En el mundo moderno el peligro que representan los alimentos alterados de su estado natural siempre acecha.
Hoy en día es casi imposible evitar los productos procesados, omnipresentes en las tiendas y supermercados. Ya sean los cereales para el desayuno, la carne del almuerzo, queso o galletas, los alimentos 'manipulados' son habituales en nuestra cultura.
La noción de 'alimentos procesados' se refiere a una amplia gama de productos de consumo.
Técnicamente, incluso la calabaza cortada del supermercado podría ser considerada un alimento procesado.
Sin embargo, como señala Lindsay Schlegel, autora de un artículo en 'Verily', la calabaza no ha cambiado su valor nutricional solo porque alguien la cortara.
Procesados químicamente
Los peores 'criminales' entre los alimentos procesados son aquellos que están más procesados químicamente que mecánicamente. Se componen "de ingredientes refinados y sustancias artificiales" y no serían precisamente la piedra de toque de una dieta sana y equilibrada.
© Dado Ruvic/ ReutersAnte todo ello debemos preguntarnos, ¿qué le pasa a nuestro cuerpo cuando le damos alimentos alterados de su estado natural?
Aquí les mostramos tres reacciones de nuestro organismo al consumo de comida (altamente) procesada.
1. Comemos más de lo que necesitamos
Nuestros cuerpos prefieren las comidas llenas de grasas, azúcar y sal, porque "contienen la energía y los nutrientes que necesitamos para sobrevivir", señala Kris Gunnars, uno de los fundadores de la revista 'Authority Nutrition'.
El problema es que este tipo de productos puede 'desencadenar' el sentido de recompensa en nuestros cerebros, lo que puede hacer que el organismo tenga dificultades para saber cuándo hemos comido lo suficiente, una reacción que a menudo los productores de alimentos procesados utilizan a su favor.
"Nuestros cuerpos y cerebros tienen mecanismos complejos que regulan el balance energético (cuánto comemos y cuánto quemamos), cuya función es mantener nuestro peso dentro de un límite saludable", continúa el experto, añadiendo que "hay bastantes pruebas de que el sentido de recompensa que provocan los productos procesados puede 'silenciar' al mecanismo innato de defensa, y así comenzamos a comer mucho más de lo que necesitamos, lo que puede perjudicar nuestra salud".
2. Gastamos menos calorías
En general, un 10% de la energía que obtenemos de la comida el organismo lo utiliza para procesar los propios alimentos, aunque este porcentaje puede variar dependiendo del tipo de alimentos que consumimos.
© Pixabay / Unsplash PixabayEn su artículo Schlegel cita un estudio que ha revelado que el cuerpo quema dos veces menos calorías cuando metaboliza comidas no procesadas.
Esto sucede porque este tipo de alimentos contienen muy poca fibra debido al procesamiento al que han sido sometidos, de manera que no gastamos tanta energía para procesarlos.
Comentario:
Es decir, la energía disponible de un alimento que ha sido procesado es mucho menor a la de un alimento que no ha sido procesado, por ende, las calorías gastadas son menores.
3. Nuestro sistema inmunológico funciona peor
Tenemos que darle a nuestro cuerpo lo necesario para que funcione correctamente, señala Schlegel.
Cuando tomamos más prebióticos (fibras no digeribles como hojas verdes y guisantes) y probióticos (bacterias vivas como las de un yogur natural, por ejemplo), nuestro sistema inmunológico funciona mejor.
Al minimizar los alimentos inflamatorios como el azúcar (que está por todas partes), tenemos más energía y una piel más sana.
Demasiada sal, un ingrediente también presente en casi todos los productos procesados, provoca deshidratación, lo que puede resultar en insomnio, dolores de cabeza y fatiga.
Para saber más acerca de los daños de las comidas procesadas, puede leer también:
https://es.sott.net/article/52120-3-cosas-que-le-pasan-al-cuerpo-cuando-le-damos-comidas-procesadas