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Nicaragua: Esquizofrenia política y podredumbre en la derecha mundial.


En recientes declaraciones, Mike Pence, Vice-Presidente de Estados Unidos, decía que “la influencia maligna de Cuba es evidente en Venezuela y Nicaragua, donde el régimen de Daniel Ortega está oprimiendo a las personas”

A continuación señalaba que la “dictadura de Maduro está destrozando Venezuela” y que “no es tiempo de diálogo, sino tiempo de acción”, para después con la mayor desfachatez, “instar” al mandatario venezolano a renunciar.
“No es tiempo de diálogo”, dice el Vice-Presidente norteamericano con respecto a Venezuela, mientras aquí sus subalternos piden un “diálogo” que ellos mismos terminaron liquidando cuando desde su propio inicio dijeron que no era para negociar nada, sino para que su contraparte se rindiera, porque se les olvidó que la consigna “QUE SE RINDA TU MADRE” era, es y será nuestra, no de ellos. 

Luego, cuando un país se ofrece a ser mediador, de manera insólita le exigen que condene a una de las partes (¡o sea, el requisito que pone la derecha al mediador es que se parcialice! Con razón insisten en que lo siga siendo la Conferencia Episcopal), quedando en evidencia que no quieren diálogo alguno y fracasando así rotundamente en su interés de apropiarse de él, cuando es el gobierno sandinista quien lo ha promovido siempre, pero no el que quiere la derecha golpista, que es a todas luces falso.

En otras palabras, ni en Venezuela ni en Nicaragua el imperialismo y la derecha quieren diálogo, sino confontación, porque la desestabilización es su estrategia contra las revoluciones bolivariana y sandinista, a las que la derecha no ha podido derrotar electoralmente, motivo por el cual busca llegar al gobierno por otros medios, contrariando incluso las reglas del juego de la propia democracia burguesa.

En el caso de Venezuela, si algo demuestra la desesperación del imperialismo y la derecha es el hecho de que se hayan sacado de la manga a un ilustre desconocido cuyo nombre me cuesta recordar, y lo hayan presentado olímpicamente como “Presidente encargado”… por los gringos, obviamente, sin elección alguna de por medio, algo que no es de extrañar en una mentalidad tan mediocre como la de Trump y su nauseabunda marabunta de halcones desplumados. 

Lo novedoso aquí es que hasta la refinada derecha europea, experta en guardar las formas – aunque no así en ciertos casos, como el de la derecha española, tan simplona y provinciana –, reconoce al “Presidente encargado” con inconcebible desparpajo y una carencia de talante político nunca vista en ese continente guerrerista, colonialista y racista desde la Segunda Guerra Mundial.

Nicolás Maduro – a quien al parecer, la hoy delirante derecha mundial ni siquiera concede el derecho de competir electoralmente, ni antes ni ahora – fue electo Presidente en 2018, en elecciones que fueron adelantadas precisamente a solicitud de la derecha venezolana, de la cual un sector participó en ellas, mientras la derecha más radical, confundida por esa decisión – para ella inesperada – del gobierno bolivariano, optó por no participar para deslegitimar el proceso, lo cual no le da derecho alguno a cuestionar esos resultados electorales.

Ahora Maduro le toma la palabra a los gobiernos europeos, que le piden elecciones adelantadas otra vez (tan adelantadas, que se las están pidiendo… perdón, exigiendo con ultimátum y todo – aquí va un “emoticón” con la boca risueña tapada – a pocos días de haber tomado posesión), y ha propuesto adelantar las elecciones legislativas, dado que la Asamblea Nacional espuria, con mayoría de derecha, en vez de hacer leyes se ha dedicado solamente a querer derrocar al gobierno, además de quedar obsoleta desde la elección de la Asamblea Nacional Constituyente.

Al parecer, no sólo la derecha nicaragüense vive en un universo paralelo.

 El otro día veía cómo unos periodistas de pacotilla españoles decían que el chavismo había… “¡perdido las calles!”; sí, así mismo, por increíble que parezca. La evidencia de la megaconcentración popular en conmemoración del vigésimo aniversario de la Revolución Bolivarana (para sólo poner un ejemplo) refuta mejor que mil palabras semejante disparate.

Siempre en su esquizofrenia (según los piquiatras, pérdida del contacto con la realidad), ciertos “analistas políticos” de poca monta se atreven a decir, contra toda evidencia, que el gobierno bolivariano tiene sus días contados, precisamente en momentos en los que el chavismo muestra más que nunca su disposición combativa, su capacidad de convocatoria y los niveles de conciencia alcanzados por un pueblo que siendo digno de Simón Bolívar y a pesar de las dificultades creadas por la guerra económica y el asedio imperialista, se organiza para defender unido su patria y su Revolución.

El derrocamiento del chavismo ya fue “pronosticado” antes más de una vez por esos frustrados agoreros de la tristeza, como hicieron cuando la derecha ganó las elecciones legislativas en Venezuela hace unos años. 

Lo mismo auguraban con respecto al gobierno revolucionario cubano – sobre todo a raíz del derrumbe de la Unión Soviética (ya ha pasado el doble de tiempo desde el triunfo de la Revolución Cubana) –, e igual cosa decían de nosotros el año pasado los que nos veían cayendo en el mes de mayo. ¿Recuerdan aquel lemita famoso?

Hace poco dije que una de las debilidades principales de la derecha en Nicaragua es que no conoce al sandinismo, porque para eso tendría que entrar en contacto con unos valores morales y una mística revolucionaria que sólo son posibes de entender identificándose con ellos. 

Deberíamos añadir entre los factores que impiden a la derecha conocer al sandinismo, el desconocimiento de la historia por la mayor parte de los terroristas armados de fusil o teclado, y por la totalidad de los tontos útiles contagiados por la terrible enfermedad del odio.

Pero según se sabe desde siempre y se está volviendo a ver ahora, esa debilidad – de la que surge la esquizofrenia política señalada – no es exclusiva de la derecha nicaragüense, sobre todo tomando en cuenta que nunca como ahora ha habido en Estados Unidos un gobierno tan poco lúcido, tan ignorante y tan retrógrado.

 Yo creía que Reagan era insuperable, pero veo que me equivoqué; además, aquel actor de quinta categoría, al menos – y muy a su patético modo – tenía carisma y estilo, de los que evidentemente carece el actual inquilino de la Casa Blanca, tan indeseable que ni la misma derecha gringa más dura lo soporta, y si de algo estoy seguro es de que nunca antes se avergonzaron tantos gringos de su Presidente como ahora, aunque la ya moralmente decadente Europa le ande pisando los talones al proxeneta de Washington, en lo que constituye – junto al avance de la ultraderecha fascista, tanto allá como aquí – uno de tantos evidentes síntomas de descomposición mundial del sistema capitalista, cuya sustitución por el socialismo es ahora un asunto de vida o muerte para la humanidad misma.

Sin embargo, no debemos ovidar que si algo ha demostrado la derecha es su capacidad, aprendida de la Alemania nazi, de convertir mentiras en verdades, sobre todo ahora con el uso políticamente organizado de las redes sociales, un gran reto que ya nosotros estamos asumiendo, aunque no con la debida beligerancia y el suficiente acierto, y es por eso que no debemos subestimar sus maniobras políticas, por ridículas que sean, orientadas a crear cierto clima político sin fundamento alguno en la realidad, pues la creencia en que algo irreal está pasando puede ser ya el inicio de su transformación en realidad.

Las cosas en el mundo – qué duda cabe – están difíciles, aunque no como quieren venderlas mediáticamente el imperialismo y sus lacayos. El momento actual no es el más difícil de la historia para los revolucionarios, ni mucho menos. 

En Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua los revolucionarios seguimos avanzando y venciendo, y lo seguiremos haciendo. 

En México ha comenzado una nueva era revolucionaria que podría serlo también a nivel continental. Pero precisamente por lo difícil de las circunstancias actuales digamos con Frei Betto que “es mejor dejar el pesimismo para mejores tiempos”

Nosotros, los sandinistas, con la unidad y el optimismo permanente como parte de nuestro capital político y ético, nos enfrentamos victoriosamente a la ofensiva contrarrevolucionaria de la primera mitad del año pasado, y estamos ahora en contraofensiva, pese a las adversidades de un mundo que amenaza con caerse a pedazos junto con el podrido orden social que lo rige, pero – también, qué duda cabe – no por mucho tiempo.

-Carlos Fonseca Terán.
3 de febrero 2019.

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