Pablo Gonzalez

¿En cuál fase de la guerra contra Venezuela estamos actualmente?


El Secretario General de la OEA Luis Almagro (derecha) y el Senador ultraderechista de origen cubano Marco Rubio: dos alineados en el odio patológico contra Venezuela.

Algunos analistas de distintas nacionalidades han escrito y descrito las nuevas tecnologías de la guerra para concretar golpes de Estado o particiones territoriales y gubernamentales (las llamadas “balcanizaciones”).

 En nombre de la democracia y la libertad, intervienen sin que actúen poderes y naciones de manera directa en costosos conflictos armados entre ejércitos regulares.

Rotislav Ishchenko escribió sobre los aspectos militares, políticos y geopolíticos de la guerra por otros medios, en particular de lo que ha movido a la llamada “Revolución de colores” en Europa del Este. 

A principios de mayo Misión Verdad reseñó las nueve tesis de Ishchenko sobre este nuevo tipo de guerra, con los respectivos ejemplos de expresión local en el contexto de las manifestaciones convocadas por el antichavismo en los últimos meses.

Misión Verdad retomó hoy el análisis de Ishchenko para leer el actual escenario venezolano y definir en qué fase de la guerra se encuentra el país sudamericano.

 Desde que iniciaran en abril de este año las convocatorias de la denominada Mesa de Unidad Democrática (MUD) a marchas, plantones, trancazos, paros y vigilias, la violencia antichavista ha escalado progresivamente hasta el punto de:

afectar sistemas de distribución de alimentos;
atacar hospitales (incluso maternos) y escuelas;
asediar bases militares (la más recurrente: La Carlota en Caracas);
linchar y quemar individuos que identifican como chavistas o simplemente por ser pobres o negros;
saquear sistemáticamente comercios privados y galpones públicos;
asesinar efectivos de seguridad gubernamental, e incluso a manifestantes o transeúntes cerca de las concentraciones opositoras;
imponer en zonas residenciales (principalmente de clase media y en connivencia con vecinos) pequeños estados de excepción;
y usar niños como escudos humanos, etc.

El balance de todos estos hechos en este preciso contexto de guarimbas y promoción de intervención internacional en Venezuela remiten la mencionada escalada violenta de la oposición local a una fase intermedia entre lo que manuales de golpe suave, como el icónico de Gene Sharp, llaman calentamiento de calle y desestabilización.

Sin embargo el manual de Sharp, aunque sirve como referencia principal para leer los escenarios de revolución de color, ha mutado acorde a los tiempos políticos, los contextos nacionales y las circunstancias específicas de los Estados-objetivos.

Venezuela ahora

En el caso venezolano, aparte de la situación de calentamiento de calle ocasionado por el choque entre las fuerzas estatales de seguridad y los guarimberos armados, existe otro escenario que se amalgama como un rompecabezas al conflicto local que es el de la fractura institucional, cuyos visos y vicios comenzamos a ver en:

la actual posición de confrontación de la Fiscal General de la República, Luisa Ortega Díaz, con los demás poderes públicos, sobre todo el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ);

la situación de desacato en que incurre la Asamblea Nacional (AN), de mayoría opositora y abiertamente pro-intervención;

y la conformación de un “gobierno paralelo”, también denominado en los manuales de guerra no convencional del ejército de los EEUU como “gobierno en las sombras”, por parte de la MUD.

Sobre el último punto, la coalición opositora presentó este miércoles 19 de julio un “Compromiso unitario para la gobernabilidad” apoyado en un fraudulento plebiscito, en el contexto de la anunciada “Hora Cero” y con el apoyo abierto de EEUU a las acciones de la MUD.

El documento, leído por Henry Ramos Allup y firmado por todos los partidos que conforman la MUD, anuncia según el diputado adeco “el cambio político (que) no sólo es indetenible sino inminente”.

A esto se une la próxima designación de nuevos magistrados del TSJ por parte de la AN (en desacato, cabe siempre recordar) el viernes 21 de julio, lo que promueve una especie de Estado paralelo en el marco de la fractura institucional provocada por el antichavismo nacional e internacional.

Freddy Guevara alertó a los venezolanos que deben estar dispuestos a asumir cambios como los que se han dado en Brasil y Argentina. 

Estos tienen que ver directamente con reformas laborales, extensión de la edad para la jubilación, incremento de las horas laborales, y acuerdos directos entre el patrono y el trabajador, que están por encima de las leyes establecidas; aparte del incremento de las tarifas por el pago de los servicios públicos (agua, luz, teléfono, transporte público).

De manera directa afirmó que la “justicia transicional es un tema de años de cátedra, de experiencia: ejemplo, lo que pasó en Turquía”, y a esta idea le antecedió otra: “No habrá cacería de brujas pero tampoco se pueden quedar a la libre los torturadores.”

Esta misma matriz se une a la ya presentada en los días anteriores en la sentencia contra Luiz Inácio Lula Da Silva, para inhabilitar políticamente al candidato más fuerte de la izquierda.

Apoyo del Estado-agresor

Ishchenko hace hincapié en este tipo de acciones, que ya han sido ensayados en países como Libia, Siria y Ucrania en años recientes: “En este caso, el ‘Estado-agresor’ (EEUU) declara a su víctima de poder ilegítimo (Gobierno Bolivariano), reconoce a la ‘oposición’ (MUD) y la provee de apoyo político, diplomático, financiero y militar”.

El apoyo que refiere el analista ucraniano es uno que hasta los momentos no se ha cristalizado de forma abierta y directa, sino en los planos político y diplomático, con frecuentes reuniones de dirigentes opositores con políticos estadounidenses de mediano y alto nivel.

 Se une el cabildeo del secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, con presidentes de países clave en el hemisferio occidental que siguen el guión de la agenda de la política exterior de los EEUU, cuyo jefe es Rex Tillerson, ex director ejecutivo de la petrolera ExxonMobil.

Por otro lado, el apoyo financiero ha sido anunciado a través de leyes que se impulsan desde el Senado estadounidense para “promover la democracia en Venezuela”, además de los mecanismos alternativos para recoger fondos como ONGs, partidos políticos de oposición, fundaciones, etc. 

Esto en el contexto de nuevas y “agresivas sanciones económicas” que prepara el gobierno estadounidense, supuestamente, contra la industria petrolera nacional, corazón de la economía venezolana.

Ayer se realizó una audiencia en el Subcomité de Relaciones Exteriores del Senado de EEUU, encabezada por Marco Rubio, Bob Corker, Ben Cardin y Luis Almagro, para ejercer mayor presión que conduzca a tomar esta medida a lo interno de la Casa Blanca y generar un piso de apoyo internacional a corto plazo desde la OEA.

Las palabras de Luis Almagro ante esta instancia también buscan la deslegitimación del Estado venezolano y sus instituciones mientras aguas abajo la Asamblea Nacional afina la creación de un “gobierno paralelo” a partir de la remoción ilegal de los poderes públicos, para la cual buscan respaldo internacional.

A modo de conclusión

Convergen actividades paramilitares de la vanguardia armada del antichavismo y la tendencia a una escalada más agresiva (“Hora Cero”, “levantamiento democrático”) de la oposición, en un escenario de amenazas de más sanciones por parte de EEUU y el llamado al choque de poderes públicos para erosionar la constitución del Estado venezolano y la conformación de un “gobierno paralelo” opositor a través del “acuerdo de gobernabilidad”.

Es en este punto donde nos encontramos: en una fase de fractura institucional que anuncia un nuevo paradigma en el conflicto, que intenta alejar a Venezuela del escenario político que emerge de la Asamblea Nacional Constituyente y más cerca de la confrontación bélica, claramente antipolítica, empujada por EEUU y la MUD.

A la luz de este análisis se puede concluir que la actual fase de la guerra en que nos encontramos los venezolanos y venezolanas forma parte de un plan macro que involucra no sólo una fractura institucional de los Estados-nación en la región (ver los casos estudiados de Brasil y México, como ejemplos), sino su total aniquilación en beneficio de una élite corporativa que se ha visto limitada a servirse de intermediarios para saquear recursos y finanzas de países en clara confrontación política con la hegemonía estadounidense.

Publicado originalmente por Misión Verdad

https://red58.org/en-cu%C3%A1l-fase-de-la-guerra-contra-venezuela-estamos-actualmente-fcf89609a56b

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