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Para leer a Gramsci


Giuseppe Cospito (Savona, 1966) es investigador de la Universidad de Pavía en Italia e integrante de la International Gramsci Society. Autor de El Ritmo del Pensamiento de Gramsci. Una lectura diacrónica de los Cuadernos de la cárcel, su trabajo es representativo de la nueva generación de investigadores gramscianos italianos que buscan profundizar en una lectura filológica de la obra del comunista sardo.
En esta entrevista conversamos sobre algunas de las principales ideas planteadas en su libro, así como sobre el trabajo de la nueva edición crítica de los Cuadernos de la cárcel que está en curso en Italia y de cuyo equipo forma parte.

Su lectura de Gramsci destaca la importancia de la problemática de las “relaciones de fuerzas” y su incidencia en el modo en que el autor de los Cuadernos de la cárcel lee a Marx y a la tradición marxista.

Y más en general, ofrece claves metodológicas para abordar la lectura y el estudio de la teoría gramsciana. Un tema fundamental sobre el que tenemos lecturas diferentes es el de la guerra de posiciones.

Mientras para Cospito, la fórmula gramsciana de la “guerra de posiciones” para la revolución en Occidente implica la superación definitiva de la “guerra de movimiento”, desde nuestra óptica Gramsci introduce más matices en cuanto a las combinaciones de ambas formas de lucha, a propósito de lo cual hemos realizado una lectura alternativa a la que esboza Cospito en esta entrevista [1].

En El ritmo del pensamiento de Gramsci proponés una lectura diacrónica de los Cuadernos de la cárcel. ¿En qué consiste esta lectura diacrónica?

La lectura diacrónica de los Cuadernos de la cárcel se coloca tras la estela del trabajo filológico de Gianni Francioni, iniciado a fines de los años ’70 y todavía en curso.

Partiendo de la edición crítica de los Cuadernos curada por Valentino Gerratana (1975) Francioni ha propuesto una serie de correcciones al ordenamiento de los manuscritos carcelarios (que ahora están en la base de la nueva edición, en curso de publicación en el marco de la Edición nacional de los escritos de Gramsci) pero sobre todo ha llegado a fechar con mayor precisión los distintos cuadernos y los apuntes contenidos en ellos.

Esto ha permitido aplicar a Gramsci lo que él mismo, en una nota del Cuaderno 4 (después transcripta en el Cuaderno 16) titulada Cuestiones de método, invitaba a hacer con la obra de Marx, vale decir, seguir “el ritmo del pensamiento en desarrollo”.

Si de hecho se leen las diversas anotaciones carcelarias en el orden efectivo con el que fueron escritas, notamos, en el curso del tiempo, los principales conceptos teórico-políticos gramscianos, de hegemonía a revolución pasiva, de guerra de posición/guerra de movimiento a Estado/sociedad civil, de cesarismo y bonapartismo a traducibilidad (por limitarnos a pocos ejemplos), se presentan por primera vez, se definen, se precisan, se enriquecen, se complican, a veces cambian de significado, otras veces conocen momentos de olvido para después reaparecer y así sucesivamente.

Esquematizando se puede distinguir una primera fase del trabajo carcelario (Cuadernos 1 y 3) en la que aparecen la mayor parte de los temas de la investigación gramsciana; una primera sistematización en los Apuntes de filosofía del Cuaderno 4, que viene sin embargo puesta en discusión en los Cuadernos 5 y 6 (de carácter prevalentemente político) y en los Apuntes de filosofía del Cuaderno 8 y en las anotaciones sobre el Risorgimento del Cuaderno 9.

Una parte de estos apuntes es retomada por Gramsci en los cuadernos “especiales”, monográficos 10-13, 16 y 18-29, con variantes y agregados a veces aparentemente insignificantes, pero que, leídos con atención, se revelan fundamentales para captar la ulterior evolución de su pensamiento.

Pero, sobre todo, él continúa sobre los mismos argumentos escribiendo nuevas notas en los últimos cuadernos misceláneos 14, 15 y 17, en los cuales llega a menudo a introducir nuevos desarrollos en una reflexión que en un cierto punto (hacia la mitad de 1935) se interrumpe, porque el prisionero ya no tiene las fuerzas físicas y mentales para escribir, pero no llega nunca a resultados que se puedan considerar definitivos.

Emerge así el carácter no sistemático, sino abierto y en continuo devenir, de la investigación de Gramsci, que procede como por estratificaciones y aproximaciones sucesivas, en relación también con el carácter no dogmático de su visión del mundo.

Uno de los argumentos fuertes de tu libro es que Gramsci parte de la idea de explicar "cómo surge el movimiento histórico sobre la base de la estructura" para luego abandonar ese enfoque en favor del análisis de las relaciones de fuerzas. ¿Cuáles son los momentos más destacados de esta reflexión gramsciana y por qué te parece que Gramsci realiza esa evolución?

En la primera serie de los Apuntes de filosofía (Cuaderno 4), Gramsci escribe que la relación entre estructura y superestructura es “el problema crucial del materialismo histórico” e intenta resolverlo buscando mantenerse equidistante de lo que le parecen dos excesos opuestos: el mecanicismo de quienes proponen una determinación unívoca del devenir histórico-social por parte de la estructura económica y el voluntarismo idealista de quienes sostienen una casi total autonomía del plano político-ideológico respecto de la base material.

Tal impostación es puesta en discusión a partir de la segunda serie de Apuntes de filosofía(Cuaderno 7), dedicados especialmente a la crítica del economicismo prevaleciente en el marxismo de la Tercera Internacional, tomando como blanco la Teoría del materialismo histórico de Bujarin.

Esto, sin embargo, no significa (como también alguno ha sostenido) que Gramsci se acerque a posiciones idealistas: él más bien se da cuenta de que determinismo y voluntarismo no son más que dos caras de una misma medalla y que es necesario reformular la cuestión en términos que superen la misma contraposición de materialismo e idealismo.

Esto sucede en la tercera serie de Apuntes de filosofía (Cuaderno 8) donde Gramsci pone en discusión la misma metáfora arquitectónica de una base sobre la cual se construye un edificio, destinada inevitablemente a perder sentido en el momento en el cual se niega un nexo causal rígidamente unívoco entre los dos elementos.

De ahora en adelante, el movimiento histórico le parece el resultado, nunca previsible con la certeza de las ciencias matemáticas o naturales, de un complejo entramado de “relaciones de fuerzas”, que son de naturaleza económica, social, política, militar e ideológica.

Esta impostación me parece que prevalece en la segunda parte de la reflexión carcelaria y en particular en los primeros cuadernos “especiales” 10, 11 y 13, y en los nuevos “misceláneos” 14, 15 y 17, en los cuales Gramsci trabaja hasta que sus fuerzas se lo permiten, probando distintas soluciones inéditas y nunca definitivas del problema de “cómo nace el movimiento histórico”.

Creo que esta evolución del pensamiento de Gramsci se debe por una parte a una profundización en la obra de Marx, agunos de cuyos escritos él traduce en la cárcel, en una sección del Cuaderno 7, de una antología alemana: especialmente las Tesis sobre Feuerbach y el Prefacio de 1859 a la Contribución a la crítica de la economía política.

Por otra parte, se debe a una creciente separación respecto de la teoría y, sobre todo, de la práctica del marxismo soviético, cuyo dogmatismo le parece corresponsable de las derrotas sufridas por el movimiento obrero italiano e internacional en los años ‘20 (y en particular la escasa resistencia opuesta al ascenso del fascismo), incapaz de comprender la capacidad de resistencia de las naciones burguesas a la dramática crisis de 1929, que según la vulgata economicista habría debido conducir al derrumbe fatal de la sociedad capitalista.


Siguiendo con el tema de la separación de Gramsci respecto de una posición determinista, destacás la importancia de la voluntad y la diferenciás tanto del voluntarismo como de la lectura de la “revolución pasiva” en términos de un programa.

¿Qué lugar ocupa la cuestión de la voluntad y la crítica de la revolución pasiva en la teoría política de Gramsci?

Cómo decía al principio, en el curso de la reflexión carcelaria Gramsci supera la impostación inicial de una ortodoxia marxista equidistante entre el determinismo mecanicista y el voluntarismo idealista.

La condena de toda forma de activismo individualista se mantiene constante, pero al mismo tiempo se asiste a una revalorización del rol de la voluntad, no singular, sino colectiva.

Se trata, como se lee en un pasaje del Cuaderno 8, de “investigar cómo precisamente se forman las voluntades colectivas permanentes, y como tales voluntades se proponen fines inmediatos y mediatos concretos, esto es, una línea de acción colectiva”, organizada por ese moderno Príncipe representado por el Partido.

Y un poco más adelante, inspirándose en la celebérrima undécima Tesis sobre Feuerbach, según la cual no se trata de interpretar el mundo sino de cambiarlo: “aplicar la voluntad a la creación de un nuevo equilibrio de las fuerzas realmente existentes y operantes, fundándose en la que se considera progresiva y potenciándola para hacerla triunfar es siempre moverse en el terreno de la realidad efectiva pero para dominarla y superarla”.

La voluntad “como consciencia activa de la necesidad” se opone evidentemente a la revolución pasiva entendida como programa político puesto en marcha por los grupos dominantes para satisfacer exigencias de innovación impuestas por el cambio de los tiempos (y en primer lugar por las modificaciones ocurridas en el mundo de la producción) sin cambiar la estructura social de la sociedad: es lo que ha sucedido en Italia en el curso del Risorgimento, bajo la hegemonía política de Cavour, pero especialmente estaba ocurriendo cuando Gramsci escribía en la cárcel, con el corporativismo fascista.

A este programa de conservación él le opone un proyecto revolucionario que, no pudiéndose ya realizar en términos de una acción insurreccional frontal como en Oriente (Rusia zarista) –la “guerra de movimiento”–, está empeñado en una larga lucha política, sindical, ideológica, cultural: la “guerra de posición” que, como se lee en el Cuaderno 6, “demanda enormes sacrificios a masas inmensas de la población” y, por ende, requiere una “concentración inaudita de la hegemonía”; una lucha que él imagina puede durar incluso siglos pero que “una vez ganada es decisiva definitivamente” y puede llevar a la superación del horizonte capitalista, hacia la que Gramsci define como “sociedad regulada”.

Relacionado con lo anterior, también señalás que en los Cuadernos se verifica una ampliación de la temática de la hegemonía por Gramsci. ¿En qué aspectos se da esta ampliación?

En los escritos periodísticos de 1916 a 1921 Gramsci usa el término hegemonía en su acepción genérica corriente en la época, de predominio económico, político, militar y así sucesivamente. Durante su estadía en Moscú (1922-23) él se pone al corriente del debate bolchevique en torno a la “hegemonía del proletariado” respecto de las clases aliadas (en particular el campesinado) antes, durante y después de la conquista del poder y, en estos términos, aplicados a la realidad italiana (caracterizada por la “cuestión meridional”), habla en sus últimas intervenciones políticas después de haber regresado a Italia (1924) y antes de ser arrestado por el régimen fascista (1926).

En los escritos de la cárcel, a partir de los parágrafos (§§) 43-44 del Cuaderno 1 (febrero de 1930), se puede hablar de una ampliación de esta temática porque Gramsci lee en términos de hegemonía (o mejor dicho de lucha por conquistar y/o conservar la hegemonía) no solo las dinámicas del movimiento obrero nacional e internacional, sino toda la historia moderna y en particular los eventos del Risorgimento italiano, que se ha llevado adelante justamente bajo la hegemonía de los moderados piamonteses, los cuales fueron capaces de soldar a su alrededor un bloque social suficientemente amplio.

En el curso de los Cuadernos se asiste, por otra parte, a una creciente profundización de la cuestión en referencia a la relación entre fuerza y consenso, Estado (entendido como sociedad política) y sociedad civil; a los aparatos públicos (Parlamento, Gobierno, Policía, Escuela) y privados (partidos políticos, organizaciones sindicales, religiosas, culturales, etc., prensa y otros medios de comunicación de masas) mediante los cuales se ejercita la hegemonía; a diversos planos (económico, político, cultural, lingüístico) involucrados en la lucha por su conquista y mantenimiento; al tema de los subalternos, que sufren la hegemonía de los grupos dominantes pero nunca en modo totalmente pasivo, por el contrario ejercitando a menudo formas de resistencia más o menos consciente y organizada. Este extraordinario desarrollo de la constelación temática de la hegemonía explica también el enorme éxito que el concepto ha encontrado en las lecturas de Gramsci, en Italia y el exterior, en particular a partir de los años ‘70 del siglo pasado.

En América Latina hay una larga historia de lecturas de Gramsci. En 2016 se publicó aquí en la Argentina la primera versión en castellano de tu libro. ¿Qué significado le atribuís a este hecho o qué expectativas te generó en términos de lo que puede aportar al debate sobre Gramsci en el mundo hispanohablante?

Primero que nada quiero aprovechar la ocasión para agradecer públicamente al traductor, el sociólogo argentino Juan Jorge Barbero, que ha tomado la iniciativa de realizar la versión en castellano de mi libro y la ha llevado a cabo con gran empeño y precisión; deseo agradecer también a la editorial Continente, de Buenos Aries, por haberla incluido en su catálogo.

Ver traducido mi trabajo ha sido para mí un gran placer, pero también, y sobre todo la oportunidad de darlo a conocer a un público mucho más vasto que el italófono (en el mismo año 2016 salió también, por medio de Brill, una traducción al inglés).

América Latina ya se ha transformado, después de Italia, en el segundo principal centro del estudio y de la difusión del pensamiento de Gramsci; es un ambiente que conozco bien por haber participado en seminarios y congresos en México y Brasil, y por estar en contacto también con numerosos estudiosos de otras naciones de ese continente, sobre todo argentinos.

Lo que ha caracterizado y caracteriza hasta ahora los estudios gramscianos latinoamericanos es, junto con el interés teórico, una fuerte toma de posición política, a menudo también abiertamente militante.

Esto ha llevado, especialmente en el pasado, a interpretaciones y “usos” de Gramsci y de sus conceptos funcionales a esa toma de posición, pero no siempre autorizados por los textos.

En consecuencia, las lecturas críticas y filológicas de Gramsci provenientes sobre todo de Italia, han sido miradas a veces con una cierta sospecha, atribuyéndoles un intento de querer “embalsamarlo” de alguna manera, colocándolo en una suerte de galería de los clásicos de la historia del pensamiento filosófico y político, para ser estudiado con la misma distancia y falta de interés práctico inmediato con el cual se estudia, por ejemplo, al filósofo neoplatónico Plotino.

Creo poder responder a esta objeción, con las mismas palabras usadas hace un tiempo por Fabio Frosini, un estudioso italiano de Gramsci muy conocido en América Latina y también él empeñado en la reconstrucción filológica de su pensamiento, el cual ha replicado que se trata de estudiarlo como se estudia a Maquiavelo, vale decir, con los instrumentos críticos más sofisticados de los que disponemos y que permiten historizarlo, sin por ello ignorar el hecho de que muchos de los problemas planteados por él, si no las respuestas que provee, son todavía los nuestros.

 Tengo la ambición de creer que la difusión latinoamericana de mi libro pueda contribuir a sanar esta escisión entre lectura filológica y lectura política de Gramsci, mostrando cómo la primera es un pre-requisito esencial de la segunda y no una alternativa a ella.

Volviendo a la nueva edición crítica de los Cuadernos. ¿Cuáles son las razones por las que es necesaria una nueva edición crítica y qué cambios implica en nuestro conocimiento de Gramsci?

Como señalaba al principio, la nueva edición crítica de los Cuadernos, dirigida por Gianni Francioni, es una sección de la Edición nacional de los escritos de Gramsci, promovida por la Fundación Instituto Gramsci y publicada por el Instituto Italiano de la Enciclopedia Treccani.

Las otras secciones comprenden los escritos periodísticos anteriores al encarcelamiento (muchos de los inéditos hasta ahora), el epistolario (por ende, no solo las cartas escritas por Gramsci antes y durante la cárcel sino también las que recibió de parte de sus correspondientes) y una serie de documentos (entre ellos, los apuntes de las lecciones universitarias turinesas del lingüista Matteo Bartoli, redactadas por Gramsci en 1912 y curada por Giancarlo Schirru).

Respecto de los Cuadernos, la principal novedad hasta ahora la constituye la publicación, en 2007, de las traducciones del alemán y del ruso reealizadas por Gramsci en la cárcel entre 1929 y 1932 y hasta ahora excluidas de las ediciones precedentes, italianas y extranjeras. Se trata de textos de notable importancia en cuanto están ligados a temas y problemas de gran interés teórico para el prisionero: la nueva cultura americana (a través de la traducción de un número monográfico de la revista “Die literarische Welt”), la lingüística (el manual del lingüista alemán Finck sobre las cadenas lingüísticas del mundo), la literatura popular (las fábulas de los hermanos Grimm) y la culta (algunas poesías de Goethe y sus conversaciones con Eckermann, una antología escolar de los grandes novelistas rusos del 1800).

Pero sobre todo, como ya he dicho, Gramsci traduce en la cárcel una antología de los escritos de Marx que contiene, entre otros, las Tesis sobre Feuerbach, el Prefacio de 1859 a la Contribución a la crítica de la economía política, capítulos del Manifiesto y de La Sagrada Familia, etc., es decir, los textos sobre los cuales se funda su relectura del marxismo en clave de filosofía de la praxis.

En cuanto a los restantes cuadernos, Gianni Francioni, Fabio Frosini y yo hemos hasta ahora publicado el primer tomo dedicado a los misceláneos 1-4 y estamos trabajando en el segundo (5-9) y el tercero (14,15 y 17); seguiran por lo tanto dos tomos de especiales (10-13, 16 y 18-29). Respecto a las ediciones precedentes, hemos corregido algunos errores de transcripción del manuscrito y sobre todo, señalado todas las correcciones y las variantes introducidas por Gramsci.

El ordenamiento de los Cuadernos y de los bloques de apuntes que los constituyen refleja en modo más fiel su efectiva sucesión cronológica.

En los comentarios, más allá de las fuentes directas e indirectas utilizadas por el prisionero para escribir sus notas (corrigiendo o integrando aquellas señaladas por Gerratana), nos esforzamos por reconstruir a través de una serie de referencias los principales filones de la reflexión gramsciana.

Nuestra ambición no es la de presentar un “nuevo Gramsci”, sino más bien proveer más elementos para un conocimiento cada vez más preciso de su pensamiento, valorizando su carácter abierto, no dogmático y nunca definitivo. Como la primera edición, temática, de los Cuadernos, ha permitido un primer conocimiento de su pensamiento, y la segunda, la edición crítica de 1975, ha sentado las bases para un estudio filológico más fundamentado, esta tercera edición se propone ofrecer a los estudiosos un texto lo más cercano posible a las intenciones del autor y una serie de informaciones que permitan a los lectores de hoy y de mañana ejercitar sus propias interpretaciones a partir de elementos objetivos.


NOTAS AL PIE

[1] Ver El marxismo de Gramsci. Notas de lectura sobre los Cuadernos de la cárcel, Bs. 2016, Ed. IPS y Hegemonía y lucha de clases. Tres ensayos sobre Trotsky, Gramsci y el marxismo, Bs. 2018, Ed. IPS.

http://www.laizquierdadiario.com/Para-leer-a-Gramsci

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