Cardenal Leopoldo José Brenes
Arzobispo de Managua
Su Eminencia Cardenal Brenes, le expreso mis deseos de salud y paz en Cristo Jesús, Nuestro Señor.
Me referiré con brevedad a una supuesta declaración suya en medios de comunicación, que quizás requiera aclaración suya; si es exacta, resulta imprudente, y aunque no dudo de sus buenas intenciones como sacerdote católico, podrían caer en el riesgo de desconocer o insinuar evadir la obligación del Estado de Nicaragua en cuanto a la “persecución penal” por delito o falta.
Afirman dijo: “deben parar las detenciones”.
Apreciado amigo y pastor, le expreso, con todo respeto, que tal afirmación se extralimita, desconoce el Estado de Derecho y la facultad legítima del Estado a ejercer, según la ley, la acción penal ante delitos conocidos, ya sea por denuncia de las víctimas o de oficio, es expresa e ineludible obligación del Estado asumirla a través de sus instituciones.
No se puede pedir a ningún estado, de manera absoluta: “cesen las detenciones”, en todo caso, debe exigirse que cumpla su obligación de conformidad con la ley, que no haya impunidad, que toda detención se realice respetando el estado de derecho y los derechos humanos, que cumpla su deber por la seguridad ciudadana y el orden del país, que cualquier detenido sea protegido en su integridad física y se le asegure un debido proceso.
Pienso que usted y algunos obispos y religiosos deberían pedir al Gobierno -como regularmente hacen algunas parroquias en el ministerio o pastoral respectiva-, visitar los centros de detención preventiva y penitenciario, y observar que se asegure el respeto a los derechos humanos de los detenidos y también de las víctimas que demandan justicia.
Es bueno recordar la carta del apóstol Pablo a los Romanos (capítulo 13).
Igualmente es impresindible que, se insista que las personas, organizaciones y grupos que ejerzan su derecho legítimo de protesta y movilización, lo hagan con responsabilidad cívica, sin promover violencia, sin incitar ni cometer delitos, para no contaminar y desvirtuar el propósito político lícito que los mueve.
Según Pablo, “apóstol de los gentiles”: “El amor no hace nada malo al prójimo; el amor es la manera de cumplir la ley”.
Un recordado maestro que usted conoce, el padre Mauro Iacomelli (o.f.m.), cuando éramos niños, solía insistir en una expresión que quedó en mí: “Dios es un Dios de orden, donde hay orden está Dios”.
Es imprescindible preservar y restablecer el orden para dar cabida a Dios, orden según el marco legítimo.
La violencia crea caos, anarquía y desorden, ahuyenta a Dios y destruye a los hermanos nicaraguenses que compartimos un tiempo y espacio común.
Todos debemos -es obligación como ciudadanos y cristianos católicos- trabajar por la paz, con justicia, sin impunidad, en orden, sin anarquía.
Estimado Cardenal Brenes, el Señor lo bendiga y guarde en su importante labor histórica de pastor de todos los católicos de esta Arquidiócesis, en nuestra diversidad política y social, somos una sola Iglesia, peregrinando en el camino de la vida, por el bien común, en la búsqueda de la paz y la convivencia solidaria.
Un abrazo.
Francisco J. Bautista Lara
http://franciscobautistalara.blogspot.com
Ciudadano y católico nicaragüense
Managua, 17 septiembre 2018. 4:00p.m.