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Después de tres años de guerra en Yemen, el Pentágono da pasos para intensificar la masacre

El Pentágono ha solicitado formalmente a la Casa Blanca de Trump que levante las restricciones impuestas por el gobierno Obama a la ayuda militar estadounidense a la guerra casi genocida de la monarquía de Arabia Saudí contra el empobrecido pueblo de Yemen. 

El lunes [27 de marzo de 2017] el Washington Post informaba de que a principios de este mes el recientemente retirado general de la Marina de Estados Unidos y secretario de Defensa James Mattis, “Mad Dog” [Perro Loco], había presentado un memorando al asesor de seguridad nacional de Trump, el teniente general del ejército de Estados Unidos HR McMaster, para que se aprobara reforzar el apoyo a las operaciones militares que llevan a cabo en Yemen tanto el régimen saudí como su principal aliado árabe, los Emiratos Árabes Unidos. Según el Washington Post, el memorando insistía en que esta ayuda militar estadounidense ayudaría a luchar contra “una amenaza común”.

Quien plantea esta supuesta “amenaza” es Irán, el principal rival regional del imperialismo estadounidense por la hegemonía en el rico en petróleo Oriente Próximo. 

Tanto la monarquía saudí como el gobierno Trump han acusado reiteradamente a Irán, sin proporcionar ninguna prueba significativa, de armar, adiestrar y dirigir a los rebeldes houtis que se hicieron con el control de la capital yemení y de gran parte del país tras derrocar en 2014 al régimen marioneta del presidente Abdrabbuh Mansur Hadi apoyado por Arabia Saudí y Estados Unidos.

Un importante aumento de la intervención estadounidense en Yemen se dirigirá fundamentalmente a provocar una confrontación militar con Teherán con el objetivo de debilitar la influencia iraní en toda la región.

 En las elecciones de 2016 el propio Trump había hecho campaña denunciando al gobierno Obama por ser demasiado “blando” con Irán y por sumarse a otras grandes potencias para negociar lo que Trump calificó de “desastroso” acuerdo nuclear con Teherán. 

Sus asesores, incluido su desbancado primer consejero de seguridad nacional, el general Michael Flynn, y el secretario de Defensa Mattis, han expresado públicamente una belicosa hostilidad hacia Irán. 

El impulso inmediato para la petición de incrementar la ayuda estadounidense a la guerra dirigida por Arabia Saudí es una operación propuesta por los Emiratos para hacerse con el control del puerto de Hodeida, un pueto clave en el Mar Rojo. Esta ofensiva tendría el efecto de separar a gran parte del país y su población bajo el control de los houti de toda vía de aprovisionamiento con el mundo exterior. El 70% de las importaciones del país pasan ahora por este puerto. Incluso antes de la guerra Yemen importaba el 90% de sus alimentos. Las agencias de ayuda han advertido que una ofensiva militar en el puerto podría provocar una hambruna generalizada en el país. 

La propuesta de incrementar la intervención estadounidense en Yemen coincide con el segundo aniversario de la guerra saudí contra este país, emprendida el 26 de marzo de 2015 en forma de una interminable campaña de bombardeos dirigidos en su mayoría contra objetivos civiles unida a una ofensiva intermitente por tierra.

En la capital de Yemen, Sanaa, y en otras ciudades yemeníes se conmemoró este aniversario por medio de manifestaciones de cientos de miles de personas que denunciaban la mortífera campaña saudí. 

Los houtis se han ganado un apoyo que se extiende mucho más allá de su base social de la minoría chií zaidí del país debido al odio que siente la población por la monarquía saudí y sus crímenes.

Cuando se conmemora el tercer aniversario de la guerra Yemen se encuentra al borde de una hambruna generalizada y se enfrenta a una de las peores crisis humanitarias del mundo. 

Esta guerra, emprendida por las obscenamente ricas familias reales de las monarquías del Golfo contra la que ya era una de las naciones más pobres del mundo árabe, ha matado a unos 12.000 yemeníes, la mayoría de ellos civiles, y ha herido al menos a otros 40.000 personas más.

Los ataques aéreos saudíes han tenido por objetivo hospitales, escuelas, fabricas, almacenes de alimentos, campos de cultivo e incluso ganado. Unidos a un bloqueo naval de facto, el objetivo de esta guerra total contra la población civil de Yemen es someter a la población a la hambruna para obligarla a someterse. 

Una campaña respaldada por Estados Unidos para hacerse con el control de puerto de Hodeida contribuiría a estrechar este cerco mortífero.

En un comunicado emitido el lunes con motivo del comienzo del tercer año de la guerra la Agencia de ayuda de emergencia de las Naciones Unidas informaba de que “casi 19 millones de yemeníes (más de dos terceras partes de la población) necesitan ayuda humanitaria. 

Siete millones de yemeníes padecen hambre”. 

UNICEF, la agencia de Naciones Unidas para la infancia, informó de que aproximadamente medio millón de niños padecen desnutrición aguda en Yemen, mientras que 1.546 han muerto a causa de los combates y 2.450 han quedado minusválidos.

 La agencia afirmó que el índice de mortandad infantil había aumentado un 70% a lo largo del año pasado, mientras que el índice de desnutrición aguda había aumentado un 200% desde 2014.

El bombardeo deliberado por parte de Arabia Saudí de hospitales y clínicas ha dejado 15 millones de personas sin acceso alguno a la atención sanitaria, mientras que la destrucción de instalaciones de agua y de servicios sanitarios ha provocado epidemias de cólera y diarrea. 

Se calcula que desde 2015 han muerto unos 10.000 niños debido a la falta de agua limpia y de atención médica.

Tanto bajo el gobierno de Obama como bajo el de Trump Washington ha sido totalmente cómplice de los crímenes de guerra perpetrados por el régimen saudí y sus aliados contra el pueblo yemení. Bajo el gobierno Obama Washington proporcionó armas por valor de la astronómica cifra de 115.000 millones de dólares al reino saudí y garantizó el reaprovisionamiento de las bombas y misiles lanzados sobre hogares, hospitales y escuelas yemeníes. 

Estableció un centro conjunto estadounidense-saudí de logística e inteligencia para dirigir la guerra y proporcionó el reabastecimiento aéreo de aviones estadounidenses para garantizar los bombardeos 24 horas al día.

Aunque parte de esta ayuda militar decisiva se restringió por una cuestión de relaciones públicas tras el horrible bombardeo saudí en octubre de 2016 de un funeral en Sanaa que mató a más de 150 personas, ese mismo mes la Armada estadounidense entró directamente en el conflicto al disparar misiles tomahawk contra objetivos houtis basándose en la acusación infundada de que se habían disparado misiles contra buques estadounidenses.

No obstante, la petición de Mattis supondría un aumento cualitativo de la intervención estadounidense. 

Aunque el Washington Post informó de que no formaba parte de la propuesta de Mattis la petición por parte de los Emiratos de que las tropas de las Operaciones Especiales de Estados Unidos participaran directamente en el asedio del puerto de Hodeida, advirtió que el ejército de las monarquías del Golfo “podría no ser capaz de llevar a cabo una operación de esa envergadura, en la que se incluye apoderarse y estabilizar una zona reconquistada, sin la implicación de las fuerzas estadounidenses”. 

En efecto, el ejército de los Emiratos es en gran medida una fuerza mercenaria que ha reclutado a ex miembros de las fuerzas armadas colombianas, salvadoreñas y chilenas para hacer el trabajo sucio de la familia real gobernante.

El Washington Post añade: “Un plan elaborado por el Comando Central estadounidense para contribuir a la operación incluye otros elementos que no forman parte de la petición de Mattis, según afirmaron varios altos cargo.

 Aunque los buques de los Marine estadounidenses han permanecido cerca de la costa de Yemen durante un año aproximadamente, no está claro qué tipo de papel pueden desempeñar”.

Como han indicado varios informes, la Casa Blanca de Trump ha dado carta blanca en lo esencial a Mattis y a los comandantes del ejército estadounidense para llevar a cabo operaciones armadas como ellos consideren. 

El resultado de ello ha sido la presencia de más del doble de soldados estadounidenses sobre el terreno en Siria junto con una escalada de la intervención estadounidense en Iraq, así como la petición de desplegar otros 5.000 soldados en Afganistán.

En Yemen se preparan para arrastrar al pueblo estadounidense a otra guerra criminal contra una de las poblaciones más vulnerables del mundo, lo que amenaza con precipitar la muerte de millones de personas hambrientas.

 Los objetivos estratégicos que subyacen a este vasto crimen de guerra son la imposición de la hegemonía imperialista estadounidense en Oriente Próximo por medio de la confrontación militar con Irán y la preparación del conflicto global con los principales rivales de Washington: Rusia y China.

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