La derecha en Nicaragua se la pasa quejando de espionaje, recordando en algunos casos que los oficiales de la Dirección de Información para la Defensa (DID), del Ejército, manejan técnicas de la ahora “tenebrosa” KGB, del G-2 cubano y de la efectiva Stasi de la desaparecida República Democrática Alemana (RDA).
Ante la ineficacia de abrir una “cabeza de playa urbana”, por decirlo de alguna manera, a como aconseja el ideólogo del “golpe suave”, el norteamericano Gene Sharp, que permita poner en jaque al gobierno del presidente Daniel Ortega, han recurrido a métodos despreciables como el acudir a solicitar sanciones económicas en contra de Nicaragua ante el Congreso norteamericano.
Pero la visita a la ultraderechista senadora Ileana Ros-Lehtinen se les convirtió en bumerang, y la población, a través de las redes sociales, repudió de inmediato las misiones de los renegados que encabezados por la presidenta del MRS, Ana Margarita Vijil Gurdián, llegaron a implorar la injerencia gringa que en décadas pasadas dejó miles de muertos en Nicaragua.
Trabados en su “guerra suave”
La Prensa, Confidencial y todos los vendidos proyanques locales, se lanzaron de inmediato como tabla de salvación, queriendo demostrar que no era posible que los delegados del MRS, CPDH y ANPDH, tuvieran la capacidad de convencer al Congreso norteamericano para las sanciones. Como si hiciera falta gastar mucha saliva para desatar el odio antisandinista de la Ros-Lehtinen.
En medio de las duras críticas hacia los que la población considera “traidores” a la Patria, Carlos Fernando Chamorro Barrios, dueño de varios medios de comunicación y de ONG opositoras, saca un conejo de la chistera y pretende desviar la atención hacia el Ejército de Nicaragua, al que han “objetivizado” como gusta decir a Vilma Núñez, del CENIDH, como el enemigo que ha impedido que sus planes conspirativos crezcan o se lleven a cabo.
Surge, entonces, una burda acusación sobre un tipo de Inteligencia militar o espionaje que desdice totalmente de las habilidades que ellos mismos han atribuido a la DID.
Una bufonada
La regla No. 1 de cualquier espía en el mundo la dicta, más que los manuales, el sentido común: mantenerse encubierto. Por eso es que resulta una bufonada de Chamorro Barrios el sentarse junto a una de sus compinches de las ONG opositoras, a decir que un espía del Ejército se identificó plenamente ante su posible recluta y le pidió que trabajara para él.
La Central de Inteligencia Americana, CIA, nueva aliada del MRS y CENIDH, y vieja conocida de los integrantes del IEEPP, CPDH, ANPDH, Movimiento por Nicaragua y demás, aconseja a sus agentes no hostigar a la oposición, y si lo hacen, usar el engaño, la ilusión y el encubrimiento.
Jamás llegar e identificarse ante un posible “chivato”, como si el presunto espía fuera uno de esos antiguos vendedores de electrodomésticos que iban casa por casa ofreciendo sus productos.
Puro “bluff”
Chamorro Barrios podrá haber tenido algún éxito en la reproducción de sus infundios en lo que a medios de comunicación ligados a la política norteamericana en el mundo se refiere; pero su acto de histeria ante las cámaras no engaña localmente.
Por el contrario, el hecho de que le quieran dar “atol con el dedo” indigna a la ciudadanía, incluso a muchos del bando antisandinista.
¿Creen ustedes que si el director de CINCO, Confidencial, Onda Local, Esta Semana, Esta Noche y varios etcéteras tuviera las pruebas en las manos sobre el presunto espionaje se habría conformado con llamar a La Prensa, de su familia, y a unos cuantos medios de comunicación más?
Les aseguramos que habría convocado a The New York Times, The Wall Street Journal, sus cómplices de El País, de España y todos aquellos que hubiera podido.
La red mundial de medios que gozan del apoyo de las agencias norteamericanas de desestabilización es inmensa.
Entregar presunta información a dos obispos, es otra de sus manipulaciones. Así da a entender que la Iglesia Católica está de parte de la oposición y que la apoya en el asunto del “espionaje” en su contra.
Un capítulo más de la guerra mediática en contra del sandinismo.