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EEUU amenaza desde la OEA al gobierno sandinista


A pocos días de cumplirse un año del intento Golpe de Estado en Nicaragua

El pasado 1 de abril el Embajador de EEUU ante la OEA, Carlos Trujillo, asumió la presidencia pro tempore del Consejo Permanente de dicho organismo, iniciando así un período que promete mayor presión y confrontación hacia países progresistas de América Latina.

Tres días después, en su primera sesión de trabajo este 5 de abril, Trujillo convocó una reunión extraordinaria con carácter de emergencia para analizar lo que EEUU, organismos internacionales y algunos sectores de la derecha regional se empeñan en continuar llamando “la crisis sociopolítica nicaragüense”, aun cuando las calles de Managua y otras ciudades estén copadas de autos transitando, las fritangas en las noches se mantengan llenas de clientes, cada día atraquen nuevos cruceros en la zona de Río San Juan, o el Caribe con turistas y hasta el mismísimo Fondo Monetario Internacional haya certificado estabilidad interna en casi todos los segmentos.

Claro está que la reunión de la OEA tuvo como principal propósito presionar al gobierno de Daniel Ortega, reiterando la amenaza de aplicar sanciones internacionales contra el país si el equipo del FSLN que participa en la mesa de negociación no acepta el ultimátum de adelanto electoral exigido por la Alianza Cívica, en franca violación de la Constitución y el Estado de Derecho vigente en el país.

Con esta reunión, el objetivo del Departamento de Estado norteamericano era poner sobre la mesa la posibilidad de retomar el artículo 20 de la Carta Democrática de la OEA contra Nicaragua, tema que se ha venido manipulando en los principales medios internacionales para trasladar la falsa idea que este proceso inició el 11 de enero de 2019, cuando en realidad en dicha ocasión ni EEUU, ni sus aliados del Grupo de Lima lograron obtener los votos necesarios para imponer su estrategia contra el gobierno sandinista, gracias al respaldo a Nicaragua de los Estados caribeños representados en la organización.

Al parecer EEUU se siente amparado en este contexto por un supuesto cambio en la correlación de fuerzas a nivel regional, apostando al voto negativo que indique el gobierno de Nayib Bukele desde la silla salvadoreña en la OEA, acompañado por la voz ilegítima que EEUU y el Grupo de Lima sentaron en Washington en representación del usurpador Juan Guaidó, a quien hasta el propio Elliott Abrams ha comenzado a dar la espalda.

Esta movida política de EEUU no toma por sorpresa al gobierno sandinista, sobre todo cuando los principales rotativos locales amanecieron este 5 de abril destacando que la supuesta falta de voluntad política del gobierno nicaragüense en la mesa de negociación podría acelerar la aplicación de sanciones diplomáticas internacionales, que hasta ahora se encuentran en suspenso.

No hay que ser analista político para entender que la estrategia de EEUU y sus aliados es comenzar a desempolvar mecanismos que durante el último año han venido engrasando para aplicar en Nicaragua, país que constituye uno de los pilares de la “troika del mal” según altos funcionarios de la Administración Trump. Nos referimos a la ley conocida como Nica Act que apuesta por la asfixia económica de Nicaragua ante la reducción y suspensión de préstamos financieros internacionales, acompañada de la aplicación de nuevas sanciones desde el Parlamento y la Unión Europea contra funcionarios del gobierno sandinista y empresas asociadas al Estado nicaragüense.

Destacar que esta reunión extraordinaria en la OEA se realiza días antes de cumplirse en Nicaragua el primer aniversario del intento de Golpe de Estado contra el presidente Daniel Ortega en abril de 2018, hecho que los medios independientes se mantienen vendiendo como un supuesto estallido social auto convocado y pacífico.

De igual forma, es válido resaltar que la reunión en la OEA coincide con el incremento de mensajes desde las redes sociales y principales figuras opositoras nicaragüenses, apostando por una mayor presión cívica en las calles de Managua, con respaldo de la presión diplomática internacional, o en término acuñado por el presidente colombiano, Iván Duque, el “cerco diplomático regional”.

Con solo revisar los principales titulares de medios locales se comprende la intencionalidad de reactivar patrones que funcionaron en abril de 2018 para calentar el ambiente y movilizar la opinión pública y es que por estos días todos los artículos de la “prensa independiente” en Nicaragua versan en relación al impacto registrado por el incendio forestal Indio Maíz en 2018, la supuesta represión policial contra las protestas pacíficas, la censura a los medios de prensa, la falta de transparencia del gobierno local, la “corrupción” y otras irregularidades de la administración pública, la falta de compromiso y voluntad política del gobierno para cumplir acuerdos y solucionar la crisis, entre otras líneas de mensaje sobre la cual han venido articulando la guerra psicológica y la guerra de símbolos en Nicaragua.

Estos titulares también se extienden por toda la región desde este 5 de abril tomando en cuenta el compromiso firmado en reciente reunión en Colombia por más de 1000 medios vinculados a la Sociedad Interamericana de Prensa, para difundir de manera simultánea la supuesta agonía de la democracia nicaragüense.


Representantes de la Cruz Roja Internacional en Nicaragua

Lo cierto es que la campaña mediática desconoce los avances de la negociación que avanza en Managua, la excarcelación de 200 detenidos acusados de delitos contra la seguridad común y la tranquilidad pública en el marco de un proceso ordenado que se desarrolla con respaldo de la Cruz Roja Internacional y el nuncio apostólico acreditado en el país. 

Un proceso que si se ha tornado engorroso, ha sido por la falta de compromiso desde la Alianza Cívica para respetar la demanda ciudadana de paz y tranquilidad y por la propia manipulación de cifras de fallecidos y detenidos que manejó la derecha desde abril de 2018, con respaldo de la OEA, la CIDH y los grupos especiales creados para dar seguimiento a Nicaragua como el MESENI. 

Y es que parece risorio y poco profesional cuando un medio te destaca que las organizaciones internacionales y locales de DDHH estiman entre 325 y 585 fallecidos durante la crisis nicaragüense. 

Digo risorio porque es como si el margen de error de la cifra oscilara entre +/-200 personas aproximadas, tan risorio si lo comparamos con el margen de error de una encuestadora política de +/-5 puntos porcentuales como mínimo para garantizar confiabilidad, por citar solo un ejemplo.

Tampoco llama la atención que hace 3 semanas, la derecha en Nicaragua desconoce la paz y la tranquilidad que se respira por estos días, e intenta retar la paciencia de las autoridades locales con la convocatoria de shows disfrazados de “protestas cívicas y desobediencia civil”, para respaldar esta propia campaña y reactivar desde las redes la poderosa etiqueta #SOSNicaragua que ya comienza a circular.

A todas luces, tanto la derecha nicaraguense, el gobierno norteamericano y sus aliados regionales intentan apostar a una nueva crisis política en el país. 

La diferencia que aún no capta EEUU es que la población nicaragüense en estos momentos está comprometida con la búsqueda de la paz y hace varios meses entendió la esencia de la campaña de manipulación y guerra psicológica a la que fue expuesta en abril de 2018.

Hoy la mayoría del pueblo nicaragüense desconoce las acciones convocadas por reducidos grupos extremistas que abogan por la destrucción y el retroceso que este camino implica para el país. 

En cambio, el nicaragüense de a pie lo que quiere es que se restablezcan los empleos, que se garanticen las condiciones básicas, la seguridad ciudadana, que avancen los programas sociales gubernamentales y por sobre todas las cosas, que la derecha deje de manipular el tema económico para obtener beneficios políticos y reformas.

https://zonafrank.wordpress.com/2019/04/05/a-pocos-dias-de-cumplirse-un-ano-del-intento-golpe-de-estado-en-nicaragua-eeuu-amenaza-desde-la-oea-al-gobierno-sandinista/

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