La “sufrida” derecha opositora de Nicaragua anda echándolas todas en el exterior y para eso cuentan con sus contactos en la prensa que les es afín en el continente y allende los mares.
Eduardo Montealegre dice en el País, de España, que puede haber “confrontación”, y Carlos Fernando Chamorro Barrios en Milenio, de México, habla de “incertidumbre”.
A Montealegre no le ayuda mucho su entrevistador, que resalta de entrada la incomodidad del político por no haberse preparado para la sesión de fotos tras el encuentro (¿?). Le gusta, sin embargo, la camisa rosa de don Eduardo. Bien, asunto de preferencias y opciones.
Sin nada que ofrecer tras el episodio del PLI que fue devuelto a sus antiguos dueños, Montealegre se “radicaliza”, al menos con su “fashion journalist”, a quien impresiona advirtiéndole que le “preocupa mucho que en este país la gente ya esté pensando en una confrontación, no de disturbios callejeros, sino una confrontación de hecho para sacarlo del poder” (al presidente Daniel Ortega).
¿Tomará las armas?
Es decir, el banquero se apresta a ejercer su derecho a la violencia. A menos que no se sienta parte de la “gente” que menciona está dispuesta a sacar del poder al mandatario sandinista.
El periodista le consulta qué acciones tomarán ahora que la vía electoral está descartada para ellos. Y Montealegre le confirma que puede haber derramamiento de sangre.
O sea, el hombre está dispuesto a todo y de seguro pronto lo miremos tras una trinchera.
Va más allá. Recuerda que hubo 50 mil muertos en la guerra contra Somoza. En realidad, en vez de la camisa rosa debió haberse enfundado un traje camuflado para el encuentro con su encantador hombre de prensa.
Asegura que la gente del campo que lo apoya quiere ir “más allá” de donde él quisiera, pero que de todas maneras no los detendrá. Aunque tampoco dice si los apoyará y por eso es que queda en duda si él encabezará sus tropas.
La excusa de los deportados
Con el otro, el periodista mexicano usó el cliché de la mayoría de gente que lo entrevista: hijo de Pedro Joaquín Chamorro, director de CINCO y Confidencial y opositor a Daniel Ortega, entre sus múltiples trabajos en su época de sandinista que finalizó cuando el FSLN perdió el poder en 1990.
La excusa de Milenio para la entrevista fue la presunta detención de seis jóvenes que habían sido invitados por el MRS a fin de realizar labores aún no esclarecidas completamente en torno a la construcción del canal interoceánico.
Una explosión que dejó un herido en casa de una lideresa política del MRS en Nueva Guinea, provocó la expulsión del país de los supuestos ambientalistas, algunos de ellos mexicanos.
Ante la falta de apoyo interno a sus pretensiones de instalar en el poder a un miembro de la oligarquía, Chamorro Barrios, Montealegre y otros opositores han buscado ayuda de sectores de la ultraderecha norteamericana como Ileana Ros-Lehtinen y de periodistas cuya amistad –o más bien simpatía personal-, se remonta al periodo de la revolución sandinista.
El curioso caso Chamorro
El caso de Chamorro es un poco distinto del de Montealegre. Carlos Fernando fue furibundo sandinista en los tiempos en que era uno de los mimados de la comandancia revolucionaria.
Tras la derrota electoral de 1990 se reconcilió con su familia e hizo como que nada había pasado. Retomó su vida de burgués, cuidando siempre de hacer creer que todavía alberga ideas progresistas.
A Milenio le contó lo mucho que sufre con el actual gobierno, al que empezó a atacar cuando le quitaron el mando de Barricada, el diario vocero del FSLN ya desaparecido.
Él ve en el país una situación de incertidumbre para los próximos años, por supuesto, porque está seguro del triunfo sandinista en noviembre próximo y al igual que Montealegre, considera que pasará “algo”.
Claro de la fortaleza del gobierno
Las declaraciones de Chamorro Barrios no dejan de ser interesantes. Vean lo que dice: “…el gobierno no está débil, está fuerte, tiene apoyo popular como resultado de sus políticas clientelistas, de asistencialismo y también de cooptación. También tiene apoyo de la clase empresarial”.
Increíble, ¿no? Reconoce todo lo que aseguran las encuestas, sin embargo, él le da su propia interpretación: “Yo más bien lo veo como un acto que es coherente con un gobierno autoritario, que pretende consolidar el poder y eliminar cualquier posibilidad de que exista una oposición”.
O sea, no es la labor de proselitismo ni la confianza de la población, trabajadores y empresarios en el gobierno. Todo el apoyo al presidente Ortega es producto de un maquiavélico plan para convertirse en dictadura. Semejante embrollo ni el propio Chamorro se lo cree.
“Mr. President” reconoce su libertad
El gobierno de Ortega, para el director de Confidencial -a quien en privado sus subalternos llaman “Mr. President” porque conocen de sus aspiraciones a la primera magistratura del país-, “es un régimen autoritario, caudillista, que no permite elecciones libres, que controla la mayor parte de la prensa —aunque hay espacios también para una prensa independiente y crítica—; que no tolera una genuina oposición que lo pueda desafiar, pero permite la existencia de partidos políticos colaboracionistas y tiene una alianza con el gran capital”.
Si, así como se lee. Vivimos en una dictadura, según este proyecto de caudillo –de hecho así actúa en sus empresas-, sin embargo, reconoce que hay espacios para la prensa independiente y crítica. ¿Entonces? Hay que devolverlo a releer la historia para que sepa cómo actúan las dictaduras.
¡Se siente seguro en Nicaragua!
Y siendo hijo de un mártir, la pregunta de rigor: “¿Teme por su vida? ¿Deben hacerlo otras voces críticas como la de la escritora Gioconda Belli, miembro del nuevo Grupo de los 27, que en mayo se posicionó contra la “dictadura” de Ortega a nombre de destacados intelectuales, académicos y políticos?”.
El hombre vuelve a resbalar: “Aquí no hay estado de derecho, no hay un respeto a los derechos humanos y, por tanto, cualquier ejercicio de la crítica puede conllevar consecuencias.
También es cierto que lo que está ocurriendo hoy aquí no es comparable en materia de riesgos a la vida con lo que pasa en Honduras o incluso en México y en otras partes, donde las agresiones físicas contra periodistas están a la orden del día.
La naturaleza del régimen por ahora es diferente. Sin embargo, siempre se vive en una situación de riesgo”.
Pura elucubración. Quién sabe en qué ha andado metido que parece estarse curando en salud.
Admite que en Nicaragua no pasa nada en cuanto al riesgo de ser asesinado, pero sabe que se está contradiciendo en toda la entrevista y suelta la “prepa” para que el periodista tenga un asidero: “Sin embargo, siempre se vive en una situación de riesgo”.
¡Y todavía se preguntan por qué la gente no quiere saber nada de ellos!
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