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Nicaragua: Quién realmente está detrás de las protestas?


En Nicaragua no existe motivo alguno para las protestas, pero sí existe un plan bien orquestado por Washington desde hace más de diez años para socavar el gobierno democráticamente elegido y "formar una fuerza opositora entrenada, fuerte y bien financiada que pueda derrotarlo". 

Han puesto en marcha la desestabilización de un país en el que la educación es gratuita, incluyendo la universidad; en el que la sanidad se hace cargo de los tratamientos completos y de la hospitalización; en el que los trabajadores cuentan con tan buenos salarios y tan eficiente legislación laboral, que no existe mano de obra barata.

El otro vórtice político se está produciendo en Nicaragua, donde incluso la muy derechista agencia alemana Deutsche Welle admite que las supuestas protestas pacíficas contra el gobierno se han convertido en jornadas de violencia y vandalismo, con ataques a oficinas públicas, municipalidades y sedes del Frente Sandinista de Liberación, partido del gobierno del presidente Daniel Ortega.

En una crónica del periodista Edward Hunt, de la prestigiosa revista Counterpunch, de Estados Unidos, se relata, sobre declaraciones oficiales de Washington, cómo durante más de 10 años han intentado socavar al gobierno democráticamente elegido de Nicaragua y formar una fuerza opositora entrenada, fuerte y bien financiada, que pueda derrotar al gobierno.

En septiembre de 2016, interrogado por el Congreso de Estados Unidos, el funcionario Juan González, del Departamento de Estado, declaró que las acciones de Washington en Nicaragua han tenido buen cuidado de evitar cualquier contacto con las autoridades de gobierno, centrándose en cambio en discretos contactos con grupos de jóvenes. 

Y la funcionaria Marcela Escobari, también de la Casa Blanca, informó al Comité del Congreso, que, con fondos de la USAID para defensa de la democracia, ya habían formado un contingente de más de dos mil jóvenes, y 60 organizaciones sociales y estudiantiles de capacitación de acción política y psicológica.

Dijo que con un buen financiamiento se puede prever que en dos años podrán lanzarse a la acción política varios miles de jóvenes, con músculos bien desarrollados, con tácticas eficientes y posibilidades reales de desafiar al gobierno de Daniel Ortega.

Pero aun así los agentes de Estados Unidos no habían logrado movilizar una oposición. 

De hecho, el gobierno sandinista que encabeza Daniel Ortega ha desarrollado importantes programas de desarrollo y bienestar social.

 Nicaragua es el primer país de Centroamérica que tiene una educación gratuita que incluye las universidades. También hay un efectivo servicio nacional de salud, que cubre los tratamientos completos y la hospitalización. 

Fuera de eso, también programas sociales de capacitación laboral y microempresas domésticas.

Así, el mismo Comité Parlamentario reportó en 2016 que el presidente Daniel Ortega realmente es la figura política más popular de Nicaragua. 

Este año, según informó la BBC de Londres, el Fondo Monetario Internacional señaló que Nicaragua es el país centroamericano con mejores ingresos personales de la gente común, y que su crecimiento supera el 4%.

La propia embajadora de Estados Unidos en Nicaragua, Laura Dogu, había señalado con preocupación que los trabajadores nicaragüenses son tan bien pagados y cuentan con tan buena legislación laboral, que ya ese país no le resulta atractivo a los inversionistas que buscan mano de obra barata y contratos de trabajo precarios.

Así, al cabo de un mes de súbitas protestas contra el gobierno, movilizaciones que inicialmente eran pacíficas, derivaron en incidentes de extrema violencia en que hasta ahora se contabilizan 42 muertos y más de un centenar de heridos. 

Los jóvenes cabecillas de las protestas acusan que los actos vandálicos y los ataques callejeros son obra de las juventudes sandinistas que apoyan al gobierno. 

Pero en realidad no resulta creíble que los jóvenes sandinistas sean los que han incendiado municipalidades y sedes de su propio Partido Sandinista.

Como fuere, las imágenes periodísticas muestran que las manifestaciones de apoyo al gobierno siguen siendo realmente multitudinarias, y de hecho las principales organizaciones religiosas y humanitarias del país han celebrado la buena disposición del gobierno para entablar un diálogo abierto y público, sobre las supuestas razones que pudieran justificar los enfrentamientos.

Al parecer, una vez más el gobierno sandinista está logrando un entendimiento general que le ha valido incluso el apoyo mayoritario de personalidades de la clase empresarial de su país.

De la Crónica de Ruperto Concha

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