Este quinto año de la administración del presidente de México, Enrique Peña Nieto, terminará como uno de los más violentos e inseguros de la historia contemporánea del país, ya que a partir de la extradición de “El Chapo” Guzmán, la atomización del Cártel de Sinaloa y la expansión del Cártel Jalisco Nueva Generación la actividad criminal se ha extendido en toda la República Mexicana.
El semanario ZETA, el único medio de información en México que mantiene una contabilidad verificada sobre los asesinatos en el país, reporta que, del 1 de diciembre de 2012 –cuando Peña tomó posesión de la Presidencia– al 31 de julio de 2017, se cometieron 104 mil 602 homicidios dolosos.
Sus números sangrientos, superan incluso a los de su antecesor Felipe Calderón Hinojosa, quien declaró la “guerra” contra el narcotráfico, despertando a miles de sicarios a las órdenes de los grupos criminales en el país.
Miles de familias desgarradas por el homicidio, huérfanos, esposas o madres, rostros y nombres borrados de los grandes números totales: 104 mil 602 homicidios dolosos registrados desde que el priista tomó protesta como Presidente de la República en diciembre de 2012 y hasta el 31 de julio del presente año.
Los asesinatos durante la era peñanietista representan el 25 por ciento del total de los homicidios con registro desde 1990 a 2016, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
El número por sí mismo escalofriante cobra mayor nervio cuando se compara con el primer año en que Calderón abrió fuego contra los cárteles de las drogas. Es decir, los más de 16 mil homicidios en los primeros siete meses de 2017 son prácticamente el doble de los que el gobierno documentó en 2007 (8 mil 867).
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