En marzo de 1979, cuando se anunciaba con algunos bombos y pocos platillos la unidad de las tres tendencias en que se había dividido el FSLN, y mientras el último de tres tiranos Somoza aceptaba devaluar el córdoba de siete a diez por dólar para conseguir más créditos leoninos en la banca privada usurera del mundo, y se avizoraban en el horizonte cercano de Nicaragua los más terribles dolores del parto revolucionario sandinista ante la dictadura dinástica, una de las más crueles de que se tenga memoria histórica..., hubo al mismo tiempo un parto indoloro y feliz en Santo Domingo de República Dominicana.
Se terminó de imprimir por esos días llenos de dolor y de gloria nicaragüense, en los talleres de la editorial "Alfa y Omega" de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, un libro titulado "Junto a Sandino", que recoge la vibrante y descarnada experiencia durante 1928-1929 de Gregorio Urbano Gilbert, un negro luchador antiyanque dominicano que logró saltar las barreras migratorias racistas que vedaban por ley la entrada a México y Centroamérica a miembros de su raza, desembarcó como "sirviente" de blancos en la Honduras británica, se coló hacia Tegucigalpa y por veredas llegó hasta el Chipotón, a juntarse con el General de los Hombres y las mujeres Libres de América Latina y El Caribe.
Urbano Gilbert había muerto en 1970, pero dejó un legado de escritos sobre su permanencia al lado, codo a codo, con el general Sandino y sus lugartenientes. Incluso acompañó al héroe en su frustrada gestión de recibir ayuda de México, junto con Agustín Farabundo Martí y otros héroes.
Sus crónicas de encarnizadas batallas contra el yanque invasor en lo profundo de selvas y montañas del norte de Nicaragua, debería ser texto obligado de estudios en escuelas y universidades y en las academias militares y policiales del país.
Debería reeditarse ese libro junto con "Maldito País" del escritor nicaragüense José Román, uno de los más grandes narradores de la patria, a quien se le viene relegando al olvido desde hace décadas por la endivia y la vileza de otros narradores que se hicieron a la fuerza dueños del poder de las publicaciones y no quieren "competencias". Ya nadie lee Cosmapa o Los Conquistadores de Román. Esto se puede corregir aún. ¿Te parece, Rosario? ¿Qué pensás, Daniel?
Esta versión de "Junto a Sandino" pude leerla por primera vez a mis anchas, muchas lunas ha, gracias a mi amistad inolvidable con el desaparecido escritor, Lizandro Chávez Alfaro, el mejor narrador de la historia literaria de Nicaragua, y por grande margen.
El mejor libro de cuentos de Nicaragua se llama "Los Monos de San Telmo" y la mejor novela es "Trágame Tierra". Entre otras obras valiosas de Lizandro, quien como Román, fue relegado por las vacas sagradas de "buenos apellidos".
Víctima de los mismos demonios de que fue también el máximo poeta nicaragüense tras Darío, es decir, Carlos Martínez Rivas, mi amigo Lizandro me hizo una concesión que no hacía con nadie: me abrió las puertas de su biblioteca personal sin reserva alguna e incluso me dio a comentar manuscritos de sus últimas obras a las que me atreví hacerle "correcciones" que fueron tomadas en cuenta por él, con esa profunda humildad y sencillez de espíritu que le caracterizaba.
Guardo algunos manuscritos y me quedé con "Junto a Sandino", no por abuso de confianza, sino porque en un momento en que lo tenía yo para reelerlo en una consulta histórica, ocurrió la muerte de Lizandro, a comienzos del siglo nuevo que ya hoy caminamos en su segunda década. ¿A quién le iba a entregar lo que Lizandro me había confiado como amigo, como maestro, como hermano mayor que fue para mí? ¿A lo viles envidiosos que suspiraron de satisfacción con su muerte? Pues no.
Urbano Gilbert, único auténtico afrodescendiente en las filas del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional al mando de Sandino, inició casi adolescente su lucha contra los yanques: se enfrentó armado sólo con su valor y con un pequeño revólver calibre 38 a los US Marine Corps en su desembarco en Santo Domingo en 1916. Hirió de muerte a un teniente yanque y tuvo que huir al monte adonde siempre resistió a los invasores de su patria, hasta ser capturado, torturado, condenado a muerte e indultado finalmente años más tarde. Y desde entonces vivió con la "picazón" de ir a tumbar yanques en donde fuera necesario. ¡Clase de cojones los de ese negro dominicano, ...ñó!
En el libro, el Capitán del EDSN (grado ganado en combates junto a Sandino) Urbano Gilbert aprendió de los segovianos a decirle yanque al yanqui, y fue feliz en su primera oportunidad de disparar y ver caer a varios "machos" o "`patones" como les decían también los sandinistas a los invasores del ejército más poderoso del mundo en aquel momento, tras su participación vanagloriada por ellos mismos en la Primera Guerra Mundial en Europa. Incluso el general Leland y el Coronel Gullick, considerados héroes de la gran guerra en Europa, estuvieron aquí al mando de las tropas interventoras. Gullick se especializó en lo que era la lucha guerrillera y de ahí que un campamento para entrenamiento de esbirros latinoamericanos en la antigua zona del canal de Panamá llevaba su apellido: Fort Gullick del Comando Sur.
Pero bien, pese a su feliz temeridad en las filas del EDSN, el dominicano sandinista sufrió por la realidad que iba conociendo a través de sus largas y muchas veces acaloradas pláticas y discusiones con el héroe libertador y otros altos oficiales guerrilleros. Se lamentaba Gregorio Urbano Gilbert de la gran satrapía de vendepatrias y peleles traidores que hacían mayoría en la Nicaragua de la época, con la cerviz doblada ante los yanques y en contra de Sandino.
No pretendo reseñar esta obra, pero debo confesar que en mi opinión de escaso valor, "Junto a Sandino" (serie de crónicas escritas entre sudor y sangre, en vivo y directo, sin tapujos, sin afán de propaganda, realista, cruda y descarnada como ya dijimos antes) es el libro más importante jamás publicado sobre la lucha de nuestro general libertador. Incluso por encima de la exhaustiva y valiosísima investigación del periodista argentino Gregorio Selser.
Esta opinión se la dije al propio Gregorio mientras realizaba una de mis muchas visitas a su biblioteca personal -otro privilegio mío, vaya, suertudo que he sido- en lo que fue en vida su apartamento en la Ciudad de México, ubicado en la calle Patriotismo, cerca de su convergencia con la Avenida Revolución (qué sorpresas te da la vida y la historia ¿no?).
Me arrepentí de darle a conocer mi opinión pues, como ustedes podrán suponer, no le gustó para nada a Selser, quien de todas formas siguió permitiendo mis contantes incursiones a su tesoro bibliotecario gracias al cariño que le tenía él y su esposa Marta a mi esposa Ligia y mis hijos Marcio y Carlos.
Inclusive, éste último, el menor, se daba el lujo se tecletear en la vieja máquina de escribir del periodista e historiador argentino, algo que no le había permitido Selser nunca antes a nadie, ni a sus hijas ni a sus nietas. QEPD don Gregorio. Mismo nombre de Urbano Gilbert, otra cosa rara de la vida, pues.
En la edición de marzo de 1979, "Junto a Sandino" contiene fotos, reproduce valiosos documentos y cartas, y es cerrado al final con un poema dedicado al héroe nicaragüense por el grande poeta Rafael Alberti, de esos españoles dignos y antiimperialistas hasta su muerte, que los ha habido, hombre, vale, y artículos de la poeta chilena Gabriela Mistral, del poeta nicaragüense Ernesto Mejía Sánchez y de un periodista y escritor de origen nicaragüense (nacido en Rivas, de madre salvadoreña), Alberto Guerra Trigueros.
También hay un poema del colombiano Alfonso Alexander, soldado igual que Urbano Gilbert, por algún tiempo en las filas del ejército de Sandino.
El artículo de la Premio Nobel de Literatura, la chilena Mistral (más bien Godoy, pero es recordada por su nombre poético) es de 1928, y bajo el título simple de SANDINO, clama por la solidaridad hacia el héroe nicaragüense al decir que "los hispanizantes políticos que ayudan a Nicaragua desde su escritorio o desde un club de estudiantes, harían cosa más honesta yendo a ayudar al hombre heroico, héroe legítimo, como tal vez no les toque ver a otro, haciéndose soldados rasos... para dar testimonio visible de que les importa la suerte de ese Pequeño Ejército Loco de voluntad de sacrificio".
Gabriela cree inevitable la derrota de Sandino, no sólo debido a la escasa solidaridad latinoamericana, sino a la traición de sus connacionales políticos vendepatria liberales y conservadores. Y así la poeta dice: "el general Sandino carga sobre sus hombros... con la honra de todos nosotros, y gracias a él la derrota nicaragüense será un duelo y no una vergüenza" para la América hispana.
Y luego se refiere a los vendepatria de Nicaragua y dice que igual, gracias a Sandino "los nicaragüenses que ayudan al establecimiento del protectorado norteamericano, ellos mismos, serán menos desdeñados, pues se les concederá cierta honra por ser, al cabo, parientes de aquel Sandino" que traicionaron.
En tanto el poeta Mejía Sánchez, uno de los grandes de la literatura nicaragüense, (Orden de la Independencia Cultural "Rubén Darío"), nica radicado en México adonde murió años después del triunfo de la revolución popular sandinista, escribió en 1979, meses antes de la insurrección triunfante en Nicaragua, lo que tituló "Lección de Sandino", artículo especialmente elaborado para el aniversario 45 del asesinato de Sandino ocurrido el 21 de febrero de 1934, cerca de la medianoche, en algún lugar de Managua.
Mejía Sánchez, gran poeta bastante relegado en Nicaragua por las envidias de algunos otros mediocres ernestos autoconsagrados casi como profetas, la emprende precisamente contra los traidores que asesinaron a Sandino y dice que pagaremos todos los nicaragüenses con mucha sangre ese agravio.
El poeta es duro: "Su martirio, su asesinato nos indica que nada bueno puede nacer del crimen... Nicaragua entera paga en carne viva la culpa del asesinato de Sandino, y el propio asesino cosechó a los años una lluvia de balas justicieras. Pero la sangre de Sandino no se orea aún, (pues) así como ilumina su gesta heroica, así mancha al país ingrato que produjo a su verdugo.
En la edición de marzo de 1979, "Junto a Sandino" contiene fotos, reproduce valiosos documentos y cartas, y es cerrado al final con un poema dedicado al héroe nicaragüense por el grande poeta Rafael Alberti, de esos españoles dignos y antiimperialistas hasta su muerte, que los ha habido, hombre, vale, y artículos de la poeta chilena Gabriela Mistral, del poeta nicaragüense Ernesto Mejía Sánchez y de un periodista y escritor de origen nicaragüense (nacido en Rivas, de madre salvadoreña), Alberto Guerra Trigueros.
También hay un poema del colombiano Alfonso Alexander, soldado igual que Urbano Gilbert, por algún tiempo en las filas del ejército de Sandino.
El artículo de la Premio Nobel de Literatura, la chilena Mistral (más bien Godoy, pero es recordada por su nombre poético) es de 1928, y bajo el título simple de SANDINO, clama por la solidaridad hacia el héroe nicaragüense al decir que "los hispanizantes políticos que ayudan a Nicaragua desde su escritorio o desde un club de estudiantes, harían cosa más honesta yendo a ayudar al hombre heroico, héroe legítimo, como tal vez no les toque ver a otro, haciéndose soldados rasos... para dar testimonio visible de que les importa la suerte de ese Pequeño Ejército Loco de voluntad de sacrificio".
Gabriela cree inevitable la derrota de Sandino, no sólo debido a la escasa solidaridad latinoamericana, sino a la traición de sus connacionales políticos vendepatria liberales y conservadores. Y así la poeta dice: "el general Sandino carga sobre sus hombros... con la honra de todos nosotros, y gracias a él la derrota nicaragüense será un duelo y no una vergüenza" para la América hispana.
Y luego se refiere a los vendepatria de Nicaragua y dice que igual, gracias a Sandino "los nicaragüenses que ayudan al establecimiento del protectorado norteamericano, ellos mismos, serán menos desdeñados, pues se les concederá cierta honra por ser, al cabo, parientes de aquel Sandino" que traicionaron.
En tanto el poeta Mejía Sánchez, uno de los grandes de la literatura nicaragüense, (Orden de la Independencia Cultural "Rubén Darío"), nica radicado en México adonde murió años después del triunfo de la revolución popular sandinista, escribió en 1979, meses antes de la insurrección triunfante en Nicaragua, lo que tituló "Lección de Sandino", artículo especialmente elaborado para el aniversario 45 del asesinato de Sandino ocurrido el 21 de febrero de 1934, cerca de la medianoche, en algún lugar de Managua.
Mejía Sánchez, gran poeta bastante relegado en Nicaragua por las envidias de algunos otros mediocres ernestos autoconsagrados casi como profetas, la emprende precisamente contra los traidores que asesinaron a Sandino y dice que pagaremos todos los nicaragüenses con mucha sangre ese agravio.
El poeta es duro: "Su martirio, su asesinato nos indica que nada bueno puede nacer del crimen... Nicaragua entera paga en carne viva la culpa del asesinato de Sandino, y el propio asesino cosechó a los años una lluvia de balas justicieras. Pero la sangre de Sandino no se orea aún, (pues) así como ilumina su gesta heroica, así mancha al país ingrato que produjo a su verdugo.
Y que podemos lavar esa mancha es el deseo fervoroso, impaciente, imperativo de todos los nicaragüenses honrados que no olvidamos la fecha de la muerte, porque esa fecha también significará resurrección de la patria".
Casi en los mismos términos el periodista y escritor salvadoreño nacido en Nicaragua y educado en Europa, Alberto Guerra Trigueros, contemporáneo de Sandino, muerto relativamente joven en 1950, escribió el 21 de febrero de 1935, en el primer aniversario del martirio, una riposta a un periodista costarricense que había culpado al propio Sandino de su muerte por "ser muy ingenuo en política" lo que le habría llevado a firmar tratados de paz que lo convirtieron "de general en un simple muchacho nicaragüense".
Guerra Trigueros opina que decirle "muchacho" a Sandino pasa de intento de insulto a verdadero elogio, y la emprende contra los traidores aliados a los yanques en Nicaragua y dice que "pagaremos la sangre de Sandino" por muchos años.
Pero Mejía Sánchez, al igual que Gabriela Mistral, también extiende la "lección de Sandino" a la causa bolivariana de nuestra América que llevó en su credo el general de los hombres y las mujeres libres, máximo orgullo de nuestra nacionalidad.
Al ponderar que Sandino luchó por la unidad de los latinoamericanos en una gran patria sin fronteras ante el imperialismo yanque, Mejía Sánchez profetiza: "no pasarán los años vanamente al lado de su historia, y quizás alguna vez la América hispánica conozca su lugar en el universo, el lugar que le dio Sandino en el campo de la dignidad, la libertad y la justicia".
Gloria eterna, pues, para nuestro héroe, el "muchacho" Sandino, tayacán vencedor de las tropas interventoras USMC del imperialismo yanque, y padre y abuelo de los "muchachos" de la juventud patriótica sandinista de hoy.
Patria y Libertad
*Marcio Vargas Aguilar
Periodista nicaragüense
Orden de la Independencia Cultural "Rubén Darío"
PLOMO
Casi en los mismos términos el periodista y escritor salvadoreño nacido en Nicaragua y educado en Europa, Alberto Guerra Trigueros, contemporáneo de Sandino, muerto relativamente joven en 1950, escribió el 21 de febrero de 1935, en el primer aniversario del martirio, una riposta a un periodista costarricense que había culpado al propio Sandino de su muerte por "ser muy ingenuo en política" lo que le habría llevado a firmar tratados de paz que lo convirtieron "de general en un simple muchacho nicaragüense".
Guerra Trigueros opina que decirle "muchacho" a Sandino pasa de intento de insulto a verdadero elogio, y la emprende contra los traidores aliados a los yanques en Nicaragua y dice que "pagaremos la sangre de Sandino" por muchos años.
Pero Mejía Sánchez, al igual que Gabriela Mistral, también extiende la "lección de Sandino" a la causa bolivariana de nuestra América que llevó en su credo el general de los hombres y las mujeres libres, máximo orgullo de nuestra nacionalidad.
Al ponderar que Sandino luchó por la unidad de los latinoamericanos en una gran patria sin fronteras ante el imperialismo yanque, Mejía Sánchez profetiza: "no pasarán los años vanamente al lado de su historia, y quizás alguna vez la América hispánica conozca su lugar en el universo, el lugar que le dio Sandino en el campo de la dignidad, la libertad y la justicia".
Gloria eterna, pues, para nuestro héroe, el "muchacho" Sandino, tayacán vencedor de las tropas interventoras USMC del imperialismo yanque, y padre y abuelo de los "muchachos" de la juventud patriótica sandinista de hoy.
Patria y Libertad
*Marcio Vargas Aguilar
Periodista nicaragüense
Orden de la Independencia Cultural "Rubén Darío"
PLOMO