No obstante, en su inusual camino hacia la Casa Blanca, se han podido conocer algunos detalles que otorgan un poco más de claridad sobre cuál podría ser la política del cuadragésimo quinto presidente de Estados Unidos hacia América Latina y Venezuela.
Las relaciones con América Latina Aunque las relaciones con Latinoamérica no serán una prioridad para el nuevo presidente de Estados Unidos, sí se prevé que durante los primeros meses tome varias medidas que podrían tener un impacto importante en la región, empezando por México.
Primero, se esperan decisiones que restringirán la inmigración, principalmente a través de la revocatoria de órdenes ejecutivas aprobadas por Obama.
Es probable que se elimine la política que permite a ciertos inmigrantes indocumentados que ingresaron a Estados Unidos siendo menores de edad, estar exentos de deportación y poder obtener un permiso de trabajo.
Se estima que 84% de los beneficiarios de esta medida son personas provenientes de Latinoamérica.
Adicionalmente, Trump ya ha iniciado discusiones con el Departamento del Interior y un grupo de ingenieros para construir el famoso “muro” a lo largo de la frontera con México, aunque reconoció que podrían haber secciones en donde se coloque una cerca.
Trump propondría al Congreso la aprobación de una ley para asegurar los fondos para financiar la construcción y ha aclarado que Estados Unidos pagaría primero y obtendría luego un reembolso del gobierno mexicano.
Vista la manifiesta y recurrente oposición de México ante tal propuesta, todavía no está claro cómo Estados Unidos conseguiría el reembolso.
En segundo lugar, es probable que Trump ponga en práctica medidas de proteccionismo comercial, en detrimento de la economía de los países que exportan hacia Estados Unidos.
Durante la transición, algunas empresas decidieron limitar sus operaciones en México o cancelar proyectos de inversión en ese país.
De momento, la economía mexicana ya ha perdido aproximadamente 3.800 empleos, de los cuales 2.800 corresponden a la decisión de la automotriz Ford de cancelar la construcción de una planta que hubiese representado una inversión de 1.600 millones de dólares.
De concretarse las medidas proteccionistas de Trump, es muy probable que haya un deterioro no sólo de la economía mexicana sino también de la región.
Ante estos escenarios, habrá que ver si los gobiernos de América Latina optan por permanecer en silencio —buscando preservar las relaciones— o critican las decisiones del nuevo de gobierno de Estados Unidos, haciendo gestiones diplomáticas para tratar de revertirlas o contrariarlas.
Durante la campaña ya hubo críticas de varios gobiernos ante la propuesta de construir el muro.
Por ende, el pronóstico es que será más difícil que durante la presidencia de Donald Trump la mayoría de los países de Latinoamérica puedan tener buenas relaciones con Estados Unidos, pues muchas medidas probablemente terminarán afectando a ciudadanos de la región.
Venezuela
A pesar de los esfuerzos recientes de Nicolás Maduro por buscar un acercamiento con el nuevo presidente de Estados Unidos —declarando que no lo criticará y que será mejor que Obama— al día de hoy lo más probable es que durante la presidencia de Trump el gobierno de Estados Unidos asuma un discurso más crítico ante la situación que está viviendo Venezuela.
Pero esto no quiere decir que la crisis venezolana será prioritaria para la Administración Trump.
De hecho, la grave situación ni siquiera fue discutida en la sesión de nueve horas que tuvo en el Congreso el elegido para presidir el Departamento de Estado, Rex Tillerson.
Aparte de Tillerson, todavía no se ha nombrado oficialmente a ningún otro funcionario del Departamento de Estado.
Sin embargo, es probable que para dirigir la política exterior hacia América Latina sean nombradas personas cercanas al senador Marco Rubio y la congresista Ileana Ros-Lehtinen, quienes históricamente se han caracterizado por tener una posición muy crítica hacia el régimen cubano y el venezolano.
Asimismo, es poco factible que haya alguna modificación con respecto a las sanciones impuestas por Estados Unidos a ciertos funcionarios del gobierno venezolano por estar involucrados en violaciones a los derechos humanos.
El gobierno venezolano se ha concentrado en atacar a Barack Obama por este tema, pero olvida que las sanciones tienen su origen en una ley aprobada por el Congreso estadounidense en 2014, la cual “ordena” la imposición de estas medidas.
Dicha ley fue aprobada con el apoyo tanto del Partido Demócrata como del Partido Republicano y justamente entre sus propulsores estaban Rubio y Ros-Lehtinen.
Este hecho elimina sustancialmente la posibilidad que la administración Trump decida levantar estas medidas.
Sin embargo, en este pronóstico también hay que tener en cuenta que será difícil que el gobierno de Estados Unidos tenga un rol crucial en la crisis venezolana sin que su posición y gestiones cuenten con el visto bueno del resto de los países de la región.
Visto que declaraciones más críticas, por sí solas, no bastarán para que la comunidad internacional efectivamente logre ejercer presión, pareciera que la relevancia que pueda tener Estados Unidos dependerá de sus relaciones con el resto de la región y en ese sentido los augurios no son alentadores.
El factor Rusia
El posible acercamiento entre la administración Trump y Vladimir Putin ha llevado a algunos asumir que esto podría traer como consecuencia un acercamiento entre Estados Unidos y el gobierno de Nicolás Maduro, ayudado por las gestiones del gobierno de Rusia.
Aunque efectivamente existe algún grado de posibilidad que el gobierno de Trump termine teniendo buenas relaciones con Venezuela, no se trata del escenario más probable.
Primero, porque en el corto plazo el Partido Republicano y la opinión pública estadounidense estarán muy pendientes de cualquier acuerdo entre Rusia y Trump, teniendo en cuenta la determinación de las agencias de inteligencia de que el gobierno de Vladimir Putin intervino en los comicios presidenciales.
Segundo, porque el acercamiento de Rusia con ciertos países de América Latina ha estado inspirado en la cercanía geográfica de éstos con Estados Unidos.
Por ende, si las relaciones entre Rusia y Estados Unidos mejoran sustancialmente, lo más probable es que Rusia se concentre por un buen tiempo en esa relación antes de poner entre sus prioridades los intereses del gobierno venezolano.
El mundo en la era Trump
El mundo podría entrar en una fase muy volátil con Trump en la Casa Blanca.
Ya existen serias tensiones con China por el acercamiento entre Trump y el gobierno de Taiwán.
La alianza histórica entre Estados Unidos y Europa se encuentra en un momento álgido.
Si aumentan las posibilidades de que ocurra un conflicto internacional, hay que tener en cuenta que esto podría significar un aumento considerable de los precios del petróleo.
Dicho esto, no se puede olvidar que tal y como ha advertido Barack Obama, hacer campaña y gobernar son dos cosas muy distintas.
En consecuencia, habrá que esperar para poder determinar cuál será el rol de Estados Unidos en el mundo con su nuevo presidente.
Por ahora, persiste la incertidumbre, confirmada por hechos como posiciones contradictorias entre las declaraciones del empresario y miembros de su gabinete.
De imponerse una buena parte de las propuestas y políticas que ha asomado Donald Trump, es muy posible que entremos en una era de transformaciones sustanciales que cambiarán la geopolítica mundial.
No queda otra que abrocharse los cinturones
Publicado por alberto rolland