Todo conflicto bélico deja huellas imborrables y cicatrices imposibles de sanar, sobre todo si la cultura mediática y la industria fílmica no ayudan
Hace 42 años el mundo fue conmovido y los medios se aturdieron cuando se revelaron los estragos y las tragedias ocurridas durante la Guerra de Vietnam (1955-1975), uno de los genocidios más crueles de la historia.
El cine tomó como referencia esas imágenes e historias, lo que se refleja en las producciones que tomaron como referencia lo más cruento del conflicto.
Pero la realidad es terrible, pues continúa y se ha despejado de toda floritura fílmica, sobre todo en la nación asiática. En Ho Chi Minh aún se derraman lágrimas cuando los espectadores ven las pruebas palpables de los horrores que vivieron los vietnamitas durante ese periodo.
Pero a casi medio siglo después, Vietnam quiere pasar la página y superar, sociocultural e históricamente, este estigma.
Sin embargo, es difícil hacerlo en una cultura mediática que promueve revivir la herida con el único fin de lucrarse con el sufrimiento ajeno.
Ser constantemente bombardeado por el objeto de dolor no sana las heridas y esto se aplica a los casos particulares de personas que han experimentado un trauma.
La humanidad ha pasado por situaciones críticas, y en la sociedad no hay manuales que guíen a las personas para saber como tratar los temas delicados con quienes vivieron este tipo de traumas.
A veces la mejor forma de ayudar a alguien es mediante el silencio o el tratamiento adecuado de la historia. La idea de soporte puede ser más poderosa que cualquier palabra en la vida de los demás.
A continuación algunas de las razones por las que hablar de lo ocurrido constantemente no ayuda a los vietnamitas a superarlo.
La historia desde una perspectiva sesgada
Willem Dafoe, Charlie Sheen y Tom Berenger en Pelotón [Oliver Stone, 1986]
Bien lo dijo George Orwell: “La historia la escriben los vencedores”.
Cuando se trata de la perspectiva e interpretación de la Guerra de Vietnam, a menudo se cuenta desde una perspectiva americanizada.
De acuerdo, las familias estadounidenses también sufrieron al perder a sus seres queridos, así como quienes regresaron con trastorno de estrés postraumático o simplemente mutilados o incapacitados.
De igual forma hubo múltiples manifestaciones y movimientos sociales en contra del conflicto, pero ver la historia desde la perspectiva de uno de los países resulta ofensivo.
Especialmente en las películas que frecuentemente tachan de enemigos y despersonalizan a los demás, el espectador se ve inmerso en la ilusión de que los otros que mueren tienen que morir porque no son “buenos”, cuando la realidad es que las guerras son dolorosas para ambas partes y cada individuo tiene una familia y una historia detrás con igual importancia.
Condescendencia no requerida
La condescendencia se puede interpretar desde dos perspectivas opuestas.
En su origen puede ser producto de la empatía, aunque también puede provenir de una sensación de superioridad.
Es frecuente encontrar que los foráneos muestren condescendencia hacia los vietnamitas “por su historia”, pero esto, más que generar una sensación de bienestar, la hace incómoda, como si las personas sintieran “pena” por ellos.
Es muy molesto e incluso ofensivo tener la sensación de que las personas tratan bien o extremadamente bien a alguien porque sienten pena, cosa que demerita las buenas intenciones del actuar pues de alguna forma se está minimizando a la persona al inferir que está en una situación de desventaja sin previo contexto.
Las muestras de entendimiento hacia un dolor que ni siquiera ha sido verbalizado son entonces condescendencias no requeridas que, lejos de aliviar, se asemejan más a un insulto.
Al explotar el tema se promueve un negocio más que consciencia
Los principales periódicos del mundo reviven cada año los estragos de la guerra.
Lamentablemente, más que un genuino anhelo de hacer consciencia, buscan lucrarse, pues el morbo genera un interés creciente en leer y ver las fotos sobre lo ocurrido.
La mejor manera de generar consciencia, más que leer noticias amarillistas es mediante acciones palpables que impacten las vidas de los demás.
Algunas de las acciones que de verdad pueden generar un cambio permanente a futuro no están en las letras de los periódicos, sino en las acciones cotidianas, como la educación a los más jóvenes y las donaciones a organizaciones que estén a favor de beneficiar a los afectados.
La foto destacada forma parte de la serie Faces of Vietnam, de Andrew Kirkby