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Educa a tu Hijo valida la atención cubana a la primera infancia

Como parte de la obra de la Revolución, que garantiza una educación de calidad y comparable a países del primer mundo, el programa Educa a tu Hijo valida la atención integral que desarrolla el gobierno cubano a la primera infancia, una iniciativa que este 16 de enero arriba a sus 25 años.



Esta modalidad no institucional dirigida a brindar ayuda educativa a los pequeños que no asisten a los círculos infantiles ni a las aulas de preescolar de las escuelas primarias, surgió por idea y la visión futura de Vilma Espín y Fidel Castro desde la década de 1970 y se materializó en 1992.

A diferencia de otros modelos educativos que solo conciben la atención de los infantes entre cero y seis años de edad desde instituciones docentes, “Educa a tu Hijo” posee un marcado carácter comunitario, con enfoque multidisciplinario, intersectorial e interinstitucional, pensando en la familia como agente protagónico para el efectivo desarrollo de los pequeños.

Al decir de María de los Ángeles Gallo Sánchez, directora nacional de Educación Preescolar, el proyecto representa la voluntad política del Estado de cumplir con el supremo derecho de la infancia de acceder a una formación de calidad desde las primeras edades y aprovechar las potencialidades del niño.

En el transcurso de los años se ha trabajado en la edición de folletos para que la familia aprenda a cómo contribuir y apoyar la labor educativa desde el hogar, en el fortalecimiento y compromiso de cada organización y en el cumplimiento de sus funciones en este sentido, además de la consolidación del programa en centros penitenciarios, señaló a la ACN la directiva.

Hasta el momento ha sido objeto de cuatro evaluaciones –apuntó–, y los resultados han sido superiores, como la validez del programa en la práctica educativa y su implementación con otros nombres en varios países (Brasil, Venezuela, Colombia, Nicaragua, Ecuador y México).


Hoy, más de 495 mil niños y sus familias son atendidos a través del programa en Cuba, donde están involucradas varias organizaciones: los Ministerios de Salud Pública, de Justicia, de Cultura, del Interior, la Federación de Mujeres Cubanas, el Instituto Nacional de Deporte, Educación Física y Recreación y la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños.

Una obra de mucha entrega y consagración constituye el “Educa a tu Hijo,” iniciativa en la cual la comunidad presta todos sus espacios; de ahí que la preparación de la familia cubana sea superior en cuanto a qué se debe hacer o no con sus hijos, en materia de educación.

Ana María Siverio, investigadora principal y quien se vinculó a los primeros estudios científicos para respaldar el programa desde el Instituto de la Infancia, comentó que el principal fin es que los padres conozcan y aprendan de qué manera aprovechar las potencialidades del infante desde su nacimiento.

Dijo que la formación del niño en sus primeros años es fundamental, porque este resulta el período donde se encuentran las bases del desarrollo humano posterior, imprescindibles para que el pequeño se desempeñe mejor al ingresar a la escuela, desde el punto de vista del logro de capacidades perceptuales, del estado potencial positivo y de la formación de pensamientos representativos que acompañan al hombre toda su vida.

La familia cubana, célula fundamental de la sociedad, es insustituible; por eso, cuando ésta se encuentra preparada el resultado del pequeño en el círculo infantil o en la escuela son superiores, manifestó la experta.

Señaló, además, que un estudio longitudinal efectuado por el Centro de Referencia Latinoamericana para la Educación Preescolar (Celep) demostró que los infantes matriculados en los círculos infantiles y los insertados en el “Educa a tu Hijo” poseen el mismo nivel educativo.

Esa movilización de la familia que existe en el “Educa a tu Hijo” solo se logra con amor y convicción y no con obligación, aseveró Siverio.

Mientras, Miriam Díaz González, directora del Celep, destacó que con la aplicación de ese programa la Mayor de las Antillas cerró la brecha existente en cuanto a la atención educativa a la primera infancia, porque permitió ofrecer para esa población dos modalidades: la institucional –que ya se implementaba con los círculos infantiles– y la no institucional.

Ejemplificó que en la década del 70 y del 80 el archipiélago tenía indicadores –en la educación primaria– de más de 7,2 por ciento de niños sin objetivos vencidos en el primer grado, así como una alta cifra de pequeños que repetían el segundo grado y con decepción escolar, ya que la escuela les resultaba difícil al no tener ninguna preparación o formación en sus primeras edades.

Díaz González puntualizó que hoy solo un 1,3 por ciento de pequeños no tienen objetivos vencidos o son repitentes, un indicador de primer mundo.

Aunque para el “Educa a tu hijo” no es un objetivo fundamental la preparación del niño para su ingreso al nivel primario, al lograrse el máximo desarrollo integral posible, se influye de forma positiva en su progreso futuro, explicó.

Igualmente, agregó, aquellos con necesidades educativas especiales se insertan en el programa –atendiéndose unos dos mil 386 con esas características–, en el cual desempeñan un rol esencial los psicólogos, quienes orientan, sugieren y encaminan a la familia en aras de que el niño pueda alcanzar al máximo sus potencialidades.

Asimismo, la directiva añadió que el Celep, una brújula cubana en cuanto a las investigaciones acerca de la primera infancia, ha concluido importantes estudios científicos con el fin de sustentar la preparación de promotores, educadores y padres, entre ellos el uso del audiovisual y la utilización de la informática como medios de aprendizaje, evitando que estos se conviertan en las famosas "nanas" electrónicas.

Es así que la iniciativa social y educativa, un logro sin antecedente en el orbe, constituye una oportunidad para que los menores integrados a esta experiencia disfruten también de disímiles actividades dirigidas a la formación del intelecto y a estimular el desarrollo psico-pedagógico en la primera infancia, lo que ratifica la magnitud de la Revolución cubana.

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