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El crimen de la OTAN en Yugoslavia, el inicio de un camino macabro


Las autoridades supremas de Serbia, República Srpska y Bosnia y Herzegovina, acompañadas por otros miembros del Gobierno serbio y el embajador ruso en Serbia, Alexandr Chepurin, participaron en un acto en memoria del inicio de los bombardeos a Yugoslavia por los países de la OTAN en 1999.
La ceremonia tuvo lugar en la localidad de Alexinac, en el sur del país, gravemente afectada por los bombardeos en abril y mayo de 1999. 

El alto diplomático ruso participó en estos actos por quinta vez.


"Unas 2.500 personas, en su mayoría civiles, fueron asesinados. 

Más de 10.000 personas resultaron heridas, de gravedad o levemente. 

Fue una barbarie difícil de imaginar en el fin del siglo XX", valoró el embajador ruso ante los periodistas.

"Cuando empiezan a enseñarnos de 'humanismo' y 'derechos humanos' mientras sabemos lo que hicieron [en Serbia], quiere decir que dicen una cosa y hacen otra, o, como variante, no consideran a los serbios como seres humanos. Iban matando miles de civiles indiscriminadamente", subrayó.


Chepurin destacó que ni un solo embajador de un país perpetrador de los bombardeos se presentó a las ceremonias conmemorativas. 

Para él, "ninguno de ellos quiere reconocer [la culpa], pedir perdón, arrepentirse", ya que hasta hoy en día están persuadidos de que "lo han hecho todo bien".

"Que lleguen sus representantes y expliquen las razones porqué y para qué mataron a tantos serbios. Pero temo que no lo veamos en los tiempos próximos", comentó el embajador ruso.

Un breve repaso de la historia


En 1999, en medio del conflicto armado de los separatistas albaneses del Ejército de Liberación de Kosovo (KLA) y los militares y las fuerzas del orden de Yugoslavia (en aquel entonces integrada por Serbia y Montenegro), la OTAN lanzó una operación aérea contra Belgrado.

La intervención militar no fue sancionada por el Consejo de Seguridad de la ONU y se justificó por las acusaciones de los países occidentales contra Yugoslavia por las supuestas limpiezas étnicas en la autonomía kosovar y "la catástrofe humanitaria" provocada por las fuerzas gubernamentales yugoslavas.



Los ataques aéreos se realizaron desde el fin de marzo hasta el 10 de junio de 1999. Según las estimaciones vigentes, bajo las bombas fallecieron unas 2.500 personas y más de 10.000 resultaron heridas. 

El daño económico se estimó entre 30.000 y 100.000 millones de dólares.

En 2008, el Parlamento de Kosovo, hasta la fecha bajo la jurisdicción de la administración interina de la ONU, declaró unilateralmente su independencia de Serbia.

El acto fue avalado por la mayoría de los países europeos (con la notable excepción de España, no ajena ella misma al fenómeno del separatismo) y miembros de la OTAN, así como por varios países latinoamericanos, africanos y asiáticos. Belgrado rechazó rotundamente la decisión unilateral.


Primero de su tipo

Los bombardeos de 1999 fueron el primer caso en que se justificó una invasión militar bajo el pretexto de "intervención humanitaria", un debatido concepto del derecho internacional que busca determinar una 'frontera' entre la soberanía de un Estado y la obligación de la comunidad internacional de interferir en la situación en el terreno sin la aprobación de sus gobernantes.

No obstante, el pretexto se hizo popular para justificar no solo las operaciones realmente humanitarias sino también para derrocar Gobiernos incómodos.


En 2011, la OTAN atacó Libia en pleno conflicto civil bajo el mismo pretexto, lo que resultó en la caída del Gobierno y la propagación del caos, sin solución hasta hoy en día.

Contra Siria, también, los países occidentales lanzan regularmente acusaciones de crear "crisis humanitarias" y "llevar a cabo ataques indiscriminados contra su propio pueblo", pretextos semejantes a los usados anteriormente para justificar invasiones militares de la OTAN.

Rusia ha advertido contra este usar este pretexto fallido.


El guion establecido

Los bombardeos de Yugoslavia resultaron encarnar todos los aspectos modernos de una típica operación de cambio de régimen, practicada hasta hoy en día por EEUU y sus aliados, señala el periodista Adam Garrie del medio alternativo británico Off-Guardian:

"El nuevo modelo, compuesto por una serie de pasos calculados, ha sido exitosamente repetido en Afganistán, Irak, Libia y, sin éxito, en Siria. ¿De qué se trata?"

1. Desacreditar a un líder extranjero a pesar de mantener contactos con él en el pasado


Slobodan Milosevic viajó a EEUU en 1995 para firmar los Acuerdos de Dayton y poner fin a la guerra en Bosnia y Herzegovina, lo que fue alabado como un gran éxito. Cuatro años después, "fue presentado como el peor enemigo del Estado", escribe Garrie.

Se repitió la historia con Sadam Husein (aliado de EEUU en la guerra contra Irán en 1980-1988), los talibanes afganos (apoyados por Washington en su lucha contra la URSS en los ochenta y enemigos mortales en los noventa y hasta la actualidad) y Muamar Gadafi, quien firmó un acuerdo con EEUU en 2003, ocho años antes de la invasión.


2. Presentar al defensor como un agresor

El Gobierno yugoslavo fue acusado de llevar a cabo operaciones de limpieza étnica en Kosovo, mientras "la realidad del conflicto fue que las fuerzas yugoslavas luchaban contra las limpiezas étnicas perpetradas por los terroristas del KLA". 

El grupo armado kosovar fue catalogado como una organización terrorista por la ONU en 1998.


"En los tiempos más recientes, el mismo método fue usado por EEUU en Siria al presentar a los islamistas radicales de Fatah al Sham (Frente al Nusra, grupo terrorista proscrito en Rusia y otros países) como 'víctimas' del Gobierno pluralista y secular sirio. 

En Irak y Libia, los extremistas de Al Qaeda han sido presentados como 'activistas' y 'opositores armados', compara el periodista de Off-Guardian.

3. Tachar al 'régimen incómodo' como antidemocrático y por eso, peligroso

"En 1999, muy pocos estadounidenses sabían algo sobre el sistema político de Yugoslavia. Lo mismo ocurrió con los talibanes en Afganistán, Husein en Irak, Gadafi en Libia y Bashar Asad en Siria", recuerda el autor.

Por eso, "para crear una narrativa fácilmente digerible, EEUU demonizó a los líderes que le hacían frente", calificándolos como "antidemocráticos, tiránicos, tecnócratas y malvados".


4. Hacer caso omiso a la ONU

La mayoría de los cambios de régimen emprendidos por la OTAN no tenían la autorización de la ONU, en particular la guerra en Irak y los bombardeos de Yugoslavia, escribe Garrie.

"Las intervenciones han sido totalmente ilegítimas. Han sido crímenes de guerra. (…) Fue en 1999 cuando la ONU se solidificó como un eventual 'legitimador' de las invasiones de EEUU, pero jamás en poder de prevenirlas", enfatiza el periodista.


En cuanto a Libia, la ONU sí dictó crear una zona de exclusión aérea para prevenir masacres de los civiles, pero este pretexto fue abusado por la OTAN para debilitar al Gobierno de Gadafi con ataques aéreos, una lección de la que los países con derecho al veto en el Consejo de Seguridad, Rusia y China (que se abstuvieron en la votación sobre Libia), tomaron nota.


Conclusión

La guerra en Yugoslavia, "un país que jamás amenazó a ninguna nación extranjera", fue 'un ensayo general' para EEUU y la OTAN a la hora de practicar sus cambios de régimen, escribe Garrie.

La práctica se puso 'de moda' en Washington tras los ataques del 9/11 en 2001, pero fue el 24 de marzo de 1999 la fecha del nacimiento de este tipo de guerra moderna de cambio de régimen, y "desde entonces, EEUU nunca miró atrás", concluyó el autor.

https://mundo.sputniknews.com/europa/201803251077321445-balcanes-bombardeo-otan-guerra-recuerdo/

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