Foto: El primer ministro griego Alexis Tsipras y el primer ministro turco Ahmet Davutoglu celebran un acuerdo en Esmirna, Turquía, el 8 de marzo pasado.
El gobierno griego juega un papel central en el pacto de la UE con Turquía para expulsar masivamente a miles de refugiados. Alexis Tsipras presiona para que el acuerdo se cumpla rápido.
Por Josefina L. Martínez
laizquierdadiario
El acuerdo entre la UE y Turquía ha sido cuestionado por numerosas voces a nivel internacional por ser un pacto xenófobo, racista y discriminatorio contra los refugiados. Una “solución” por derecha a la crisis migratoria más grande en Europa desde la segunda guerra mundial.
Sin embargo, hay algo que ha pasado un poco desapercibido en los debates estos días: el papel que juega en este acuerdo el gobierno de Syriza. El gobierno de Grecia ha defendido el acuerdo de la UE con Turquía y ambos países venían preparando en común el pacto en reuniones previas. Ahora Tsipras pide ayuda a la UE para que se cumpla y se ponga en marcha “lo antes posible”.
El pasado 8 de marzo Tispras se reunió con el primer ministro turco Ahmet Davutoglu en la ciudad turca de Esmirna. En ese encuentro ambos mandatarios actualizaron un tratado de readmisión de inmigrantes y refugiados, un compromiso que sentó las bases para el acuerdo de la UE con Turquía que se concretó finalmente el 19 de marzo.
"La implementación del acuerdo bilateral de readmisión permite enviar un mensaje a aquellos refugiados o migrantes que no vienen de un país en guerra que desafortunadamente no tienen manera de llegar a Europa; hay que enviarles este mensaje", dijo Tsipras en aquella ocasión, acompañado por Davutoglu. Un mensaje que no se diferencia en nada de las palabras que estos días se han escuchado de parte de otros líderes de la UE que han advertido a los refugiados, como Donald Tusk: “No vengáis a Europa”.
En los próximos días llegarán a Grecia 1500 oficiales de policía europeos, decenas de expertos en fronteras de la UE y miembros observadores de las fuerzas de seguridad de Turquía, para monitorizar en común el comienzo de las devoluciones.
El gobierno griego intentará trasladar a más de 12.000 refugiados que se encuentran atascados en el campo de Idomeni en la frontera norte hacia centros de acogida en todo el país. Tsipras se ha comprometido con la UE a construir 15 nuevos centros para registrar a todos los que lleguen a sus costas y devolver a Turquía a los que no pidan refugio en Grecia. Estos funcionarán como “hotspots”, puntos calientes para el registro de refugiados que serán devueltos a Turquía.
El martes 21 de marzo, dos días después de la implementación del acuerdo, Tsipras ha exigido ayuda para una rápida puesta en marcha de la expulsión de los refugiados.
"Desgraciadamente, ayer (lunes) hubo un gran número de llegadas, unas 1.500. Si no se produce una reducción del flujo, no seremos capaces de evacuar las islas para que se pueda aplicar el acuerdo de forma integral", dijo Tsipras según el diario griego ’ekathimerini’.
Tsipras se reunió con el Comisario europeo de migración Dimitris Avramopoulos y solicitó que Europa presione a Turquía para que impida que sigan llegando refugiados hacia las islas griegas, es decir que cumpla su papel de “guardián” de las costas del mar Egeo para cerrar la ruta a los refugiados.
El papel clave del gobierno de Syriza en el acuerdo migratorio representa otra gran capitulación de Syriza que ha transformado su gobierno en el brazo ejecutor de la política xenófoba de la UE. De este modo ha aceptado dos “principios” reaccionarios de la Unión Europea: la austeridad impuesta por la Troika contra los trabajadores y la xenofobia contra los inmigrantes y refugiados. Su papel de “garante” de la política migratoria de la UE marca un nuevo fracaso del reformismo europeo, que no ha sido capaz de ofrecer una salida diferente frente a los sectores más conservadores.
Algunos dirán que el gobierno griego “no tuvo alternativa”, que ya no podía recibir a más refugiados en el marco de las políticas de austeridad que impone la UE. Digamos que, en primer lugar, no tenía por qué aceptar esas políticas de la Troika. Pero el gobierno griego no solo se transformó en aplicador del pacto, sino en su defensor.
No tuvo ni una palabra para denunciar el racismo y la xenofobia de la Unión Europea, ni para cuestionar al represivo régimen turco que está masacrando al pueblo kurdo, cerrando periódicos y persiguiendo a opositores.
En su encuentro con el primero ministro turco Alexis Tsipras se mostró sonriente, repartió flores y llamó a confiar en que se trataba de un buen trato para los refugiados. Lamentable.
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Publicado por Odio de Clase