1973...Santiago de Chile
La trampa
Por valija diplomática llegan los verdes billetes que financian huelgas y sabotajes y cataratas de mentiras.
Los empresarios paralizan a Chile y le niegan alimentos.
No hay más mercado que el mercado negro.
Largas colas hace la gente en busca de un paquete de cigarrillos o un kilo de azúcar; conseguir carne o aceite requiere un milagro de la Virgen María Santísima.
La Democracia cristiana y el diario “El Mercurio” dicen pestes del gobierno y exigen a gritos el cuartelazo redentor, que ya es hora de acabar con esta tiranía roja; les hacen eco otros diarios y revistas y radios y canales de televisión.
Al gobierno le cuesta moverse: jueces y parlamentarios le ponen palos en las ruedas, mientras conspiran en los cuarteles los jefes que Allende cree leales.
En estos tiempos difíciles, los trabajadores están descubriendo los secretos de la economía. Están aprendiendo que no es imposible producir sin patrones, ni abastecerse sin mercaderes. Pero la multitud obrera marcha sin armas, vacías las manos, por este camino de su libertad.
Desde el horizonte vienen unos cuantos buques de guerra de los Estados Unidos, y se exhiben ente las costas chilenas.
Y el golpe militar, tan anunciado, ocurre.
Allende
Le gusta la buena vida. Varias veces ha dicho que no tiene pasta de apóstol ni condiciones de mártir.
Pero también ha dicho que vale la pena morir por todo aquello sin lo cual no vale la pena vivir.
Los generales alzados le exigen la renuncia.
Le ofrecen un avión para que se vaya de Chile.
Le advierten que el palacio presidencial será bombardeado por tierra y aire.
Junto a un puñado de hombres, Salvador Allende escucha las noticias.
Los militares se han apoderado de todo el país.
Allende se pone un casco y prepara su fusil.
Resuena el estruendo de las primeras bombas.
El presidente habla por radio, por última vez:
Eduardo Galeano - Memoria del Fuego III.
Para matar al hombre de la paz
para golpear su frente limpia de pesadillas
tuvieron que convertirse en pesadilla
para vencer al hombre de la paz
tuvieron que congregar todos los odios
y además los aviones y los tanques
para batir al hombre de la paz
tuvieron que bombardearlo hacerlo llama
porque el hombre de la paz era una fortaleza
para matar al hombre de la paz
tuvieron que desatar la guerra turbia
para vencer al hombre de la paz
y acallar su voz modesta y taladrante
tuvieron que empujar el terror hasta el abismo
y matar más para seguir matando
para batir al hombre de la paz
tuvieron que asesinarlo muchas veces
porque el hombre de la paz era una fortaleza
para matar al hombre de la paz
tuvieron que imaginar que era una tropa
una armada una hueste una brigada
tuvieron que creer que era otro ejercito
pero el hombre de la paz era tan sólo un pueblo
y tenía en sus manos un fusil y un mandato
y eran necesarios más tanques más rencores
más bombas más aviones más oprobios
porque el hombre de la paz era una fortaleza
para matar al hombre de la paz
para golpear su frente limpia de pesadillas
tuvieron que convertirse en pesadilla
para vencer al hombre de la paz
tuvieron que afiliarse para siempre a la muerte
matar y matar más para seguir matando
y condenarse a la blindada soledad
para matar al hombre que era un pueblo
tuvieron que quedarse sin el pueblo
Mario Benedetti - Viento del Exilio.
http://www.saudaderadio.com/2014/09/allende_10.html