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Salem: El genocidio religioso


Salem es una ciudad ubicada en el condado de Essex en el estado estadounidense de Massachusetts. 

La también llamada "Ciudad de las Brujas" o "Witch City", a causa de los juicios que tuvieron lugar en el año 1692. 

Está situada en la costa atlántica estadounidense, a 25 km al norte de Boston. 

Los juicios por brujería de Salem fueron una serie de audiencias locales, posteriormente seguidas por procesos judiciales formales, llevados a cabo por las autoridades con el objetivo de procesar y después, en caso de culpabilidad, castigar delitos de brujería en algunos condados de Massachusetts, entre febrero de 1692 y mayo de 1693.

 Este acontecimiento ha sido usado en la política y la literatura popular como una advertencia real sobre los peligros del extremismo religioso, acusaciones falsas, fallos en el proceso y la intromisión gubernamental en las libertades individuales y religiosas.
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Los juicios comenzaron con las acusaciones que hicieron Betty Parris, hija del Reverendo Samuel Parris, y su prima, Abigail Williams.

 Las primeras órdenes de arresto se firmaron el 29 de febrero de 1692 y tres mujeres fueron arrestadas: Tituba, Sarah Osborne y Sarah Good.

Tituba era una sirviente en la casa de los Parris.

Sarah Osburne era una terrateniente que había granjeado el odio de sus vecinos a través de sus escasas demostraciones de fe en la comunidad.

Sarah Good era una indigente que se encontraba embarazada al momento de su arresto.

Si bien Osburne, quien se encontraba demasiado enferma como para siquiera estar en el estrado y Good proclamaron su inocencia durante todo el proceso, fue el testimonio de Tituba lo suficientemente escuchado como para poder condenar a las tres.

De acuerdo a Marion Starkey en su libro, Tituba buscaba con su testimonio el alejar la atención del tribunal de su esposo, John Indian, a quien algunos de los pobladores de Salem acusaban como uno de los que provocaban aflicciones entre los vecinos.

El castigo de Giles Corey fue la muerte por aplastamiento

Esto fue solo el principio, y pronto las acusaciones se hicieron masivas, pues algunos vecinos utilizaron el pánico para vengar sus propias rencillas personales.

Así fue el caso de Martha Corey, a quien las más jóvenes de la comunidad acusaron de brujería pues era una adhesión reciente a la iglesia y dejaba en evidencia sus problemas internos.

Los juicios de Salem

Para el final de 1693, más de 150 personas fueron detenidas y encarceladas, solo con acusaciones.

 Sin embargo, no llegaron a ser formalmente procesadas por el tribunal del condado.

Al menos cinco de los acusados fallecieron en prisión, y las veintiséis personas que fueron a juicio fueron condenadas ante este tribunal.

 Un rasgo particular de estos juicios fue que las denuncias de alucinaciones y contactos demoníacos surgieron entre un grupo de mujeres de la comunidad de Salem, pero nunca se realizaron procedimientos serios para obtener pruebas de tales prácticas, sino que casi todas las acusaciones se basaban en rumores.

 Los propios jueces se dejaron llevar por la histeria religiosa de la comunidad de Salem, formada mayormente por puritanos, que exigía frenéticamente condenas a las presuntas brujas.

Las cuatro partes en las que se dividió la Corte Superior de la Judicatura de 1693 se celebraron en la aldea de Salem, Ipswich, Boston y Charlestown, pero solo se produjeron tres condenas de los treinta y un juicios llevados a cabo por la Corte Superior de Judicatura.

Los dos tribunales condenaron a veintinueve personas por brujería. Diecinueve de los acusados —catorce mujeres y cinco hombres— fueron ahorcados.

 Un hombre, Giles Corey, se negó a emitir declaración y murió lapidado en un intento de obligarlo.


Caza de brujas (Mujeres)

La caza de brujas es la búsqueda de brujos, brujas o pruebas de brujería, que llevaba a acusar a la persona afectada de brujería, a un juicio y finalmente a una condena.

Muchas culturas, tanto antiguas como modernas, han reaccionado de forma puntual a las acusaciones de brujería con miedo supersticioso y han castigado, o incluso asesinado, a los presuntos o presuntas practicantes.

La caza de brujas como fenómeno generalizado es característica de la Europa Central a inicios de la Edad Moderna.

Base para la persecución masiva de mujeres (puntualmente también menores y hombres e incluso animales) por la Iglesia fue la idea, extendida entre teólogos y juristas, de una conspiración del Demonio para acabar con la Cristiandad.

Las cazas de brujas todavía ocurren en la actualidad y suelen clasificarse dentro del llamado pánico moral.

 De forma general, el término ha llegado a denotar la persecución de un enemigo percibido de forma extremadamente sesgada e independiente de la inocencia o culpabilidad real.

Inquisición

El término Inquisición o Santa Inquisición hace alusión a varias instituciones dedicadas a la supresión de la herejía mayoritariamente en el seno de la Iglesia católica.

La herejía en la era medieval europea muchas veces se castigaba con la pena de muerte y de esta se derivan todas las demás.

En los países de mayoría protestante también hubo persecuciones contra supuestos practicantes de brujería.

La llamada caza de brujas por excelencia se llevó a cabo a comienzos de la Edad Moderna sobre todo en la Europa Central. Se basaban en la denuncia a supuestos seguidores de la llamada ciencia de las brujas.

La persecución de 1450–1750 (con un máximo entre 1550 y 1650) era sólo en parte una acción eclesiástica contra la herejía, principalmente se trataba de un fenómeno de histeria colectiva contra la magia y la brujería, que convirtió la magia en un delito y tuvo como consecuencia recriminaciones, denuncias, procesos públicos en masa y ejecuciones.

Investigaciones recientes muestran que solía sospecharse de brujería en mujeres viejas y en las personas socialmente más débiles.

A menudo bastaban rumores o denuncias para poner en marcha la maquinaria judicial, que llevaba a conseguir confesiones falsas a través de la tortura.



La imagen de la bruja

A finales de la Edad Media empezó a configurarse una nueva imagen de la bruja, que tiene su principal origen en la asociación de la brujería con el culto al Diablo, la demonología y, por lo tanto, con la idolatría o adoración de dioses, y la herejía.

Aunque el primer proceso por brujería en que están documentadas acusaciones de asociación con el Diablo tuvo lugar en Kilkenny, Irlanda, en 1324-1325, solo hacia 1420-1430 puede considerarse suficientemente consolidada la imagen de la bruja presente en la inmensa mayoría de las "cazas de brujas" de la Edad Moderna en Europa.

Se atribuía a los acusados de brujería un pacto con el diablo.

Se creía que al concluir el pacto, el Diablo marcaba el cuerpo del brujo o bruja, y que una inspección detenida del mismo podía permitir su identificación como hechicera.

Mediante el pacto, la bruja o brujo se comprometía a rendir culto al Diablo a cambio de la adquisición de algunos poderes sobrenaturales.

Entre estos poderes estaba, lógicamente, la capacidad de causar maleficios de diferentes tipos, que podían afectar tanto a las personas como a elementos de la naturaleza.

En numerosas ocasiones, junto a estos supuestos poderes se consideraba también a las brujas capaces de volar (en palos, animales, demonios o con ayuda de ungüentos), e incluso el de transformarse en animales (preferentemente lobos).

No todos los teólogos de la época creyeron en la realidad física de los vuelos y metamorfosis de brujas y brujos: Algunos los atribuían a ilusiones o ensueños inducidos por el Diablo.

La casa de la bruja, Salem

Según estas creencias, las brujas y brujos acudían en determinadas fechas a reuniones nocturnas denominadas "aquelarres", o más generalmente "sabbats", a las que se desplazaban en ocasiones por medios ordinarios y otras veces de forma sobrenatural.

En los aquelarres tenían lugar ceremonias que eran básicamente una inversión sacrílega de aspectos de la liturgia cristiana, reinaba la promiscuidad sexual y se realizaban actividades repulsivas (las acusaciones más frecuentes eran las de infanticidio y canibalismo infantil).

El Diablo (descrito de muy diferentes formas: a veces con forma humana, pero también frecuentemente de macho cabrío u otro animal) era adorado por las brujas y brujos (con ceremonias como el llamado "osculum infame"), y a veces se unía sexualmente en orgías.

No todos los acusados de superstición y brujería eran mujeres (hubo un insignificante porcentaje de hombres procesados y ejecutados por delitos de brujería), pero se consideraba a la mujer más inclinada al pecado, más receptiva a la influencia del Demonio, y, por tanto, más proclive a convertirse en bruja.

El concepto de brujería en la Edad Moderna tenía un fuerte carácter misógino.

Este estereotipo negativo de la bruja tiene estrechos puntos de contacto con las imágenes igualmente negativas adjudicadas históricamente a herejes y a judíos. Muy revelador es el nombre de "sabbat" (el sábado hebreo) para designar las reuniones de brujas.

De gran significado era la idea de una confabulación de brujas.

De la transformación de prejuicios que se había tendido contra los judíos durante siglos, se formó la imagen de una "Synagoga Satanae", Sinagoga de Satanás, que más tarde se llamaría sabat de las brujas o aquelarre.

Se pensaba que se trataba de una reunión orgiástica en la que se escarnecía a Dios y a su Iglesia.

 La misma existencia de la Cristiandad estaría amenazada por esta secta de brujas.


Malleus maleficarum

Este concepto de brujería se difundió por toda Europa mediante una serie de tratados de demonología y manuales para inquisidores que se publicaron desde finales del siglo XV hasta avanzado el siglo XVII.

 El primero en alcanzar gran repercusión, gracias a la reciente invención de la imprenta, fue el Malleus Maleficarum ("Martillo de las brujas", en latín), un tratado filosófico-escolástico desapasionado y racional publicado en 1486 por dos inquisidores dominicos, Heinrich Kramer (Henricus Institoris, en latín) y Jacob Sprenger.

El libro no solo afirmaba la realidad de la existencia de brujos y brujas, conforme a la imagen antes mencionada, sino que afirmaba que no creer en brujas era un delito equivalente a la herejía: "Hairesis maxima est opera maleficarum non credere" (La mayor herejía es no creer en la obra de las brujas).

El Malleus maleficarum llegaría a ser el manual más utilizado en la caza de brujas en los Estados católicos del Sacro Imperio Romano Germánico.

El Malleus maleficarum explicaba que la mayoría de los hechiceros eran mujeres porque la superstición se encontraba ante todo en las mujeres, y la mayor cantidad de los brujos eran del sexo frágil porque las mujeres eran más crédulas, más propensas a la maliginidad y embusteras por naturaleza.

El esterotipo de la bruja como una mujer de edad mayor, que vuela en una escoba acompañada por un gato, que participa en aquelarres nocturnos adorando al diablo, que forma parte de un grupo clandestino que realiza sacrificios humanos y ritos sacrílegos y que conoce todo tipo de pociones mágicas y maleficios se remonta a la antigüedad.

Los cristianos fueron acusados de realizar este tipo de actos en la época del Imperio Romano: Durante el siglo II fueron acusados de celebrar reuniones clandestinas en las cuales degollaban niños y mantenían relaciones sexuales no convencionales y adoraban animales.

 En otras épocas fueron los judíos los acusados de practicar este tipo de aquelarres.

Siempre se trataba de grupos minoritarios vistos con malos ojos por la mayoría y los gobernantes.

 El Malleus maleficarum era un compendio de todas estas fantasías. Las brujas, en su gran mayoría mujeres, eran allí acusadas de ser responsables de todos los males de la sociedad.

Los Protestantes y la caza de brujas

Lutero, Zuinglio y Calvino estaban convencidos de la posibilidad del pacto con el Diablo, de tener sexo con el Demonio y de la magia negra, y apoyaba la persecución judicial de magos y brujas. 

La afirmación del Antiguo Testamento "los brujos no deberás dejar con vida" tenía toda validez para Lutero.

La cuestión está clara en su prédica del 6 de mayo de 1526 sobre la frase en la que muestra su profundo rechazo al mal de la brujería y justifica el implacable enjuiciamiento de las mujeres sospechosas:

"Es una ley muy justa que las brujas sean muertas, porque producen muchos daños, lo que ha sido ignorado hasta el presente, pueden robar leche, mantequilla y todo de una casa... Pueden encantar a niños...

También pueden generar misteriosas enfermedades en la rodilla, que el cuerpo se consuma... Daños los producen al cuerpo y alma, dan pociones y encantamientos, para generar odio, amor, tormentas y destrozos en las casas, en el campo, que nadie puede curar...

Las magas deben ser ajusticiadas, porque son ladronas, rompedoras de matrimonios, bandidos, asesinas... Dañan de muchas formas.

Así que deben ser ajusticiadas, no sólo por los daños, sino también porque tratan con Satanás"

Lutero era un claro partidario de la pena de muerte para la magia negra, con un fuerte acento misógino.

En su prédica del 6 de mayo de 1526, Lutero afirma cinco veces "deben ser ajusticiadas". Sin embargo, Lutero no era un cazador de brujas celoso.

Innumerables teólogos, predicadores y juristas luteranos se refirieron más tarde a las contundentes afirmaciones de Lutero.

Hasta la actualidad existen referencias a la brujería y a la magia en el Pequeño Catecismo de Lutero y en el Catecismo reformado de Heidelberg.




Cómo eran los procesos contra las brujas

La persecución contra la brujería se realizaba por juzgados y en muchos casos por denuncias populares.

 Un ejemplo conocido es el de la madre de Johannes Kepler, que fue acusada de brujería en una zona alemana protestante por una vecina en 1615 a causa de una disputa entre ambas.

 Estuvo presa más de un año, amenazada de tortura, pero fue finalmente liberada gracias a los esfuerzos del hijo.

Los procesos en caso de brujería se hacían según el siguiente sistema:

1. Acusación. A menudo precedía a la acusación una fase de rumores que podía durar años.

 La acusación podía ser debida a una denuncia de una bruja o brujo que ya había sido detenido, posiblemente bajo tortura. Rara vez se permitía a las presuntas brujas una defensa.

2. Detención. Las cárceles, en el sentido moderno, todavía no existían, por lo que se mantenía a los presos en mazmorras o torres.

Las llamadas torres de brujas, que todavía se conocen en muchos lugares, no eran exclusivamente para brujos, sino para todo tipo de prisioneros.

A menudo eran simples torres de las murallas de la ciudad.

3. Interrogatorio. Normalmente se distinguían tres fases:

El interrogatorio por las buenas, el interrogatorio con explicación y muestra de los instrumentos de tortura y el interrogatorio doloroso, en el que se empleaba la tortura.

En los casos de procesos por brujería, la limitación a una hora no era respetada, ya que se trataba de crimen exceptum (crímenes excepcionales), lo que exigía una dureza especial.

A menudo se utilizaban las empulgueras, la rueda, el potro y la bota española.

 Tampoco se respetaba la regla habitual de que sólo se podía torturar a un preso tres veces y, si hasta ese momento no se había producido una confesión, liberar al preso
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En el Malleus maleficarum se recomendaba declarar la retoma ilegal de la tortura con pruebas nuevas como una continuación.

4. Pruebas a las brujas. Los procesos oficiales no preveían las pruebas de brujas, de hecho estaba prohibido su uso.

Sin embargo, muchos tribunales en diversos lugares usaron este elemento. La valoración de las pruebas era tan distinta como su empleo.

A veces servían como prueba fuerte, a veces como prueba débil. Las siguientes son las más conocidas:

Prueba del agua (judicium aquae, también llamada baño de la bruja), de la que existían dos variantes. Con agua caliente, el acusado debía sacar un objeto del agua hirviendo.

Con agua fría, se descendía a la víctima atada a un pozo y si se hundía resultaba inocente (proceso en el que podía morir ahogada).

Prueba del fuego Agrupa a diversas pruebas en las que la bruja o brujo tenía que andar sobre o transportar hierro candente o meter la mano en el fuego.

Prueba de la aguja. Si se encontraba una marca del Demonio, se pinchaba con un hierro. Si la zona sangraba se consideraba buena señal.

Prueba de las lágrimas, puesto que se creía que quien ejercía la brujería no podía llorar.

Prueba del peso, porque se afirmaba que una bruja o brujo no podía pesar más de 5 kg, ya que tenía que poder flotar (prueba del agua) y volar.

5. Confesión. A comienzos del Renacimiento, nadie podía ser juzgado sin confesión, lo que también era válido para los casos de brujería.

 Pero, debido a que se ignoraban las habituales reglas durante la tortura, la probabilidad de obtener una confesión se multiplicaba enormemente con respecto a los procesos normales.

6. Interrogatorio para obtener cómplices. Según la ciencia de la brujería, las brujas debían encontrarse en aquelarres y por lo tanto una bruja debía conocer a otras.

En un segundo interrogatorio se preguntaba a las acusadas por los nombres de otras brujas o brujos, a veces bajo nuevas torturas.

Así se alargaba siempre más la lista de sospechosas, ya que, bajo tortura, siempre se acusaba a más personas.

El resultado eran procesos en cadena.

7. Condena. Al declarar culpable a la supuesta bruja o brujo.

8. Ajusticiamiento.

 Al delito de brujería le correspondía muerte por fuego, es decir, la hoguera, en la que eran quemadas vivas.

Como acto piadoso se consideraba el cortar la cabeza o ahogar antes o colgar un saco de pólvora al cuello.


El genocidio religioso

El número total de víctimas de la caza de brujas no puede ser establecido de modo completamente fiable, debido a que una gran cantidad de actas de juicios se han perdido y muchos procesos no se registraron nunca de forma oficial.

Los cálculos de la cantidad de mujeres quemadas por brujas varía de 60.000 a dos y cinco millones, según los distintos autores.

La mayoría de los delitos que se les achacaban a los brujos eran imposibles según las leyes de la naturaleza.

Es muy probable que en la mayoría de las víctimas, las acusaciones respondieran únicamente al hecho de haber sido delatadas por otros procesados sometidos a tortura, o a la reacción de la comunidad ante un hecho aparentemente inexplicable.

La mayoría de las personas procesadas por brujería fueron mujeres, especialmente en Inglaterra, aunque también se juzgó a bastantes hombres.

En la mayor parte de las regiones de Europa, la proporción de mujeres sobrepasó el 75% y en algunas llegó incluso al 90%.

Esto se explica en gran medida por el fuerte carácter misógino de muchos de los tratados sobre la brujería escritos en la época (como el antes mencionado Malleus maleficarum), que consideraban a las mujeres moralmente más débiles y presas más fáciles para el Diablo.

Muchas de estas mujeres eran curanderas, aunque también cocineras y comadronas, así como las encargadas de cuidar niños, fueron objeto de la caza de brujas. Gran parte de ellas eran de edad avanzada, mayores de 50 años, lo que se ajusta al estereotipo tradicional de la bruja. La mayoría de las mujeres acusadas de brujería eran solteras o viudas, y en general pertenecían a los niveles más bajos de la sociedad.

No quiere esto decir que todas las personas ejecutadas en las cazas de brujas se ajustaran a este perfil. Muchos hombres fueron también ajusticiados bajo las mismas acusaciones, y en algunas regiones (en España, por ejemplo) el número de víctimas masculinas y femeninas fue bastante parejo, y en otros (como en Rusia) los hombres fueron mayoría.

Fue en Europa, donde fueron la mayoría de las cazas de brujas.

En cuanto a las colonias americanas, solo en Nueva Inglaterra puede hablarse de una auténtica caza de brujas, ya que en el resto de las colonias apenas hubo ejecuciones o no se produjeron en absoluto.

 La mitad de las 234 víctimas en Nueva Inglaterra corresponde al año 1692, fecha de los conocidos juicios de Salem.

La casa donde comenzó la brujería en Massachusetts

Muchas teorías han intentado explicar por qué la comunidad de Salem explotó en ese delirio de brujas y perturbaciones demoníacas.

La más difundida insiste en afirmar que los puritanos, que gobernaban la colonia de la bahía de Massachusetts prácticamente sin control real desde 1630 hasta la promulgación de la Carta Real de Massachusetts en 1692, atravesaban un período de alucinaciones masivas e histeria provocadas por fanatismo religioso.

La mayoría de los historiadores modernos encuentran esta explicación, cuando menos, simplista. Otras teorías se apoyan en analizar hechos de maltrato de niños, adivinaciones invocando al maligno, y ergotismo (intoxicación plena con pan de centeno fermentado que contiene micotoxinas procedentes del hongo Claviceps purpurea o cornezuelo del centeno que puede tener efectos similares al alucinógeno LSD), la lucha por las propiedades, el complot de la familia Putnam para destruir a la familia rival Porter, y algunas otras aluden al tema del "estrangulamiento social" de la mujer, siendo que la suma de estos factores causó el estallido de fanatismo religioso.

Finalmente se ha difundido la actividad electromagnética referida como las Líneas Ley como posible explicación del fanatismo de los acusadores en los célebres procesos.

Dentro de la pequeña comunidad de Salem existía una estricta conducta religiosa, en la cual cada persona vigilaba a sus vecinos y a su vez era vigilada por éstos en sus palabras y acciones, generando dudas y sospechas en caso de que su conducta no se ajustase a los parámetros religiosos puritanos.

Las mujeres eran consideradas como individuos destinados a servir a sus esposos y a carecer de mayores derechos, mientras los niños eran destinados a educarse severamente desde temprana edad en las labores de los adultos en vez de simplemente jugar.

Otra preocupación fundamental de esta comunidad era evitar la "ira de Dios" y, por tanto, sujetarse estrictamente a los dictados religiosos del puritanismo para así evitar el castigo divino que se traducía en pérdida de cosechas, mal clima y muerte de ganado.

El número de acusados por brujería en estos juicios pudo fluctuar entre 150 y 200, e incluso un número mucho mayor si se tienen en cuenta los apresamientos que no fueron seguidos de acusaciones formales.

 Los acontecimientos en los juicios tuvieron una profunda influencia en la región y pudieron contribuir al deterioro de la influencia de los puritanos en el gobierno de Nueva Inglaterra y la posterior secularización de su población.

Crimen contra la humanidad

La actual definición de crimen contra la humanidad o crimen de lesa humanidad recogida en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional comprende las conductas tipificadas como asesinato, exterminio, deportación o desplazamiento forzoso, tortura violación, y encarcelación o persecución por motivos religiosos, ideológicos, raciales, étnicos, o que atente contra la salud mental o física de quien los sufre, siempre que dichas conductas se cometan como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil y con conocimiento de dicho ataque.

 Estos actos también se denominan crímenes de lesa humanidad.

«Leso» significa agraviado, lastimado, ofendido: De allí que crimen de lesa humanidad aluda a un crimen que, por su aberrante naturaleza, ofende, agravia, injuria a la humanidad en su conjunto.

Desde 1946 la Asamblea General de las Naciones Unidas confirmó los principios de Derecho internacional en relación a los derechos humanos y los crímenes de lesa humanidad y genocidios.

Los crímenes contra la humanidad tienen la especial característica de ser imprescriptibles, es decir que pueden ser perseguidos en todo tiempo.

Nunca los responsables de la violación de los derechos humanos por parte de iglesias han sido juzgados por sus crímenes de lesa humanidad.



http://www.diosuniversal.com/node/487

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