Pablo Gonzalez

“El sonambulismo liberal del pueblo negro está a punto de acabar


En esta entrevista, Cornel West habla del neopopulismo de Bernie Sanders, del neofascismo de Donald Trump, y arrasa con el narcisismo miope que impidió cualquier tipo de crítica al neoliberalismo de Obama.

El año pasado, cuando Bernie Sanders anunció su candidatura a las Primarias demócratas a la presidencia de los Estados Unidos, muy pocos creyeron que fuera a tener éxito. La mayoría asumió que la defensa pública de ideas como “socialismo democrático” o “revolución política” alejaría al electorado americano. Pero lo que vino fue una serie de increíbles victorias en varios Estados americanos.

Pocos pueden explicar mejor este cambio, así como el preocupante ascenso de Donald Trump, que el filósofo norteamericano Cornel West. Sus trabajo sobre el rol de la raza, el género y la clase en la sociedad americana, y su experiencia política como destacado militante del Democratic Socialists of America, le proporcionan una profunda comprensión del momento político, y de su significado para la izquierda. Su voz adquiere mayor peso aún en el escenario político actual, ya que Sanders lo eligió para formar parte de su plataforma en el Partido Demócrata.

George Souvlis (GS): ¿Cual es el legado de la administración Obama?


Cornel West (CW): Nos encontramos en una encrucijada en la historia de Estados Unidos. Tenemos que escoger entre un neofascista en ascenso (Trump), el neoliberalismo en decadencia de Clinton y el neopopulismo en ascenso de Sanders. Tanto el establishment demócrata como el republicano se están desintegrando. Obama es el último suspiro del neoliberalismo que surgió con Carter: una enorme respuesta a la crisis estructural de la economía global en los años setenta. Este intento de financiarización, privatización y militarización, nos ha traído profundos problemas, en la economía, la educación, la seguridad y la comunicación, y ha producido gran desigualdad, cultura superficial y corrupción generalizada en todos los ámbitos. Ambos partidos han sido cómplices.

Todavía queda mucho por ver de cómo seguirá la campaña de Sanders durante julio, y cómo sus simpatizantes críticos continuaremos después de julio.

GS: ¿Cómo analiza el fenómeno Trump?

CW: Donald Trump es un multimillonario pseudopopulista con sensibilidad autócrata, personalidad narcisista, y por tanto un neofascista en potencia. Su proyecto reúne una mezcla letal entre grandes bancos, maxi corporaciones, xenofobia que busca un chivo expiatorio (mejicanos, mujeres, musulmanes, negros y no heterosexuales), malestar económico y nacional junto con aspiraciones militaristas en el exterior. Este es el aspecto que tiene el fascismo a la norteamericana – ecos de It can’t happen here de Sinclair Lewis (1935), la novela clásica del fascismo americano.

GS: Bernie Sanders se describe a sí mismo como un socialista democratico. ¿Qué significa esa tradición para usted?

CW: A pesar de la autodescripción de Sanders como socialista democrático, su plataforma es un neopopulismo vintage (de antaño): uso del gobierno como aquel que viene a rescatar a los trabajadores y a los pobres aplastados por Wall Street y por la indiferencia de la clase media alta ante la desaparición de oportunidades para sus conciudadanos más desfavorecidos. Viendo el rescate del gobierno a Wall Street y cómo los grupos de presión protegen los intereses de las clases acomodadas, la fórmula neopopulista de Sanders es comprensible. Como socialista democrático, y por tanto compañero de mi querido hermano Bernie, no hay duda de que está dirigiendo una plataforma neopopulista, no socialista.

GS: ¿Si Sanders fracasa, cree que podría surgir un movimiento social de su campaña?

CW: Las campañas políticas no son movimientos sociales. Incluso las grandes campañas como las que hizo Jackson en los ochenta, Obama hace poco, o Sanders ahora, no son movimientos sociales. Tenemos que distinguir entre impulsos sociales, rebeliones sociales y movimientos sociales. Teniendo en cuenta el sistema de seguridad masiva y el estado carcelario, los movimiento sociales son escasos. El imperio americano es más propenso a la contra-revolución que a la revolución, a los movimientos de derecha que a los de izquierda. Esto se debe principalmente a las profundas raíces xenófobas del país y a las grandes raíces militaristas de su cultura. Por tanto, los impulsos sociales progresistas y las caóticas rebeliones sociales debe reconfigurar nuestras prioridades: para esto son cruciales las dimensiones moral y espiritual del activismo social: para mantener viva nuestra voluntad de luchar dentro y fuera del sistema aunque tengamos pocas posibilidades de victorias inmediatas.

GS: ¿Qué piensa de los debates sobre por qué el mensaje de Bernie Sanders no está calando bien entre los votantes negros?

CW: La población negra conforma el bloque social más progresista en asuntos como la economía, el racismo y la educación. Y Bernie Sanders es el candidato más progresista en estos aspectos. Hasta ahora, la población negra se ha mantenido ligada el proyecto neoliberal de los Clinton, por serles más familiar y conocido que el del relativamente desconocido Sanders. Los negros temen a Trump, pero se muestran reacios a cambiar hacia el poco conocido Sanders. Pero, como ya hemos explicado muchos, Adolph Reed Jr., y Michelle Alexander, la política militarista y neoliberal de los Clinton ha hecho mucho daño a la clase trabajadora y a los pobres aquí y en el exterior.

La alta visibilidad de los políticos negros neoliberales, expertos e intelectuales de los medios corporativos hacen que sea difícil para nosotros tener un impacto fuerte. Sin embargo, crecen las pruebas de que la máquina Clinton -disfrazándose de Obama- se está quedando sin gas. ¡El sonambulismo neoliberal en la América negra América del Negro está llegando a su fin!

GS: ¿Qué tipo de forma organizativa cree que adoptará Black Lives Matter en el futuro?

CW: El surgimiento del movimiento Las vidas negras importan es un maravilloso ejemplo de nueva militancia que es signo de la incipiente desaparición del sonambulismo neoliberal en la América negra. Este impuso expone la podredumbre moral y espiritual de mucho del liderazgo negro político-tradicional, intelectual y religioso. El trepismo miope y el narcisismo crónico que impidieron cualquier crítica seria al neoliberalismo de Obama se ven ahora expuestos, por la valentía de toda esa gente joven que se mantuvo en pie frente a los tanques militares y mostrando su respeto hacia aquellos que habían caído bajo los disparos de un policía bajo el mando de un presidente, un fiscal general y un jefe de seguridad nacional negros. Menuda condena en la cara del poder neoliberal negro por parte de los activistas de Black Lives Matter.

Esto ha sido la punta del iceberg de un movimiento que se enfrenta a las elites negras, que se mantuvieron silenciosas optando por minucias simbólicas, mientras las vidas de negros pobres eran aplastadas. Martin King, Malcolm X y Fannie Loud Hamer claman desde la tumba y sonríen a los activistas de Black Lives Matter.


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