Seis muertos y veinte heridos, incluidos algunos de alta gravedad, es el balance actual del atentado contra un centro cultural musulmán, ocurrido el pasado domingo 29 de enero en la ciudad de Quebec, Canadá.
Desinformación e islamofobia se combinaron en las primeras horas de cobertura periodística, sin importar que en este caso la comunidad musulmana fue la víctima.
Las primeras versiones mencionaron que tres hombres ingresaron al lugar en la localidad de Sainte-Foy, en la hora de la oración de la noche, y dispararon con armas automáticas a la muchedumbre.
Sin embargo, son pocas las informaciones oficiales disponibles.
En las primeras horas del atentado la desinformación llevó a algunos periodistas a dar muestra del contexto de islamofobia creciente.
“Un ataque aquí contra una comunidad musulmana es algo que no se había visto venir. Hubiéramos imaginado lo contrario: que una comunidad musulmana o un grupo extremista musulmán cometiera algún acto terrorista.
Pero que lo hagamos nosotros es como un terrorismo al revés”, dijo el periodista Pierre Bruneau en las noticias de TVA.
Este tipo de declaraciones han provocado fuertes reacciones en todas partes, no obstante, el llamado de la comunidad internacional y del Papa es el respeto a la diferencia religiosa y a la construcción de la paz.
Al respecto, las organizaciones sociales están convocando a una gran movilización de solidaridad con la comunidad musulmana, al tiempo que diversos movimientos vienen denunciando el auge de la islamofobia en Quebec, incluyendo la conformación de grupos antimigrantes que patrullan en los barrios de la ciudad.
En redes sociales se vincula este atentado a las políticas del nuevo presidente del país vecino, Donald Trump, quien firmó un decreto que prohíbe el ingreso a inmigrantes de siete países de mayoría musulmana: Irán, Iraq, Libia, Somalia, Sudán, Siria y Yemen.
Si bien estos eventos coinciden en el tiempo, es poco probable que tengan una relación de causa y efecto, ya que actos como el del domingo se planean con antelación.
Sin embargo responden a un mismo contexto de auge de la conflictividad social y el uso de las armas que los medios masivos tienden a reducir a un asunto meramente étnico o religioso.
En las primeras horas hubo confusión frente a la tesis de un acto de odio hacia la comunidad musulmana, como cuando en junio de 2016 una cabeza de marrano fue colocada frente al mismo centro cultural mientras los comentarios en redes sociales criticaban la presencia de lugares de culto musulmán.
También se especuló que podía ser un acto de odio de parte de grupos cercanos a la ideología de DAESH, puesto que la mayoría de las víctimas diarias de los actos terroristas de DAESH, y grupos con ideologías afines, son musulmanes.
En horas de la tarde del lunes Alexandre Bissonette, identificado como el responsable de los hechos, fue judicializado.
Parece que actuó solo influenciado por ideologías conservadores y antimigrantes.
Descrito como un joven introvertido por su compañeros de clase, era activo en Facebook como un detractor de las políticas migratorias que permitieron el ingreso de refugiados sirios al territorio canadiense en el último año, según indican los medios de comunicación masivos.
Alexandre Bissonette llamó a la policía minutos después del atentado, expresó remordimientos y se entregó.
Es un estudiante de Antropología y Ciencia Política de la universidad Laval de Quebec.
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