“Rajoy se tiene que ir; el independentismo se queda y lo hace más legitimado, moralmente mucho más fuerte, con Puigdemont al frente”, se puede leer en el editorial del diario español Público. El pasado jueves 21, el PP obtuvo en Cataluña apenas 184.000 votos, de un censo electoral de 5.553.983 ciudadanos y con una participación cercana al 82%.
El PP gastó casi 2 millones de euros en la campaña catalana.
Las elecciones a la Generalitat de Cataluña, fueron convocadas por Mariano Rajoy -cuando en circunstancias normales quien debe hacerlo es el presidente del gobierno catalán- valiéndose del controvertido artículo 155, mediante el cual disolvió el Parlamento, cesó al ejecutivo catalán electo en 2015 y encarceló a todos los miembros del gobierno, salvo a los que se exiliaron en Bruselas. Montserrat Mestre.
La contundente victoria de Ciutadans en Catalunya no dará a Inés Arrimadas la Presidencia de la Generalitat, pero supone la mayor crisis del Partido Popular desde que Aznar tomó las riendas clausurando la AP de Fraga para siempre.
ANA PARDO DE VERA / PÚBLICO
Si el presidente del Gobierno tuviera un mínimo de moral, se habría ido cuando se conocieron los papeles de Bárcenas con el detalle acreditado de parte de la financiación ilegal del PP y su corrupción genética.
Si, además, aun careciendo de conciencia, tuviera un mínimo de dignidad y la quisiera para su partido, presentaría inmediatamente su dimisión y convocaría elecciones generales tras los resultados de los comicios al Parlament de Catalunya, precedidas de la mayor crisis institucional en 40 años que, lejos de resolverse en el día de hoy, se ha (re)confirmado con una mayoría indiscutible del independentismo y la arrolladora victoria de Ciutadans.
Quienes están en contra de la apisonadora del Gobierno sobre Catalunya (con el apoyo del PSOE y Ciudadanos) y pese al deseo de mantener al pueblo catalán con el resto de España, feliz y realizado, seguramente se alegren hoy de esta victoria de los apestados de La Moncloa; un triunfo que no es, ni más ni menos, que la corroboración de que la Política y sólo la Política es el camino para desfacer este entuerto y, no digamos, este agravio.
El agravio, el dolor y la humillación de las cargas policiales del 1-O, del 155, de los barrotes carcelarios del candidato a president Junqueras y su conseller Forn y del think tank independentista Òmnium-ANC; del candidato president Puigdemont refugiado en Bélgica de la ley (que no justicia) española; el agravio pese a la legitimidad de un independentismo al que el ordenamiento jurídico del Estado español le impide ser consumado aunque vaya en un programa electoral mayoritario en el Parlament.
Rajoy ha sido expulsado de Catalunya y empieza a serlo de España por dejadez, incomparecencia, negación, irresponsabilidad y -desde hoy- llevar a su partido al principio del fin gracias a una alternativa cultivada con mimo en su propia casa ideológica con ninguneo y desprecio, en línea con la forma de hacer política de Rajoy: la nada. Lo que no ha conseguido la corrupción del PP, seguramente, lo logren los catalanes.
La contundente victoria de Ciutadans en Catalunya no dará a Inés Arrimadas la Presidencia de la Generalitat, casi con toda probabilidad y por ahora, pero supone la mayor crisis del Partido Popular desde que Aznar tomó las riendas clausurando la AP de Fraga para siempre.
Rajoy y el PP son los responsables primeros, como presidente y partido del Gobierno de España, de no haber escuchado y haber despreciado a la que se ha vuelto a demostrar que es prácticamente la mitad de la población catalana; la que quería irse de España, la que sabemos que hoy sigue queriendo irse de España pese/gracias a la (no)política de Rajoy y, sobre todo, de este Gobierno. E insisto, pese/gracias a las amenazas de plagas bíblicas, a las de ruina económica, las cloacas de Interior, las porras, la cárcel, la anulación por la fuerza de la soberanía catalana y la intervención de su autonomía ante la mitad de un pueblo estupefacto y herido. Azuzado y motivado: fortalecido.
Rajoy se tiene que ir, pero el independentismo se queda y lo hace más legitimado, moralmente mucho más fuerte, con Puigdemont convertido en héroe a la cabeza.
Por cierto: ¿Van a detener al president de la Generalitat electo cuando vaya a Barcelona para ser investido?
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