Años de felicidad se escurren entre los dedos. Créditos para la vivienda, computadoras para los niños pobres y no tanto, jubilados sin aportes jubilándose a cuenta, trabajadores con trabajo, libertad de decir lo que se quisiera cuándo y dónde se quisiera, científicos bien pagos docentes comprando cero kilómetros.
Un país con derechos para todas y todos, un país que incluía hasta a las jaurías de perros mas rabiosos al mismo tiempo que a los niños más humildes, alimentados y vacunados.
Faltaba, claro, pero teníamos todo, casi, casi todo.
Esta era la Argentina hasta el 10 de diciembre del 2015. Esta y no otra, una Argentina que había nacido el 20 de diciembre del 2001 y los tumbos llegó a ser la mejor, de todas las que vivimos.
Vivíamos en un país féliz, Único precio quizá, soportar la cadena nacional, que tenías la oportunidad de no mirar toda vez que no quisieras.
Pero no. Tomaste la ponzoña del Leteo, el agua del río de los griegos de antaño, agua que al beberla provoca el olvido.
Te olvidaste del 2001 y sus muertos de la angustia, del desocupado, de la bronca del estafado por el mismo banco que está a semanas de volver a acorralar tus ahorros, de las infinitas deudas nacionales, de las visitas virreinales para decirnos si podíamos comer carne o polenta o incluso no comer, te olvidaste de la esperanza recuperada, del bienestar reconquistado, el orgullo de volver a cantar el himno a voz llena, te olvidaste de los consulados atestados de compatriotas autoexiliándose para tener futuro, y de los compatriotas regresando pocos años después.
Hoy la Argentina es una tierra arrasada por la revancha, la angurria, el engaño, la hipocresía, los despidos, el saqueo de los bolsillos del pueblo.
La Corporación Cambiemos arruinó todo en pocos días.
No hay pesada herencia que pueda justificar darle todo los ricos y parientes y nada a la gente que dijeron representar.
En pocos meses la excepción del mundo, la perla casi, fue arrojada a los perros del odio.
Bebiste la ponzoña del Leteo, la que te sigue dándo Clarin y su ejército de paramilitares del odio mediático, cucharada a cucharada, día tras día.
Algunos griegos antiguos creían que se hacía beber de este río a las almas antes de reencarnarlas, de forma que no recordasen sus vidas pasadas.
Leteo era también , hija de Eris o sea de la discordia, que rebautizaron “grieta”, los mismos semidioses del odio que la crearon.
Pero los griegos que no eran para nada giles, también hablaban de otro río, el Mnemósine, cuyas aguas al ser bebidas hacían recordar todo y alcanzar la omnisciencia, un estado preferencial del alma.
A los iniciados se enseñaba que se les daría a elegir de qué río beber tras la muerte y que debían beber del Mnemósine en lugar del Leteo.
El 13 de diciembre próximo, millones de compatriotas que beben del Leteo , con su angosta mirada se preguntarán que clase de amor nos mueve a otros millones a salir a la calle por beber en otro río, el de la memoria y desde allí avanzar hacia un futuro mejor.
¿Ahora que la misera mira de reojo tu puerta, de cuál río vas a beber, compatriota?
Juan Carlos Romero López
Director Editorial
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