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"La dirección de Podemos está conformada por oportunistas redomados"

En las pasadas elecciones - recuerda Antonio Liz - Unidas Podemos volvió a perder votos y escaños. En las elecciones anteriores contabilizaban 5 millones de votos y 71 escaños y en estas tienen 3,7 millones y 42 asientos en el Congreso de los Diputados (...).

POR ANTONIO LIZ

Las elecciones generales del domingo 28 de abril supuso unaparticipación del 75,75% por un 69,84% de las anteriores, las de2016. Este incremento de la participación en casi 6 puntos fue debido a la alarma social que causó la entrada de Vox en el parlamento andaluz y a las expectativas de votos que se le otorgaban por los medios de comunicación de masas.

El PSOE de Pedro Sánchez ha sido el gran triunfador ya quepasó de 5,4 millones de votos y 85 escaños en el Congreso de los Diputados a 7,4 millones y 123 diputados. Por contra, el PP de Pablo Casado fue el gran perdedor porque pasó de 7,9 millones de votos y 137 diputados a 4,3 millones y 66 diputados. 

Dicho de otra forma, pasó de ser el partido más votado y con mayor grupo parlamentario de la pasada legislatura a ser la primera fuerza de la oposición por tan solo 219.423 votos y 9 diputados más que Cs. Vamos, una auténtica catástrofe política. 

Mientras, Cs de Rivera incrementó votos y escaños pero no en la medida que pensaban. Sus 4,1 millones de votos y 57 diputados sólo le sirven para intentar “liderar la oposición”,la obsesión que tienen ahora.

La catástrofe del PP y la decepción de Cs se incrementan porque asumieron parte del argumentario de Vox para “nada”, bueno, en rigor, para retratarse ante el pueblo trabajador ya que se vio que para ganar las elecciones estaban dispuestos a girar a la derecha todo lo que hiciera falta y más. 

Pero tampoco los fascistas postmodernos de Vox vieron cumplidas sus reaccionarias aspiraciones ya que sus 2,6 millones de votos y sus 24 diputados no le sirven al conjunto de la derecha para gobernar ya que entre PP, Cs y Vox sólo tienen 147 escaños, muy lejos de la mayoría absoluta, 176, y nadie querría pactar con ellos salvoNavarra Suma (NA+), Coalición Canaria y Partido Regionalista de Cantabria que suman tan sólo 5 diputados.

Unidas Podemos volvió a perder votos y escaños. Aunque las cuentas exactas habría que hacerlas diferenciando los votos de las confluencias de las elecciones del 2016, la cuestión grosso modo es que en las elecciones anteriores contabilizaban 5 millones de votos y 71 escaños y en estas tienen 3,7 millones y 42 asientos en el Congreso de los Diputados. Los “nacidos para ganar”, como se presentaban después de irrumpir de sopetón con 5 eurodiputados en las europeas del 2014, ahora sólo aspiran a pisar moqueta ministerial. 

Ya han aparcado definitivamente toda la radicalidad verbal de que hicieron gala. 

Ahora hay que gobernar con el PSOE, que dejó de ser un partido de la “casta” en un plisplas, y defender que se cumpla la Constitución, que fue en lo que se centró Pablo Iglesias durante la campaña –él aún no ha comprendido algo tan básico como que la burguesía, la patronal, sólo cumple lo que firma cuando se la obliga socialmente (claro, sólo ha trabajado en la Universidad, que para esto –y otras muchas cosas sociales- no es escuela, en aparente paradoja).

El nacionalismo catalán y vasco volvieron a demostrar que tienen un peso social muy sólido. ERC pasó de 9 escaños a 15 y si bien JxCat perdió uno ya que pasó de 8 a 7 la suma total del “independentismo”catalán se incrementó ya que pasó de 17 escaños a 22. 

Y todo esto con un añadido político que no se puede obviar, ERC fue el partido más votado en Cataluña con 1 millón de votos, seguido por el PSOE catalán (PSC) con 958 mil, y quedando Cs en quinto lugar con tan solo 477 mil, es decir, que los de Rivera pasaron de ser el partido más votado en las pasadas elecciones autonómicas catalanas a la quinta posición, lo que equivale a una derrota política en toda la línea en su núcleo original.

El nacionalismo vasco no defraudó en las expectativas ya que tanto el PVN como EH Bildu incrementaron sus escaños, el PNV pasó de 5 a 6 y Bildu de 2 a 4. Como es sabido, el PNV apoyó a Pedro Sánchez en la moción de censura al gobierno de Mariano Rajoy por lo que es sencillo deducir que seguirán siendo un apoyo para el PSOE en cuestiones estratégicas. Bildu forma parte de la izquierda periférica por lo que el PSOE sabe que contaría con sus votos en medidas sociales y en el diálogo con los “independentistas” catalanes.

Si a los resultados de las elecciones al Congreso de los Diputados le añadimos la mayoría absoluta que ha sacado el PSOE en el Senado –lo que pone en sus manos la aplicación del artículo 155-, se puede decir que la derecha españolista es la gran derrotada.

 No obstante no hay que sobredimensionar esta derrota por la sencilla razón que la izquierda institucional (PSOE y Unidas Podemos) no es una izquierda social, y esto es un gran problema político desde la óptica de los intereses de la clase trabajadora.

La dirección del PSOE está más a la derecha que sus votantes y que su militancia –al menos la madrileña, que gritó alto y claro la noche electoral ante la sede de Ferraz: “con Rivera no, con Rivera no”. 

Esto es así porque el PSOE tiene una contradicción irresoluble, sus votos vienen mayoritariamente de la clase trabajadora pero sirve políticamente al gran capital. Aquí está el nudo gordiano que Pedro Sánchez no quiere cortar. 

El hoy secretario general del PSOE y presidente del gobierno ha demostrado una gran capacidad de decisión para enfrentar al viejo aparato del PSOE con sus viejas y nocivas glorias como Felipe González y Alfonso Guerra y sus conservadores barones, pero está atrapado en el laberinto de establecer una economía capitalista de rostro humano nutriéndose de los votos de las mujeres y los hombres del pueblo trabajador.

Unidas Podemos ha pasado de decir que no existía la derecha y la izquierda a decir que son de izquierdas.

 No es que su dirección sea políticamente analfabeta ya que buena parte de ella está conformada por profesores universitarios, es que son, sencillamente, unos oportunistas redomados, unos personajes que quieren participar en “la gobernabilidad del Estado” al precio que sea -lo que popularmente se llama pisar moqueta-, razón por la cual cambian el lenguaje político en cada coyuntura electoral para adaptarse a lo que consideran son los deseos generales de la “ciudadanía” en ese momento. 

No quieren trabajar por una sociedad alternativa, sólo adaptarse para tener poder. Nada que ver, por tanto, con una organización de izquierdas si entendemos por tal una organización que luche por la defensa de los derechos sociales y políticos del pueblo trabajador ahora y, al mismo tiempo, por una sociedad fundamentada en la justicia social.

 Unidas Podemos por no tener ni tiene militancia –votan telemáticamente las personas que se apuntan- ni ninguna ligazón orgánica con la clase trabajadora ya que no tienen militantes en el mundo del trabajo.

En resumidas cuentas, el PSOE y Unidas Podemos no tienen nada que ver con una izquierda revolucionaria, transformadora de la realidad social y política. Son una izquierda reformista que quieren implementar un capitalismo de rostro humano, dotado con unas prestaciones sociales que impidan una explosión social pero que no lesionen los intereses económicos del gran capital, de las empresas del Ibex 35. 

Anotar que una sociedad así sólo se puede mantener con un inestable equilibrio social y mientras se dé al menos una cierta bonanza económica que posibilite un moderado incremento de la fiscalidad a las grandes empresas para mantener las básicas prestaciones sociales pero que se quiebra en cuanto viene una crisis económica.

Por lo tanto, el problema que hay hoy en el Estado español desde la óptica de los intereses materiales y políticos del pueblo trabajador, es que la mayoría social es objetivamente de izquierdas pero el PSOE y Unidas Podemos no son de izquierdas. 

Y este es el problema socio-político por antonomasia y que lleva a que la derecha se recupere y pueda gobernar en cuanto venga una crisis económica ya que la “izquierda” traicionará una vez más a la clase trabajadora y esto llevará a un incremento de la abstención lo que le posibilitará ganar las elecciones a la derecha. 

Por otra parte, si bien la derecha política (PP, Cs y Vox) fue derrotada en las urnas por los votos del pueblo trabajador la derecha social no está desaparecida ya que detenta el poder económico. Además, sus más naturales representantes políticos tampoco están fuera del escenario porque tienen 11 millones de votos y suman 147 diputados. 

Así, la derrota política es parcial y coyuntural y para profundizarla habría que lesionar los intereses materiales de las grandes empresas con medidas democráticas radicales como crear una banca pública, socializar empresas estratégicas como las eléctricas, crear un parque de vivienda pública y combatir la concepción capitalista de la sociedad socializando los grandes medios de difusión y democratizando la enseñanza pública a todos los niveles. 

Y medidas de este tipo sólo se podrían llevar a buen puerto desde un gobierno que se apoyase en las movilizaciones del pueblo trabajador y ni el PSOE ni Unidas Podemos están por este quehacer.

La reflexión le puede parecer a más de un “demócrata” catastrofista pero no tiene nada de eso. Esta reflexión es, sencillamente, una sugerencia a los sectores políticos más dinámicos de la clase trabajadora, la mujer y la juventud.

 A esa esforzada y apasionada militancia que pelea cotidianamente en los movimientos sociales y en grupos de extrema izquierda pero que lo hace de manera atomizada, sin aglutinarse políticamente para poder presentar una batalla tanto táctica como estratégica, esto es, hacer un frente común de lucha por medidas democráticas radicales aquí y ahora y, además, canalizar los votos de esa izquierda social existente para poder plantear socialmente una sociedad alternativa construida sobre los cimientos de la justicia social.

Quiero incluir en esta sugerencia también el recordatorio de que la política revolucionaria es tal cuando se tiene influencia política en millones de mujeres y hombres del pueblo trabajador. Y esa influencia hay que ganarla convirtiéndose en un referente en la lucha social y política. Y para ello no sirve una lucha atomizada de colectivos bienintencionados ni reflexiones teóricas que no tengan impacto en la organización política de la clase trabajadora.

Pero no estamos hablando de un imposible. Repasando los votos que han sacado organizaciones de la extrema izquierda –y no toda se ha presentado- se puede afirmar que si sólo una parte de ella se pusiese a trabajar en común en un Frente de Izquierda Anticapitalista sería desde el minuto uno un aglutinador de un sinfín de colectivos ya que se convertiría en un referente. 

El vivero de votos sería enorme porque además de las mujeres y hombres que votaron al PSOE y a Unidas Podemos como “mal menor” están los 8,4 millones de personas que se han abstenido y que en su mayoría pertenecen por extracción social al pueblo trabajador y que “pasan” de política porque están hastiados hasta la saturación del mercadeo electoral. 

Pues bien, un Frente de Izquierda Anticapitalista que se convirtiese en el parlamento de la clase trabajadora y de los movimientos sociales y donde se diseñase su programa y se eligiese a sus portavoces se convertiría en una herramienta político-social insustituible para el pueblo trabajador. Esa herramienta tendría una utilidad inmediata ya que presionaría socialmente por la izquierda al PSOE y a Unidas Podemos obligándolos con movilizaciones sociales a que votasen medidas democráticas radicales en el Congreso de los Diputados y, al mismo tiempo, se empezaría a tener la percepción social que construir una sociedad alternativa es posible ya que habría programa, influencia social y mujeres y hombres dispuestos a conquistarla. 

No se olvide tampoco que nada es eterno excepto el movimiento y que la Historia no está escrita de antemano.

Madrid, 3, mayo, 2019


Título original: 28A: La derecha derrotada, pero la "izquierda" no es izquierda"
http://canarias-semanal.org/art/25158/resultado-electoral-del-28a-izquierda-que-izquierda

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