Va a llegar el momento en que la gran mentira que fue desatada para destruir al país quede totalmente expuesta al desnudo. Ahora mismo nos encontramos en ese proceso y que bien que desprendido de las conversaciones en el INCAE, la Cruz Roja Internacional, haya aterrizado sobre piso sólido las cifras que irresponsable y criminalmente se han manejado con respecto a los presos que por delitos como terrorismo cayeron en el contexto de la barbarie del 18 de abril y los tres meses posteriores.
Nuestro país ha sido víctima de una gran mentira de algunos suspirantes del poder y de una gran estafa por parte de un conjunto de siglas que se arrogaron ser el pueblo, que hablan en nombre del pueblo y que te venden hipócritamente que ellos son los salvadores de un pueblo que más bien se siente encadenado por el retroceso que nos impusieron y que anda buscando como salir de su condición de rehén de una alianza cínica que no escatima espacio ni tiempo para mentir y pulverizar el poco prestigio que a algunos de sus cabecillas quedaba.
Nicaragua nunca mereció vivir el horror de los tres meses posteriores al 18 de abril y menos sufrir las consecuencias que injustamente pagamos como pueblo cuando veníamos creciendo tan bonito y tan reconocidamente por el mundo.
Esto que nos hicieron va a ser superado en su momento y como antes y en situaciones mucho más complejas y hasta peores en nuestra historia, nos vamos a volver a levantar y con la frente en alto la inmensa mayoría que apostó por la paz se va a sentir orgullosa de haber sido parte de la solución por haber tomado distancia del odio y de la violencia.
Todo eso que está próximo a recordar el primer año trágico de haber sido desatado y que representa a una jauría de demonios activados por la más pura e infinita maldad, son claramente reconocidos porque sus marcas están en cada herida que abrieron, en cada dolor que causaron, en cada lágrima que hicieron rodar, en cada angustia que promovieron, en la enorme polarización que generaron, en las imperdonables distancias que estimularon en el seno de la familia nicaragüense donde hoy padres e hijos, hermanos y hermanas, sobrinos y tíos y hasta matrimonios están divididos.
Toda esa barbaridad junta es producto de la mentira, de la forma en que la irresponsabilidad mediática dio curso a toda negación de la verdad solo por el interés de servir al imperio norteamericano que cuando todo esto pase simplemente se replegará y decidirá que todo ese daño que nos hizo, a través de sus sirvientes nacionales nunca sucedió y para querer responder al reclamo de su oscura conciencia querrán darnos unas migajas que jamás tendrá relación con los más de ochenta millones de dólares que a través de sus agencias han desembolsado para asesinar, torturar y desaparecer a decenas de nicaragüenses que como postre están hoy desempleados y otra vez empobrecidos.
El mentiroso dice lo que es falso, para que le tengan lástima o para que le ayuden y los mentirosos aquí quieren la ayuda del Tío Sam para gozar de un poder por el que nunca han luchado.
El mentiroso exagera para hacer creer a otros más de lo que es o minimiza para hacer ver lo malo como no tan malo y de eso nos han dado cátedra en los últimos meses con falsedades bendecidas desde los púlpitos.
El mentiroso quiere deshacerse de la consecuencia de sus acciones pecaminosas, y no pagar el precio y por eso dicen que la policía secuestra, llaman a su violencia protestas pacíficas y a la libertad destrucción para toda una nación.
El mentiroso cree ser más listo que otros, y abusa de los crédulos, pero no es sino la falta de integridad lo que lo coloca temporalmente sobre otros, hasta que su mentira es descubierta y su reputación se viene abajo como sucede ahora que el nicaragüense se dio cuenta del falso flete ofrecido que nos quiso conducir a la debacle.
El mentiroso dice falsedad para manipular a otros y sacar algún provecho, aunque éste no sea lícito y por esas mismas razones ahora andan dando conciertos, asistiendo a foros para reunir algo con lo qué sobrevivir porque aquellos que les dio el imperio no les durará para siempre porque el águila real te usa por un tiempo y después te escupe como cualquier cosa.
El mentiroso va envolviéndose en una red de la que es muy difícil salir si no se detiene a tiempo.
Nadie podrá poner su confianza en él, pues no será digno de ella y eso ya lo estamos viendo en una iglesia católica que en Nicaragua se despedazó a sí misma como consecuencia del errado actuar politiquero de alguno de sus obispos.
Todos estos falsos líderes y salvadores de la patria mintieron con lo de la Reserva Indio Maíz y descaradamente se vistieron de un ambientalismo que jamás tuvo pasado.
Mintieron con lo del INSS del que ya no dicen una sola letra porque solo fue un pretexto.
Mintieron cuando dijeron que hubo muertos el 18 de abril y mintieron cuando no mencionaron que al primero que asesinaron fue a un policía y que el primer estudiante en caer fue al que quemaron vivo en el CUM de León.
Mintieron cuando dijeron que la policía que estaba replegada, a insistencia de obispos políticos que fueron los comandantes del golpe, estaba masacrando a la población cuando al revés fue asediada por el fuego graneado de armas de guerra.
Mintieron cuando dijeron que todo aquello fue espontáneo cuando estaban expuestas las mochilas gigantescas llenas de córdobas con las que se pagaba a mercenarios entre los que se encontraban mareros salvadoreños.
Mintieron cuando dijeron que en la UPOLI había estudiantes cuando en realidad era el comando de las operaciones terroristas que después se trasladó a la UNAM que de paso destruyeron.
Mintieron cuando dijeron que los alzados eran estudiantes cuando en realidad eran delincuentes liberados de todas partes que estrangularon al país y mantuvieren en calidad de rehén a todo un pueblo.
Mintieron con un montón de muertos y heridos que aparecieron en las redes sociales con fotos que correspondían a otros lugares.
Mintieron los medios de comunicación al servicio del golpismo cuando se decían limitados si descaradamente siguen conspirando contra la paz y habitando en el libertinaje.
Mintieron con el número de presos detenidos por actos de terrorismo especulando irresponsablemente sobre cifras que la Cruz Roja Internacional y sobre las cuales, aquellos que las sostenían con absoluta certidumbre no supieron que decir y al tratar de corregir más bien la embarraron más porque hasta llegaron a afirmar que se trataba de encarcelados que se habían ido a Costa Rica.
Mintieron al mundo para que desde afuera destrozaran a un pueblo que jamás mereció para el precio de la incapacidad, de la incoherencia y la ineptitud de un oposicionismo que ya aburre y cansa.
El mentiroso va envolviéndose en una red de la que es muy difícil salir si no se detiene a tiempo. Nadie podrá poner su confianza en él, pues no será digno de ella y eso ya lo estamos viendo en una iglesia católica que en Nicaragua se despedazó a sí misma. Aquellos que dicen mentiras no tienen el respaldo de Dios.
En cambio, aquellos que son guiados por el espíritu de verdad viven bajo la protección y el respaldo del Altísimo, quien es fiel y amante de aquellos que le adoran en espíritu y en verdad.
El mundo de la mentira es de esclavitud, mientras que la verdad nos hace libres. Los mandamientos de Dios son para nuestra protección y violarlos trae multitud de sufrimientos. La mentira destruye, la verdad edifica.
Una persona que miente vive angustiada constantemente, no tiene un buen descanso, pero aquel que dice verdad tiene paz en su corazón y duerme confiado y yo estoy seguro que la mayoría de los nicaragüenses dormimos plácidamente porque fuimos la otra cara de la moneda y supimos, todos juntos, decirle al enemigo, al maligno, al Diablo que esta nación tiene dueño y que es de Dios y que
Él nos hace libre en su inmensa verdad y que sabrá revelarnos el camino hacia la reconciliación efectiva para cumplir su promesa de que Nicaragua será luz a las naciones.
Por: Moisés Absalón Pastora.
http://www.redvolucion.net/2019/04/08/la-gran-mentira-moises-absalon-pastora/