Minuciosas inspecciones, realizadas a partir de análisis ultrasónicos, han dejado al descubierto varios cientos de nuevas micro-grietas en dos reactores nucleares de plantas (llamadas Tihangue y Doel) situadas, respectivamente, a las orillas del río Mosa, en la ciudad de Huy y a en la ribera del río Escalda, en la ciudad de Doel, ambas sitas en Bélgica.
Varios colectivos antinucleares denunciaron la ‘irresponsabilidad’ de los directivos, operadores y responsables de ambas centrales.
Desde la última inspección, llevada a cabo en 2014, no menos de 70 nuevas grietas aparecieron en el reactor número 2 de la central de Tihange, después de que fueran analizados los resultados del informe, recogido el pasado mes de abril, según informa la radiotelevisión del reino.
Sin embargo, de acuerdo con el canal de televisión alemán Das Erste, el número de grietas era de 300, en noviembre de 2016, tras inspeccionar el tanque número 3 de la central de Doel.
Respondiendo a las preguntas dirigidas al Ministro de Interior por el líder del Partido Verde, Jean-Marc Nollet, el funcionario gubernamental confirmó el descubrimiento de tales microfisuras en la central de Tihange, pero señaló que la presencia de tales grietas en la de Doel todavía no había sido confirmada.
Según el grupo Engie-Electrabel, que lleva a cabo las operaciones de inspección bajo la dirección de la Agencia Federal de Control Nuclear (FANC), estas grietas no suponen ningún peligro… mientras no se extiendan.
Ello no supone, por ahora, detener el funcionamiento de las dos plantas, ya que, siempre según el portavoz de aquella empresa, las fisuras no son realmente nuevas y no representan riesgo alguno para la población.
No obstante, los grupos ecologistas que se oponen a la energía nuclear ven en este descubrimiento una razón más para cuestionar el uso de la energía atómica y llaman “irresponsable” a la dirección de la compañía Electrabel Engie.
Tihange está situada a pocos kilómetros de la frontera con Alemania, mientras que la central de Doel se halla muy cercana a Holanda.
Es obligado recordar que el gobierno de Angela Merkel renunció hace pocas semanas al uso de la energía nuclear y los Países Bajos, con excepción de la planta de Borssele, ya no la utilizan.
En ambos países, la proximidad de estas dos plantas belgas suscita el temor de los residentes fronterizos, que regularmente denuncian el estado ruinoso de estos reactores construidos hace más de 35 años – y cuyo servicio representa tan solo el 14% de la energía eléctrica en Bélgica.