Los anuncios de un nuevo esquema de designación del valor del cambio

El 6 de mayo de 2019 se anuncia que la banca privada de Venezuela podrá comprar y vender dólares a la tasa que considere pertinente. Esta es una declaración de abandono de la capacidad del Banco Central para controlar el mercado de divisas. ¿Por qué ocurre? Porque es una forma de capturar las divisas existentes en la calle, cada vez más crecientes producto de una economía dolarizada con ingresos no formales de las remesas que envían los inmigrantes desde el exterior a sus familiares y de una presencia cada vez más notoria de capitalistas extranjeros, quienes negocian y comercian en el propio país con divisas extranjeras, para protegerse de la devaluación galopante de más de un millón por ciento anual.

Los anuncios en este sentido, parecieran orientarse a las presiones derivadas de la dinámica que viene tomando el capital trasnacional en la economía venezolana. Esperemos que dentro de unos meses no estemos hablando de que es la Banca privada la culpable de la híper inflación.

¿Que podemos esperar?

Malas noticias y oscuros presagios parecieran derivarse de los hechos del 30 de abril de 2019. A mi juicio:

1. El golpe de Estado no se ha terminado de desactivar;

2. Si se desactiva por enfriamiento, la negociación es en tres niveles. El primero, produciendo un desembarco no declarado del capital trasnacional vía Rusia y China, asociadas a los intereses norteamericanos; segundo, revitalizando políticamente a Guaidó o promoviendo una nueva figura de representación política del capital trasnacional. Tercero, iniciando la disolución de las representaciones políticas de la vieja burguesía, que aparecen como “culpa” del Chavismo. Es un ajedrez bien calculado.

3. Si llegara a triunfar la conspiración y el proceso bolivariano fuera desplazado del gobierno, es previsible un reformateo de todas las representaciones políticas burguesas, es decir el surgimiento de “nuevos liderazgos” fabricados por el capital trasnacional y las naciones imperialistas. Los partidos de derecha sin saberlo cavan su propia tumba;

4. El sueño de algunos políticos de izquierdas, respecto a una salida negociada que les permitiera sobrevivir políticamente, no tienen mayores posibilidades reales de concretarse. De imponerse un gobierno burgués en Venezuela, asociado al capital trasnacional (EEUU, UE, Rusia, China, Canadá, Turquía), el cambio político sería absolutamente radical:

5. La política del capital trasnacional es lograr una transición política que abra paso a un gobierno provisional que instale un gobierno burgués de nuevo tipo en Venezuela;

La opción del bloqueo económico puede ser más eficiente, rápido y políticamente justificable que una invasión, para lograr la resolución de la crisis abierta en 1983 y conformar el primer gobierno burgués de capital trasnacional en Venezuela.

Alternativas de coyuntura

No pretendo que un artículo para el debate de la coyuntura contenga las consignas y las definiciones tácticas. Pero tampoco sería correcto culminarlo si reivindicar la esperanza que seguimos teniendo sobre las posibilidades de darle vuelta y un revolcón a la política del capital trasnacional en nuestro país. Por ello, algunas de las tareas centrales parecieran referirse a

1. Acordar un debate abierto entre los revolucionarios, los anticapitalistas venezolanos, que nos permite entender más allá de los signos superficiales lo que está ocurriendo;

2. Vincular esos debates a las luchas anti burocráticas y por los derechos básicos que se están levantando en todo el país;

3. proponer la construcción de una red de organizaciones revolucionarias que permita articular el trabajo que cada uno estamos haciendo de manera aislada. No se trata de crear un frente común no de elaborar el programa mínimo, sino sumergirnos en la fragua con conocimiento y voluntad;

4. Trabajar por propuestas anti capitalistas y de control popular a los precios, el abastecimiento y distribución de los alimentos y productos de primera necesidad;

5. Construir con los y las trabajadoras un plan de recuperación de las empresas que permita activar la producción nacional, sin que ello sea una forma encubierta de proteger a la burguesía nacional ni al capital trasnacional. Reactivación desde la lógica de la conciencia de clases sobre el trabajo;

6. Abrir un debate sobre el modo revolucionario de gobernar y la urgencia de los cambios que se requieren para romper con la lógica burocrática que facilita la reestructuración capitalista de la actual crisis. En los próximos días formularemos algunas ideas al respecto;

7. Retomar la iniciativa de las propuestas socialistas para salir de la crisis

Notas

El Autor es Analista político y militante del chavismo revolucionario de base. normanantonioboscan2030@gmail.com[ii] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=253429&titular=despu%E9s-del-23f.-claves-para-entender-lo-que-pasa-en-venezuela-


[iv] Cuando Chávez inicia su carrera militar tenía cara de Tribilin, el personaje de las tiras cómicas

[v] Adeco es el denominativo de los militantes del viejo partido policlasista Acción Democrática (AD)


[vii] La Causa R nació en los setenta como un proyecto político liderado por el revolucionario Alfredo Maneiro. La temprana muerte de su fundador dejó en la deriva ideológica a la organización, que aún con la R al revés, seguía siendo identificada en los ochenta y noventa como un partido de izquierda. En las elecciones de 1993 Andrés Velásquez su líder después de la muerte de Maneiro, negoció el robo de la elección presidencial a la que todos le daban por ganador. Desde un inicio se negó a apoyar a Chávez y en los últimos veinte años ha venido derivando en un partido centrista que forma frente en común con la ultraderechista María Corina Machado, oligarca de origen, y una de las figuras de construcción de la representación política del capital trasnacional en Venezuela.

[viii] Desde mi punto de vista, la judialización de la dirigencia de la Causa R contribuirá a su definición como parte integrante del bloque que puja por la construcción de una representación política del capital trasnacional

[ix] FANB: Fuerza Armada Nacional Bolivariana







[xvi] Expresión venezolana que trata de hacer una analogía con el pez baboso, al cual es muy difícil atraparlo porque se escapa entre las manos por su piel muy lisa y húmeda.


Venezuela en medio de ¿Contradicciones inter imperialistas?

https://www.rebelion.org/noticia.php?id=255735

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