En la actualidad los trabajadores afiliados al INSS gozan de grandes beneficios que no tenían antes de que el Comandante Daniel Ortega fuera Presidente.
Los adultos mayores reciben sus pensiones reducidas, que antes no recibían.
Los lisiados de guerra y madres de héroes y mártires tampoco recibían nada y ahora sí, aunque aún falta camino que recorrer en beneficio de ellos, que lo dieron todo por la patria.
Al haber más beneficios y beneficiar a muchas más personas que antes, el INSS enfrenta una situación económica que es insostenible si no se toman medidas que nos permitan preservar esas conquistas del pueblo nicaragüense, obtenidas gracias a la Revolución.
El aumento en las cuotas de los trabajadores al INSS y un aumento mayor en las de los empresarios, así como el establecimiento de la cuota de los jubilados, son medidas que tienen ese objetivo: salvar al INSS y por tanto, lograr que los trabajadores, víctimas de guerra y adultos mayores sigan recibiendo los beneficios actuales y más beneficios aún en el futuro.
Otra opción, que es inaceptable para el pueblo y para el sandinismo, es aumentar la edad de jubilación y la cantidad de semanas requeridas, eliminar la pensión reducida a los adultos mayores y otras barbaridades por el estilo, propuestas por el FMI con beneplácito de la empresa privada.
Sin embargo, es posible que la solución encontrada por nuestro gobierno tampoco sea la mejor o sea insuficiente; tal vez estemos equivocados.
Hay que promover el surgimiento de nuevas propuestas.
Por tanto, la reinstalación del diálogo en el seno de la alianza tripartita entre Gobierno, trabajadores y empresarios es indispensable para encontrar una salida al problema económico del INSS, pero esto debe ir más allá y debemos verlo sólo como el inicio de un proceso en el que retomemos la senda de la participación del pueblo en las decisiones gubernamentales, que habíamos comenzado a recorrer en los primeros años de esta segunda etapa de la Revolución, y que luego hemos descuidado.
Todos los sectores sociales deben ser escuchados.
Sería de gran ayuda, además de justo, que los estudiantes universitarios – tanto los que adversan las reformas al INSS como los que las respaldan – participaran en este diálogo y que formaran parte de nuevos espacios de participación, pero para eso tendrían que nombrar representantes, ya que al menos los jóvenes participantes en las protestas no tienen expresión organizada y muchos no pertenecen activamente a ninguna; y eso lleva un tiempo que no podemos darnos el lujo de esperar en este momento.
Cierto es que ya los jóvenes universitarios tienen su organización gremial (UNEN), con muchos méritos en las luchas estudiantiles, pero para efectos de su participación en el necesario diálogo que preserve la paz con justicia social y que sea parte de un modelo político de participación popular en las decisiones de gobierno, no basta con su representación gremial, como sucede también en el caso de los trabajadores e incluso, de los mismos empresarios.
Es decir, el diálogo entre gobierno, trabajadores y empresarios es indispensable para resolver la situación actual, pero inevitablemente será sólo una solución transitoria, ya que la definitiva sólo podrá surgir de una participación más amplia, para estos y todos los problemas que enfrentamos como país.
Yo no creo que muchos jóvenes participantes en las protestas estén de acuerdo con la destrucción causada, el vandalismo y la violencia.
Todos juntos, partidarios o no de las reformas que serán revisadas, debemos enfrentar y poner fin a los actos vandálicos que han desprestigiado las protestas.
Desgraciadamente, muchos de los participantes en las protestas desde el comienzo usaron métodos ante los cuales las fuerzas del orden no podían permanecer indiferentes.
Independientemente de los niveles de desinformación que tengan quienes han participado en las protestas, evidentemente la motivación en muchos de ellos es defender los derechos del pueblo, aunque lo hayan hecho hasta ahora quizás, de manera equivocada.
En todo caso, la culpa de que estén desinformados es nuestra, del FSLN. Los niveles de organización y acción política del sandinismo han decaído en los últimos años, se ha descuidado la formación política y no se tienen mecanismos efectivos para la selección de cuadros tanto a nivel político partidario como a nivel de gobierno.
Debemos ser humildes, autocríticos y valientes, consecuentes con nuestros principios. A nuestra dirigencia no se le ayuda en nada diciéndole que todo marcha de maravilla, porque no es así y nunca será así.
Nuestro gobierno ha hecho grandes esfuerzos para combatir la corrupción, pero evidentemente han sido insuficientes, y esto también está relacionado con las debilidades organizativas a las que me refiero.
Se cometen muchas arbitrariedades y abusos, muchas injusticias y hay menosprecio por el pueblo y por los trabajadores a nivel de muchos funcionarios del Estado y de compañeros que ejercen cargos públicos.
Esto crea un malestar que se acumula, y sólo hace falta una chispa para que estalle, lo cual a quien más perjudica es en este caso, al mismo pueblo, debido a que hay políticos inescrupulosos esperando como buitres a que llegue el momento para reinstaurar en Nicaragua un régimen enemigo de los trabajadores, los jubilados, los estudiantes y el pueblo en su conjunto, como lo fue la triste noche neoliberal y ya no digamos, el somocismo.
Es necesario rectificar.
Los sucesos de anoche han sido una campanada de alerta. Esta es una oportunidad para superar errores y mejorar en todos los aspectos.
Yo tengo plena confianza en que para esto contaremos también, como hemos contado hasta ahora, con la sabiduría y el liderazgo del Comandante Daniel Ortega y la Compañera Rosario Murillo, quienes han estado al frente de una gestión gubernamental que a pesar de las debilidades y errores, ha traído a nuestro pueblo enormes beneficios que jamás habría tenido bajo un gobierno como los que hubo en Nicaragua entre 1990 y 2006, y antes de 1979.
Aquí se trata pues, de defender la paz, la justicia social que se ha venido instaurando con la restitución de los derechos del pueblo, y este proyecto revolucionario por el cual entregaron su vida tantos buenos hijos de nuestra patria.
Así que a organizarnos mejor, a promover la participación del pueblo, a defender las conquistas alcanzadas y como buenos revolucionarios, a ser consecuentes con aquello que nos enseñó el Comandante Fidel Castro: “cambiar todo lo que debe ser cambiado”.