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Burundi,El país que se ahoga en sangre mientras la comunidad internacional mira hacia otro lado



"En Burundi, la sangre fluye en cualquier sitio", cuenta a 'The Guardian' un joven que huyó de su país a Tanzania. Como él un cuarto de millón de personas se han exiliado tratando de escapar de la violencia y la muerte.

El pequeño país de África central, considerado como una de las naciones menos desarrolladas del mundo, está viviendo un feroz enfrentamiento entre el Gobierno y la oposición. Mientras los rebeldes se entrenan en países vecinos, las autoridades tienen miedo a perder el poder y recurren al discurso de odio étnico, escribe el periódico británico. 

La crisis adquiere contornos preocupantes sobre el telón de fondo de la violenta historia del país.

Antigua colonia belga, Burundi, que ya vivió dos guerras civiles por motivaciones étnicas, vive instalada en una permanente crisis política, ya que la mayoría de su población parece rechazar la toma de poder del presidente Pierre Nkurunziza, que violando la Constitución se postuló en 2015 por tercera vez para un mandato presidencial.

 Un golpe de Estado fallido y protestas masivas dieron paso a una situación de violencia constante.


Pese a la escalada de violencia, la comunidad internacional no actúa de manera urgente para poner fin a la crisis. 

Al igual que las organizaciones de ayuda humanitaria no ayudan de manera adecuada a los refugiados en Tanzania, Ruanda, Uganda y la República Democrática del Congo, cuyo número asciende a unas 250.000 personas (con 100 personas llegando cada día solo a Tanzania). Burundi cuenta con 10 millones de habitantes, cuyo destino está ahora amenazado.

"No tienen intención de regresar a su país, tampoco el deseo. Se trata de una situación grave y con consecuencias a largo plazo", indica el responsable del Comité Internacional de Rescate David Miliband: 

"Creo que tenemos que prepararnos para el peor escenario posible, es decir, una crisis que se prolongue durante años y con un flujo constante de refugiados". 

Sin la atención de la comunidad internacional Tanzania tampoco puede ofrecer condiciones especiales. 

El flujo constante de refugiados y la escasez financiera solo permite organizar campamentos saturados con una sola comida diaria.

 "Nuestro país está al borde de la guerra y tenemos un sentimiento de abandono", explica Genevieve Kanyange, un alto mando del partido en el gobierno que desertó.

Las redadas son habituales tanto en calles como en casas. 

"Lo cierto es que entran en tu casa porque creen que militas en otro partido político y te dicen que están buscando armas. 

Incluso si no encuentran lo que buscan, se llevan a la gente y no los vuelves a ver", cuenta Fabrice, de 54 años y también refugiado.

 Las fuerzas de seguridad usan también bayonetas para apuñalar y amputar y realizar otras torturas, revela el periódico.

En medio de esta profunda crisis puede producirse una guerra civil abierta. 

El discurso de odio promovido por el Gobierno puede llevar al empeoramiento de la situación. 

"Creemos que el gobierno está intentando propiciar un conflicto étnico", indica Richard Moncrieff, analista sobre África central del International Crisis Group. 

Una grave amenaza está en la posibilidad de que se produzcan enfrentamientos en el seno del ejército. 

Según Moncrieff, "los militares leales al gobierno y los disidentes se están matando entre ellos" y si la comunidad internacional no interviene se espera más violencia.

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