En caída libre. Si el miércoles pasado cuando su nombre fue citado explícitamente en el escándalo de corrupción del “Petrolao” Michel Temer había quedado a milímetros del abismo, ayer con la renuncia del ministro de Turismo, el presidente interino parecía haber dado un largo paso hacia el vacío.
Henrique Eduardo Alves, del Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) presentó su dimisión por la tarde luego de que el Supremo Tribunal Federal levantó el secreto del sumario sobre los dichos de un ex ejecutivo del grupo Petrobras, Sergio Machado, que para mitigar la condena optó por la “delación premiada” de sus correligionarios.
El “pemedebista” Alves es el tercer ministro que cae. Alves fue víctima del fuego amigo de su compañero de partido Machado, cuya función en el PMDB precisamente era la de recaudar fondos ilegales para el partido valiéndose de su alto cargo en la compañía Transpetro, que distribuye combustible para Petrobras.
Según rumores que corrían en los pasillos del Poder Legislativo el efecto radioactivo causado por Machado se completará en los próximos días con confesiones de otros arrepentidos. Por la mañana, antes de que se supiera la salida del ministro de Turismo Alves,
Temer convocó de urgencia a los periodistas para sobreactuar su indignación contra el traidor Machado quien aseguró haberle entregado el equivalente a unos 340.000 dólares malhabidos para financiar una campaña en 2012.
Al mandatario en ejercicio le cuesta expresarse de forma directa, usa construcciones verbales del portugués antiguo, cargadas de prefijos, similares a las empleadas por los jueces cuando leen sus sentencias.
Por ejemplo, en lugar de emplear la frase “he dicho que no”, Temer opta por la más rebuscada “habiéndome yo expresado negativamente”. Por eso no es fácil traducir literalmente sus discursos.
Temer comenzó su intervención diciendo que su “honra está por encima” de todo y argumentó que en su condición de persona de bien, que primero se debe a su familia, decidió continuar al frente de la Presidencia pues no cometió ninguna irregularidad.
Y luego reforzó, “hablo en primer lugar como hombre, como ser humano, en esa condición me quiero referir a los muchos amigos que tengo en Brasil”.
De esa forma negó toda vinculación con la trama de corrupción en Petrobras, la cual ya hizo rodar las cabezas de sus ex ministros Romero Jucá (Planificación), Fabio Silveira (Transparencia) y el más reciente Henrique Eduardo Alves. Debido a la avalancha de escándalos el mandatario ha fracasado en su apuesta, y de los mercados asociados a los medios, de construir una imagen positiva en sus primeros días de gestión.
Al punto que hasta la fecha sólo una vez dejó la sede del gobierno para visitar Rio de Janeiro, donde el martes un fuerte cerco policial impidió que los manifestantes se le acercaran con sus consignas “Fuera Temer” y “No al golpe”.
Al cierre de esta crónica las últimas informaciones indicaban que los asesores de Temer habían decidido suspender un mensaje por radio y televisión en cadena nacional previsto para este viernes ante el temor de que fuera repudiado con un carceloazo.
A esa misma hora senadores del Partido de los Trabjadores hablaban en el Legislativo de la salida forzada del ministro de Turismo y las “evidencias” de que la caída de Dilma fue urdida como un atajo para garantizar la impunidad de los golpistas.
Dilma se sumó a esa crítica ayer durante una visita a Salvador de Bahia, como parte de su primera gira por la región nordeste costeada por el PT luego de que el gobierno en ejercicio le prohibió hacer uso del avión de la Fuerza Aérea al que tiene derecho como presidenta electa suspendida provisoriamente hasta que concluya el impeachment.
“Este golpe es diferente a los que daban los militares, ahora no usan armas, usan parásitos que quieren comer la sabia de los árboles que son las políticas sociales de nuestros gobiernos”. De allí, siguió Dilma, que a través del equipo económico encabezado por Henrique Meirelles, ex presidente del Banco de Boston, se impulse la reducción de los presupuestos para “la salud y la educación en un país como Brasil con las necesidades que tenemos”.
El actor Wagner Moura se sumó a la actriz Sonia Braga, en la campaña internacional de denuncia sobre el golpe. Un mes después de que la protagonista de Doña Flor y sus dos maridos mostrara en el festival de Cannes un cartelito escrito en francés sobre el “coup d´etat” esta semana el protagonista de la miniserie Narcos, producida por Netflix, declaró en un programa de televisión norteamericana que no votó a Rousseff pero la respalda por haber sido víctima de “algo muy parecido al golpe de Estado, la sacaron del gobierno sin ninguna razón, desde el punto de vista democrático hubo una ruptura”.
El actor que encarna al capo colombiano Pablo Escobar Gaviria consideró “muy importante” el papel de la prensa internacional para la cual Temer no es un mandatario legítimo.
A través de las informaciones generadas en el exterior se establece un módico contrapunto, dijo, con la desinformación brasileña donde la prensa está bajo el control de “cinco familias”, simpáticas al régimen de excepción.
http://www.radiolaprimerisima.com/noticias/general/204955/tiemblan-los-golpistas
Publicado por Revista Libre Pensamiento