Ya estamos acostumbrados a las viles tretas de las que se vale la prensa amarilla para desacreditar los procesos progresistas que ocurren en el mundo, y a sus dirigentes. Pero eso sucede con nosotros que, de alguna manera, estamos curtidos, y podemos enfrentar la manipulación de los “medios” y desenmascararla.
Lamentablemente, no pasa así con el grueso de la población, que resulta frecuente víctima de la maligna campaña de difusión que usa la prensa, la radio y la televisión, aquí, y en otros países.
Apenas el 16% de los peruanos, por ejemplo, considera “injusto” que se haya absuelto a los 52 campesinos procesados por los sucesos de Bagua, ocurridos en el 2010, y a los que se les pretendió incriminar por la muerte de 12 policías.
El hecho que una Sala Penal los haya declarado inocentes, dio lugar a que diversos “medios” hablen de “un crimen sin castigo”, como si los tribunales tuvieran que castigar necesariamente a un acusado para que el delito sea penado.
No importe, en el caso, que el acusado sea culpable o inocente. Igual hay que condenarlo. Si se le absuelve, el crimen quedará “sin castigo”.
No se le ocurre al común de la gente que los procesados no hayan cometido el delito, ni que sean inocentes.
Y es que en todo este tiempo -y son ya varios años- “los medios” vinieron machacando la idea que los policías fueron muertos por los Comuneros.
Cuando el tribunal establece que estos Comuneros no fueron los autores de esas horrendas muertes, entonces, no hay “castigo”.
Y en verdad, los procesados no cometieron ese delito. Los policías fueron muertos por otras personas. Por eso, el juicio no se cierra; hay que encontrar a los autores materiales e intelectuales de esa acción sabiendo que ni unos, ni otros, estuvieron entre los comuneros.
Por lo pronto, entre los “responsables políticos” de lo ocurrido entonces en Bagua, estuvieron el Jefe de Estado de entonces, Alan García Pérez; y su ministra del Interior, Mercedes Cabanillas.
Ellos tienen que saber qué ocurrió ¿Por qué no los citan? ¿Por qué no los investigan?
¿Por qué la pita se rompe siempre por el lado más delgado, y se afirma, sin prueba alguna, que fueron “los comuneros” los culpables?
Esta reacción ciudadana, errática por cierto, puede sumarse a muchas otras.
Hace pocos días, por ejemplo, todos la “prensa grande” puso su infinita capacidad informativa a disposición de una noticia que fue “primera plana” incluso en la TV. Mostró decenas de niños recién nacidos en cajas de cartón, y dijo que esa era la prueba más horrenda de la “gravísima crisis humanitaria por la que atraviesa Venezuela”.
Después se supo que esas fotos no correspondían a Venezuela. Fueron colgadas en las redes por un abogado inescrupuloso, Manuel Ferreyra, dirigente de la llamada “Mesa de Unidad Democrática”, es decir “la contra” caraqueña; y corresponden más bien a Finlandia.
Y no son expresión de la “maldad”, ni de la “miseria” de nadie.
Forman parte de una costumbre en ese país, donde la maternidad oficial coloca a todos los recién venidos al mundo en cajas así, y además idénticas, como un modo de afirmar la idea que todos “son iguales”, y además, “humildes”.
Una manera propia de entregar un mensaje al conjunto de la sociedad.
Conocida el origen de esas fotos y la mala fe que entrañaba adjudicarlas a Venezuela, ninguno de los medios de prensa ha hecho una autocrítica, o ha pedido disculpa alguna. Esa noticia “ya fue”. Y queda en la cabeza de millones, que no repararán en lo que realmente ocurrió.
Viene al tema todo esto porque en la estrategia del Imperio, la tarea –ahora- es desacreditar la experiencia sandinista de Nicaragua, habida cuenta que el próximo 6 de noviembre habrá elecciones en ese país.
Como es internacionalmente admitido que el FSLN ganará los comicios -cuenta con el 65% de aceptación ciudadana- la tarea entonces es desprestigiar el “proceso” en marcha y cuestionar su autenticidad.
En ese juego macabro está -¡cómo no!- Jorge del Castillo el ex ministro aprista, coludido con la empresa noruega Discóvery Petroleum para la concesión de 5 lotes en la Amazonía, que debió abandonar su cargo por el juego sucio en el que estuvo envuelto.
El, muy orondo, presentó una “Moción” de condena a Nicaragua por el tema de un grupo de congresistas retirados del Poder Legislativo
La verdad, milanesa, es muy simple; y tiene que ver con la legislación electoral que prevalece en Nicaragua. La explicó de modo transparente Manuel Dammert en el Parlamento peruano, pero quienes no quisieron entender, no entendieron ni una higa.
Se trata de lo siguiente: Un Partido de Oposición al régimen sandinista, que eligió una cantidad de parlamentarios en los últimos comicios, sufrió una escisión.
Una parte de sus congresistas, adscribió al Partido Liberal Independiente y la otra al Partido Liberal Democrático. 28 diputados que cambiaron de partido en esta crisis, perdieron su curul por dos razones.
Por un lado, porque la ley electoral establece en la patria de Rubén Darío, que la curul no pertenece al congresista, sino al Partido. Si el congresista cambia de partido, pierde la curul. -un poco lo que los fujimoristas quisieran hoy hacer con Vilcapoma:
El Partido, la reemplaza-. Y por otro, porque allí cada parlamentario es elegido con su suplente.
El elector que vota por una lista, elige al mismo tiempo a dos diputados: uno titular, y el otro, suplente.
Si el titular “se va”, el suplente asume el cargo. Así de simple.
En aplicación de la ley, el Tribunal Electoral Nicaragüense resolvió que los 28 diputados que habían pasado de un bando a otro, renunciando así al partido por el cual fueran elegidos; dejaran de ser parlamentarios y fuera más bien reemplazados por sus suplente, que sí quedaron en su Partido.
El Partido no perdió ninguno de sus diputados.
Tampoco dejó de ser un Partido de Oposición al régimen Sandinista.
Como consecuencia de la decisión, 28 parlamentarios del Partido de Oposición fueron retirados de sus curules, y reemplazados por otros 28 parlamentarios del mismo partido de la oposición.
¿Qué tiene que ver con eso el Frente Sandinista?. Absolutamente nada. El FSLN no tiene ni arte, ni parte, en esa danza. Para los Sandinistas -como se diría aquí- ese es “un pleito de blancos”.
¿A qué viene entonces el lloriqueo de Del Castillo?
¿Sólo al “afán de lloriquear”?
No. Forma parte de una campaña más amplia: al afán de la cúpula alanista de congraciarse con el Imperio; pero, además, denigrar –supongo- lo poco que queda del recuerdo de Haya de la Torre en el imaginario aprista.
Porque sí, Haya se dijo, en su momento que él era “el primer Sandinista de América”.
Ahora, hay que darle la vuelta al Sandinismo, porque esa sería una manera práctica de darle la vuelta a Haya, si viviese.
Y es que se sabe, que Haya no vive más en la memoria política de la mafia alanista, cuyo más conspicuo representante dice ser el señor del Castillo.
No podrán los integrantes de esa Mafia denigrar el legado de Sandino, que hoy es realidad con el gobierno de Daniel Ortega.
Y aunque puedan confundir transitoriamente aquí a algunos desaprensivos ciudadanos; en Nicaragua el Frente Sandinista ganará en limpias elecciones. Nadie requerirá allá que “le rebajen” la valla para tener parlamentarios, ni para no perder su registro electoral, como aconteció por estos lares.
Nicaragua es hoy un país ejemplar.
Tiene un nivel de violencia virtualmente inexistente en una región convulsa, como es Centroamérica.
Los más altos índices de crecimiento económico; registra la caída de los niveles de pobreza; y ha avanzado como nadie en materias de educación, salud, deporte y recreación. Ha logrado notables avances en materia de gobernabilidad y estabilidad.
Y su pueblo vive niveles de bonanza que no conoció antes.
Del Castillo, quien fuera Primer Ministro de uno de los dos gobiernos más corruptos de los últimos cincuenta años del Perú Republicano; jamás podrá entenderlo.
(*) Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera / http://nuestrabandera.lamula.pe