La vasta población rural nicaragüense no logró atraer la atención de unos señores “mesoamericanos”.
No les motivaron las comarcas de San Isidro, Estelí; La Conquista, Carazo; Chacraseca, León; Santa María de Pantasma, Jinotega o Jalapa en Nueva Segovia.
Da la “casualidad” que la “asesoría” que les “interesaba” impartir era para el grupo anticanal.
Y de repente, “se acabó la diversión…”, alguien terminó con quemaduras.
La Policía investigó y tras las pesquisas, expulsó a los extranjeros involucrados. Uno de los “ecologistas” deportados fue un tico.
La agencia Efe reportó el fondo de la cuestión: “San José, 28 jun (EFE).- El Ministerio de Relaciones Exteriores de Costa Rica confirmó hoy que el costarricense Byron Reyes, opositor al proyecto del canal interoceánico en Nicaragua, quien fue detenido el pasado sábado, llegó al país bajo la condición de expulsión migratoria administrativa”.
El titular del diario digital El País, del vecino del sur, lijó lo que la derecha había mal pintado de “angelitos verdes”: “Costa Rica confirma llegada de opositor a canal detenido en Nicaragua”.
La labor académica, la investigación científica, la asistencia técnica al campesinado, no son objeto de persecuciones a como manipula la derecha conservadora.
Ahora, el círculo unánime que se autoproclama “diversos sectores”, “destaca” la deportación de diez personas y minimiza los 1.5 millones de turistas que arribaron a nuestro territorio en 2015.
Aparte de los famosos, incluido el campeón del tenis mundial, Nadal, ningún viajero que goza de la paz y la tranquilidad de la nación, merece alguna mención.
Sí “merece” el despliegue la “información” que se elabora sin la materia prima de la realidad completa, para apartar verdades que estorban como los 109 mil visitantes que estrenaron un magnífico destino de esparcimiento llamado Nicaragua.
Esto sin contar el ingreso de mujeres y hombres de negocios, personal universitario, inversionistas, artistas, deportistas, religiosos…
El mismo Hospital Metropolitano Vivian Pellas se colocó a la vanguardia del Turismo Médico en la región.
En estos últimos años se ha visto la incontable presencia de científicos. Geólogos, vulcanólogos, médicos altamente calificados, arqueólogos, etc., acuden a Nicaragua, invitados por los organismos encargados o por interés individual, coordinados con la autoridad competente.
Cada país cuenta con temas sensibles que van desde la seguridad nacional hasta los “secretos comerciales” como en determinadas naciones.
Más allá de eso, ni la República que inventó la Democracia, Grecia, permite que un extranjero llegue a enarbolar banderas políticas o algún tipo de acción que vulnere la soberanía nacional.
Fracking
Si vamos a hablar qué proyectos o industrias del mundo deberían estar bajo la lupa de los expertos por la amenaza que representan, hay que empezar con que Nicaragua no significa un solo peligro para los vivientes. Todo lo que se mal dice contra el Canal, en palabras de Carlos Fuentes, es parte de la “histeria retórica de la extrema derecha”.
Pero veamos dónde algunos se sienten con el derecho de escudriñar y dónde apartan convenientemente la mirada, a pesar del halo de pulcritud con que gustan ataviarse mediáticamente.
Ningún especialista de Centroamérica podría entrar a los Estados Unidos como Pedro por su casa, a investigar en el terreno cómo se ejecutan las técnicas de la nueva explotación de petróleo y gas llamada fracking, y averiguar sus bondades o secuelas nocivas.
Tampoco se conocen estudios independientes elaborados por geofísicos de Venezuela o de Chile sobre la perforación horizontal.
Sin embargo, Greenpeace sostiene que para su operación “es necesario realizar cientos de pozos ocupando amplias áreas (la separación entre ellos ronda entre 0,6 a 2 km) e inyectar en ellos millones de litros de agua” alterada con aditivos tóxicos para extraer el producto.
Hasta hoy, grupos “ambientalistas” que se oponen al Canal no se ven animados a extender su “cruzada” por la pureza de la Tierra, ni a los “defensores” de “DDHH” alarmados por las consecuencias que ese menjurje puede provocar al elemental derecho humano de la vida.
Lo que dice el organismo Greenpeace debería inquietar al propio político estadounidense Evan Ellis, miembro del Instituto de Estudios Estratégicos del Colegio de Guerra del Ejército de Estados Unidos, si sus “preocupaciones” fueran las de un académico responsable.
Para contar con la suficiente autoridad moral, antes que indagar sobre el Canal de Nicaragua, el supuesto “investigador” debió contar con información de primera mano sobre los cuestionamientos del organismo ecologista:
“Este proceso conlleva una serie de impactos ambientales, algunos de los cuales aún no están plenamente caracterizados o comprendidos, entre ellos contaminación de las aguas subterráneas, contaminación atmosférica, emisión de gases de efecto invernadero (metano), terremotos (sismicidad inducida), contaminación acústica e impactos paisajísticos”.
La prestigiada revista científica Science, citada por la Empresa Nacional de Combustible, de Chile, precisa: “El número de sismos asociados a la actividad de los pozos de inyección ‘se ha disparado’, pasando de ‘un puñado’ al año en 1970 a más de 650 de 2014, según un estudio de la Universidad de Colorado Boulder y el Servicio Geológico de Estados Unidos”.
“Consideramos convincente la evidencia de que los terremotos que hemos estado viendo cerca de las zonas de inyección están inducidos por la actividad del petróleo y el gas”, señaló el estudiante de doctorado de la Universidad de Boulder Matthew Weingarten, director del estudio.
La Alianza Mexicana contra el Fracking detalló: “En Estados Unidos existen más de 1,000 casos documentados de contaminación de fuentes de agua relacionados con el uso de la fracturación hidráulica. Se han identificado 750 tipos diferentes de productos químicos en los fluidos de fracturación analizados, entre ellos sustancias de gran toxicidad como el metanol, benceno, tolueno, etilbenceno y xileno”.
El agua de desecho conocida como “agua de retorno” también lleva “metales pesados, hidrocarburos e incluso materiales radioactivos, como el radón, que se encuentran en el subsuelo”.
Trevor Penning, jefe del centro de toxicología de la Universidad de Pensilvania, confesó a la BBC: “La toxicidad potencial de las aguas residuales es difícil de evaluar debido a que muchos aditivos químicos usados en el fluido de fracturación hidráulica es secreto comercial no divulgado”.
Pero al señor Ellis no lo mueven escrúpulos ambientales. Antes había construido a su personaje teatral: “Es importante dejar claro que como investigador no estoy buscando escribir ni en contra ni a favor de nadie”.
Después de su salida es que se quita la careta académica, como consignó “La Prensa”: “sugirió” a Estados Unidos “adoptar una posición de principios”(?).
“El tiempo para evitar que degenere en Nicaragua un régimen autoritario al estilo de Venezuela es ahora, antes de que las instituciones de la sociedad civil sean desgastadas y antes de que las instituciones gubernamentales estén completamente dominadas”.
De esta difamación que encaja con las posiciones conservadoras de sus pares en Nicaragua, nunca se podría esperar una investigación solvente más que el emponzoñado dictamen de un desfasado halconcillo reaganiano ochentero: intervenir Nicaragua por enésima vez.
Si efectivamente el señor Ellis fuera el Chico Mendes norteamericano, a como sus apasionados publicistas de “derechos humanos” en Nicaragua lo promocionaron, en vez de estar “angustiado” por el Canal debiera preocuparse por las denuncias de Greenpeace y la Alianza Mexicana, entre otras.
No se trata de ninguna bajeza política: el dato tiene el tamaño de un verdadero Armagedón químico.
Edwin Sanchez
http://www.lavozdelsandinismo.com/opinion/2016-07-04/los-raros-investigadores-ecologistas-anticanal/