Jerusalén es la capital eterna de Palestina. “Los restos de la ciudad helenística Antheion, en la Franja de Gaza, quedaron arrasados durante la operación “Plomo fundido” efectuada por el Ejército israelí.” (1)
En la entrevista realizada sobre Jerusalén y Palestina en su conjunto al Dr. en Historia y Artes Mohammad Assaf Abdel Hadi, arqueólogo y miembro de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada, podemos entender la conjunción de la guerra y la política llevada a cabo por Israel contra el pueblo palestino, pero también de la cultura y la historia que a éste pertenece.
Estan presentes en toda la conversación las cuestiones relativas a la identidad cultural de Occidente en relación con Palestina, a la arqueología bíblica, a la aparición del sionismo como movimiento nacionalista, al rol de la arqueología en el estado de Israel y al desarrollo de una arqueología palestina de la región, que, aunque tratados sumariamente, en su interrelación permiten comprender las variadas raíces del conflicto desde una perspectiva histórica.
Dr. Mohammad Assaf Abdel Hadi, empecemos hablando de Historia para entender el presente: ¿cuál es el punto culminante del papel de Inglaterra, como colonialista, para el saqueo y dominación de Palestina, y su ayuda a la inmigracion judía a Palestina?.
La declaración Balfour, pues sella la alianza entre sionismo e imperialismo, al mismo tiempo que sella la suerte de las y los palestinos que son simbólicamente desposeídos de su tierra por una potencia colonial que la atribuye a un movimiento del que numerosos dirigentes no ocultan su intención de desposeerles de ella físicamente. Para el escritor Arthur Koestler, con la declaración Balfour, “una nación prometió solemnemente a una segunda el territorio de una tercera”.
La declaración Balfour inscribe en el lenguaje diplomático internacional la negación de los derechos nacionales de los y las palestinas, puesto que solo son mencionados sus derechos “civiles y religiosos”, y que son calificados, mediante un eufemismo destinado a negar su identidad, de “colectividades no judías”.
Las y los 700 000 árabes de Palestina (más del 90% de la población) son reducidos al estatus de residentes sin derechos políticos, lo que valida a posteriori la tesis de dirigentes sionistas según la cual Palestina sería una “tierra sin pueblo”. 50 años más tarde, la dirigente israelí Golda Meir declarará, a propósito de los territorios ocupados por Israel: “¿Cómo podríamos entregar esos territorios? No hay nadie a quien entregárselos”.
¿Nos puede hacer un relato sobre la importancia cultural de Palestina y la intromisión judío-sionista?.
Palestina, debido a su ubicación estratégica entre continentes, fue ocupada por varios poderes a través de milenios. En primer lugar, por el imperio egipcio durante unos tres siglos (desde los inicios del siglo XV hasta comienzos del siglo XII a.C., aproximadamente). Luego de un período transicional, del cual surgen organizaciones políticas autónomas (entre otras, el reino de Israel, entre 900 y 722 a.C.), la región fue nuevamente ocupada, con breves lapsos de autonomía local, por fuerzas asirias, babilónicas, persas, helenísticas y romanas hasta la llegada de la hegemonía romano-oriental/bizantina a la que nos referimos. La presencia cruzada en Siria-Palestina puede dividirse en dos períodos: 1099-1187, con el Primer Reino de Jerusalén, y 1192-1291, con el Segundo Reino de Jerusalén o Reino de Acre; cf. C. Tyerman. God’s War: A New History of the Crusades. Londres, Penguin Books, 2007, esp. pp. 176-240, 354-374 y 715-822.
El repaso general y sintético de los temas expuestos aquí tiene como principal objetivo generar una actitud crítica y reflexiva frente a los usos políticos del pasado, tanto del pasado como producto académico e historiográfico como del pasado imaginado colectivamente en la sociedad por parte de distintos actores. La limpieza étnica de Palestina, producida por los enfrentamientos bélicos de 1947 y por la creación del Estado de Israel en 1948, ha sido estudiada y expuesta por varios especialistas, entre otros, recientemente y de manera contundente, por Ilan Pappe .
Sin embargo, también deberíamos evitar que la limpieza cultural de Palestina, de sus memorias y tradiciones, siga produciéndose más de seis décadas después de 1948, no sólo para empoderar y concientizar a la sociedad palestina de su rico pasado histórico en la región, sino también porque el patrimonio cultural y arqueológico de Palestina pertenece a todos–judíos, cristianos y musulmanes– y no exclusivamente a sectores nacionales o étnicos particulares. Escribir una historia integral de Palestina, precisamente, debe atender a esta cuestión para poder superar así, entre otras cosas, la mirada sesgada que produce una racionalización del relato bíblico como principal fuente del pasado más antiguo de la región .
Es menester aclarar, por cierto, que desde los años ’70 en adelante la visión nacionalista-religiosa en el Estado de Israel, que vinculaba mandatos bíblicos con políticas de Estado con respecto a la población palestina y la hegemonía judía en el territorio, ha sido en general minoritaria en la sociedad israelí . Sin embargo, si ampliamos nuestra perspectiva a los más de cien años de conformación del llamado conflicto palestino-israelí, podemos observar en términos generales, y con mínimas excepciones, que la falta de integración con la población local por parte de los primeros colonos judíos provenientes de Europa, y por quienes los siguieron, fue una práctica constante en el movimientos sionista.
Ya sea desde un punto de vista secular como desde uno religioso, la población palestina nunca fue en realidad pensada como parte integral del Estado de Israel . Asimismo, no escapa a la ironía el hecho de que la colonización judía y la progresiva marginalización de la población local tuvieran como resultado la aceleración del proceso de conformación nacional de los palestinos, proceso cuyo origen puede rastrearse hasta fines del siglo XIX con la inminente desarticulación del imperio otomano .
Cabría señalar también que la apelación al pasado bíblico como elemento de legitimación histórica de la política israelí desde la creación del Estado ya no puede ser sostenida a partir de criterios formalmente históricos. En las últimas décadas, la historiografía moderna sobre el llamado “antiguo Israel” ha refutado de manera contundente gran parte de la asumida historicidad del relato bíblico. Los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob ya no pueden ser comprendidos como personajes realmente históricos. Del éxodo de los antiguos israelitas desde Egipto, no existen pruebas históricas o indicios convincentes. Inclusive el gran reino de David y Salomón no puede ser considerado histórico, a partir de lo que la arqueología ha revelado en las últimas décadas.
En suma, la conclusión que puede obtenerse de este progreso historiográfico es, en primer lugar, que la Biblia no puede ser leída de manera literal o en un sentido moderno e histórico, sino que debe interpretarse con mucho cuidado, como un conjunto complejo de alegorías mítico-teológicas que apela a eventos del pasado pero sin que ello implique la historicidad necesaria de estos eventos, y en segundo lugar, que la historia más antigua de la región debe escribirse apelando a las fuentes primarias (arqueológicas, epigráficas y textuales) antes que a partir de una racionalización de los relatos bíblicos o siguiendo políticas nacionalistas modernas .
Desde su instauración como Estado judío, antes que como Estado de todos sus habitantes, y sostenido en una apelación a una relación histórica del pueblo israelita con Palestina, el Estado de Israel se ha constituido en una comunidad civil y política en cierta medida exclusiva, a la cual no pueden pertenecer de manera plena y sin inconvenientes todas las personas que habitan su territorio o que han nacido en él, sino solamente una mayoría etnorreligiosa, mayoría que comenzó siendo una minoría y que alcanzó aquel grado a partir de un proceso de progresivo desplazamiento territorial de la población palestina .
Más aún, ese Estado extiende su potencial pertenencia a individuos extraterritoriales, vale decir, a ciudadanos de otras naciones, nacidos en otros países, pero que profesan la fe judía o son descendientes de quienes la profesaban, mientras que niega a otros individuos nacidos en Nablus, Ramallah o Jerusalén y de fe cristiana o musulmana la posibilidad de ser ciudadanos en iguales condiciones de derecho en dicho Estado.
Esta desigualdad etnojurídica no puede ser mantenida en el Estado israelí sin esperarse que genere crónicamente crisis y conflicto interno. Sin ser categóricos, y sin descartar en absoluto la posibilidad de que exista en el futuro un Estado Palestino soberano y autónomo sobre su territorio, podríamos postular también que, tal vez, la clave de la resolución del llamado conflicto palestino-israelí radique, no en la separación material a través de muros, no en la exclusión territorial ni en el control físico y humillante de la población palestina confinada espacial y simbólicamente, medidas sostenidas a partir de instancias atribuidas a razones de seguridad nacional pero también fundadas, en cierto modo, en apelaciones a un pasado bíblico acerca de la propiedad de la tierra–, sino más bien en la valiente y correcta decisión política de abrir el Estado de Israel a todos sus ciudadanos, no sólo aquellos que se identifican como judíos, y crear de esa manera una sociedad israelí verdaderamente democrática e inclusiva.
En ese contexto ¿qué han hecho desaparecer del rico patrimonio arqueológico palestino?
El importante patrimonio arqueológico palestino, que incluye el yacimiento de Jericó, considerada la “ciudad más antigua del mundo” con sus 10.000 años de historia, corre serio peligro a causa de la falta de fondos, del abandono y, sobre todo, del conflicto entre palestinos e israelíes, según informó hoy un grupo de arqueólogos italianos a la agencia misionera de noticias MISNA.
“El patrimonio arqueológico en los territorios palestinos atraviesa unas condiciones dramáticas, es otra víctima del conflicto”, declaró a MISNA Luigi Nigro, profesor de Arqueología de la Universidad La Sapienza de Roma y jefe de la misión científica italiana que trabaja conjuntamente con el Departamento de Antigüedades de la Autoridad Palestina.
En Cisjordania se encuentra Jericó, el primer centro habitado conocido desde que el hombre neolítico inventase la agricultura y cuyos restos reflejan tanto el paso del nomadismo a las comunidades estables como la erección de los primeros muros de separación del espacio urbano. El yacimiento de Jericó es, por ello, un bien cultural inestimable para la Humanidad en su conjunto que reúne, en un mismo lugar, restos correspondientes a 10.000 años de la historia.
Las excavaciones en esta ciudad comenzaron hace aproximadamente un siglo por parte de un equipo alemán, y continuaron entre los años treinta y cincuenta a manos de arqueólogos británicos y estadounidense.
El equipo de Nigro comenzó a trabajar en la zona a finales de los años noventa y, desde entonces, los arqueólogos italianos, junto a sus colegas palestinos, han podido sacar a la luz una torre circular de piedra del periodo neolítico (8500-6000 antes de Cristo), una doble muralla del periodo del Bronce (2700-2350 antes de Cristo) y numerosas cerámicas de importación y exportación, además de numeroso material –pesas de balanza para metales, contenedores de terracota– que revelan que Jericó, 3.000 años antes de Cristo, era un importante centro comercial y de intercambio.
En 1999, los arqueólogos descubrieron una tumba de más de 3.500 años en cuyas inscripciones jeroglíficas se apreciaba la palabra “Ruha” (“perfume”), el nombre que tenía originariamente Jericó durante el periodo cananeo. De hecho, el nombre árabe de la ciudad moderna, Ariha (Jericó es el nombre hebreo), tiene el mismo significado, lo cual seguramente haga referencia a las flores que crecían en abundancia en el oasis donde surgió la ciudad.
¿Nos puede indicar algún ataque al Patrimonio?
Deje que le diga lo que explicó Nigro: “Es impresionante la cantidad de lugares arqueológicos importantes existentes en esta zona”. “Hemos registrado 101 y excavado 32, entre ellos el palacio de Herodes el Grande, donde fueron hospedados Marco Antonio y Cleopatra, tumbas cristianas, sinagogas, restos de iglesias normandas bajo mezquitas”, y prosiguió. “Todos estos restos corren el riesgo de perderse por falta de recursos, por negligencia, por desatención internacional y, naturalmente, por la guerra”, advirtió.
Me pregunta por “algún ataque”, le doy un ejemplo: los restos de la ciudad helenística Antheion, en la Franja de Gaza, quedaron arrasados durante la operación “Plomo fundido” efectuada por el Ejército israelí. La Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) está estudiando las responsabilidades.
Asimismo, el muro de división construido por Israel en Cisjordania ha causado importantes daños al patrimonio arqueológico, porque numerosos restos que aparecieron durante las obras, fueron enterrados precipitadamente o extraídos sin la debida catalogación, se han podido perder para siempre.
Según Nigro, la Autoridad Palestiana no ha aprobado todavía una ley de defensa de su patrimonio artístico y cultural, un problema apenas compensado por la creación del Departamento de Antigüedades, dirigido por personas “fuertemente motivadas”. Este organismo acaba de participar en la restauración de tres sinagogas del siglo I en Cisjordania.
Las autoridades israelíes tampoco han facilitado a la Autoridad Palestina un mapa sobre los yacimientos arqueológicos que, en cambio, sí han entregado a un grupo de investigadores británicos. Aparte, las leyes israelíes autorizan la venta, sin apenas problemas, de restos arqueológicos a compradores privados.
¿Cuál es el trabajo en el Parque Arqueológico?
La misión arqueológica italiana comenzó sus tareas en 1997, pero se vio obligada a pararlas en 2000 a causa del recrudecimiento del conflicto entre israelíes y palestinos. Los trabajos se reanudaron esta primavera, a pesar de la escasez de fondos. Entre sus actuales tareas, según Nigro, el equipo está “edificando las bases de un parque arqueológico en el lugar que vio los orígenes de la civilización humana”.
“El objetivo es tanto revalorizar la importancia científica del lugar como dar a los palestinos un patrimonio que pueda atraer visitantes y turistas en el futuro”, explicó. “Lo más indignante es la inacción de los gobiernos extranjeros que dicen querer ayudar a la rehabilitación económica de una Palestina pacificada”, prosiguió. “¿Dónde comenzar, sino, en el patrimonio cultural que atrae turismo?”, agregó.
La batalla de implantar sus vestigios y señas judías sobre los monumentos calles, barrios, ciudades continúa día y noche…
Israel nunca lo ha tenido tan bien y los palestinos nunca han tenido tan lejos la justicia. Los regimenes árabes no tienen opciones creibles que puedan amenazar estrategicamente a Israel o no les preocupa que Israel siga desafiando las resoluciones de la ONU y las sentencias del Tribunal Internacional de Justicia. Estan luchando contra su propio pueblo o entre si. Los palestinos están irremediablemente divididos y cabe esperar que las masas árabes les ayuden, aunque estan muy agobiadas con sus propios problemas.
Desde la guerra de 1948, ¿cuáles han sido los objetivos estratégicos de Israel ? .
Ganar tiempo ha sido su primer objetivo, pues cuanto más dure el status quo, más se consolidara su posesión de los territorios ocupados y la negación del derecho al retorno de los refugiados.
Siete decadas después de la limpieza étnica de la poblacion árabe de Palestina, llevada a cabo por su ejercito y bandas terroristas, y casi cinco después de la guerra de 1967 y la subsiguiente ocupacion de Gaza y Cisjordania, Israel no tiene ninguna intención de hacer una paz justa con sus víctimas. Si las últimas décadas han demostrado algo, es que Israel no cambiará de curso, no va a aceptar las resoluciones de la ONU y no va a permitir que los refugiados vuelvan a sus hogares ni va a renunciar a los territorios ocupados que han sido anexionadas o colonizados. Las crecientes divisiones entre Hamas y Fatah y la desintegracion de los vecinos Siria e Irak juegan claramente a favor de los intereses de Israel.
Otro objetivo de Israel ha sido neutralizar política y militarmente a Egipto en el conflicto palestino-israeli. Egipto es el único país árabe que tiene capacidad para desafiar las politicas expansivas de Israel. Los israelíes quieren que Egipto abandone su tradicional papel de apoyo a la causa palestina. Según el historiador israeli Avi Shalim, en muchas ocasiones, Isaac Rabin repetia que el corazón del problema de Oriente Medio estaba en las relaciones entre Israel y Egipto. Después de la guerra de 1973, Israel utilizó la retirada del Sinai como el precio que estaba dispuesto a pagar por neutralizar a Egipto.
El equipo negociador israelí en las conversaciones para un acuerdo provisional con Egipto estuvo compuesto por destacados lideres de Israel como Isaac Rabin, Yigal Alon y Simon Peres. Sabían más sobre la importancia estrategica de Palestina para Egipto y tenian más sentido de la historia de Palestina y Egipto que los propios egipcios. Palestina fue una provincia de Egipto gobernada directamente o a través de poderes subordinados durante miles de años desde los tiempos antiguos. Si las reivindicaciones israelíes de Palestina se basan en haber gobernado parte de Palestina durante unos pocos decenios, Egipto ha gobernado todo el territorio palestino durante milenios. En los primeros dias de la cristiandad, la familia palestina más famosa, la compuesta por la Virgen Maria, José el Nayar y Jesucristo, huyo a Egipto para evitar la venganza del Rey Herodes, designado por los romanos Grande de Jerusalén, porque el pais del Nilo era el segundo hogar de los palestinos. Las tropas de Saladino, que derrotaron a los cruzados en Palestina en la decada de 1180, eran egipcios que lucharon contra los invasores europeos.
Y en los comienzos del siglo XIX, Ibrahim Pacha de Egipto liberó a Palestina y Siria de los turcos. Tal vez Israel no existiera hoy si no fuera por la intervención de las potencias europeas del Reino Unido y el imperio austriaco, que obligaron a los egipcios a retirarse en los años 1830.
Los negociadores israelies y el secretario de estado de EEUU Henry Kissinger supieron evitar la cuestión central del conflicto y centrarse en una paz separada con Egipto. Ofrecieron la devolución del Sinai a sus legitimos propietarios con el fin de concluir un acuerdo de paz separada y completa con Egipto. Los gobernantes lo aceptaron sin reparar en las implicaciones politicas, dejando a los palestinos librados a su propia suerte.
Los egipcios podrian haber exigido la devolución del Sinai y los territorios palestinos y sirios ocupados a cambio de la normalizacion de las relaciones, pero no lo hicieron. La normalizacion de esas relaciones con Israel entró en vigor en enero de 1980, las leyes de boicot fueron derogadas y El Cairo comenzó a suministrar petroleo y gas natural a Israel, llegando a aceptar la humillación de cambiar su himno nacional a algo menos militarista, tal como exigió Israel.
El acuerdo firmado en 1979 ha sido aclamado como el logro más importante de EEUU en Oriente Medio. Desde entonces, miles de millones de dólares y ayuda militar a Israel y Egipto se han convertido en una partida habitual en los presupuestos anuales de Washington. A cambio, El Cairo se ha comprometido a cumplir con sus obligaciones derivadas del tratado de paz. Resulta interesante señalar que la primera cosa que hizo Israel después de firmar el tratado fue invadir Libano en 1982. El ejercito israeli rodeó Beirut, expulsó a la OLP del Libano, puso sitio a los campos de refugiados palestinos de Sabra y Chatila y envió a las milicias falangistas libanesas a masacrar a miles de civiles palestinos.
Ahora, Egipto apoya a Israel en el bloqueo de Gaza cerrando el paso fronterizo de Rafah y matando de hambre a la poblacion palestina. Cuando Israel bombardeo a los palestinos y cometió masacres contra niños inocentes que conmovieron al mundo entero, Egipto se negó a abrir su frontera y acoger en sus hospitales a los heridos.
En una entrevista con Associated Press, el 27 de septiembre, el presidente egipcio general Abdelfatah al Sisi llamó a los estados arabes a normalizar las relaciones con Israel sin condiciones. El primer ministro israeli Benjamin Netanyahu saludó la propuesta, pero en 2002 había rechazado un plan de paz de Arabia Saudi que ofrecia a Israel normalizar las relaciones con los árabes a cambio de su retirada a las fronteras de 1967. Al Sisi dió a Israel lo que este quería: paz y toda Palestina.
Al Sisi dió este consejo a los estados arabes mientras los palestinos de los territorios ocupados, del resto de la Palestina historica, siguen estando oprimidos y son objeto de todo tipo de abusos bajo un regimen de apartheid, entre más de medio millón de colonos en Cisjordania y Jerusalén, y en Gaza siguen sitiados y muertos de hambre. Israel se niega a aceptar el retorno de un solo refugiado palestino y la congelacion de la construcción de asentamientos en tierras palestinas que han sido progresivamente troceadas y robadas abarcando regiones enteras.
Se ha anexionado Jerusalén y ha desplazado a miles de jerosolimitanos al otro lado del muro de separación y les ha negado la residencia en la ciudad en la que han nacido. Las oraciones en la mezquita Al Aksa son rutinariamente interrumpidas por extremistas judíos que incursionan con la protección de la policía israeli. Me pregunto si la junta militar que gobierna hoy Egipto habla en nombre de la mayoria del pueblo egipcio.
Israel tenía y tiene un tercer objetivo: mantener a EEUU en un rincon, presto a defenderlo en los organismos internacionales y a proporcionarle ayuda militar y económica para mantener sus fuerzas armadas y su superioridad económica en la región.
Isaac Rabin se lo dejó claro a Kissinger cuando le dijo que Israel no ratificaría el segundo tratado de paz con Egipto, en 1975, accediendo a retirarse del Sinaí, a menos que estuviera acompañado por un acuerdo entre EEUU e Israel, por el cual Washington se comprometiera a apoyar de forma duradera a Israel con la última tecnologia militar y con ayuda economica suficiente para cubrir sus necesidades, incluidas las energeticas. Israel tiene una alianza con EEUU en todos los sentidos, salvo en el nombre. La mayoria de los políticos estadounidenses tienen la idea simplista de que Israel no les hará ningún daño y que los palestinos no tienen ningún derecho.
Después de lograr todos sus objetivos estratégicos y tras décadas de apatía de los estados árabes y musulmanes respecto a los derechos de los palestinos, Jerusalén y los santos lugares, tanto musulmanes como cristianos, Israel ha cambiado el carácter árabe de Jerusalén mediante la construcción de grandes bloques de asentamientos en el sur de la ciudad. Sus líderes están convencidos de que pueden seguir por este camino.
En julio de este año, el ministro israeli de vivienda y construcción, Uri Ariel, dijo que quería ver la construcción de un Tercer Templo en el lugar de la mezquita Al Aksa. Y añadió que ahora que Israel ha vuelto a ser un estado judio soberano, el deseo de reconstruir el Templo es cada vez más fuerte.
El punto crítico de Jerusalén es la mezquita Al Aksa, el tercer lugar más sagrado del islam, que los judíos denominan Monte del Templo y lo consideran como el lugar más sagrado del judaísmo. Los palestinos están sometidos a una pandemia de intolerancia religiosa. Las fuerzas de ocupación sólo permiten entrar y rezar en la mezquita Al Aksa a los palestinos mayores de 40 años, mientras bandas de colonos atacan y queman mezquitas por toda la Palestina histórica.
La historia dará su veredicto sobre la limpieza étnica de Palestina, la ocupación, el sistema de apartheid, los asentamientos, los puestos de control y la imposición de guetos de miseria en Gaza y los campos de refugiados sin esperanza, como un punto negro en la historia judia.