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PALESTINA. La tortura se generaliza en Tierra Santa


En Israel se usan 200 métodos de tortura.

Dicho por las Naciones Unidas.

El grupo israelí de Derechos Humanos Betselem consignó alrededor de 105.

Y otro grupo de la Universidad de Jerusalén, estableció que eran 73 los métodos más “populares” de tortura usados en las cárceles israelíes.

Ya te veo Mordisquito, levantar los hombros y decir “¿y a mí qué me importa?” “¿Qué tengo que ver con Israel?”

Otro informe: “La tortura en las cárceles israelíes es sistemática y comienza desde el momento en que arrestan a un preso, no desde el momento en que comienza el interrogatorio”.

¡Y dale con Israel! ¿Qué me importa si apenas encanan a un coso lo empiezan a torturar?

Te recuerdo, Mordisquito: a los presos en la primera marcha por Maldonado, se los detuvo al grito de “¿Creen que ‘La noche de los lápices’ fue solo una película?”. Algunas de las detenidas fueron obligadas a desnudarse y filmarlas; Damiana Bercellos, que venía de trabajar, fue manoseada y arbitrariamente detenida, Laura Arnés, periodista de Página/12 fue detenida el último 8M al grito de “negra de mierda no te resistas o te rompemos los brazos” cuando estaba parada en la puerta de una pizzería.

¿Te das cuenta Mordisquito del parecido? Aquí también las torturas y los golpes empiezan con las detenciones.

Cuando el grupo Halcón de la Policía Bonaerense viajó a Israel para entrenarse, se capacitó en intervención en edificios complejos. ¿Qué será intervenir en edificios complejos para un ejército que ocupa ilegalmente un país desde hace 70 años?

Démosle la palabra a los que lo han hecho, a los israelíes. Nos cuenta un soldado destinado en Gaza:
“El viernes por la noche hicimos un Kidush (una bendición del sábado). Usamos un patio donde estaban apostados los muchachos de la infantería. No abrimos la puerta, simplemente entramos directamente con el tanque, pasamos la cerca y entramos. “Estacionamos” dos tanques, lo que significa que también teníamos que destruir la pared entre la calle y la casa”.

Así intervienen los israelíes en edificios complejos ¿Viste Mordisquito?

Como decíamos, este es el testimonio de un soldado israelí del sitio “Breaking the silence”, “Rompiendo el silencio” un grupo de militares asqueados por las órdenes que han tenido que cumplir.
Aquí, otro más, contándonos del ingreso a una vivienda en Gaza, otro edificio “complejo”

“Cuando entramos a esta casa, todo lo que había dentro ya era un desastre. Cualquier cosa que pudiera romperse había sido destrozada. Cualquier cosa hecha de vidrio, ventanas, una mesa, marcos de cuadros, todo fue destruido.

 Todas las camas estaban volteadas, las alfombras, los colchones. 

No había agua, entonces no podías usar el baño. Así que nos cagamos en su bañera”

Javier Perechodnik, secretario general de la Gobernación de la Provincia de Buenos Aires, nos dice sobre la experiencia del Grupo Halcón en Israel “ahora estamos como “adelantados” con estos avances. 

La idea fue aprovechar este viaje y convertirnos en esponja para traer la mayor experiencia posible de esta capacitación y así ver qué podemos aplicar aquí en nuestro país”.

Repito: “y así ver qué podemos aplicar aquí en nuestro país”.

Nos sorprendemos de que aquí un policía le arroje gas a un anciano y lo apalee, pero qué pasa en Israel: “un soldado que estaba en uno de los puestos vio a un anciano [palestino] acercarse. 

No le disparó, disparó cerca de él. Lo que sé, porque lo comprobé, es que otro soldado le disparó dos veces al abuelo. 

Me acerqué a una ventana para ver qué pasaba, y vi que había un anciano tirado en el suelo, le dispararon en la pierna y lo hirieron. Fue horrible, la herida fue horrible, y me pareció muerto o inconsciente. 

Así que bajamos y le dijimos a los efectivos “Basta, no hay razón para dispararle, está muerto”. 

Y entonces comienza una discusión: “¿Qué lo hace a usted experto en la muerte? ¿Qué es, un doctor? “Y luego de eso, un tipo de la compañía salió y disparó a ese hombre otra vez”.


Entrenamos a nuestras fuerzas de seguridad con asesinos de viejos indefensos. 

¿Qué podemos esperar entonces cuando un sádico como Martín Alfredo Luna le pega a un viejo, porque sí, durante una marcha?

Tenemos a un pibe de 19 años preso por ayudar a una mujer caída en el subte.

¿Por qué nos vamos a sorprender si nuestras fuerzas de seguridad se entrenan con quiénes detienen a una nena de 16 años solo porque abofeteó a un soldado armado hasta los dientes?

La voladura de la AMIA se llevó las vidas de 85 personas. El atentado fue encubierto por el ex presidente Menem, por su ministro Corach, por el presidente de la propia DAIA, Rubén Beraja y por el comisario Jorge “El Fino” Palacios.

Palacios fue el fugaz jefe de la Policía Metropolitana. Según Mauricio Macri, entonces jefe de gobierno de la ciudad, lo designó porque Israel se lo recomendó.

Israel, que no se presentó como querellante en la voladura de su propia embajada, sugirió que el tipo que encubrió el atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina, estuviera a cargo de la seguridad de todos los porteños.

Nos hemos aliado, recibimos instrucción, compramos tecnología a un país que ejerce la tortura, la detención ilegal y mantiene en una cárcel a cielo abierto a dos millones de palestinos, a un país en el que su ministra de Justicia dijo: “hay que matar a las madres de los terroristas palestinos porque dan a luz pequeñas serpientes”.

Le compramos lanchas, dejamos que sus servicios de inteligencia anden como Pancho por su casa y que operen incluso dentro de la justicia argentina, a un país que le ha puesto un escudo antimisiles a las Islas Malvinas para defenderlas de nosotros mismos. ¡Y que vote en las Naciones Unidas para que las Malvinas sigan en manos británicas!

Nos alarma que en las Pruebas Aprender se les pregunte a los alumnos si sus compañeros de aula roban o si sus padres son de un “país limítrofe”, pero tal como denuncia la especialista en educación Nurit Peled Elhanan, en los libros de texto israelíes, los palestinos aparecen como “viles, desviados y delincuentes; gente que no paga los impuestos, que viven al margen del Estado ¿les suena? y que no quieren desarrollarse.

¿Entendés Mordisquito que somos una mala copia de este estado racista? ¿Un lacayo de un país que asesina a 2000 civiles y sostiene que lo hace en defensa propia?

Las coincidencias siguen. En su reciente visita a Israel, la organización Betselem quiso hacerle llegar a Gabriela Michetti un informe con las detenciones y abusos cometidos contra niños palestinos, pero una barrera compuesta por agentes del Mossad y custodios argentinos, lo evitó. 

Es lógico que la vicepresidenta de un país que tiene en Lanús escuadrones de la muerte que persiguen pibes de la calle, que inventa entrevistas a menores para estigmatizarlos, que reprime chicos en las murgas y que precinta a pibitos mapuches cuando se detiene a sus madres, no quiera saber el daño que le hace Israel a la niñez palestina.

Mordisquito ¿qué tiene de honorable el estado de Israel para que sigamos sus pasos?

Por nuestra Patagonia circulan 8.000 o 10.000 soldados israelíes. 

Son “mochileros”, pero todos ellos han servido, y ante la primera llamada, volverán a servir al ejército de Israel. Ese que mató al anciano en Gaza, anda por acá; ese que cagó en la bañera de una familia palestina, anda por acá, esa que asesinó a cuatro nenes que jugaban a la pelota en Gaza, anda por acá, ese que pasó por arriba con un bulldozer a la pacifista norteamericana Rachel Corrie, anda por acá.

Por suerte, todavía no somos Israel. Todavía los médicos que atienden detenidos en las cárceles argentinas, no colaboran abiertamente en su muerte como pasa en Israel.

Todavía los periodistas no reciben el maltrato y la tortura que sufrió Mohamad Omer, que regresó a Cisjordania después de recibir un premio en Londres, y en el mismo puesto fronterizo fue interrogado durante horas, desnudado y arrastrado por el piso.

¿Pero cuánto nos falta?

Veamos. El Parlamento israelí aprobó una ley para indultar a Netanyahyu por sus delitos de corrupción, a través de la cual le prohíbe a la policía divulgar detalles de los enjuagues del primer ministro.

¿Faltará mucho para esto?

Hace cuatro días se cumplieron tres años del suicidio del fiscal Nisman, el sujeto al que Damián Stefanini, usurero del que no se ha vuelto a tener noticias, le depositó 150.000 dólares en una cuenta en Estados Unidos; el tipo al que su madre le vació, todavía con el cadáver caliente, dos cajas de seguridad en dos sucursales del Banco Ciudad, el fiscal al que Sheldon Adelson, un financista de la derecha israelí, le depositó 280.000 dólares en el banco Hapoa​lim de Uruguay, el mismo tipo que usaba un auto propiedad de un agente de la CIA.

A ese extorsionador que le sacaba la guita a sus empleados, a ese lavador de guita, a ese encubridor de un atentado a la Mutual Israelita, Israel le levantó un monumento.

Y aquí Arroyo Salgado quiere elevar su muerte a “crimen de lesa humanidad”.

Cómo no van a querer declararlo mártir y héroe, si gracias a ese cuentero judicial, Timerman, D´elía, Khalil, Zannini y Esteche están presos. Sin proceso, sin una causa válida.

Porque entramos en la lógica israelí, en la que un científico como Mordejai Vanunu puede ser secuestrado por los servicios de inteligencia de su país y juzgado en secreto.

Porque entramos en la lógica israelí, en la que una piba de 16 años es juzgada por un tribunal militar.
La diferencia con Israel es que no tenemos ni bombas nucleares, ni el poder de lobby más grande del planeta.

Y mañana, cuando esto se termine, porque se va a terminar y de la peor manera, solo nos va a quedar la vergüenza de haber sido el amiguito olfa del matón de la cuadra.

Para entonces, ya te habrás dado cuenta de esto, Mordisquito. Tarde, pero vas a ver que todo lo que te dije era verdad.

Igual como siempre te digo, hacé el esfuerzo ahora, porque dejar de ser boludo es un acto que se hace en defensa propia.

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