Quienes llevamos el pasaporte peruano, y que aún no hemos renunciado a nuestra capacidad de asombro, observamos con vergüenza e indignación el ridículo papelón que hace Pedro Pablo Kuczynski (PPK), aún Presidente del Perú, en la comunidad latinoamericana.
Las inconclusas historias emancipatorias de América Latina están empedradas de dantescos episodios de traiciones que convierten a Abya Yala prácticamente en la materialización del mito de Sísifo.
Permanente intentos legendarios de liberación que fueron y son arrojados a la borda por malinches y felipillos a cambio de un plato de frijoles.
Los históricos personajes de Malinche (en Centro América) y Felipillo (Sur América), durante la invasión española, traicionaron a nuestros pueblos en nombre propio y nos desgraciaron por cerca de tres siglos.
Pero, se convirtieron en una maldición perpetua que nos persigue hasta nuestros días, y se encarna en la actualidad en el actual Presidente del Perú.
Durante los 15 últimos años, América Latina retomó su postergado camino emancipatorio. Logró apoteósicos consensos sin Washington.
Experiencias como UNASUR, CELAC, ALBA, etc. son destellos de esos sueños de liberación y dignidad en conjunto frente a la prepotencia colonialista de los gobiernos de los EEUU.
Pero, nada menos que en el terruño de Túpac Amaru II y de Micaela Bastidas, en pleno siglo XXI emerge el traidor hipócrita de este emancipatorio sueño latinoamericano.
Y lo más grotesco es que esta traición histórica a nuestros sueños libertarios lo hace en nuestro nombre y con nuestro dinero.
Sí aunque Ud. no lo crea. Lo hace en nuestro nombre, y nos convierte a todos los peruanos y peruanas en traidores de los pueblos de América Latina.
La guerra continental que el Gobierno de los EEUU está montando contra Venezuela y Nicolás Maduro, no es contra este hermano país.
Es en contra de los todos los pueblos que tuvimos la osadía de levantar la cerviz, y mirarle a los ojos al Imperio y a sus siervos. Es una venganza brutal a nuestra insubordinación legítima.
Y para ello PPK convirtió al Perú en un cuartel diplomático donde los gobernantes corruptos y criminales, aglutinados en el denominado Grupo de Lima, intentarán fulminar al sucesor del legendario Hugo Chávez, en la próxima Asamblea de la OEA, en Lima. El delito de Hugo Chávez fue el haber reavivado el inconcluso sueño de la emancipación de nuestros pueblos.
Quienes tuvimos la suerte de recorrer por los diferentes pueblos de América Latina constatamos que Venezuela está en una situación envidiablemente mejor en bienestar integral que países fracasados como Honduras, Guatemala, México… En estos países un instante de vida es prácticamente todo un acto de fe.
A los dos últimos gobiernos de Venezuela, con todos los lentes de observación/fiscalización nacional e internacional, no han podido encontrarles actos de corrupción evidentes.
En contraste, Perú tiene encarcelados y/o procesados penalmente a todos sus gobernantes de las tres últimas décadas.
Esta es la diferencia entre Perú neoliberal y Venezuela libertaria.
El mismo PPK, con permanentes denuncias por actos de corrupción evidentes, corre la suerte de ser destituido y juzgado por corrupto.
Estos gobiernos delincuentes, no sólo endeudaron a los peruanos con una deuda pública per cápita de más de 1600 dólares, sino también afianzaron la deteriorada imagen del peruano, en el imaginario popular internacional, como sinónimo delincuentes.
Recuerdo aun lo que un estudiante argentino bromeaba cuando no hallaba su bolígrafo en su bolso:
“Me peruanearon mi lapicero”, solía decir. Esa es la imagen del peruano.
Y ahora, con esta traición, en nombre de todos los peruanos, ya imaginamos el acervo de lo peruano.
Por todo esto y mucho más, las y los indígenas que llevamos el pasaporte peruano, le decimos a Pedro Pablo Kuczynski: No en nuestro nombre Señor Presidente. Mucho menos con nuestros impuestos.
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