No se trata de dramatizar, exagerar o esbozar conspiraciones apocalípticas, pero cada una de las piezas que el Imperio está moviendo en el tablero latinoamericano apunta a establecer un escenario de intervención militar contra Venezuela bolivariana.
Podrá ser tercerizada o de forma directa con las falsas excusas del “humanitarismo”, pero la situación adquiere cada vez […]
No se trata de dramatizar, exagerar o esbozar conspiraciones apocalípticas, pero cada una de las piezas que el Imperio está moviendo en el tablero latinoamericano apunta a establecer un escenario de intervención militar contra Venezuela bolivariana.
Podrá ser tercerizada o de forma directa con las falsas excusas del “humanitarismo”, pero la situación adquiere cada vez mas gravedad si se tiene en cuenta que todo este andamiaje belicista podría estar orientado a impedir que el pueblo chavista vuelva a proporcionar una contundente paliza electoral al poder oligárquico en abril.
Hay múltiples elementos que coadyuvarían a armar un inminente tinglado intervencionista a partir de la toma de decisión del gobierno estadounidense de apurar la caída del gobierno ultra legítimo de Nicolás Maduro.
Primero, hace unos meses el vocero fue el vicepresidente Mike Pence quien recorrió el continente visitando presidentes “amigos” para ordenarles apretar las tuercas del bloque económico.
No le fue como esperaba pero dejó la semilla que hace pocos días, intentó volver a sembrar el canciller Rex Tillerson.
Esta vez la propuesta de aumentar la beligerancia contra el “dictador” Maduro fue ampliamente comprada por dos puntales del equipo neoliberal más agresivo.
Tanto Macri (solo basta observar la foto de la cara de enamorado con que mira a Tillerson), como el perrito faldero Santos, se subieron al portaaviones made in USA y prometieron ser de los primeros en la embestida que Washington resuelva.
Después hay un acumulado de gestos indicativos del peligro en ciernes. A saber: las declaraciones del subsecretario de Estado para Latinoamérica y el Caribe, Francisco Palmieri, ofreciendo ayuda a Colombia y Brasil debido “a la gigantesca y continua migración venezolana hacia ambos territorios”.
Palmieri utiliza allí, el sesgo intervencionista “humanitario”, el mismo en que viene insistiendo el cadete de la CIA, Luis Almagro o su cómplice peruano Kuzinsky, uno de los impulsores de esa mafia presidencial autodenominada Grupo de Lima.
En esa misma sintonía Macri dio luz verde para que los estudiantes venezolanos “que vengan a Argentina huyendo del caos dictatorial no sufran más sinsabores”, y por lo tanto, a diferencia de quienes provienen de otros países, se les legalizará de inmediato su situación educativa.
La maniobra, como se ve, es demostrar que “la dictadura venezolana” no da para más.
Algo muy similar a lo que durante años Estados Unidos intentó con Cuba y hace muy poco con la “dictadura siria”. que se resume en la frase: “te hago la vida imposible, obligo a tu gente a emigrar, los recibo con los brazos abiertos y luego te invado humanitariamente”.
Para completar militarmente también hay datos inquietantes: la presencia del Comandante del Comando Sur en Colombia, el movimiento de tropas en la frontera amazónica de Brasil y Colombia, otra vez con la excusa migratoria venezolana.
El punto central de confluencia de estos aprestos es la base móvil brasileña de Tabatinga, que fuera inaugurada en noviembre pasado con los ejercicios militares conjuntos de EE.UU, Brasil, Colombia y Perú, en que se practicaron simulacros de invasión “a un país bajo dominio comunista”. Como en las viejas épocas.
En la seguidilla injerencista, luego le tocó el turno al embajador yanqui en Bogotá, Kevin Whitaker, quien afirmó que Venezuela necesita “una salida democrática, institucional y rápida”.
Enseguida, Santos y Uribe, cada uno por su lado aplaudieron la oferta y mientra el mandatario colombiano aseguraba que no reconocerá los comicios de abril, el paramilitar Uribe echaba más gasolina al fuego instando a apurar una intervención militar “con el concurso colombiano”.
Todo esto en el marco de la re-ocupación territorial de grupos paramilitares colombianos en Cúcuta, en Catatumbo y otros puntos próximos a Venezuela.
Ni qué decir de la reciente presencia de soldados yanquis en la zona de Tumaco (la misma donde el año pasado fueron asesinados por el ESMAD varios campesinos) y la intensa actividad de entrada y salida de hombres y equipos de las nueve bases USA en Colombia.
Con toda precisión el ex militar y ahora analista geoestratégico William Izarra habla de que el “Operativo Tenazas” sigue cerrándose y menciona como territorios que podrían ser utilizados para una intervención a gran escala, aparte de Colombia, a Guyana y las islas-colonias holandesas de Aruba, Bonaire y Curazao, todos ellos sitios donde los militares norteamericanos se pasean como en casa.
Así las cosas, y con Trump ladrando, lo más lógico es que en el plano interno se cierren filas. Frente a la esperada retirada de la oposición de la mesa de negociaciones de Dominicana, cumpliendo una orden de sus amos imperiales, y el aumento de la escalada de bloqueo y guerra económica impuesta por Washington, sus acólitos latinoamericanos y la Unión Europea, se impone que el pueblo venezolano se prepare para repetir la proeza victoriosa del pasado 31 de julio.
Sin una sola duda, todos y todas convencidas de que en abril llega la segunda parte de la madre de todas las batallas, y que a diferencia de la encarada por Estados Unidos para masacrar al pueblo iraquí en 1991, esta será para ratificar una vez más que la Revolución es necesaria no solo para asegurar la paz en Venezuela sino para atizar el fuego de la rebeldía continental y mundial.
No, esta no será una elección más de todas las que el chavismo ha ganado, sino que respaldando unitariamente a Maduro se puede propinar una soberana patada en el trasero a quienes están intentando que nuestros pueblos, todos ellos, regresen a la Edad Media.
Ahora bien, si por obra de la impunidad de la que se vanaglorian Trump, Rajoy, Macri y Santos se animaran a adelantar planes y decidieran lanzar directa o indirectamente una escalada militar, antes o después de los comicios, en el plano local venezolano no caben dudas que como señalara Diosdado Cabello, sobre una invasión disfrazada de ayuda humanitaria:
“Es probable que ustedes entren, pero vamos a ver cómo van a salir”.
Y en el escenario continental habrá llegado la hora de “hacer arder la pradera”
. No son tiempos de grandes discursos y prometer solidaridades por rutina ya que en Venezuela, se juega por décadas la suerte de Nuestra América y el socialismo, Si se es fiel al legado insurgente de Hugo Chávez habrá que demostrarlo, con las ideas, con el corazón y poniendo el cuerpo como lo hizo el comandante Eterno.