Tras disfrutar de su sonriente, amable y cariñosa bienvenida, procedo a explicar a Victoria Sandino el motivo de mi visita.
Acaban de salir de su habitación Manuela y Laura, con aire de despedida hasta el día siguiente, y pienso que es una suerte haber escogido esa hora para asaltarla.
Suele estar muy ocupada y temía que no contara con tiempo para atenderme.
Estamos en La Habana, al comienzo de una noche calurosa de luna llena en octubre, y se acerca el aniversario de la muerte del Camarada Alfonso.
Mi intención es conversar con aquellos de la Delegación de Paz que fueron muy cercanos a él, a fin de escuchar de cada uno su versión acerca del inolvidable jefe.
No podía faltar Victoria, y es con ella con quien resuelvo empezar.